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Sobre Syriza y Tsipras

Fuentes: Rebelión

Alexis Tsipras ganó las elecciones griegas con el mismo porcentaje que en los comicios de enero, pero con 300 mil votos menos, más una abstención del 46.7 dada la decepción que le causó a sus electores la aceptación total de las exigencias de la Troika cuando el referendo había arrojado una mayoría del 61 por […]

Alexis Tsipras ganó las elecciones griegas con el mismo porcentaje que en los comicios de enero, pero con 300 mil votos menos, más una abstención del 46.7 dada la decepción que le causó a sus electores la aceptación total de las exigencias de la Troika cuando el referendo había arrojado una mayoría del 61 por ciento por el NO. Sobre todo, las ganó con una política totalmente opuesta a la de hace ocho meses pues ahora aparece como el mejor ejecutor de las políticas dictadas por la Troika y Angela Merkel y el garante ante Bruselas de que frenará la protesta de los trabajadores y de quienes rechazan la colonización de Grecia.

Por eso las Bolsas europeas reaccionaron favorablemente ante su triunfo (que es el de la derecha que mejor preserva al capital) y también ante el truco infame de Tsipras que dio menos de 20 días a la izquierda para hacer campaña por una alternativa y, así, la sacó del Parlamento donde habría sido una acusadora constante.

El éxito de Tsipras se debe en buena medida a la desesperación de los desocupados que explica también el crecimiento de los neonazis de Alba Dorada. Ante la ausencia de movilizaciones sociales de repudio a la aceptación total por Tsipras del memorando de la Troika y ante la tardía y escasa reacción de la izquierda que formó Unidad Popular sólo a fines de agosto y, además, no tiene posiciones comunes, Tsipras pudo presentarse como el «menor peor» dado que su oponente con más posibilidades era la derecha clásica, corrupta y antinacional, de Nea Democratia, causante de la terrible deuda griega.

Tsipras dice que combatirá la corrupción – aunque su política la promueve- y que defenderá a los trabajadores, aunque agravará la desocupación y la caída de los ingresos. Será el «gobernador nativo» del gran capital extranjero y de la Troika, que son dueños de Grecia. Ellos lo usarán mientras les sirva para desorganizar y frenar las protestas que son inevitables, y retardar la organización de una izquierda anticapitalista de masas (Unidad Popular obtuvo el 2.80 por ciento de los votos y por sólo 10 mil votos no pudo pasar el límite del 3 por ciento y entrar en el Parlamento teniendo así derecho a que la TV pública la mencione).

Si el PASOK y Nea Democratia, con una deuda enorme, pero menor a la actual y con los ingresos de las empresas nacionales que Tsipras ha privatizado provocaron la crisis griega, Tsipras no sólo no la resolverá sino que la agravará. La privatización de puertos, aeropuertos, energía, comunicaciones y la venta de islas y bienes del Estado forma en efecto un Fideicomiso de 50 mil millones de euros que está administrado por la Troika para garantizar el pago y Grecia mantiene una deuda que el FMI declara «impagable» que supera el 175 por ciento de su Producto Interno Bruto.

¿Qué queda entonces después de Tsipras y su próximo fracaso? ¿Un gobierno militar (ya los gobiernos de la derecha, temiéndolo, cambiaron los mandos del ejército hace pocos años cuando la situación era menos grave) con el apoyo de Amanecer Dorado, el tercer partido en número de votantes, que tiene fuertes lazos en las Fuerzas Armadas y la policía? ¿O una insurrección popular, improbable en lo inmediato dada la desmoralización popular y la escasa organización de la izquierda anticapitalista?

Los líderes irresponsables, superficiales e impresionistas que creen en la reforma del capitalismo desde las instituciones, como Pablo Iglesias del español Podemos, o los dirigentes de Rifondazione Comunista de Italia, festejan hoy con cánticos revolucionarios la reelección de Tsipras pero debería dedicarse en cambio a ver la política de éste y sus posibles consecuencias nefastas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.