Ante la presidencia de Clinton o Trump, la campaña por el indulto corre contra el tiempo.
La inevitable salida de Barack Obama de la Casa Blanca ha movido las aguas en el caso Snowden. Protectores de los derechos humanos, y ahora el mismo Edward Snowden, abogan por el indulto presidencial que permitiría al fugitivo regresar a los Estados Unidos.
Quienes piden el perdón de Obama argumentan que si bien, las filtraciones ocurrieron fuera de la ley, los ciudadanos se beneficiaron al conocer la vigilancia masiva gubernamental.
Snowden lleva 3 años exiliado en Rusia, escapando de cargos que le harían pasar cerca de 30 años en prisión, entre ellos: «robo de propiedad gubernamental», «comunicación no autorizada de información de la defensa nacional» y «dar información clasificada a personas no autorizadas.»
En entrevista con The Guardian, Snowden hace de su caso un asunto moral que va más allá de las leyes:
Hay leyes en los libros que dicen una cosa, pero tal vez es la razón por la que el poder del indulto existe, para las excepciones. Para esas cosas que serían ilegales en papel pero cuando las vemos moralmente, éticamente, y vemos los resultados parece que eran cosas necesarias, eran vitales.
Sobre el impacto de las revelaciones, dijo:
Es claro que en el 2013 las leyes de nuestra nación cambiaron. El Congreso, las cortes y el presidente cambiaron sus políticas como resultado de estas revelaciones. Al mismo tiempo, no ha habido evidencia pública de que algún individuo haya resultado herido en consecuencia.
Desde 2013, el abogado de Snowden en los Estados Unidos, Ben Wizner, junto con Amnistía Internacional y la Unión Americana para las Libertades Civiles (ACLU), habían comenzado una campaña llamada ‘Pardon Snowden’ que aboga por el indulto presidencial.
El tiempo es oro en este caso. Ni Hillary Clinton, ni Donald Trump tendrán consideraciones ante Snowden. La antipatía es recíproca, el fugitivo ha declarado que estas elecciones no tienen precedente «en términos del tipo de políticas autoritarias propuestas.»