Desde los centros de poder mundial se habla del nuevo paradigma del conocimineto, de la economía del conocimiento y de un nuevo sistema de producción basado en el conocimiento, aunque en realidad siempre ha sido así. Lo nuevo es que el capitalismo en su actual fase, el capitalismo global, requiere concentrar cada vez más la […]
Desde los centros de poder mundial se habla del nuevo paradigma del conocimineto, de la economía del conocimiento y de un nuevo sistema de producción basado en el conocimiento, aunque en realidad siempre ha sido así. Lo nuevo es que el capitalismo en su actual fase, el capitalismo global, requiere concentrar cada vez más la generación, distribución y comercialización de bienes y/o servicios basados en el conocimiento, producidos y exportados por los países del Norte.
La información y el conocimiento son protegidos con acuerdos, tratados y leyes de propiedad intelectual, administrados por la OMC y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) junto a oficinas de gobiernos locales. EL impacto de este accionar en el acceso a bienes esenciales es cuestionado año tras año en los países del Sur, pero las corporaciones avanzan en sus planes de mundialización del sistema de patentes y marcas para crear una economía de monopolios. Este obstáculo a bienes para los pueblos y las políticas neoliberales que aún se implementan en la región, constituyen una contradicción a resolver.
Para ello impulsan la «armonización», profundización y ampliación de las normativas nacionales de propiedad intelectual que regulen la propiedad y el comercio de las corporaciones de la tecnología y la cultura: medicamentos, alimentos, insumos para la agricultura, agrotecnología, química, autopartes, juguetes; como así también programas de software, entretenimiento, TV, TV por cable, internet, editoriales, disqueras, etc.
La reapropiación del conocimiento por parte de la sociedad es el nuevo paradigma a construir en este SIGLO XXI avanzando hacia una economía que restrinja el accionar de los monopolios de la cultura y la tecnología. Facilitar el acceso al conocimiento emancipador como instrumento de soberanía política e independencia económica.