La sombra que dibuja el pasado suele pesar mucho más de lo que se quisiera o reconoce, esto en la vida cotidiana de un individuo como en los proyectos colectivos que buscan fomentar cambios transcendentales en la estructura social, viejas formas se repiten creyendo que traerán el resultado deseado ¿pero cómo han de funcionar las […]
La sombra que dibuja el pasado suele pesar mucho más de lo que se quisiera o reconoce, esto en la vida cotidiana de un individuo como en los proyectos colectivos que buscan fomentar cambios transcendentales en la estructura social, viejas formas se repiten creyendo que traerán el resultado deseado ¿pero cómo han de funcionar las cosas de antaño en un presente ajeno a muchos de los aspectos que dieron lugar al origen de las ideas propuestas? La renovación del análisis de la realidad, la mirada puesta en lo concreto del cotidiano devenir de la sociedad tiene que repensarse a cada instante, sea para reafirmar postulados interpretativos o para desplazarlos y permitir la reformulación de los proyectos sociales que busquen transformar las condiciones de vida desde la realidad objetiva, el estudio de las estructuras que dan sustento a la sociedad en cuestión es irremplazable, lo profundo de la medula central que sustenta al capitalismo hay que rastrearla en los orígenes mismos del postulado inicial que diera lugar al sueño del socialismo; la lucha de clases sigue siendo el motor de la historia. Hay que volver a mirar la teoría de la acumulación originaria donde se explica la naturaleza depredadora del capitalismo, hoy la utopía socialista sigue vigente porque se sustenta en esa misma contradicción del sistema al que cuestiona, pero también sobre el socialismo pesan lozas ideológicas, ya sea que fueron formuladas por los ideólogos e intelectuales del capitalismo para desprestigiarlo o ya sea que fueron creadas en la práctica misma de quien dijo estar cambiando hacia la construcción de una sociedad superior.
La batalla venidera, la que dará luz al socialismo en el mundo, tiene que partir de cuestionar el mismo proyecto, repensarlo, replantearlo, reformularlo, criticarlo como si se fuera el peor enemigo y, a la vez, ir en ese ejercicio de auto-conciencia consolidando cada una de las partes actuales, cada una de las interpretaciones y conceptos que tiene aún más razón de ser en esta sociedad del siglo XXI, nuevamente amenazada por la voracidad neocolonialista de las potencias imperialista del mundo y por el incremente de la inhumana lógica de reproducción del capital. Fue el propio Carlos Marx quien planteó la necesidad de dudar de todo para generar el avance del conocimiento y de las sociedades. El pasado con toda su sombra tendrá que dar paso a la luz de la urgencia y la necesidad que se encarna en el único camino para superar el apocalipsis humano que vivimos: el socialismo resurgirá como siempre lo ha hecho.
Replantearnos el proyecto socialista no es para abrir viejos debates o rencores sobre revisionismo y ortodoxia, todo aquello que aletargó el avance en la construcción de sociedades más justa debe ser erradicado de las practicas de la izquierda socialista, aún hoy, adoradores de la ortodoxia siguen emulando la imagen del estalinismo que en muchos casos ni vivieron, copian formulas o repiten recetas, pero olvidan lo concreto de la realidad, lo complejo del entramado social y más en sociedades como las presentes en donde la misma palabra socialista es asociada a regímenes contrarios al ideal propuesto, el replanteamiento del socialismo requiere una doble o triple disputa, necesita superar esa imagen que desprestigia con el solo nombre al proyecto y poder ponerlo de nuevo como una opción deseable por los oprimidos del mundo, necesita un debate que abierto, libre, emancipador y desde luego proyectivo que cimente el resurgimiento del movimiento anticapitalista y revolucionario.
Las actuales experiencias de lucha dan luz en esta noche larga en la que muchos siguen buscando su rumbo por haberse alejado de la realidad, los sujetos sociales levantan las manos en el pase de lista de la historia y hay que estar ahí para tomar la nota de sus enseñanzas, el socialismo es la opción real para superar los males del capitalismo, no para moldearlos o maquillarnos, es el proyecto liberador que requerimos con urgencia, pero no podemos seguir pensándolo como hace décadas o siglos, muchos de los partidos comunistas aletargados en sus juicios siguen hablando de formulas de otros tiempos, la vanguardia esta en lo cotidiano: en la mujer que destruye al patriarcado; en los trabajadores y las trabajadoras que organizan piquetes y cooperativas o toman los centros de producción para exigir sus derechos; en los campesinos y las campesinas que defienden sus tierras y rechazan la expropiación genocida de la modernidad; en los estudiantes que se atreven a soñar con países libres, democráticos, justos y soberanos; en los pueblos originarios que defienden su cultura y su presente puesto en juego en esta compleja y contradictoria realidad reafirmando su autodeterminación y construyendo la autonomía. La vanguardia esta reformulando las demandas y las prácticas concretas de la resistencia, el socialismo para reconvertirse nuevamente en la opción real de los pueblos oprimidos tiene que reformularse, pero todo ello requiere del ejercicio crítico de nuestra misma utopía, la superación de las sombras del pasado y la abolición de los temores que detienen la marcha de nuestros esfuerzos por la liberación definitiva. El socialismo es vigente y es el camino emancipador: construyámoslo reformulando o reafirmando desde la raíz sus fundamentos de análisis social y libertad humana.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
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