Para el Partido Popular de España y la cáfila de tertulianos afines, la moción de censura de Pablo Iglesias (de Podemos) ha sido un fracaso. No del todo o sí, pero menos. Y ese menos viene de Irene Montero, portavoz de Podeos, con la datación nombres de los casos de corrupción del PP. Sonaba a […]
Para el Partido Popular de España y la cáfila de tertulianos afines, la moción de censura de Pablo Iglesias (de Podemos) ha sido un fracaso. No del todo o sí, pero menos. Y ese menos viene de Irene Montero, portavoz de Podeos, con la datación nombres de los casos de corrupción del PP. Sonaba a la manera monorrítmica del Canto General de Neruda, por lo persuasivo, contundente y verdadero. No solo tenía Razón. Tenía Verdad. Y aún más: era tremendo y bello, porque fue narrado por una voz femenina.
No es extraño que el Sr. Rajoy, mandamás del PP y Presidente del Gobierno español, no acudiera al día siguiente al Congreso hasta muy avanzada la mañana. Mejor estaba él leyendo los periódicos futboleros, para seguir estando al día como es norma en su cotidianidad cultural.
Lástima la ocasión perdida de Pablo Iglesias. Alguien debería haberle recordado a André Gide, cuando dice, «como nadie escucha, las cosas hay que volver a decirlas». Qué jugoso momento para escuchar de nuevo tan fulgurante poema sobre los latrocinios del Partido Popular. A ese poema, en rigor siniestro, se le puede añadir una justiciera coda: con el importe de lo robado y el dinero de los fraudes fiscales consentidos a sus amigos, no estaríamos en este momento frente a la lamentable noticia de saber que tres de cada diez niños viven en el umbral de pobreza en España. ¡Tienen ustedes seco el corazón! Les desprecio a todos, uno a uno.
Lo del machista y bocón del portavoz del PP va más allá de la apariencia. En la imaginación él va con una boina cerrada hasta las cejas y la garrota en una de las manos. Con esta trató de ofender en lo personal a Irene Montero. Se puede comprender al garrulo, por bruto y simplón. Mas lo sorprendente es que sus maledicentes palabras sean recibidas con una prolongada salva de aplausos, por parte de la bancada pepera. Ahí se retrataron ustedes. El tronco pone la baba, pero todos sabemos cuanta hipocresía habita detrás del corbateo a rayas de los hombres y detrás del carmín de las mujeres del PP español.