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Sobre la Intervención Humanitaria

Fuentes: Rebelión/maykef.blogspot.com

El término Intervención Humanitaria tiene un muy sugestivo significado; es gentil, suena como si hubiera sido parte de la doctrina de derecho internacional por mucho tiempo, y es muy angustioso. No obstante, como terminología legal, ha hecho que la comunidad internacional se enfrasque en un intenso debate sobre su aplicación, ha menoscabado muy importantes principios […]

El término Intervención Humanitaria tiene un muy sugestivo significado; es gentil, suena como si hubiera sido parte de la doctrina de derecho internacional por mucho tiempo, y es muy angustioso. No obstante, como terminología legal, ha hecho que la comunidad internacional se enfrasque en un intenso debate sobre su aplicación, ha menoscabado muy importantes principios del derecho internacional público como la Soberanía y la No Intervención, y ha causado destrucción en aquellos países donde esta pseudo doctrina ha sido aplicada.

Aunque las intervenciones militares por causas humanitarias han estado presentes desde hace mucho tiempo, estas nunca fueron aceptadas ni remotamente por el derecho internacional, ni tampoco entendidas como un hito entre las relaciones internacionales. Tomemos el caso de Vietnam y Camboya en 1978; aunque no fue por razones estrictamente humanitarias que Vietnam traspasó los bordes y derrocó el régimen del Khmer Rouge en Phnom Penh, acabando así exitosamente con las atrocidades cometidas por Pol Pot; sino para acabar con las incursiones del Khmer en territorio vietnamita, las consecuencias fueron positivas desde el punto de vista de los derechos humanos. Del mismo modo, la intervención de India en la guerra de secesión entre Pakistán del Este (Bangladesh) y el actual Pakistán, trajo como consecuencia la detención de las retaliaciones que Pakistán venía cometiendo en contra de la población bengalí, para desarticular el movimiento secesionista. Estos ejemplos de intervención humanitaria fueron rechazados furibundamente por los maestros de occidente, los Estados Unidos y Gran Bretaña.

Por otro lado Gran Bretaña (unos de los más extraordinarios ejemplos de relativismo moral que jamás haya existido), quien es el mayor partidario de la aplicación de la Intervención Humanitaria «ambos como una obligación moral y un derecho legal», ha venido quebrantando y violando el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas desde 1956, cuando junto con Francia y el recién nacido Estado de Israel, atacaron a Egipto en retaliación por la osadía de este país de declarar la nacionalización del Canal de Suez.

Pero en el tope de esta pirámide se yergue el caso más aberrante de lo que no se debe hacer en nombre del derecho internacional humanitario: Kosovo. Con la caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, la antigua República Socialista Federativa de Yugoslavia perdió toda su importancia estratégica para Occidente, que la mantuvo como un ejemplo de resistencia frente a la Unión Soviética. En consecuencia la ayuda económica en condiciones preferenciales de que había disfrutado durante más de dos décadas fueron repentinamente cambiadas, convirtiéndose en un enorme peso la deuda externa. Esto degeneró en un rápido colapso económico que fue exacerbado por la inmensa inestabilidad política tras la muerte del líder supremo Josip Broz Tito. La secesión de Eslovenia en 1990 y la guerra de independencia de Croacia (1991-1995), arrastro consigo al resto de la Federación hacia una guerra total cuyos costos humanos y materiales son aún difíciles de estimar.

Tanto Kosovo como Vojvodina fueron provincias independientes dentro de la Federación, pero eran originalmente parte de Serbia. Kosovo particularmente fue objeto de numerosos planes de desarrollo, por ser una de las partes más pobres de la unión. Esto trajo como consecuencia una masiva inmigración desde la vecina y pobre Albania, pero al mismo tiempo los serbios que originalmente poblaban la provincia se movilizaron hacia partes más prósperas en el norte de Yugoslavia. El resultado fue que para principios de los ochenta, el 90% de la tasa de nacimientos en Kosovo era de origen albanés. «Pobres condiciones económicas y sociales exacerbaron viejas animosidades étnicas e iniciaron periódicamente manifestaciones sociales que amenazaron con el estallido de una guerra civil». Toda vez que la Federación comenzó a colapsar, se convirtió en la excusa perfecta de los albaneses en Kosovo para comenzar un movimiento separatista que alcanzara exitosamente la independencia (Algo que Albania venía luchando desde la década de los 70, pero que el fuerte liderazgo yugoslavo impidió).

Antes de la guerra de Kosovo en 1998-1999 el KLA (Ejército de Liberación de Kosovo por sus siglas en inglés) era un movimiento guerrillero calificado por los EUA como «Terrorista». Sus actividades fueron financiadas mayoritariamente por la comunidad albanesa en el exilio y por el narcotráfico en primer lugar (luego los financiaría la CIA). A pesar del hecho del que el KLA venía exacerbando los ánimos de Serbia con sus atentados a estaciones de policía y bombas en cafés concurridos por oficiales serbios, matando en el ínterin civiles inocentes, esto no fue obstáculo para que los EUA sacaran de la lista de grupos terrorista a esta organización.

Cuando en marzo de 1999 la misión de verificación de Kosovo (KMV) se retiró de la provincia, en la víspera del bombardeo de la OTAN, las alarmas de la mayoría de las organizaciones internacionales no gubernamentales se encendieron; sin la presencia internacional Serbia podría comenzar en una limpieza étnica de proporciones indeterminables. Lo que la tradicional escuela de pensamiento de occidente olvidó mencionar, fue la campaña de terror en la que se había embarcado el KLA desde 1996, con la ayuda de la CIA y del gobierno albanés, en contra de civiles serbios y albaneses por igual, y en contra de las fuerzas serbias, tanto en Kosovo como en territorio serbio. El principal objetivo de esta campaña fue el crear un clima de hostilidad y exacerbación en el cual los serbios perdieran su temperamento, debido a las atrocidades cometidas por los rebeldes, y comenzaran una operación de contrainsurgencia que, como daño colateral, desplazara a la población albanesa fuera de Kosovo y así, ganar el apoyo internacional para una intervención militar en la región basada en razones humanitarias.

En abril de 1999 el Primer Ministro Inglés Tony Blair en su discurso pronunciado ante Club Económico de Chicago manifestó lo que él pensó era un deber de la comunidad internacional de prevenir genocidios y luchar contra todas aquellas violaciones a los derechos humanos sin importar donde fueran éstas cometidas. «Si queremos un mundo guiado por el estado de derecho y la cooperación internacional entonces tenemos que soportar a las Naciones Unidas como su pilar central. Pero necesitamos encontrar una nueva forma de trabajo en las Naciones Unidas y en el Consejo de Seguridad si no queremos retornar al juego trancado que tanto socavó la efectividad del Consejo de Seguridad durante la Guerra Fría». En otras palabras, dondequiera que el Consejo de Seguridad bloquee una iniciativa para intervenir en nombre de de la libertad, la democracia, derechos humanos, etc. deberíamos hacer bien en pasarle por encima y continuar.  

La Doctrina Blair como fue conocida, estipula cinco preguntas las cuales en caso de ser respondidas afirmativamente tendríamos lo que se llama un «fuerte caso» para una intervención militar:

¿Estamos seguros de nuestro caso?

¿Hemos agotado todas las vías diplomáticas?

¿Existen opciones de un intervención militar que podamos de manera sensible y prudente llevar a cabo?

¿Estamos preparados para el largo plazo?

¿Tenemos intereses nacionales envueltos?

De todos, el quinto es el más interesante. ¿Cuáles fueron los intereses nacionales que el Sr. Blair invocó en el caso de Kosovo? Que «la expulsión masiva de albaneses de Kosovo merecía la atención del mundo». Podemos difícilmente creerlo. ¿Por qué no hablamos mejor de la construcción de un oleoducto para traer petróleo desde la faja del Mar Caspio hasta el Adriático, y la construcción de una base militar en la región para salvaguardar dichos intereses geopolíticos?

El increíble crecimiento de la industria petrolera en Asia Central y el Mar Caspio vino a complicar aún más las cosas en los Balcanes; 240 millones de barriles de petróleo con un valor aproximado de 4 trillones de dólares. Éste Petróleo es necesario para la seguridad energética de los EUA y sus aliados; el principal problema es cómo transportarlo hasta las refinerías en Occidente. El estrecho de Bósforo en Turquía está a punto de colapsar debido al intenso tráfico marítimo y EUA y Europa lo sabían desde principio de los 90. Las únicas rutas plausibles en tierra son en territorios que originalmente fueron parte de la Unión Soviética, Rusia misma, o peor aún, Irán. Pasar por alto a Rusia e Irán se ha convertido en una obsesión estratégica de los Estados Unidos, así como asegurarse la fidelidad, a través de ayuda económica y militar, de países como Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán, Georgia, etc.

Los dos grandes esfuerzos de los EUA para traer ese petróleo a puerto seguro son el oleoducto Bakú-Tiblisi-Ceyhan que pasa a través de Azerbaiyán, Georgia y Turquía (fue terminado en 2006); y el oleoducto Trans-balcánico (conocido también como AMBO), que transportaría el petróleo desde el Mar Caspio a través de Bulgaria, Macedonia y Albania.

La única manera de restablecer la hegemonía americana en la región fue a través del debilitamiento de Serbia (el poder regional), tradicionalmente aliada de Moscú; la independencia de Kosovo para calmar los ánimos de Albania, que exigía la independencia de la provincia como requisito para cualquier alianza o la construcción del oleoducto, y la construcción de la base militar Camp Bondsteel con una fuerza de despliegue lista para cualquier contingencia en el área.

Si aún hay escépticos en el tema tan sólo mencionaremos los $9 billones en armas, y $6.5 billones en créditos como ayuda militar para comprar equipo, que Turquía recibió entre 1980 y 1997 de parte de los EUA. El trato tenía como objetivo «mejorar las condiciones económicas de Turquía y el afianzamiento de las instituciones democráticas» (¡) De cualquier manera, es sumamente curioso que el ejército turco se haya enfrascado en una guerra de quince años con el Partido de los Trabajadores Kurdos (PPK por sus siglas en inglés) en el sudeste del país, casualmente el área por donde habría de pasar el oleoducto Bakú-Tiblisi-Ceyhan. ¿Podríamos decir que fue éste otro de los tantos ejemplos de pacificación social a costa de severas violaciones a los derechos humanos? En este caso Turquía es un aliado estratégico de la OTAN, caso contrario al de Serbia, que no merece ningún comentario sobre la forma como trata a sus conciudadanos, y el caso de que éstos sean una minoría étnica no viene al caso ni siquiera, en cambió en Kosovo fue la gran razón esgrimida por Occidente.

Luego del «éxito» de Kosovo, el Sr. Blair mantuvo que Gran Bretaña estaba en Irak y Afganistán entre otras cosas por motivos humanitarios; no por petróleo ni oleoductos por supuesto. Sin embargo, desde que el término Intervención Humanitaria se ha convertido en sinónimo de discusión, la Doctrina Blair se ha metamorfoseado en «La Responsabilidad de Proteger», la cual abarcaremos en otro artículo.

Sería bueno ya por último preguntarnos dónde estaban los acólitos del Sr Blair y el juez de la CPI Christopher Greenwood durante el genocidio en Ruanda. O por qué la llamada Comunidad Internacional falló en intervenir allá y en Sudán durante la crisis de Darfur. Desgraciadamente para los ciudadanos de África, no hay oleoductos cruzando esas latitudes del continente orgullosamente negro, ni tampoco intereses nacionales en el mejor sentido de la frase del Sr Blair. Deberíamos aprender más historia y menos teorías en las escuelas de Derecho Internacional.