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Respuesta a Fidel Vascós González

Socialismo y mercado, una falsa alternativa

Fuentes: Rebelión

Fidel Vascós González refiriéndose a la caída de la URSS y del resto de los países socialistas europeos, si bien dice que las causas no han sido totalmente esclarecidos, como reconoce en el párrafo que copiamos, enuncia los factores que considera no han sido investigados. El desarrollo de su trabajo a la vista del fracaso […]

Fidel Vascós González refiriéndose a la caída de la URSS y del resto de los países socialistas europeos, si bien dice que las causas no han sido totalmente esclarecidos, como reconoce en el párrafo que copiamos, enuncia los factores que considera no han sido investigados. El desarrollo de su trabajo a la vista del fracaso de la revolución en Rusia, sin tener en consideración las formas alternativas de poder basadas en la democracia participativa directa permanente del pueblo, y tras su interpretación de la experiencia de lucha por el socialismo en Latinoamérica, trata, desde una interpretación del marxismo fundamentalmente etapista-economicista-moralista inducir a posibles vías de lucha por el socialismo.

Estando de acuerdo con su insistencia en la necesidad formativa del pueblo, sin embargo sorprende eluda la unidad dialéctica de formación y práctica, de teoría y práctica marxista de los trabajadores liberados del trabajo enajenado. Se sitúa al elemento productivo limitado desde su condición productivista y consumista, no como dueño del poder, ejerciendo el poder de forma natural, desde los lugares donde ese poder es posible realizarlo de forma directa y permanente. En el fondo se sigue viendo a las instituciones del Estado Socialista como algo desligado del ser productivo a semejanza de las democracias capitalistas, aunque lleno de buenas intenciones hacia el pueblo. En definitiva se sitúa al Estado colgado del cielo, como algo independiente, manejado por la «superdotada» clase política a la que desde su honradez y moral comunista «está llamada» a dirigir a los trabajadores, a darles sus consignas y recomendaciones para el mejor funcionamiento del país.

Dada la extensión de su trabajo sería demasiado cansino comentar cada uno de los párrafos, dada su común línea argumental un tanto mecanicista y repetitiva desde la que considera nos conducirá finalmente a la fase superior, al comunismo. Por eso hemos limitado el comentario sobre alguno de los párrafos destacados en negrita cursiva, que nos permiten abordar el fondo crítico de su teoría. En todo caso el artículo completo se puede conseguir en Rebelión:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=13851

Dice: «Las causas de los infaustos reveses ocurridos en el campo socialista europeo aún no han sido totalmente esclarecidos, aunque se puede adelantar que los factores internos pesaron más que los externos. En este análisis hay que tener en cuenta no sólo las cuestiones económicas, científico-técnicas, militares y políticas, sino también las características culturales históricas del pueblo ruso, que sufrió por siglos el yugo del zarismo».

Tal vez, si partiendo de los condicionantes a los que alude tuviera en cuenta que todo ello evidenciaba la falta de una clase en la que poder apoyarse la revolución, que impidieron: «El proletariado organizado como clase dominante» tomando el poder pero no administrándolo directamente, tal vez, si recordara y se preguntara sobre esa sintética frase acuñada por los grandes teóricos, se plantearía incluir en su intento de explicación esa cuestión de vital importancia marxista-leninista como es la función histórica del estado como elemento de dominio de la clase social en el poder, las formas institucionales, la burguesa y la alternativa proletaria. Tema sobre el que dijera Lenin «…el problema del Estado es uno de los más complicados y difíciles, tal vez aquel en el que más confusión sembraron los eruditos, escritores y filósofos burgueses.» Tema que unos tratan de resolver haciendo caso omiso de la concepción marxista, pretendiendo conquistar la mayoría de gobierno (que no de poder) por vía institucional burguesa y otros mediante la agitación revolucionaria, tendente a conseguir que la elite o clase política partidaria populista encaramada al poder, conduzca al pueblo al paraíso socialista.

Sin embargo nuestro compañero trata de justificar el desastre para insistir en la vía hacia el socialismo desde el análisis fundamentado en el aspecto economicista y moralista, como veremos más adelante, malinterpretando incluso al propio Lenin sin tener en cuenta, ni preguntarse cuando ante el triunfo de la revolución, el porqué dijo que «en Rusia no se daban las condiciones objetivas para que el socialismo pudiera mantenerse», rechazando a pesar de esa realidad las posiciones que defendían los reformistas de retornar al estado institucional burgués, al no poder imponer el Estado Soviético en todo aquel inmenso y atrasado país, dando un paso atrás con la NEP, para que el funcionamiento más elemental de la economía con la vieja formula capitalista permitiese que el pueblo no muriese de hambre, en tanto el poder soviético (los consejos de obreros, campesinos y soldados) se extendiesen y la democracia directa y participativa funcionase permanentemente llegando a los lugares más recónditos del país. Es decir, el proletariado organizado como clase dominante desde abajo a lo largo y ancho del país con sus respectivos soviets sectoriales y locales coordinados a niveles superiores de gestión, con mandatarios elegidos desde los senos inferiores de poder. La NEP no se puede interpretar sin tener en cuenta, la cuestión del poder, la existencia de un poder que permitiera administrar la economía por los propios sujetos históricos del proceso revolucionario, por los trabajadores industriales y de las demás ramas y servicios, y por los campesinos pobres.

«Correspondió a Carlos Marx y a Federico Engels (…) descubrieron en las relaciones económicas, la base de todo el edificio social; en el desarrollo de las fuerzas productivas, el motor del avance de las sociedades; y en la clase obrera, la fuerza social llamada a dirigir el cambio hacia la sociedad sin clases y sin explotación del hombre por el hombre.»

Si bien es cierto que con el desarrollo productivo del capitalismo se dio un salto cualitativo que terminó con las formas arcaicas del productivismo feudal y con aquel caduco estado; dio lugar al surgimiento de la clase antagónica de la burguesía, a unas nuevas relaciones de producción, y, si bien es cierto que esa clase no nace con conciencia comunista, corresponde precisamente a los partidos comunistas el formar a la clase trabajadora en el conocimiento de la teoría marxista. Pero si admitimos que corresponde al sujeto histórico ser el protagonista del proceso revolucionario, debemos admitir que es para algo más, lo es no solo para derrocar el poder capitalista, sino para administrar el nuevo poder socialista directamente, sin intermediarios, sin aparatos partidistas o clases políticas organizadas en partidos que se arrogan el ejercicio gobernativo para el pueblo, pero sin el pueblo organizado como clase dominante.

Precisamente una de las características principales del capitalismo denunciada por Lenin es el burocratismo. La burocracia surge cuando no existe la democracia participativa directa y permanente, cuando se impone la concepción elitista capitalista de dirigentes y dirigidos, cuando desde estructuras estatales que impiden la verdadera democracia, elites partidistas se arrogan autoridad que no es controlada directamente por los interesados. Los partidos si no son capaces de educar al pueblo para que ejerza directamente el poder, y solo se plantean asumir el poder aunque sea pretendiendo beneficiar al pueblo, con el tiempo esa forma burocrática degenera hasta el extremo de lo que hemos podido comprobar con el llamado socialismo real encabezado por la URSS, con la forma burocrática del estado y la democracia sustentada y controlada por el partido, a la que llamaban soviet para confundir, que irremediablemente aquella forma de democracia tenía que hacer retornar al país a su esencia clasista, al capitalismo.

Los grandes teóricos fueron los artífices de la teoría marxista con base científica que permitió el surgimiento de las vanguardias comunistas, a su vez parte del pueblo y encargadas de difundir esos conocimientos de ciencia social y política marxista entre los trabajadores, pero desgraciadamente como hemos podido comprobar hasta ahora los partidarios del comunismo no hemos conseguido comprender en toda su profundidad esa teoría, sobre todo en lo que afecta al poder, aunque Lenin con su obra «El Estado y la Revolución», dio un gran paso al ofrecer una alternativa desde la realidad que le tocó vivir, lo que, limitado por los condicionantes materiales, culturales y políticos del pueblo le llevó a confiar en que el partido dirigiendo directamente el poder soviético consolidaría el poder socialista soviético y se avanzaría hacia el comunismo. Pero como desgraciadamente se dio con la instalación del partido en el poder se institucionalizó esa realidad que solo debió ser coyuntal, la burocracia se impuso incluso cuando se produjo un tremendo salto cualitativo de la clase productiva. Finalmente la constitución leninista soviética, a iniciativa de Stalin fue reemplazada por la del 11 de junio de 1.936, donde a pesar de seguir llamándose soviética, el poder de hecho se delegaba definitivamente mediante el sufragio universal en el partido, como se puede comprobar en su artículo 34, donde los electores en las circuncisiones electorales, por cada 300.000 podían elegir a un diputado al Soviet de la Unión. Nada de soviet obrero, campesino, ni de los demás sectores productivo-sociales, representativos de los trabajadores organizados desde los centros de producción.

«Fue Marx quien explicó que al comunismo no se llegaba inmediatamente después de la desaparición del capitalismo, sino mediante varias etapas, las cuales se iniciaban a partir de un período de transición y se continuaba con el socialismo, concebido como una primera fase de la sociedad comunista. El comunismo sería la última fase de esta sociedad».

De esta frase se puede sacar una interpretación equivocada de la teoría marxista sobre las fases, que en nada tiene que ver con la concepción etapista del autor. El proceso revolucionario no es etapista, no predetermina etapas, sino que es un proceso que se inicia teniendo en cuenta la realidad concreta de cada momento en cada país y del mundo que permite establecer una estrategia revolucionaria con tácticas adecuadas a las necesidades que en cada momento demande el proceso revolucionario. En España, Carrillo, dada nuestra debilidad ideológica y política, con su etapismo nos impuso su visión del proceso de transición desde la dictadura franquista hacia la democracia, para avanzar hacia el socialismo, ver el proceso de cambio etapista, como un proceso que debía pasar por la democracia burguesa, que si en un principio era defendida bajo el manto republicano, finalmente se aceptó fuera bajo el manto monárquico. El fin de la dictadura con su nueva cuña publicitaria asumida por todos los oportunistas a la que denominan «estado de derecho», con la democracia formal pretenden hacernos creer que algún día, «democráticamente» el pueblo elegirá a los «comunistas» que nos llevarán sin dictadura del proletariado, sin revolución al socialismo y el comunismo.

Quisiera equivocarme, por la interpretación que nuestro compañero hace del materialismo histórico:

«La historia del pensamiento socialista y comunista demuestra que estas ideas han venido experimentando cambios a lo largo del tiempo. No se han mantenido estáticas desde sus orígenes en la Grecia antigua, sino que se han ido modificando en concordancia con el evolutivo entorno histórico. Las variaciones de la concepción socialista no sólo se han modificado hasta nuestros días, sino que ocurren actualmente y se proyectan hacia el futuro».

«En este devenir, al Siglo XIX le corresponde el momento en que el hombre comienza a comprender la vía para eliminar su enajenación de los medios de producción y de los frutos de su trabajo. Es el siglo de la elaboración de la teoría científica del socialismo, formulada por Marx y por Engels».

Entenderemos que esos cambios se interpretan desde el proceso etapista-mecanicista que defiende, con su visión economicista y moralista del proceso revolucionario, obviando la cuestión materialista de la lucha por el poder y el poder alternativo en si mismo. Si partimos de una concepción materialista de la historia, no es el pensamiento socialista el que por tener entidad propia evoluciona de forma etapista. Son las condiciones materiales las que en cada momento histórico determinan se aborde el análisis de la realidad con los medios de análisis disponibles en cada momento. El pensamiento no tiene entidad propia evolucionista, lo que evoluciona es la materia humana interrelacionada con su entorno material. Las relaciones de producción en el estado esclavista eran las que se correspondían con el grado de desarrollo productivo de ese momento histórico, lo mismo que hoy tenemos las relaciones de producción que se corresponden con la fase de desarrollo del estado capitalista, donde al explotado se le mantiene con cierto grado de libertad de pensamiento conducentes a cubrir las necesidades productivas de este momento histórico. Sería absurdo e incomprensible mantener atado con cadenas de hierro a un trabajador manejador de computadoras. Las cadenas de ahora son invisibles, atan las mentes que procuran la verdadera libertad. La subyugación ideológica dominante nos infecta en mayor o menor medida a todos los sometidos, de ahí la importancia que adquiere el conocimiento del materialismo dialéctico, y el mayor grado de conocimiento científico, que nos permita en la actual fase de desarrollo imperialista del capitalismo analizar la realidad con una base objetiva, que nos permita abordar la lucha por el poder, que inexorablemente pasa por ganar la batalla ideológica a los defensores del capitalismo, sin la cual el sometimiento y la liberación del ser humano alienado mediante el actual encadenamiento invisible, se hará imposible. Ello necesariamente implica formación y organización con una base sólida llamada a difundir entre las masas trabajadoras alienadas la teoría marxista y leninista.

«El Siglo XX es el de la puesta en práctica de esta teoría. En este sentido, la construcción y desarrollo del socialismo es un fenómeno nuevo que se inició con la Revolución de Octubre de 1917, en Rusia. A partir de este momento y a lo largo de todo el siglo, el socialismo se extendió por Europa, Asia y América Latina, influyendo decisivamente en el proceso de descolonización del llamado Tercer Mundo y constituyéndose en un factor principal de contención para las pretenciones hegemonistas, agresivas e intervencionistas del imperialismo».

Gracias a la correcta elaboración teórica sobre las contradicciones que generaba el capitalismo, que dio lugar a la primera guerra mundial imperialista, el leninismo supo elaborar una teoría sobre la lucha por el poder y la forma de poder alternativo en la fase imperialista. Formas de democracia directa mediante el soviet surgido durante la lucha contra el zarismo, que con el triunfo de la revolución se convirtió en forma de poder, aunque dados los condicionantes históricos esa forma de poder no se pudo implantar en todo el territorio. No podemos olvidar que el soviet surgió en 1905, y para que esa forma de lucha y de poder se desarrollase hasta llegar a 1917, tuvo que darse un partido bolchevique que supo interpretar correctamente las posibilidades de esa forma de lucha y de poder que en su origen fue espontáneo, surgido de entre los obreros de Ivanovo, y que también Marx supo ver tras la experiencia de la Comuna de París en 1871.

«Los avances así alcanzados en la lucha de clases iban imponiendo al imperialismo y a las fuerzas reaccionarias un derrotero de la historia en favor de las causas populares, la democracia, la independencia nacional, la paz, la justicia social, la revolución y el socialismo. Debe destacarse que estas transformaciones no sólo ocurrieron en la economía y en la política, sino también en los ámbitos cultural e ideológico de las masas populares, lo cual coadyuvó, a su vez, al asentamiento de las ideas revolucionarias y socialistas en el mundo».

Siguiendo con su concepción mecanicista-etapista, las masas populares en su proceso de lucha, siguiendo el derrotero de la historia, llegado el «momento» imponen al imperialismo la «democracia», primera etapa conquistada, ¿para quién?. Que a nivel mundial se mantiene desde hace dos siglos, que es lo que tiene de vida el capitalismo.

La democracia en abstracto, desde una concepción marxista no existe, Lenin en contraposición y lucha con los reformistas de los países capitalistas la adjetiva como democracia burguesa, para que el uso demagógico, abstracto e interclasista no genere confusión, permita verse en su realidad con contenido de clase, siempre ligada a la realidad material. Por las formas y fondo, lo que viene a ser democracia burguesa es dictadura para el proletariado y viceversa lo que es democracia proletaria es dictadura para la burguesía. La burguesía, si se acerca al concepto definitorio marxista sobre el término democracia, ellos siempre la adjetivan al referirse a los países socialistas diciendo que son dictaduras comunistas. Aunque tampoco se ajustan exactamente, ya que se refieren al fondo clasista económico, no a la forma del aparato estatal burgués, que con sus variantes «democráticas» monárquica, republicana, o como vimos por la caída del socialismo real «soviético», cuando aquella forma terminó retornando a la esencia de fondo capitalista, ya sin falsos tapujos del pasado, a la «democrática» Duma.

«La esencia de las ideas socialistas proclamadas en el Siglo XIX fue ratificada en el XX, aunque el desarrollo histórico y la experiencia práctica acumulada modificaron de manera importante la teoría del socialismo elaborada en el Siglo anterior».

«El Siglo XX también fue testigo, en sus postrimerías, del derrumbe de una parte del campo socialista, con la desintegración de la Unión Soviética y la desaparición de los países socialistas de la Europa Central y del Este, lo que constituyó un duro golpe para el movimiento revolucionario y socialista mundial».

Es evidente que la práctica acumulada no contribuyó a modificar positivamente la teoría socialista, dado el desastre que a continuación nos expone. Es de interpretar, siguiendo su línea argumental, que puesto que el socialismo cayó en la Europa del Este, el pensamiento socialista dio un paso etapista atrás a la espera de que en la caja de las esencias socialistas se produzca un nuevo salto etapista hacia adelante.

«La magnitud de estos eventos le confieren categoría de cataclismo económico-social, iniciándose así un período de reflujo de las ideas revolucionarias y socialistas, con el correspondiente auge de las ideas reaccionarias e inmovilistas. Incluso se llega a proclamar que la desintegración de la Unión Soviética y la desaparición de los países socialistas europeos constituyen la prueba más fehaciente del fracaso del socialismo como teoría y como aspiración de construir un régimen social más humano y más justo, olvidándose, entre otros factores, de los logros que muestra el socialismo en Asia y América Latina, en países que de conjunto abarcan no menos del 23 por ciento de la población de la Tierra».

Esa magnitud de los eventos interfiere de tal forma en el pensamiento socialista, que provocó un cataclismo económico-social, y a su vez un reflujo de las ideas revolucionarias, pero no en América Latina, pretendiendo con esta afirmación dar credibilidad a su teoría, aunque no nos dice por qué, le sirve para a partir de ahora, como veremos, desarrollar su teoría moral-economicista del proceso revolucionario.

«En los inicios del Siglo XXI, la teoría socialista está llamada a una nueva transformación como sucedió cien años atrás. Una transformación que, ratificando la esencia del socialismo científico original como fue plasmado por sus fundadores, modifique los aspectos que ya no se avienen a las condiciones históricas contemporáneas. Los nuevos aspectos de la concepción socialista no pueden elaborarse de manera inmediata e integral, sino a través de un proceso más o menos largo, en el cual se vayan perfilando las ideas en un desarrollo consensuado entre los luchadores revolucionarios, en el que todos tienen la posibilidad de aportar según sus conocimientos y la experiencia práctica acumulada».

Su conocimiento de la caja de las esencias socialistas, unida a su concepción determinista del proceso etapista revolucionario en el Siglo XXI, el confíar en un proceso más o menos largo donde se vaya perfilando el desarrollando de las ideas, es de deducir que culminará con el triunfo del socialismo. Claro que hay se deja la puerta abierta al revisionismo con la duda que establece sobre la esencia del socialismo científico original, en la confianza de que se modifiquen aspectos que ya no sirven a las condiciones históricas contemporáneas, que por cierto no nos dice cuales son esas diferencias básicas. En todo caso lo que es evidente es que sigue sin entrar en el fondo crítico que dio lugar a la caída del socialismo, preguntándose qué había de socialismo y que había de capitalismo en aquel «socialismo real».

«Entre las características de las nuevas condiciones históricas se destaca el proceso de globalización de la economía mundial, con la expansión de las relaciones de mercado y financieras por todo el orbe, todo lo cual hay que tener muy en cuenta al elaborar los nuevos elementos que se proponen del socialismo».

Ese proceso que llama nuevo, Marx aunque con otro nombre más definitorio, lo previene dada la dinámica del capitalismo, y Lenin en su obra «El imperialismo fase superior del capitalismo», lo da por llegada con multitud de citas con las que argumentarla, aunque los propagandistas del imperialismo como dijera J. Petras de él han impuesto el término globalización, generador de confusión incluso entre los que se consideran marxistas, término que no repele tanto como el de imperialismo, por lo que proponía que ese término como otros prostituidos por los ideólogos del sistema y los reformistas fueran recuperados en el lenguaje marxista.

Los elementos nuevos a considerar son los viejos elementos que no se pusieron en práctica tras el triunfo de la revolución, los elementos que permitían al pueblo trabajador constituirse en clase dominante. Ese entorno internacional que pretende presentarnos como diferente, solo lo es en cuanto a magnitud de concentración de poder y de contradicciones interclasistas incluso inter-imperialistas dado el caos que esa concentración genera, unida al fin de las energías fósiles, que dieron lugar a las guerras contra Yugoslavia, Afganistán, Iraq el intento de golpe en Venezuela y amenazas de nuevas invasiones. No se trata de un nuevo socialismo del Siglo XXI, sino del que se dejó a medio construir, lo que presupone al disperso mundo político anti-capitalista el objetivo prioritario de ganar la batalla ideológica, dotarse de la coherencia necesaria que le permita acabar con la dispersión para poder enfrentar con objetividad la lucha antiimperialista.

«Se necesita el diseño de un nuevo proyecto histórico, de un nuevo socialismo: el socialismo del Siglo XXI, que logre resolver las contradicciones que aquejan a la sociedad humana contemporánea».

«En este empeño debe reconocerse que en el proceso de avances y retrocesos del socialismo durante el Siglo XX se han formulado ideas y conceptos y se han descubierto principios y leyes económicas y sociales de validez universal y particular, junto a las cuales se han cometido errores y registrado insuficiencias que constituyen lecciones y experiencias negativas a superar. A su vez, hay cuestiones no totalmente resueltas en la teoría y en la práctica, las cuales requieren de un intenso trabajo creador para su más precisa definición en las nuevas circunstancias».

Si en un principio se dio suma importancia a la revolución del 17, y lo que supuso de avance en el Este de Europa, no debemos despreciar aquella experiencia dados los acontecimientos posteriores, debemos retroceder para investigar en donde se produjo la desviación y que fue lo que indujo al estrepitoso fracaso, más allá de los anatemas personalistas sobre el estalinismo y el burocratismo. Analizar a la luz de hoy los condicionantes que dieron lugar al burocratismo, y si hoy existen condiciones de productividad y de clase que impidan el burocratismo, la existencia de una clase cualificada técnicamente en que sustentarse el nuevo poder, para, si consideramos existen las condiciones objetivas en que asentarse el proceso revolucionario, proceder a propagar el proyecto revolucionario que con una estrategia y táctica objetivamente marxista desde la realidad actual permita organizar la lucha anti-imperialista. Cuyo objetivo primero a conseguir pasa por la unidad del disperso mundo político comunista, para una vez logrado poder difundir entre el conjunto de las clases populares un programa anti-oligárquico y antimonopolista que rompa el bloque burgués y una a todos los sectores dañados e interesados en acabar con el poder de la oligarquía imperialista financiera y transnacional.

«Entre las cuestiones aún no plenamente resueltas se incluye el sistema de dirección de la economía socialista, tanto en sus elementos conceptuales como en su aplicación. Uno de los temas más polémicos es el vinculado a la existencia de la producción mercantil en el socialismo, al contenido de las categorías mercantiles, el lugar, papel y funciones de los asuntos monetario – mercantiles en la construcción de la nueva sociedad y las relaciones entre la planificación central y el mercado como reguladores de la economía».

Ello significa que sus esencias no se manifiestan de igual manera en distintas épocas y en distintos lugares. No existen de manera absoluta, por encima de un tiempo y un espacio determinados. Para interpretar con certeza los acontecimientos de la sociedad humana en su devenir se requiere la aplicación de estas concepciones dialécticas descubiertas por los fundadores del marxismo-leninismo.

Podemos enredarnos con elucubraciones abstractas sobre las categorías mercantiles y las funciones de los asuntos monetario-mercantiles, pero si no abordamos el tema verdaderamente de fondo, nunca llegaremos a comprender que el sistema de poder socialista que permita avanzar con paso firme hacia el comunismo, no se limita a que el sujeto histórico trabajador liberado del trabajo enajenado lo sea solo para derrocar el capitalismo, sino para construir el socialismo, con formulas reales que le permita realizarlo, desde los lugares naturales donde siempre se puede implicar en ese ejercicio revolucionario práctico, dirigiendo los centros de producción donde labora, al mismo tiempo que ello, esa forma alternativa de democracia directa y participativa permanente supone participar y decidir en la gobernabilidad local y general del país y del mundo. Eligiendo y controlando a los cargos electos, pudiendo revocarlos en todo momento. Experiencias históricas que no se desarrollaron dados los condicionantes históricos las tenemos, la Comuna, el Soviet, las Comisiones Obreras en España durante la dictadura, organizadas por sectores laborales desde las fábricas, coordinadas a su vez a niveles locales y nacionales mediante las Inter-comisiones y las comisiones específicas de trabajo, de dirección política, organizativa, de agitación y propaganda, editando multitud de panfletos y boletines como «Forja» de la Comisión del Metal o «Unidad», de la Inter-comisión, organizando huelgas y manifestaciones multitudinarias.

Evidentemente las condiciones de ahora son diferentes a la época de la dictadura, el reto de lucha al que éramos sometidos, fundamentalmente violento por la represora maquinaria franquista, facilitaba el que sin tener un elevado nivel ideológico poder comprender contra quien y cómo enfrentarse a ese enemigo. Hoy además de la violencia encubierta tras los hombres de azul, y sus sofisticados medios de investigación policial, nuestro sometimiento se ejerce mediante la subyugación ideológica, batalla a ganar, tremendamente difícil dado el poder de la tecnología mediática, educativa y cultural, pero que por mucho que lo sea es necesario abordarla con urgencia. Debemos considerar que aun siendo difícil, nos podríamos sorprender de los resultados, dada la situación de inseguridad y desasosiego que de diferentes formas se manifiesta en el conjunto de la población, sobre todo entre la juventud, impedida de asegurarse un trabajo fijo y suficientemente remunerado que la permita independizarse familiarmente y generar su propia familia.

«Se discute el lugar de los procedimientos y mecanismos económicos en el sistema de dirección y su relación con el factor humano, subjetivo, y con el trabajo político e ideológico en la formación moral y de la conducta ética del hombre en la nueva sociedad a la que se aspira».

«Una de las conclusiones más importantes en este campo, que se puede extraer de la experiencia vivida, consiste en ratificar que el socialismo es el resultado de un acto consciente de la voluntad del pueblo trabajador expresado en la dirección centralmente planificada de la economía. En la construcción y el desarrollo del socialismo, un papel decisivo lo desempeña el factor subjetivo del sujeto de dirección económica, el cual debe sustituir a la anarquía y la espontaneidad del mercado, características propias del capitalismo. A su vez, no es posible la construcción del socialismo sin la utilización de las relaciones monetario – mercantiles y sus categorías inherentes, las cuales deben actuar en los ámbitos de las metas estratégicas y el control de la planificación central».

«Carlos Marx descubrió el contenido de las relaciones mercantiles, vio en la división social del trabajo la condición para la existencia de las mercancías, y en la propiedad privada sobre los medios de producción, que aísla a los productores, la causa de la producción mercantil en el capitalismo».

En los países capitalistas, el factor humano subjetivo a superar evidentemente pasa por la formación, por el conocimiento de la realidad objetiva que nos toca vivir, lo cual implica un conocimiento y dominio práctico del método de análisis materialista dialéctico. En Cuba y en la medida que es posible en Venezuela, mediante esa formación y la práctica del poder que debe ejercerse desde los centros de producción y los barrios populares en donde sea posible, dada la concentración popular y el grado de organización formativa y participativa popular, así como el grado de organización de los elementos con ideología marxista. En todo caso esa tarea corresponde difundirla a las organizaciones marxistas que comprendan y asuman el protagonismo que le corresponde al proletariado organizado como clase dominante, administrando el proceso productivo y gubernativo de abajo hacia arriba.

El centralismo planificador de la economía tiene que ser democrático, nunca como metodología impuesto desde arriba, debe ser producto de la participación directa del pueblo, de su organización desde abajo hacia arriba que permita recoger las necesidades propuestas desde la base. No debe asustar el anarquismo, si los marxistas están dotados del conocimiento suficiente para contrarrestar el populismo anarquizante y anti-centralista.

Marx en sus Manuscritos Filosóficos y Económicos desarrolla la unidad dialéctica existente en la teoría marxista mediante la liberación del ser humano explotado, el fin del trabajo enajenado capitalista que separaba al ser humano del producto creado, y que le hacia verse como algo separado y enfrentado a él, en vez como parte de él, lo que le convierte también en un producto más en manos del explotador capitalista. Para el trabajador liberado del trabajo enajenado, el trabajo se convierte en su primera necesidad, una vez cubiertas sus necesidades más elementales de supervivencia. Ello implica no establecer la separación que en Rusia se hizo respecto al poder desde los soviets de fábrica, imponiendo los directores desde la cúspide del poder, impidiendo que el poder se ejerciese desde el lugar más sentido y cercano para el trabajador. Los trabajadores tienen que elegir al compañero que consideren mejor capacitado, y en el caso de no tenerlo solicitarlo entonces a los organismos superiores de gestión, siempre abierto al control del conjunto de los trabajadores. Es la forma natural que permite el desarrollo moral del ser productivo libre, que le permite además se sentirse dueño de los medios de producción, sentirse parte solidaria de la riqueza creada individual y colectivamente desde la compleja cadena productiva, extrayendo las materias primas, transportándolas, transformándolas y distribuyéndolas finalmente.

«Marx y Engels planteaban que, una vez sustituido el capitalismo por la sociedad comunista, la producción mercantil desaparecería. Por el momento histórico que les tocó vivir, no pudieron agotar sus análisis acerca de los pasos, formas y etapas intermedias mediante las cuales transcurriría la extinción de las relaciones mercantiles. Debido a ello, no estaban en condiciones de precisar que éstas existirían, con un nuevo contenido, en el socialismo, primera fase o fase inferior de la sociedad comunista».

Lo que Marx y Engels resaltaron se produciría en la sociedad comunista era poder dar a cada uno según sus necesidad, porque se habían generado las condiciones materiales y morales necesarias que lo posibilitaban. Necesidades muy diferentes a las que se generan en la sociedad de consumo capitalista, dada la formación y la moral del nuevo hombre. No eran deterministas, ni etapistas, sabían como eran las leyes generales de desarrollo del proceso revolucionario pero no podían determinar en qué momento, cuando, cada uno podría disfrutar de lo que necesitase. Ese proceso deberemos insistir una vez más, pasa por la implicación plena y permanente del ser liberado del trabajo enajenado en la dirección del proceso productivo y gubernativo. No es admisible desde una interpretación marxista, el considerar al ser productivo como elemento productivo, pero no con capacidad organizativa para ejercer la dirección y el control directo del proceso productivo. Tampoco se debe interpretar que la solución pase por el cooperativismo, que siempre mantiene una visión estrecha o parcelada de los medios de producción, que puede ser válido en el proceso de transición socialista a la fase comunista, sino que la propiedad colectiva perteneciendo al conjunto del pueblo, es administrada y dirigida directamente por los trabajadores desde cada centro de producción, lo que da lugar a que como decía José Carlos Mariategui, «el hombre se realiza en el trabajo» y el producto que genera implícitamente desde ese humanismo se convierte en un bien solidario, disfrutado colectivamente.

«Fue después de la Revolución de Octubre cuando Lenin sentó las bases, con sus nuevas ideas, para la teoría de las relaciones monetario – mercantiles en el socialismo, desarrollando la economía política marxista».

«Durante los primeros meses de existencia del poder soviético, Lenin comprendió que no era posible suprimir inmediatamente las palancas económicas que hasta entonces ostentaba la burguesía y orientó utilizar las relaciones mercantiles y financieras para debilitar el poder económico burgués y fortalecer el poder político del proletariado, recientemente conquistado. El primer plan de construcción del socialismo en Rusia fue brutalmente interrumpido por la intervención extranjera y la guerra civil, la cual determinó la implantación del llamado «comunismo de guerra», que obligó a una gran limitación en el empleo de las relaciones mercantiles y a una generalización de los métodos administrativos de dirección».

«Finalizada la guerra, Lenin admitió la necesidad de aplicar nuevos métodos económicos para estimular la producción agrícola y fortalecer la alianza obrero – campesina, que es el fundamento del poder político de la Revolución socialista. Sobre esta base, elaboró y aplicó la Nueva Política Económica (NEP), que introdujo el impuesto en especie, en vez del acopio forzoso de los productos agrícolas».

Los reformistas de la época acusaban a los bolcheviques de aventureros, por considerar que se debía seguir un proceso etapista, consolidar y desarrollar la revolución burguesa para poder plantear la revolución socialista. Con las tesis de abril el oportunismo fue derrotado y los soviets tomaron el poder. Pero el poder soviético no se pudo implantar en todo el territorio, y como bien dice, la guerra civil y exterior, el aislamiento comercial agudizó el poder atender las más elementales necesidades de la población. No había la posibilidad de nacionalizar toda la economía y que el pueblo administrase el proceso productivo y comercial, lo que dio lugar a la NEP. No es que Lenin hubiese descubierto las relaciones mercantiles del socialismo en una determinada etapa, ni mucho menos establecer una teoría, sino que fue una necesidad política coyuntural que se tuvo que adoptar para poder superar aquella tremenda realidad en Rusia. El grado de organización y poder revolucionario fue suficiente para derrocar el capitalismo, pero insuficiente para administrar la producción y el comercio, necesariamente se tuvo que apoyar en parte de la burguesía no monopolista para que el pueblo no se muriera de hambre. De haber existido un pueblo educado y organizado para atender aquellas necesidades la NEP podemos estar seguro que no habría tenido lugar.

«Durante este período, Lenin definió que en un país como Rusia, con una gran masa de pequeños productores privados en el campo, la libertad de comercio que impulsaba la NEP generaría el capitalismo, pero que en las condiciones de aquellos momentos ello no era inevitablemente fatal para el socialismo, demostrando que en ciertos períodos históricos y mientras el poder político estuviera en manos del proletariado, es posible utilizar el intercambio mercantil y la libertad de comercio para fortalecer la economía y avanzar en la construcción socialista».

La NEP tuvo lugar precisamente porque el poder no estaba en manos del proletariado, no administraba directamente el poder, dado el atraso cultural y político que padecía que le incapacitaba para ejercerlo, insistimos que de haberlo tenido podemos estar seguros que no tendría sentido imponerla. Estamos acostumbrados a la división clasista de la sociedad burguesa, donde se separa gobernabilidad, administración de la producción, distribución y los servicios, no se concibe a los obreros dirigiendo la producción, el control y la distribución comercial y social, por eso no se tienen en cuenta los condicionantes históricos objetivos que impidieron la administración del poder en todos los ámbitos

«En los últimos años de su vida, desde finales de 1921 hasta su muerte el 21 de enero de 1924, Lenin realizó los principales aportes que sientan las bases para el desarrollo de las concepciones acerca de la utilización de las relaciones monetario – mercantiles en el periodo de transición del capitalismo al socialismo y en la propia economía socialista».

«Antes de este período, aunque Lenin proclamó la necesidad de que el Estado socialista utilizara en su favor las relaciones monetario – mercantiles, continuaba considerando estas relaciones como algo ajeno al socialismo, como una necesidad impuesta por los vestigios del capitalismo».

Lenin no se invento ninguna teoría monetario-mercantil para el periodo de transición del capitalismo al socialismo, se limitó a adoptar las medidas políticas que permitiesen superar el colapso que amenazaba el proceso revolucionario. La revolución socialista tuvo lugar, el poder fue arrebatado a la burguesía a pesar de su tenaz resistencia y de la ayuda internacional, pero una cosa es arrebatar el poder y otra administrar el poder en todos los aspectos, gubernativo, productivo, distributivo-comercial. Las relaciones monetario mercantiles más que como una necesidad impuesta por los vestigios del capitalismo, lo era por lo que los teóricos denominaban primera fase socialista, porque en esa fase no se podía dar a cada uno según sus necesidades, dado el atrasado y desorganizado desarrollo productivo, así como la falta de experiencia y cultura comunista, falta de la nueva moral que se genera a través de la formación y práctica del poder. De ahí la importancia de la lucha ideológica y la formación del pueblo durante el capitalismo para que el pueblo pueda administrar el poder una vez derrocada la burguesía.

«El debate de ideas mediante el cual se formuló la conclusión de que el «comunismo de guerra» tenía que ser cambiado por la Nueva Política Económica constituye uno de los procesos de mayor riqueza teórica y práctica por el que transitó el país de los soviets. Su importancia no tiene sólo significación particular para la Rusia soviética, sino también para la concepción general de la construcción del socialismo».

Más que interpretar que se estableció una teoría sobre el tránsito, lo que nos debe inducir aquella experiencia, para no cometer errores e imprevistos en la actual fase imperialista del capitalismo, es cómo abordar la lucha por el poder y el poder en sí mismo. Qué le falta al pueblo asalariado que le permita constituirse en clase dominante y poder administrar directamente el poder político y administrativo del proceso productivo. Tal vez nos ayudaría el realizarnos algunas preguntas para darnos respuestas correctas, por ejemplo:

¿A los asalariados en general objetivamente les interesa liberarse del capitalismo mediante el socialismo?

¿El socialismo puede asegurar dar a cada uno según lo que produce, respetando las diferencias salariales existentes, salvo las que disfrutan los altos cargos bancarios y de las grandes corporaciones monopolistas?

¿Necesitan los trabajadores de los antiguos dueños burgueses expropiados de las fábricas, su concurso directivo para asegurar el funcionamiento del proceso productivo?

¿Tienen los trabajadores el conocimiento profesional necesario para poder dirigir por si mismos el proceso productivo, elegir a los compañeros más capacitados a los puestos de dirección?

¿Tiene el pueblo conciencia de clase?

¿En la actual fase imperialista del capitalismo es posible la revolución sin formación y comprensión sobre la realidad existencial, de donde venimos y a donde vamos, sin conciencia de clase?

¿Cuáles deberían ser las tareas prioritarias a abordar ante el caos, la atomización y la alienación del conjunto del pueblo y la dispersión del movimiento anticapitalista?

¿Qué entendemos como proletariado organizado como clase dominante?

¿Es posible acabar con la división de los conceptos sociedad civil – clase política?

¿Podemos ser todos clase política y ejercer el poder de forma directa y permanente?

¿El estado puede tener la misma estructura, organizativa independientemente de ser capitalista o socialista?

¿Cómo debe ser la maquinaria estatal en el socialismo en su caminar hacia el comunismo?

¿Es posible en el socialismo, legislar y ejecutar desde los niveles inferiores a los superiores por el pueblo organizado como clase dominante?

¿Deben los obreros elegir, controlar y revocar a los directores de empresa o deben ser impuestos desde los partidos que ostentan el poder?

Son muchas las preguntas que tendríamos que realizarnos para ayudarnos a superar el caos en que nos encontramos. En todo caso sirvan para inducirnos a profundizar en el conocimiento de la teoría marxista y leninista. También aprender de los múltiples ejemplos de lucha conducentes a formas de poder que constantemente de forma espontánea tienen o han tenido lugar a lo largo de la historia. Baste con la que nos enseña el MST desde hace 25 años.

«Los campesinos Sin Tierra ocupan grandes latifundios, en su mayoría tierras improductivas y comienzan a construir no sólo un lugar para trabajar la tierra y vivir, sino un nuevo espacio de socialización política, en el que los propios trabajadores se recrean continuamente.

Así, primero en un campamento dentro del latifundio ocupado o a la orilla de una carretera y posteriormente en los asentamientos, cuando logran que las tierras sean desapropiadas, van levantando sus casas para después construir lo que será una escuela, un puesto de salud, un lugar para las reuniones, un comedor popular, un círculo infantil, una cooperativa de producción, una huerta medicinal, etc.

Desde los campamentos, bajo las chozas de lona negra, hasta los asentamientos se organizan por grupos de familias en los que discuten y deciden sobre todo lo concerniente a la organización de su espacio. Crean los sectores necesarios como el sector de educación, de salud, de seguridad interna, de producción, etc».

Si eso lo pueden hacer los campesinos en un país capitalista, sin haber realizado la revolución, podemos imaginar que podrían hacer todas las fuerzas populares organizadas como clase dominante, después de la revolución socialista, produciendo y gobernando con formas de democracia directa y participativa desde abajo hacia arriba. Y eso, es digno de resaltar, lo hacen los campesinos sin necesidad de elucubraciones monetario-mercantiles, desde el limitado espacio que les permite esa liberación del trabajo enajenado capitalista, rodeados de capitalismo, continuamente acechados por los testaferros asesinos de niños, mujeres y hombres del MST.