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Situacion actual en Euskal Herria

Fuentes: Rebelión

Texto escrito para la revista Espineta amb Caragolins nº 21

Se pueden sintetizar en cuatro los puntos críticos que ahora mismo determinan el contexto vasco: uno, el ya sabido de la crisis sistémica y de muy larga duración que se ha instaurado en el capitalismo mundial, con sus formas específicas en Euskal Herria y en los Estados español y francés. Dos, el proyecto austericida de la patronal vasca, que es el núcleo que dirige desde arriba las decisiones socioeconómicas y políticas fundamentales de los partidos que le representan y defienden. Tres, el fracaso de la «estrategia» oficial de la izquierda abertzale iniciada hace un lustro. Y cuatro, como resultado de todo lo anterior el debate Abian! iniciado en el conjunto del independentismo socialista buscando reintegrar a los sectores críticos, desilusionados y marginados.

Sobre la crisis mundial no vamos a decir nada, excepto que están fracasando todos los intentos del capital desde mediados de los ’70 para revertir la tendencia a la baja de la tasa media de beneficio y para recuperar la productividad del trabajo. Como tales intentos sostenidos fracasan tarde o temprano, no pudiendo abrirse una nueva larga fase expansiva, la burguesía aumenta sus inversiones en la economía financiera, bursátil y especulativa, generando un globo de deuda que ha superado ya al de antes de 2007, a la vez que la depresión y la deflación pudren cualquier medida de recuperación.

Sobre la crisis universal, las situaciones franco-española y vasca se caracterizan por diversos niveles de agudización: el Estado francés no puede seguir el ritmo del alemán a pesar de los duros recortes soecioconómicos y de derechos, lo que repercute muy negativamente en la parte que ocupa de Euskal Herria. La situación es aún peor en el Estado español por el caos estructural que mina su raíz histórica: desindustrialización, deuda impagable, empobrecimiento, retroceso tecnocientífico, rotura de la unidad estatal, corrupción, creciente dependencia del imperialismo, etc., lo que augura peores ataques en todos los sentidos. Este caos es la razón del estallido relativo del bipartidismo con la aparición del reformismo de Podemos y de otra derecha como Ciudadanos.

El fracaso de la «estrategia» abertzale desarrollada desde hace un lustro no responde sólo a los efectos negativos de esas crisis rápidamente expuestas, sino también y en algunos aspectos sobre todo, a dos razones propias del independentismo de izquierdas: una, el abandono desde finales de los ’90 de los principales ejes de análisis de las contradicciones capitalistas, al priorizarse una práctica más escorada hacia acuerdos con la mediana burguesía relegando el contenido socialista del independentismo; y otra, el abandono paulatino y simultáneo de la forma-movimiento para ir primando la forma-partido con la excusa de que la «estrategia» nueva requería rapidez de respuesta, priorizar el institucionalismo, normalizar la política, etc.

La fuerte subida electoral y de cotas de poder institucional con la aparición de EH Bildu no sirvió, pese a la inicial euforia de los sectores oficiales, para anular las críticas internas de quienes, sin dejar de militar, advertían de que el rumbo tomado era negativo, de que los resultados electorales mostraban cierta fuerza institucional pero a la vez una debilidad programática creciente y, por no extendernos, de que una cosa la fachada externa simbolizada en EH Bildu y en un amplio sector de Sortu pero otra cosa diferente esta la realidad subterránea de la izquierda abertzale en su sentido histórico amplio, con organismos, movimientos, colectivos y sindicatos en su seno.

Fue en estos años de acción política fundamentalmente institucionalista, bastante alejada de la vida práctica de la militancia de Sortu, a la que se le aportaban pocos análisis de los cambios sociales profundos, cuando agrandándose esa distancia entre la superficie institucionalista y la base real de la izquierda abertzale en su sentido amplio, que no sólo de Sortu. Desde 2013, por poner una fecha, esa distancia se incrementó a la vez que en el seno de Sortu el malestar empezó a hacerse más palpable, más inocultable. Ocurría que el caos español, la crisis mundial y el relegamiento de las formas clásicas de movilización de masas abertzales, por ejemplo, el debilitamiento del papel fundamental de los movimientos populares, todo esto se complejizaba con las primeras apariciones de una «oferta electoral» progresista, nueva en apariencia, aglutinadora y con tintes de crítica «radical» que en algunas cuestiones daba la sensación de superar por la izquierda a la Sortu y claramente a EH Bilbu.

El retroceso en las elecciones municipales de junio de 2015, terminó creando las condiciones para la «tormenta perfecta», para que se materializara la famosa «teoría de la catástrofe», que no viene a ser más que una forma vergonzosa de admitir la teoría leninista de la crisis de poder, pero esta vez sobre todo dentro de independentismo socialista. Ya para entonces la situación interna de malestar contra sectores de la dirección de Sortu es pública. Fue así que se decidió abrir el debate Abian! como único método posible de recuperar la unidad mediante la elaboración conjunta de una estrategia común al MLNV. La pérdida de un tercio de votos en el 20-D confirmó lo acertado de esa decisión anterior.

Al margen de las diversas valoraciones del resultado, desde la perspectiva histórica de liberación de clase es más importante el debate Abian! que el retroceso electoral aun siendo considerable, y eso por dos razones: Una, la izquierda abertzale mantiene fiel hasta ahora su núcleo duro de militancia, logro que no anula la importancia del golpe pero la relativiza teniendo en cuenta que se trata de elecciones estatales en las que los resultados generalmente no han sido tan altos. Y dos, en que precisamente porque fueron tantos los votos perdidos en 2011 con la novedad de la estrategia ahora tan cuestionada por lo que el debate Abian! debe ser el que cree la brújula estratégica que nos permita capear la tormenta perfecta.

Aunque en el debate es posible que no salgan a la luz todas las contradicciones, vamos a enumerar las decisivas porque tarde o temprano se harán visibles de una u otra forma: liberación nacional de clase, o «independencia» a secas; lucha obrera y popular, o institucionalismo; estrategia común y tácticas adecuadas, o diversidad generalizada; programa máximo y mínimo común, o reivindicaciones democráticas generales; atraer a la pequeña burguesía, o a la mediana burguesía; forma-movimiento, o forma-partido; solidaridad internacionalista, o diplomacia institucional…

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.