1898
Las tropas estadunidenses desembarcan por el oriente cubano, por la playa de Daiquirí. Mueren en combate estadunidenses, entre ellos un número importante de afroamericanos. El museo de Historia afroamericana de Chicago conserva cartas de varios de ellos a sus madres. Algunas muestran su sentido compromiso con la libertad de Cuba del yugo español.
En el bar Two Brothers, cuenta la leyenda, frente al Malecón habanero, soldados estadunidenses brindan con un ron Bacardí, barato, que consideran de baja calidad, por eso lo mezclan con coca cola y gritan “Viva Cuba Libre”, frase que nombra ese trago hasta hoy. Alegres por el triunfo contra el poder colonial español, no hay que suponer obligatoriamente que era, por parte estricta de ellos, un brindis hipócrita.
A la vez, en el oriente cubano se registraron compras de tierras absolutamente inverosímiles. La United Fruit Company compró 170.000 hectáreas por menos de $200.000. Esto es, a 1.17 dólares la hectárea.
A la vez, las compañías estadunidenses profundizaron el control que ya habían ido ganando sobre la minería en Guantánamo y Santiago de Cuba. El control del hierro, el cobre y el manganeso cubanos fue crucial para el despliegue de la industria pesada del entonces naciente imperialismo estadunidense —la palabra imperialismo se usaba desde 1898, no la inventó un manual del PCC—.
Por varias razones, la mayoría de la mano de obra empleada en esa minería era española. La depredación de tierra cubana y la falta de empleo, unido a las condiciones en que había dejado a la zona oriental la guerra de independencia produjeron una situación social de enorme empobrecimiento y la convirtieron en un polvorín político, que estalló en 1912.
1902
La ocupación estadunidense excluyó a los negros cubanos de los cuerpos de la policía, de la Guardia Rural y de la oficialidad del Cuerpo de Artillería. También, pretendió excluir a una proporción muy apreciable de la población humilde del recién estrenado sufragio universal para los hombres (en las primeras elecciones republicanas votó alrededor del 5% del padrón electoral), a través de la exigencia de una franquicia electoral, un recurso “técnico” para la exclusión.
La Enmienda Platt permitió que una base militar se instalase en Guantánamo, que existe hasta hoy.
1906
José Miguel Gómez participó destacadamente de la “revolución” de 1906. En ese contexto, la intransigencia de Estrada Palma ante la farsa electoral a su favor, por un lado, y la actitud de los liberales —José Miguel era uno de sus líderes—, por el otro, buscaban que la intervención estadounidense acudiese en su respectivo respaldo.
Así la pidió Estrada Palma, pero también lo hizo J. M. Gómez, junto con Alfredo Zayas, “conforme a los términos de la Enmienda Platt”.
El Gobierno de Gómez nació del rediseño que hizo la segunda ocupación (1906-1909) del sistema político cubano, para evitar “convulsiones” y resolver la rotación entre élites.
Tras la segunda ocupación, se afianzaron dos problemas de larga recurrencia posterior en el país: la corrupción institucionalizada y un complejo de inferioridad se hizo fuerte en la cultura política cubana, en forma de “la incapacidad del cubano para tener gobierno propio”.
1912
Otra vez las tropas estadunidenses desembarcan por la misma playa de Daiquirí, donde seguían enclavadas sus empresas mineras.
El ejército cubano reprime a sangre fuego, a la vez, las protestas campesinas y del Partido Independiente de Color en la zona. El gobierno rinde informe diario al Departamento de Estado de los EEUU sobre los progresos de la represión, y del control de la zona a favor de las empresas de ese país.
Como parte de su empeño de “impedir” la intervención, y de conservar su gobierno, José Miguel Gómez ordena la masacre de estado más grande la historia nacional (las cifras oscilan, pero 5 mil muertos es uno de los números más comunes). Ello, frente a los ojos de la armada naval estadunidense.
1933
Un gobierno “a medias” radical, resultado directo, y legítimo, de la gran revolución popular de 1930, reclama la devolución de tierras mal habidas en manos de propietarios estadunidenses y el retiro de la base naval de Guantánamo.
Antonio Guiteras, un líder nacionalista, da órdenes expresas de responder a cualquier ataque proveniente de la base naval. Asegura que el “fantasma de la intervención” es invocado por todo aquel que pretende impedir cualquier cambio a favor del pueblo cubano.
Un cubano solitario, parado en el Malecón, descarga, sin la menor posibilidad de éxito, las balas de su revólver en dirección a un acorazado estadunidense anclado frente a la bahía de la Habana.
1940
La Constitución de 1940 —un referente de democracia social y política para el mundo en esa fecha— reguló que “la República no concertará ni ratificará pactos o tratados que en forma alguna menoscaben la soberanía nacional o la integridad del territorio”.
1961
En enero los Estados Unidos rompen formalmente sus relaciones con Cuba y ordenan el cierre de su embajada en La Habana. A los pocos días, Cuba decide retirar el águila calva que presidía el monumento a las víctimas del Maine, y las efigies allí situadas de William McKinley, Leonard Wood y Theodore Roosevelt. El resto del monumento se mantuvo. Hasta hoy se ve allí la tarja que contiene el texto de la Resolución Conjunta, una promesa burlada de respetar la soberanía cubana.
Un miliciano en Girón cuenta: “Me arrastré hasta el monte, como pude. En el monte me quité las ropas, me había quedado en camiseta y calzoncillos. Me sentía bastante mal. Me sentía el cuerpo muy mal ya y pensé morir allí mismo en el combate: nunca pensé volver a estar vivo. Llegó el momento, ¿no?, dije, siempre a uno le queda esa idea, ¿no? Me quité las botas, me escondí detrás de un palo con el fusil que sí logré salvarlo, esperando al enemigo mientras tuviera algo de vida. Decían que venía detrás la infantería de ellos. ¿Por qué me quité las botas? Son los últimos momentos que le quedan a uno y uno decide morirse con las botas quitadas.”
1962
Un mexicano que se encontraba en ese mes de octubre en La Habana escribe: “Eran las once de la mañana. En el ascensor, un miliciano decía a otro que no se había rasurado: “Parece que vienen dentro de un rato. Ahora no te rasuras hasta después de la guerra”. Me fui caminando hasta mi domicilio, no lejos del hotel Habana Riviera. La calle de mi casa estaba arbolada por flamboyanes en todo el esplendor de sus flores rojas. Por la acera de enfrente pasaba una muchacha hermosa como todo lo hermoso. La miré caminar bajo los árboles florecidos y se me quedó grabado mi pensamiento de ese instante: “¡Qué lástima que todo esto va a desaparecer entre las tres y las cuatro de la tarde!”
Una querida amiga me ha contado que entonces tenía unos 20 años. En ese octubre estaba con otros de la misma edad en una batería antiaérea. Vio allí a una amiga con los labios pintados y acicalada. La miró con sorpresa, y ella respondió: “si me voy a morir que recojan mi cadáver así arreglada”.
Una conclusión
Todo lo antes descrito tiene contramemorias y necesita, en otro tipo de texto, ser problematizado. De acuerdo. Sin embargo, apunto aquí un hecho fuera de discusión: el derribo del águila del Maine, Girón y la crisis de octubre ocurrieron varios años antes de fundarse el Partido Comunista de Cuba.
Sobre el resto de la historia que aquí he apuntado no hay decir que la Isla no estaba gobernada por el PCC.
Cuba no tiene problemas solo con la política oficial de los Estados Unidos. Los tiene consigo misma. De eso he hablado antes. Es, también, una necesidad colocar este tema, con toda la importancia que tiene, y con información rigurosa, en el centro del debate público cubano de estos días.
La intervención estadunidense en Cuba, su realidad y su amenaza, tanto como la mera percepción de su amenaza, ha sido rechazada siempre por la enorme mayoría del pueblo cubano, que tiene en el nacionalismo uno de los núcleos de su cultura política.
Pedir la intervención estadunidense en Cuba —cuya realidad es ciertamente improbable por la resistencia que sin duda ofrecerá —ofreceremos— como pueblo, por la geopolítica del desastre estadunidense en Medio Oriente y por la gravitación de Rusia en la escena internacional, entre otros factores, y que además recién ha sido rechazada por Bob Menéndez— puede ser camuflada como “lucha contra el comunismo”, pero es un crimen cometido contra el pueblo cubano, contra la nación cubana, contra toda la historia de lo que ha hecho que un pedazo de tierra y una geografía política, cultural y social, se convierta en lo que llamamos Cuba, y que tantos llevamos, con todo orgullo, en el centro del pecho.
Nota En la versión original de este texto cometí un error al referir la fecha el derribo del águila al monumento a las víctimas del Maine, que he corregido.(19 .07.2021)
Blog del autor: https://jcguanche.wordpress.com/