En los fenómenos naturales rigen leyes objetivas. Su conocimiento permite que el hombre y la mujer dominen a la naturaleza en vez de ser dominados por ella. Pero en los fenómenos sociales también rigen las leyes objetivas. De manera que su conocimiento permite igualmente que el hombre y la mujer dominen las relaciones sociales, en […]
En los fenómenos naturales rigen leyes objetivas. Su conocimiento permite que el hombre y la mujer dominen a la naturaleza en vez de ser dominados por ella. Pero en los fenómenos sociales también rigen las leyes objetivas. De manera que su conocimiento permite igualmente que el hombre y la mujer dominen las relaciones sociales, en vez de ser dominas por ellas. A nadie en el campo de las ciencias naturales se le ocurriría pensar que la solución a las enfermedades cancerígenas, por ejemplo, esté en negar las leyes que rigen esa enfermedad. Todo lo contrario: todo el mundo lucha para que ese conocimiento sea cada vez mayor. Y cuanto mayor conocimiento haya de esas leyes y más se le respeten, más probabilidades habrá de salvar a los pacientes que padecen esa enfermedad. Pues bien, en el campo de las ciencias sociales, en concreto en el terreno de la economía, Marx aportó un conocimiento superabundante de la ley del valor con sus múltiples manifestaciones objetivas. Sin embargo, muchos marxistas quieren un socialismo sin ley del valor. Pero como las leyes objetivas rigen los fenómenos sociales, quiéralo uno o no lo quiera, en el socialismo real que se ha construido ha estado presente la ley del valor. No obstante, como los comunistas no respetaron esa ley, el socialismo se hizo mal. No hay error más grave en la izquierda radical que el subjetivismo y el voluntarismo, que no sólo no se preocupa de conocer cada vez mejor las leyes objetivas de construcción del socialismo, sino que se niegan a respetarla. No basa las posibilidades de transformación del capitalismo en socialismo en el conocimiento que se tenga al respecto, en la experiencia práctica tanto de un sistema económico como de otro, sino en la voluntad. Pero esto, basar las posibilidades de transformación del mundo en la voluntad en vez de en la ciencia y en la experiencia, no es más que idealismo.
Si hay algo que nos legó Marx, que no tiene parangón alguno en el terreno de las ciencias sociales, es el conocimiento científico de la economía mercantil capitalista. Y si en algo los marxistas podemos demostrar superioridad científica con respecto a los economistas convencionales, es en el conocimiento de la economía mercantil. Pero que tenemos esta superioridad de conocimiento hay que demostrarlo en la práctica, en la construcción real del socialismo. Hay que demostrar que el socialismo de mercado es superior al capitalismo de mercado. Hay que prometer a la sociedad que el mercado en manos de los socialistas será un mecanismo económico mucho mejor que en manos de los capitalistas. Y esto es posible porque los socialistas poseen un conocimiento del que carecen los capitalistas: el de la ley del valor con sus múltiples manifestaciones.
Desde el inicio hasta el final, en El Capital de Marx, se distinguen las determinaciones mercantiles de las determinaciones de capital. Pero muchos sectores de la izquierda radical se niegan a tal distinción y se afirman en el principio de que mercado es igual a capitalismo, que mercancía es igual que capital, que el árbol igual que la tierra. Esto no hace sino demostrar que el conocimiento de El Capital por parte de los marxistas es pobre y unilateral.
Dos cosas he formulado como crítica a la izquierda marxista: una, es necesario reconocer que en el socialismo rigen leyes objetivas que hay que respetar, y dos, que Marx, con El Capital, nos proporciona una representación científica de una de las leyes objetivas del socialismo más importantes: la ley del valor. Y recuerden: son los capitalistas quienes afirman que el mercado no puede ser sino capitalista y que del mercado sólo se puede ir al capitalismo. Pero los marxistas debemos decirles que se equivocan, que nosotros sabremos dominar el mecanismo de mercado mejor que los capitalistas, y que todas las injusticias y calamidades que ha producido el mercado capitalista las evitará el mercado socialista.