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«Soy Cuba», un fracaso exitoso

Fuentes: IPS

El tiempo es quizás el actor principal de «Soy Cuba û el Mamute Siberiano», el documental que ganó varios premios internacionales y está en exhibición comercial en Brasil hace dos semanas, para un público limitado de cinéfilos e interesados en la Revolución Cubana.


Se trata de una reconstitución de la interesante historia del filme «Soy Cuba», un fracaso absoluto luego de su producción concluida en 1963, pero que, pasados 30 años, fue «redescubierto» por los cineastas estadounidenses Francis Ford Coppola y Martin Scorcese y convertido en obra de alto valor estético.

Vicente Ferraz, el joven autor del documental brasileño, narra en primera persona sus investigaciones y el contexto en que se hizo el filme que, en una coproducción cubano-soviética, pretendía hacer la propaganda de la revolución socialista en el Caribe.

Eran los primeros años 60, en que Cuba atraía la atención y la visita de muchos artistas e intelectuales de todo el mundo, entusiasmados por la revolución castrista. «Mamute (mamut) Siberiano» muestra esa realidad con la ayuda de mucho material cinematográfico de archivos.

El filme documental destaca también la lucha de los cubanos para poner en marcha una cinematografía nacional, para lo cual se creó el Instituto Cubano de Artes y Cine (Icaic), cuyo fundador y presidente por muchas décadas, Alfredo Guevara, presta un testimonio importante en «Mamute».

En 1961, un grupo de cineastas rusos, «soviéticos» en aquella época, encabezados por el experimentado y respetado director Mikhail Kalatozov, desembarca en la isla caribeña para hacer un filme «épico, grandioso» sobre el proceso incipiente con historias comparando la sociedad cubana antes y luego del triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro.

Fueron muchos meses de estudios, viajes, discusiones y elección de los participantes cubanos en la aventura. Luego 14 meses de rodaje, un tiempo insólito para el cine, que en general limita esa parte de la producción dos o tres meses.

El documental se extiende sobre las dificultades, el esfuerzo aplicado por cubanos y soviéticos para hacer un filme con espíritu revolucionario. Anécdotas que destacan la meticulosidad de Kalatozov, como el susto que le impuso a los cubanos al pedir «5.000 soldados» para una escena.

Más meticuloso aún era el director de fotografía, Sergei Urusevsky, «el segundo mamute» según Ferraz. Exigió, para lograr el efecto de luz deseado, filmar con películas infrarrojas, de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas en la hoy disuelta Unión Soviética.

Algunas escenas eran preparadas y ensayadas durante días. En algunos casos el director hizo locuras, como filmar un anciano cantando en la calle para luego pedir al compositor Carlos Fariñas crear un tema según los movimientos labiales del actor improvisado.

Tras tanto esfuerzo, que tenía entre sus objetivos consolidar la amistad entre los dos países comunistas, el estreno del filme fue un rotundo fracaso tanto en Cuba como en la Unión Soviética. Las reacciones negativas determinaron su retirada de las pantallas, luego de algunos días de exhibición.

El archivo y el olvido fue el destino de «Soy Cuba».

«Quizás no lo comprendimos, pero seguramente los soviéticos no nos comprendieron a nosotros los cubanos», diagnosticó uno de los muchos participantes en la producción que Ferraz entrevistó.

«El tiempo de ellos no es el nuestro», observó otro, ejemplificando con una toma en que un estudiante avanza entre chorros de agua con que la policía intentaba contener una multitud de manifestantes, hasta recibir un tiro. «Es larguísima, interminable», inaceptable para los cubanos, sostuvo.

Pero el mismo tiempo, en este caso tres décadas, promovió el rescate del filme. Coppola y Scorcese despertaron un nuevo interés de los cinéfilos, al alabar el filme y promover su recuperación de los archivos de Moscú y La Habana.

En 2001, Ferraz, ex alumno de la escuela de cine creada por Gabriel García Márquez en San Antonio de los Baños, Cuba, decidió investigar esa curiosa historia, buscando los actores y técnicos que trabajaron en el antiguo documental y material para mostrar el contexto histórico.

Es así que «Mamute Siberiano» es también un recuento de la evolución de Cuba, del impacto que allí tuvieron los cambios mundiales, como el fin del bloque soviético en 1991.

Las diferencias culturales entre rusos y cubanos aparecen como un factor del fracaso de «Soy Cuba» y también de las tensas relaciones que mantuvieron, pese a la amistad política y el apoyo soviético a la revolución cubana.

Los testimonios de actores y técnicos cubanos, muy críticos del filme en que hicieron, al punto de un actor haber olvidado su participación en una escena, cambiaron luego del reconocimiento de Scorcese y Coppola.

No fue el caso de Enrique Piñeda, quien escribió el guión junto con el poeta ruso Yevgeni Yevtuchenko, y que se entusiasmó por «Mamute Siberiano», pero mantuvo sus duras críticas al filme «soviético».

Guevara, un promotor clave del cine cubano, lamentó en su testimonio que «Soy Cuba» haya sido ignorado cuando más falta hacía el apoyo a Cuba y ahora sea rescatado por la «arqueología».