Respondo a la tercera pregunta del hombre venezolano interesado en el conocimiento del marxismo y del socialismo. Así formula su tercera pregunta: «Según la dialéctica marxista, toda materia evoluciona dialécticamente (mediante contradicciones internas) que, en el caso de la sociedad, se expresa como lucha de clases. Partiendo de esta idea, ¿cómo puede evolucionar la sociedad […]
Respondo a la tercera pregunta del hombre venezolano interesado en el conocimiento del marxismo y del socialismo. Así formula su tercera pregunta: «Según la dialéctica marxista, toda materia evoluciona dialécticamente (mediante contradicciones internas) que, en el caso de la sociedad, se expresa como lucha de clases. Partiendo de esta idea, ¿cómo puede evolucionar la sociedad comunista, si no hay lucha de clases? ¿Cómo se aplica y se expresa la ley dialéctica de «unidad y lucha de los contrarios» en la sociedad comunista? ¿Qué contradicciones internas de la sociedad comunista serán el motor de su evolución? Y no se diga que la sociedad comunista no evoluciona, ya que ello estaría en contradicción con el principio dialéctico de que la materia evoluciona dialécticamente y en forma constante».
La concepción de los contrarios
Arnoldo Águila en un artículo titulado «Francisco Umpiérrez me refuta», publicado el 7 de febrero del año en curso en su página Web, dice que yo cometo el error de mi vida cuando afirmo que la unidad de contrarios es la principal ley de la dialéctica, puesto que a su juicio la principal ley de la dialéctica es la unidad y lucha de contrarios. Arnoldo Águila cae en el mismo dogmatismo que el marxismo que critica. Y el marxismo que critica siempre ha resaltado estos dos aspectos de la contradicción: la unidad y la lucha. Hablemos primero de la unidad. Es propio de los marxistas dogmáticos afirmar que la teoría y la práctica deben estar unidas. Pero en la realidad pueden estar separadas. La actividad universitaria, sin ir más lejos, es una actividad teórica separada de la práctica. Si se admite que los contrarios deben estar unidos, por dialéctica debe admitirse su contrario: su separación.
Hablemos ahora de la lucha. Los marxistas dogmáticos y autoritarios sólo conciben las relaciones entre las clases como lucha. Pero las clases pueden también colaborar y pueden también estar unidas. Sin la unidad de los trabajadores con los campesinos, la victoria de la revolución de nueva democracia en China hubiera sido imposible. Y sin la unidad de los trabajadores con la clase media, el socialismo en las sociedades occidentales será imposible.
Además entre los contrarios también puede haber transiciones. La experiencia capitalista demuestra que muchos trabajadores se convierten en capitalistas y que muchos capitalistas, al quebrar sus empresas, se transforman en trabajadores. Así que la concepción de la relación entre los contrarios sólo como unidad y lucha es rígida y dogmática. No sólo hay unidad sino también separación; y no hay sólo lucha, sino también colaboración y transición.
De todos modos la clave de la dialéctica está en dos cosas: una, en la multilateralidad, tener en cuenta el mayor número de aspectos, y dos, analizar el caso concreto. Pues lo que es válido en un caso puede no serlo en otro caso. En un caso puede ser importante destacar el carácter de colaboración que debe haber entre dos clases, y en otro caso o en otro momento será importante destacar el carácter de lucha. Hay que ser tan concretos que si se da el caso de que apenas tuviéramos conocimiento de un hecho que queremos someter a análisis, primero deberíamos conocer sus aspectos aislados antes de poderlo hacer en su conjunto, esto es, debemos proceder primero de forma metafísica antes de poderlo hacer de forma dialéctica.
La concepción sobre la sociedad comunista de Arnoldo Águila
Arnoldo Águila en un artículo titulado «El comunismo utópico o el sueño de una noche de verano» dice lo siguiente: «La meta superior de la doctrina marxista es el establecimiento de la Sociedad Comunista, la desaparición del Estado, y el surgimiento del Hombre Nuevo. El funcionamiento de la sociedad comunista se realizaría a través del principio «De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad». ¿Pero cómo estaría implementado esto? ¿Quién determinaría qué es lo que necesito y qué es un sueño que no tengo derecho a pedir? ¿Son las necesidades invariables? Esta distribución requeriría un Estado-Madre, pero por otra parte se me dice que el Estado desaparecerá. Esta enorme contradicción se resuelve en la doctrina mediante el milagro de la aparición del Hombre Nuevo, un verdadero robot de perfección suprema que se regula, no exagera sus necesidades, no toma más de lo que necesita, que siempre requiere lo mismo y no se aburre y entrega de sí todo lo que puede sin desmayar jamás.»
Del socialismo utópico al socialismo científico
La característica fundamental de los socialistas utópicos es que se dedicaron a imaginar cómo sería la sociedad del futuro, mientras que lo característico de los socialistas científicos fue que se dedicaron a estudiar el capitalismo y descubrir en él los gérmenes de la sociedad futura. Así que lo que podemos aprender con Marx, máximo representante del socialismo científico, es el conocimiento de la sociedad capitalita y no el de la sociedad comunista. También podemos aprender de él cuáles son los gérmenes socialistas que hay en la sociedad capitalista. Descubrió, por ejemplo, que las sociedades anónimas eran una forma económica de transición del capitalismo al socialismo, una forma de acabar con la propiedad privada dentro de la propia sociedad capitalista. También el Estado de derecho, que es una conquista de la burguesía, es una institución necesaria en la sociedad socialista. Por lo tanto, la preocupación principal de los marxistas debe ser conocer con la mayor exactitud el capitalismo y no imaginar cómo será la sociedad comunista.
Necesidad y libertad
El verdadero salto adelante del hombre en su camino hacia el comunismo lo expresa Marx en El Capital en el capítulo titulado Las rentas y sus fuentes, cuando plantea que el salto del hombre del reino de la necesidad al reino de la libertad se logrará con la reducción de la jornada laboral. Sólo así, cuando el trabajo obligatorio se haya reducido al mínimo, el hombre será libre. Algunos dirán que esto es imposible. Pero lo cierto es que muchos rentistas y muchos hijos de grandes ricos ya lo practican: dedican la mayor parte de su vida a vivir. Es una meta lejana para los muchos, pero una práctica cotidiana para unos pocos privilegiados.
La sociedad comunista y el Estado
Es vieja la crítica que hacen los burgueses a los marxistas de que estos quieren que el Estado se comporte como una madre. En primer lugar, el Estado burgués es la madre de los capitalistas: les asegura la propiedad privada sobre los medios de producción. Pero no sólo eso: además los provee de subvenciones, les reduce las cuotas a la seguridad social, les crea las infraestructuras que necesitan para la explotación de sus negocios, les abre el mercado extranjero, y un sinfín de cosas más. Y en aquello en que el Estado se comporta con los trabajadores como madre, en la sanidad y en la educación, es una necesidad de los capitalistas. Los capitalistas quieren trabajadores sanos y formados profesionalmente. Así que el comportamiento del Estado como madre es hoy día algo natural y necesario para el capitalismo. Además el Estado es la objetivación de la sociedad y, en consecuencia, el Estado será lo que la sociedad quiera. Y si la sociedad quiere que sea una gran madre y un gran hermano, lo será.
En la sociedad comunista el Estado desaparecerá en tanto organización de la violencia: en tanto ejército, policía, cárceles y jueces. Pero no desaparecerá en tanto administración económica. En todos los países del mundo la economía estatal representa como mínimo el 48 % de la economía total. Sólo se trata de que esa forma económica junta con la economía colectiva sean las predominantes. Es el propio capitalismo quien demuestra la necesidad del socialismo, la necesidad de la economía pública. Así que no hay que soñar con la sociedad comunista, sólo hay que desarrollar los gérmenes socialistas que hay en la sociedad capitalista.
División social de los hombres en clases y división social del trabajo
Los hombres no sólo están divididos por pertenecer a clases diferentes, a la de los propietarios de los medios de producción y a la de los no propietarios, sino también lo están por la clase de trabajos que desempeñan. La sociedad comunista no sólo debe suponer la desaparición de las clases, sino también la división social entre el trabajo físico y el espiritual. Actualmente la clase media española necesita empleadas de hogar y la inmigración latinoamericana cubre esta necesidad. La clase media cree que el mundo debe seguir por siempre así: una parte disfrutando de las riquezas culturales y materiales del mundo y la otra parte sirviendo. Pero con esta división social del trabajo el comunismo también debe acabar. Sin duda que esa meta está lejana, pero debemos ser concientes de la necesidad futura de su aniquilación.
Lucha por la producción y lucha de clases
Dos errores han cometido los comunistas extremistas y los marxistas dogmáticos en su concepción de la lucha de clases: uno, han presentado la lucha de clases como la lucha principal del hombre, incurriendo en el politicismo, y dos, han defendido que la lucha de clases está presente en todas las esferas de la vida social, incurriendo en el absolutismo. La principal lucha del hombre es la lucha por la producción y no la lucha de clases. El primer hecho histórico, la primera condición para que haya historia, es que el hombre esté vivo. Y para estar vivo, tiene que satisfacer las necesidades básicas. Y para satisfacer las necesidades básicas, tiene que producir los medios que satisfagan dichas necesidades. Así que la principal lucha del hombre es la lucha por la producción. De manera que si en la sociedad comunista no hay diferencias de clases y por consiguiente tampoco hay lucha de clases, si habrá lucha por la producción. Y no sólo habrá lucha por la producción, sino también lucha científica y artística. Habrá además que luchar contra la enfermedad y contra los desastres naturales. Así que el motor que mueve la historia no es sólo la lucha de clases, sino la totalidad de las luchas humanas.