Querido compañero Santiago, ya que me pediste mis comentarios sobre los tuyos ahí va éste que me suscita el publicado en Rebelión con motivo de tu intervención en Sevilla en las jornadas Cuba: Soberanía y Democracia (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=23530). Me parece muy buena tu aclaración destacando la «crítica contra Cuba», que se transforma en una excelente crítica […]
Querido compañero Santiago, ya que me pediste mis comentarios sobre los tuyos ahí va éste que me suscita el publicado en Rebelión con motivo de tu intervención en Sevilla en las jornadas Cuba: Soberanía y Democracia (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=23530).
Me parece muy buena tu aclaración destacando la «crítica contra Cuba», que se transforma en una excelente crítica del sistema capitalista, fundamentalmente porque la sitúas en la actual fase de desarrollo imperialista que nos toca vivir. Estando de acuerdo con el fondo y la forma magistral en que abordas la denuncia perpetrada contra el pueblo cubano, permíteme unos matices que tal vez traten de explicar las cuestiones de matiz que tú me comentabas nos permitían ciertas divergencias, no de fondo.
Intentaré exponer las diferencias, que interpreto pueden derivarse de la interpretación y uso de la filosofía marxista que cada uno haga desde el método de análisis materialista y dialéctico. Es cierto lo que dices al hablar «mal» de Cuba, cuando desde la isla se comparten modelos de desarrollo productivo que dan lugar a formas de vida tan opuestos como son el capitalista y el que pretende la construcción del socialismo y su avance hacia la sociedad verdaderamente solidaria que es el comunismo; que dan lugar a problemas o causas que revelan pautas diferentes, que responden a estructuras diferentes, y que conviven en ese ambicioso proyecto de avance y consolidación de la solidaridad espiritual y material del ser humano en su relación con la naturaleza, de la que el propio ser humano es parte material inseparable.
Me surgió el comentario que iba desarrollando según lo leía, empezando cuando haces alusión sobre los camareros, los taxistas cubanos más cultos del mundo, que junto a los ingenieros a menudo hacen de maleteros de hotel. Me recordó lo que hace tiempo un compañero que como tu tuvo el privilegio de poder visitar Cuba, me comentaba, como, (solo le faltó llegar a las manos, ante la discusión que le provocó), un taxista hablando de la situación en Cuba, manifestaba su incomprensión y su desarraigo con el proceso revolucionario. Era ingeniero y todo su empeño de futuro era salir de Cuba para ganar más en el mundo capitalista y además de paso en vez de hacer de taxista para ganar más, aprovechar la educación recibida para trabajar en su profesión más estimulante.
Al analizar este hecho desde un punto de análisis idealista, podemos llegar a la conclusión que esa persona era un mal hijo de dios, carente de moral comunista, culpabilizándole a él ante su maldito e insolidario deseo. Los marxistas desde el método de análisis materialista dialéctico, al aplicarlo, podríamos interpretar que si consideramos que el ser social, (en contra de las opiniones más o menos religiosas o falsamente moralistas desde el idealismo abstracto), es producto del medio social en que se desenvuelve, algo falla en ese medio que a pesar de los grandes avances que han conseguido, influye o falla para que se den esas situaciones, que de ser casos aislados no deberían inducirnos a mayor preocupación, pero que como reflejas pueden manifestarse en diferentes sectores profesionales hasta dar lugar a que trabajadores de la industria tabaquera roben cigarros que venden en el mercado negro. Tú lo relacionas con «la maldición bíblica del turismo», con la que estoy de acuerdo porque además esa maldición perversa e influyente del turismo insolidario, consumista e individualista, yo también la experimenté en mis viajes a la URSS, tras la política de la perestroika que propició la apertura y el desarrollo del turismo. En la URSS creíamos que el socialismo estaba consolidado, que aquel país se había convertido en la fuerza más oponente a lo que hoy es el mundo unipolar. ¿Quién podía pensar que aquel socialismo después de más de70 años de la revolución, con un ejercito que contribuyó a derrotar al ejercito más poderoso de la Europa capitalista, que fue el alemán, iba a caer como si fuera un castillo de naipes?,el por qué bastó que un borracho subido a un tanque hablándole de las «bondades» del capitalismo, convenciera a aquel pueblo desideologizado e impedido de participar directamente en el proceso revolucionario desde abajo, desde los centros de producción, donde los medios de producción eran de propiedad estatal, pero no eran de propiedad social, ya que los trabajadores no pintaban nada, no se sentían dueños de esos medios, no eran obreros organizados como clase dominante como en un principio lo fueron a través del soviet de obreros compuesto por obreros, o campesino por los campesinos, o de los soldados por los soldados. La jerarquía burocrática era de arriba hacia abajo, no existía la democracia directa y participativa e integradora que va de abajo hacia arriba, que permite controlar a los mandatarios elegidos, para que estos rindan cuenta permanentemente a sus electores y que puedan ser revocados por los electores en todo momento sin esperar a que pasen los años, sino en cualquier momento cuando defrauden la confianza depositada en ellos, o simplemente, porque nuevos compañeros mejor dotados puedan desempeñar esa labor con mayor eficacia.
Ya he comentado no disponer de datos para que se entienda la crítica sobre la caída de la URSS, (que con mejores palabras el propio Che Guevara supo criticar, y sin llegar a vaticinar sí de alguna forma anunciar lo que podría pasar), nos permitan compararla con la situación en Cuba. Desde los pocos datos disponibles pueden inducirnos a considerar que existen ciertas semejanzas, o más bien carencias que impiden la integración del ciudadano trabajador en el proceso revolucionario (el país que se llamaba soviético no lo era por mucha usurpación que del nombre soviético se hiciera), en Cuba donde se sepa no existen comunas a semejanza de las de París que Marx resaltó como forma alternativa de poder popular, ni el soviet, consejos, o comités obreros, aunque la preocupación de los dirigentes en sus intentos a favor de la integración de estos en la vida política no tienen punto de comparación con los que se daban en la URSS.
Precisamente en esa preocupación el pasado 30 lunes en el acto celebrado en el Circulo de Bellas Artes de Madrid, de solidaridad con Cuba, al no poder darme la palabra la moderadora del acto Gloria Berrocal, por considerar concluido el turno de preguntas, al levantarse el acto me acerqué a Ricardo Alarcón de Quesada, para plantearle mi preocupación. El cortejo estaba en marcha y no pudimos más que intercambiar un par de palabras que nos impidieron entrar en el fondo de la gran preocupación. Hubo tiempo para que me firmara el libro suyo que compré: «Cuba y la lucha por la democracia», que espero leer, aunque en la presentación de su libro las citas de Pericles, según Tucídides, la de Rousseau y la suya propia que copio, nos induzcan a cierta preocupación sobre el fondo del problema que nos embarga: «El Estado democrático, en resumen, es el que tiene como propósito la justicia y en su administración participan todos los ciudadanos directamente o por medio de sus representantes(…)» Esta parte que se subraya evidencia cierta confusión o lo que es más preocupante que se considere la democracia delegada en los representantes a la Asamblea Nacional del Poder Popular, como formula semejante a la que se daba en la URSS para la elección por las circunscripciones electorales a los miembros del Soviet de la Unión y de las Nacionalidades, que no se podían controlar directamente, cuyo mandato aunque se reconocía el derecho a la revocación, la práctica demostraba que no era posible realizar ese derecho de control directo y de revocación al no estar organizados los trabajadores de abajo hacia arriba. Al no existir esa formula alternativa de poder que asciende de abajo hacia arriba, en vez de a través del sufragio universal tan criticado por Marx, al referirse a la democracia burguesa. Los trabajadores de una fábrica puedan organizarse y ascender su control, su crítica y finalmente la revocación si fuera necesario cuando existe una estructura horizontal y piramidal que desde la amplia base participativa permite el desarrollo participativo hasta la cúspide piramidal de la planificación y gobierno general. La circunscripción electoral dispersaba a los electores no los circunscribía por elementos productivos o barriales de convivencia ciudadana que vinculaba permanentemente a los trabajadores y vecinos. En aquellas elecciones en Rusia el nivel de participación sobrepasaba el 90% del electorado, parecían democráticas dado ese nivel de participación, pero desgraciadamente ya vemos a donde condujo aquella forma de democracia, a la democracia burguesa que cambió el nombre Soviético por el de Duma.
De hecho Alarcón reconoce que puede haber participación directa, me figuro que será en pequeñas comunidades municipales que permita un mayor acercamiento entre electores y elegidos, pero que desconozco si las circunscripciones electorales son también para elegir a trabajadores de las propias empresas, que permita desde esa vinculación productiva controlar desde el proceso productivo propio hasta la política general, y poder revocar tras la decisión adoptada en la correspondiente asamblea de fábrica a los mandatarios. No sé si el libro suyo aclarará estas cuestiones, aunque es de temer que no aborde este problema, ya que el índice se refiere a discursos suyos y entrevistas, más que a como se argumenta, y desde la realidad cubana se intenta llegar a formulas alternativas a semejanza de la Comuna o el Soviet de 1905 y el que existió a principios de 1917, verdaderas democracias participativas directas y permanentes que lo fueron, gracias a su estructura horizontal y piramidal de abajo hacia arriba.
No se puede interpretar la educación de forma burocrática, cuando se enseña política comunista o simplemente una profesión laboral. La enseñanza tiene que ser desde la unidad dialéctica que permita la praxis revolucionaria, la teoría debe ir acompañada tanto de la práctica laboral como de la política. Para que puedan darse tienen que existir cauces que lo posibiliten, si queremos que el ser social productivo que desde nuestra individualidad somos todos, nos veamos y actuemos conscientemente como seres sociales colectivos tanto en el aspecto productivo como político, como parte material del complejo mundo material que somos en nuestra relación con el proceso productivo. Esto lo digo en referencia a esta frase tuya que reproduzco:
«La corrupción en Cuba, digo, es grave, pero es humana y revela la humanidad de un modelo que puede ser influido, para bien y para mal, por las decisiones individuales; que por esto mismo es frágil pero que por esto mismo es realmente un modelo político. La sociedad cubana es tan humana, para bien y para mal, que su supervivencia depende de los hombres que la componen y de lo que ellos hagan con sus instituciones y con sus leyes; y si la solidaridad y la resistencia pueden salvarla, la corrupción y la indiferencia pueden destruirla. Cuba es hasta tal punto humana, hasta tal punto está dominada por las decisiones políticas, que la corrupción individual puede dañarla».
Si examinas el fondo de la frase sitúas al corrupto desde su individualidad, desde un humanismo al margen del medio que posibilita esa corrupción. La sociedad cubana, es humana en referencia a las personas que el medio en que se han desarrollado, desde ese complejo mundo que es la revolución cubana, las ha permitido determinarse humanísticamente, pero las que son corruptas es porque desde su particular situación ha prevalecido el medio que dio lugar al desarrollo de su individualismo. La corrupción individual no puede dañar las decisiones políticas si estas responden a una estructura participativa verdaderamente democrática y participativa del conjunto del pueblo. Insisto una vez más, no nacemos buenos o malos es el medio en el que nos desenvolvemos el que determina nuestros actos. La educación y la posibilidad de vivir esa educación nos hace humanos, también el conocimiento con base científica nos permite aplicar en nuestros análisis la filosofía materialista y dialéctica, poder ser críticos con la falsa realidad, poder también imaginar el cómo contribuir a para cambiarla.
Dices: «Es verdad que el capitalismo necesita -con perdón- un puñado de hijos de puta y es verdad que los que lo combatimos necesitamos una buena armadura moral, pero ni el capitalismo consiste en la suma de sus hijos de puta ni se lo puede derrotar extendiendo sólo la bondad». Acogiéndome a las palabras finales tuyas, decir que efectivamente no es cuestión de bondad o de una buena armadura moral, sino de una armadura basada en el conocimiento científico del mundo en que vivimos, solo el conocimiento de la realidad con base objetiva nos hará libre, nos hará moralmente humanos. Es la tradición milenaria de una forma de vida y desarrollo basada en una falsa interpretación del desarrollo productivo el que dio lugar al capitalismo brutal que vivimos. Todos somos víctimas y cómplices involuntarios, dada nuestra ignorancia y falta de comprensión del complejo mundo que nos toca vivir. Podemos deshogarnos quedándonos en llamarlos hijos de putas, (que podemos estar seguros lo serán muchos capitalistas), o pretendiendo que seamos buenos porque sí, ni tampoco debemos caer en querer hacer buenos a personajes que dada su trayectoria familiar como es caso de la familia Bush, vinculada desde tiempos de su abuelo vendiendo petróleo a Hitler, ya con actos satánicos perpetrados desde estudiante en la Universidad de Yale profanando la tumba del indio Jerónimo. Esos personajes morirán por el caos que ellos mismos provocan o porque en la brutal defensa de sus privilegios sean aniquilados por los combatientes solidarios. Aunque es muy probable que si el conocimiento, el grado de organización alternativa se extendiese hasta llegar a los propios cipayos, de los que ser sirven para ejercer sus brutales asesinatos, al verse en su miserable soledad, su cobardía aflore de tal forma y exasperación que solo tengan tiempo para huir y esconderse en la más recóndita cueva, como hicieron altos personajes hitlerianos que se escondieron en países latinoamericanos, algunos recientemente descubiertos, ya chochos y viejitos.