Como era previsible, escasos medios (los «díscolos» Infowars y Cubadebate, entre ellos) reprodujeron el artículo «EE.UU.: Algo grave está por suceder», con que hace unos días Michael Zynder intentaba desperezar a la conciencia universal. Los «regidores» de la información, Washington a la cabeza, suelen callar estos temas, cual si el silencio resultara capaz de frustrar una debacle […]
Como era previsible, escasos medios (los «díscolos» Infowars y Cubadebate, entre ellos) reprodujeron el artículo «EE.UU.: Algo grave está por suceder», con que hace unos días Michael Zynder intentaba desperezar a la conciencia universal. Los «regidores» de la información, Washington a la cabeza, suelen callar estos temas, cual si el silencio resultara capaz de frustrar una debacle a tiro de piedra.
Porque a unos pasos podría hallarse el colapso financiero. Tomemos en cuenta que, según informes de crédito citados por nuestra fuente, la Casa Blanca ha estado instruyendo en secreto a cinco bancos en las «artes» de aplazar el crack, con miras a un escenario en que «no puedan contar con la ayuda del Gobierno». Se asegura que el propio Barack Obama ha firmado numerosas órdenes ejecutivas que cristalizarían en un ámbito de crisis social. A ello se le suma la constatada avalancha de renuncias de ejecutivos bancarios y de ventas de acciones por agentes corporativos.
Sí, tal vez nos encontremos al borde de una sima de inimaginable hondura, al borde un parteaguas nada extraño. Recordemos que durante las últimas cuatro décadas la deuda total de los Estados Unidos se ha disparado desde alrededor de dos billones de dólares a casi 55 billones. Y sobran los augures. Un exdirectivo del Banco Mundial, Richard Duncan, se ubica entre quienes alertan acerca de que el débito «se ha adentrado en una espiral de muerte»… para toda nuestra civilización.
Por si fuera poco, renombrados economistas, como Nouriel Roubine, afirman sin aspavientos, lapidarios, instrumentales – tal vez por eso asusten más-, que el entuerto inminente «es peor porque en el 2008 tuvimos una crisis económica y financiera, pero ahora nos estamos quedado sin balas políticas. En 2008 se podía recortar las tasas, provocar el estímulo fiscal, obtener garantías de los bancos y todo lo demás. Hoy en día, los problemas son de solvencia, no de liquidez. Los déficits fiscales son ya tan grandes que usted no puede rescatar a los bancos, porque 1) hay una oposición política a hacerlo y 2) los gobiernos están cercanos a la quiebra -ni siquiera pueden rescatarse a sí mismos. Al parecer, nos estamos quedando sin conejos políticos para sacar del sombrero».
Sobre Europa, huelgan los comentarios prolijos. Subrayemos si acaso que marcha de mal en peor. El desempleo, por las nubes; y hasta se registran indicios de que Alemania está considerando abandonar el euro, lo cual constituiría un desastre para el resto de la zona. Incluso, disminuye la esperanza de que las grandes economías emergentes -China, la India, Brasil- logren mantener el sólido crecimiento desacopladas de las occidentales, y se truequen en motor alternativo del despegue planetario, a causa de una mengua de sus exportaciones acarreada por la contracción de la demanda de las naciones ricas y del ingreso de capitales, tal anota Martin Khor, en El Mercurio Digital.
(Solamente en China el incremento del PIB se cifró en 7,6 por ciento en el segundo trimestre de 2012, lo que evidencia una desaceleración continua, con respecto al 10,4 por ciento en 2010, el 9,2 en 2011 y el 8,1 en los primeros tres meses del año en curso.)
No obstante, estudiosos como Frei Betto insisten en una diferencia de esta la tercera crisis del sistema: los países que antes componían la periferia se hallan más estratégicamente situados que los metropolitanos. En 2012 la progresión de los latinoamericanos, por ejemplo, debe sobrepasar a la de los EE.UU y Europa. «En esta parte del mundo son mejores las condiciones para el crecimiento de la economía: salarios en alza, desempleo a la baja, crédito [aún] abundante y reducción de las tasas de interés».
Por supuesto, el conocido filósofo y teólogo de la Liberación no bate palmas. Aunque reconoce que el capitalismo semeja un gato de siete vidas, porque ha sorteado varias crisis, recuerda que la pionera del siglo XX, en los orígenes del imperialismo, cuando se pasó del liberalismo económico a la concentración del capital -a los monopolios-, derivó en la Primera Guerra Mundial, coda de una feroz batalla por la conquista de los mercados. Y si bien acabó con una salida hacia la izquierda -la Revolución Rusa de 1917-, la Gran Depresión de 1929 llevó hacia la derecha, al nazismo, y desembocó en la Segunda Guerra Mundial.
¿Qué podría suceder en la actualidad? ¿Izquierda o derecha? ¿Qué de la amenaza de guerra nuclear? Ojalá dispongamos de tiempo, inteligencia y voluntad colectivas para conjurar el Apocalipsis -nos unimos a Frei Betto en la «jaculatoria» – sin pretender sacar conejos de una vieja chistera.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.