¿Cuál es el futuro del socialismo como modelo alternativo cuando  el sistema internacional vigente parece haber aceptado la supremacía  del Capitalismo y los problemas que lo perturban son, más allá de las  amenazas ambientales y otras emergencias, es el «buen gobierno»,   «mejorar la arquitectura financiera internacional» o la «sarna de la  burocracia internacional que cada vez es mayor»?
 
 	Para poder responder a la pregunta anterior es necesario analizar y  comprender lo que queremos cambiar, el Sistema Capitalista. Tenemos que  establecer en qué etapa de su desarrollo se encuentra. Sólo con el  manejo de este conocimiento estaríamos en condiciones de revelar sus  contradicciones internas, la dialéctica de sus movimientos que al final  nos va a permitir desarrollar una teoría de cambio coherente.
 
 	Pero, ¿Por dónde tenemos que empezar?
 	Creo que un punto de partida correcto sería la de entender el Estado  Capitalista. Básicamente, necesitamos un nuevo enfoque para el Estado  capitalista.
 
 	¿Por qué?
Debido a que la existencia de más de 200 estados-nación han  derribado  las teorías que hasta finales de los años noventa preveían la  desaparición del Estado como el principal espacio de dominación,  sustituyéndolo por la «globalización». Hemos perdido el foco en la  tormenta, la Izquierda ha dejado extinguir en la geografía política al  Estado como un dominio válido y  digno de investigación e instrumento de  cambio.
 
 
 	Entender el Estado es poder identificar los problemas políticos que son  inmediatos a la política actual, es explorar posibles estrategias de  resistencia, tácticas de movilización y elaborar una estrategia para la  transformación radical del sistema capitalista hacia la transición al  socialismo.
 
 	Décadas han pasado desde el debate Miliband – Poulantzas, ese  enfrentamiento estéril entre «instrumentalismo» y «estructuralismo». De  esa discusión un factor ha permanecido, el Estado es el sitio central de  dominación y el Liberalismo ha impuesto en los últimos años la imagen  de un Estado benigno, neutral y desinteresado, basado en el libre  consentimiento de individuos iguales y racionales. Al hacer esto  olvidamos el papel del Estado en la organización y centralización de la  fuerza y la cohesión y su función asegurando la dominación de clase y la  cohesión social.
 
 	Según Poulantzas una de las características distintivas del Estado  capitalista es su relativa autonomía de las clases dominantes. Debido a  que el Estado se encuentra dentro de las contradicciones del modo de  producción, el propio Estado está forjado con contradicciones. Por lo  tanto el Estado no es externo, pero interno a las contradicciones de  clase y la burocracia actúa dentro de las contradicciones de clase.  Entendemos al Estado como una relación social, como una forma  determinada de concentración en un equilibrio cambiante de fuerzas entre  clases. 
 
 	«Todo proceso de internacionalización es efectuado bajo la dominación  del capital de un país definido porque los estados nacionales se  mantienen fundamentales a la reproducción extendida» de su clase  dominante (Poulantzas). Por lo tanto la nueva función de cada Estado  está involucrada en la gestión de la administración del proceso de  internacionalización.
 
 	En este sentido, el Estado ha sabido adaptarse al proceso de  acumulación del capital internacional, éste podrá ser reducido en  extensión pero no en sus funciones o en su forma. Así es que la lógica  del mercado es introducida directamente en la función pública, no es  solamente el sistema interno de organización transformado, sino también  los servicios públicos y sus funciones se desprenden de sus funciones  originales. La productividad es el estándar para evaluar los resultados  de la administración pública. El Estado se ha convertido en una unidad  de marketing y gerente del sistema capitalista.
 
 	Por otra parte como respuesta a la lucha de clases, el Estado reacciona  con represión, la función principal del Estado es reducir la lucha de  clases y promover un entorno propicio para la acumulación del capital  (borrando las fronteras nacionales para los flujos de capital -reciente  crisis financiera internacional-). La única forma de cambiar el Estado  es desde adentro, desde afuera y en tres niveles interdependientes:  económico, político e ideológico.
 
 	¿América Latina, en qué dirección?
 	El proceso de izquierda que está en marcha en la región muestra hasta  qué punto los elementos sociales que integran los partidos de izquierda  han llegado a aceptar el sistema tal como es y han fallado, con  excepciones de procesos en curso, en desarrollar estrategias dirigidas a  lograr la consolidación del socialismo.
 
 	En el caso de América Latina es evidente que no hay diferencia entre un  gobierno de izquierda o de derecha  en la forma de gestionar el  Sistema, un Gobierno es bueno o malo por su desempeño en el crecimiento  económico, en la educación y otros aspectos importantes. Como se dijo  antes primero Productividad en lugar de valores Sociales, equilibrio  fiscal en lugar de igualdad.
 
 	La ola de los partidos progresistas debe terminar y empezar la del  socialismo, porque no creemos en este sistema, consideramos que debe ser  transformado para poner fin a la pobreza, a la falta de vivienda y  promover la igualdad.
 
 	Con este objetivo y dentro del marco democrático existente un gobierno  de izquierda debe tener conceptos claros y políticas Socialistas para  promover la aceleración de los cambios en: trabajo, salud, educación,  erradicación de la pobreza, la distribución del ingreso, la justicia  social, la igualdad de género, la descentralización y la  democratización.
 
 	Por supuesto que no hay un solo pasaje al socialismo, cada país  construirá su propio camino. Pero para hacer esto tenemos que aceptar el  socialismo como una alternativa válida al capitalismo no como un  destino utópico. Es real y vamos a construirlo. No va a ser fácil, los  que están en el poder van a luchar hasta el final, pero con  determinación y conciencia de clase vamos a hacerlo.
 
 	Me gustaría terminar con una frase de Emilio Frugoni1, cuyo pensamiento  sigue siendo vigente hoy en día: «la revolución social… no se  decreta, no será un fenómeno espontáneo, no depende de la impaciencia de  los actores, será el resultado inevitable de los movimientos generales  producidos por la sociedad moderna». 
 
  
 	*Bibliografía:  Liberación Nacional y Socialismo, Ricardo Baluga.
 	Paradigm Lost: State Theory Reconsidered. Aronowitz, S. and Bratsis, P. (eds.).
 
 Notas
 	1- Emilio Frugoni (30 de marzo 30 de 1880 – 28 de agosto de 1969).  Político socialista, abogado, poeta, ensayista, y periodista uruguayo.  Fundó el Partido Socialista Uruguayo (PS) en 1910 y fue el primer  Secretario General, como también el primer representante en la Cámara de  Diputados.
 Fuente original: http://mateamargo.org.uy/index.php?pagina=tema_central¬a=612&edicion=23