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Sorpresas electorales hacen del segundo turno una competencia de difícil pronóstico

Fuentes: Rebelión

No es el resultado que esperábamos. Es un mal resultado, dijo la candidata demócrata cristiana Carolina Goic, con voz apagada. La candidata de un partido que llegó a representar cerca de un tercio del electorado chileno logró apenas 5,9% en las elecciones del domingo. Y, sin embargo, la votación de sus partidarios puede ser decisiva […]

No es el resultado que esperábamos. Es un mal resultado, dijo la candidata demócrata cristiana Carolina Goic, con voz apagada. La candidata de un partido que llegó a representar cerca de un tercio del electorado chileno logró apenas 5,9% en las elecciones del domingo. Y, sin embargo, la votación de sus partidarios puede ser decisiva para el segundo turno, en el que se enfrentarán el conservador Sebastián Piñera y el candidato del oficialismo, el senador Alejandro Guillier.

Sorpresa

Los resultados de las elecciones del domingo fueron una sorpresa. Había quien pensara hasta en un triunfo de Piñera en primera vuelta, con los necesarios50% de los votos. Nada de eso ocurrió, pese a la ventaja holgada de Piñera sobre Guilier: 2.416.054 votos (36,64%) contra 1.496.560 (22,7%). Diferencia compensada por la extraordinaria y sorpresiva votación del Frente Amplio, que reúne diversas agrupaciones de izquierda, la mayoría de ellas surgidas de las protestas estudiantiles de la última década. La candidata del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, obtuvo 1.336.622 votos (20,27%), que probablemente se sumarán a Guillier. A esto habría que sumar el apoyo mayoritario de los demócrata cristianos (5,9%) y el de Marco Enríquez Ominami (5,7%). Eso sería suficiente para una victoria de Guillier el 17 de diciembre.

Piñera, por su parte, tiene solo el apoyo seguro de José Antonio Kast y sus casi 523 mil votos, cerca de 8% del total. Defensor a ultranza del legado de Pinochet, Kast se acomoda bien en el sector de Piñera.

Segunda vuelta muy competitiva

Todos los pronósticos apuntan a una segunda vuelta muy competitiva. En todo caso, los pronósticos, un ejercicio muy desprestigiado en la política regional, tampoco han sido acertados en Chile. Ni la votación de Piñera, ni la del Frente Amplio, fueron las previstas. La primera, menor que la esperada; la segunda, muy superior.

Los movimientos en torno a la segunda vuelta empezaron en la misma noche del domingo. Una llamada de Sánchez a Guillier fue vista como un buen augurio por los colaboradores más cercanos al candidato oficialista. Habrá que negociar un apoyo electoral, sin que el FA se incorpore a la campaña o a un eventual gobierno de Guillier.

Jorge Sharp, alcalde de Valparaíso y líder del Movimiento Autonomista, integrantes del FA, estimó que este «tiene que contribuir a impedir que la derecha gobierne el país. Pero lo puede hacer desde distintas formas». «Tenemos una tremenda bancada parlamentaria, presencia de gobiernos locales. Creo que la Nueva Mayoría tiene un problema porque, particularmente Guillier, hoy tiene una fuerza política sin unidad, que está cuestionada y en profunda crisis. Yo no tengo claro si es que ellos van a entender que ahora tienen que relacionarse con el Frente Amplio como una fuerza equivalente», dijo el joven alcalde del puerto chileno.

En el comando de Piñera existe preocupación. Nadie se imaginó el poco más del 36% de votos que logró. Los cálculos pesimistas le daban 40%. Ahora solo les queda el consuelo de la ventaja de 14% sobre su adversario en segundo vuelta, Alejandro Guillier, lo que representa casi un millón de votos. Con cara compungida, Piñera habló la noche del domingo, conocido ya los resultados electorales. Recordó que ganó en todas las comunas de clase media y en las más pobres de Chile. Pero fue un discurso sin entusiasmo y sin atisbos de cómo se enfrentará este mes de campaña, de cara a la segunda vuelta.

Prudencia

Los resultados «implican un cambio mayor en el escenario político, la segunda vuelta será absolutamente polarizada», indicaba un largo análisis publicado por Marcela Jiménez en el diario «El Mostrador» el lunes.

«La irrupción electoral que registró en las urnas el Frente Amplio -a nivel presidencial y parlamentario- vino a comprobar que el país está lejos de derechizarse», afirmó.

Entrando de lleno en una polémica desatada durante la campaña electoral, el diario citó a fuentes del palacio de gobierno para quienes los resultados son una indicaicón clara de que «la ciudadanía no quiere prudencia sino cambios con mayor fuerza aún». «El resultado refleja que el país no se derechizó, que lo que la gente quiere son más reformas y más profundas, que el acento de izquierda de este gobierno era el correcto», sentenciaron desde el segundo piso de La Moneda.

En su edición del domingo, antes de las elecciones, se podían leer los análisis de los columnistas del conservador diario El Mercurio, recomendando prudencia a Guillier, en un segundo turno que se veía venir muy favorable a Piñera.

Le sugerían no ofrecer más reformas, «porque los chilenos están cansados de las incertidumbres que ellas generan». «Tiene que mirar al centro», afirmaban, refiriéndose a los votos demócratacristianos y a su candidata Carolina Goic, que obtuvo un muy magro resultado, de 5,9% de la votación.

«Lo más probable es que gane la centroderecha y Piñera sea el próximo presidente», decía otro, que ponía el dramatismo al lado de la izquierda, a la que veía enfrentada a un dilema frente al triunfo de la «centroderecha». «Sería mejor para Piñera no ganar en primera vuelta. Porque si saca una buena votación, pero no gana, los cuchillos largos de la izquierda van a ser tan grandes, que va a haber cero posibilidades de ponerse de acuerdo».

No ocurrió así, como sabemos. Pero la recomendación a Guillier era de que, si quería tener posibilidades en una segunda vuelta, no debería mirar «a la izquierda de nada», sino «al centro de todo».

El congreso

En el oficialismo saben, decía Jiménez en El Mostrador, «que el FA tiene la sartén por el mango, que la posibilidad hoy más cierta de derrotar a Piñera depende en gran medida de lograr un entendimiento con este nuevo bloque, que no solo sacó una alta votación presidencial sino también dio la sorpresa a nivel parlamentario, porque pasaron de tener solo tres diputados a una nueva bancada de 21 escaños en la Cámara Baja y un senador en la V Región».

Es que el remezón político también afectó la conformación de Congreso, ampliado de 120 a 155 escaños y elegido de una forma más proporcional que el sistema binominal implantado por la dictadura de Pinochet.

La coalición que apoyó a Piñera obtuvo el mayor número de senadores en disputa, 19 de 43 y 72 diputados, del total de 155.

La coalición de Gobierno, que bajó sus representantes en la Cámara Baja de 61 a 51, a los que hay que sumar los 14 diputados de la DC.

Más a la izquierda, el Frente Amplio celebraría la obtención de su primer escaño en el Senado y 20 diputados, en su primera elección como coalición tras su conformación en marzo pasado.

El resultado del Frente Amplio, una coalición de pequeños partidos, fue considerado por Mauricio Morales, cientista político de la Universidad de Talca, como «el remezón más grande que ha tenido la política chilena desde la vuelta a la democracia».

Lo cierto es que nada fue como previsto en estas elecciones chilenas, y el giro a la derecha ya registrado en Argentina, Brasil o Perú, al que debía sumarse Chile, no ocurrió. Ahora habrá que esperar hasta el17 de diciembre para conocer el desenlace de esta historia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.