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En homenaje a los niños, mujeres y obreros de la pampa, asesinados en Iquique

Superexplotación del trabajo y burguesía monopólico-financiera y confrontación ideológica en Chile

Fuentes: Rebelión

En homenaje a los niños, mujeres y obreros de la pampa, asesinados en Iquique por el Estado de los patrones, un día 21 de Diciembre de 1907, hace ya 100 años.              La burguesía permanentemente apela  a la modernidad y a su bien amada «globalización», para intentar convencer de lo necesario que es terminar con […]


En homenaje a los niños, mujeres y obreros de la pampa, asesinados en Iquique por el Estado de los patrones, un día 21 de Diciembre de 1907, hace ya 100 años.

 
 
           La burguesía permanentemente apela  a la modernidad y a su bien amada «globalización», para intentar convencer de lo necesario que es terminar con lo que ella llama la «rigidización» de la legislación laboral y lo positivo que resultaría implementar una legislación que consagre la flexibilización en las relaciones capital / trabajo. En este particular caso, la clase dominante no se nos muestra cercana a visiones oscurantistas y supersticiosas, esa referencia al marco histórico de la modernidad, precisamente quiere denotar que el gran capital no se alía con el atraso y que por el contrario asume el progreso como totalidad para establecer nuevas dinámicas históricas, y ojalá ganar claros consensos con la fuerza de trabajo, para inaugurar relaciones sociales de producción por primera vez acorde -obviamente desde su punto de vista- con el desarrollo de las fuerzas productivas.

 
            Si nos quedásemos convencidos con el carácter oportunistamente publicitario de estas frases, debiéramos decir que, no hace falta marxismo ni marxistas para llamar la atención sobre la necesidad de superar esta contradicción, que ha resultado ser la tranca histórica por excelencia en la lucha de clases. Así y todo, no han faltado los izquierdistas que se han visto confundidos con tales proclamas burguesas. La contradicción relaciones sociales de producción versus desarrollo de las fuerzas productivas, esconde en el planteamiento de la flexibilización una nueva versión de la explotación capitalista, que no sólo la conserva sino que la acentúa. En razón de esta ofensiva ideológica que por supuesto persigue un objetivo económico claro que es aumentar la tasa de ganancia, el gran empresariado nos saca objetivamente de la oposición explotados y explotadores para instalarnos en la oposición también real sobreexplotados y sobreexplotadores, pero con la trampa de que el argumento que esgriman los trabajadores y la izquierda  contra el supuesto capitalismo salvaje y «neoliberal», nos trasladará hacia la falsa idea de reivindicar el retorno a un capitalismo «más humano» y a las condiciones de explotación clásicas del trabajo asalariado  -por llamarla de algún modo- considerando que la anterior forma de dominación se convierte hoy, para los reformismos de cualquier pelaje, en un hecho «aceptable y más benigno». 

 
            Cuando la burguesía monopólico-financiera impone a sangre y fuego en nuestro país, el actual modelo económico; una de las características que mostró la diferencia con el anterior, es que se inauguraba un periodo de congelamiento y bajas de los sueldos y salarios en paralelo con una superexplotación del trabajo asalariado. En el momento en que es nombrado bi-ministro de Economía y Hacienda Jorge Cauas, la dictadura se había anticipado a limpiarle el camino a esta fracción burguesa, es decir, el plenipotenciario ministro aplica su política de schok cuando miles de trabajadores habían sido despedidos de sus fuentes de trabajo; a otros miles se les en carceló o asesinó, cientos de dirigentes sindicales fueron encarcelados, asesinados y/o desaparecidos; cientos de organizaciones, entre sindicatos de base, federaciones y confederaciones habían quedado al margen de la ley; la poderosa Central Única de Trabajadores (la CUT clasista) había sido disuelta y también se le declaraba ilegal. Podemos entonces afirmar, que desde el año 1975 la nueva condición histórica de las relaciones sociales de producción en Chile, se basan en la superexplotación de la fuerza de trabajo. Dadas así las cosas, cómo asumimos esta verdad sin engañarnos y equivocarnos en cuanto al modo de enfrentarla.

            Qué debiéramos plantear a los trabajadores y al pueblo en general, respecto del intento de los patrones de imponer condiciones laborales cada día más y más abusivas e injustas. Sucede simplemente, que a estos señores, todos los retrocesos impuestos a los trabajadores a sangre y fuego en el periodo dictatorial y profundizados en los gobiernos de la Concertación, siendo situaciones de extrema injusticia como el «Plan Laboral» del señor José Piñera, cuyo maquillaje «democrático» lo convirtió en la actual legislación laboral. Si valoramos los años de lucha, los esfuerzos de construcción de un Movimiento Obrero fuerte y de una expresión de clase unitaria y granítica, la conformación de un sistema de seguridad social efectivo y solidario; si evaluamos de cara a la historia todas estas extraordinarias conquistas de la clase obrera y el pueblo hasta el año 73, en un lapso de casi cuatro décadas de coraje, audacia y decisión combativa; entonces podemos afirmar que el daño que ha ocasionado la clase dominante a los asalariados de este país, es extremo. Sin embargo para el gran capital esto aún es poco.

 
            Probablemente, el terrorismo de Estado y aquella atmósfera de persecución extrema que imperaba en el país, opacó el hecho de que en las empresas se estuviesen consagrando estas nuevas formas de dominación económica. Los patrones se sintieron a sus anchas para bajar los salarios, imponer horas extraordinarias sin derecho a pago, y mantener humillados a los trabajadores bajo la amenaza del despido arbitrario o la acusación de ser los enemigos marxistas del gobierno. Desde entonces, la clase trabajadora junto con su atomización orgánica y su fragmentación social, ha estado sometida sin parar a este régimen de dominación laboral, que posteriormente fue coronado con la tercerización de la economía, que da lugar a una cantidad enorme de empresas de servicio que cumplirán dentro del modelo la tarea de precarizar el empleo y abaratar el valor de la mano de obra, cuestión que hoy es conocida como la subcontratación.

 
            Pero, dada la importancia y significación política, social y económica del tema, es que resulta pertinente tratar este asunto de manera ordenada:


1.     
En la guerra de las ideas, tenemos que decir, el modelo económico por todos y de todos conocido no es neo-liberal, no lo es,  pues no ha hecho ni ha pretendido nada parecido al liberalismo de antaño aún sobre nuevas bases. El patrón de acumulación actual es creado a imagen, necesidad y semejanza del gran capital financiero internacional y por lo mismo, aquí y en todas partes del mundo sirve los intereses de esa fracción burguesa monopólico-financiera. Lo anterior quiere decir ni más ni menos que, en la realidad objetiva no existe un mercado haciendo como un dios todo a sus anchas, este famosillo mercado, contrario a lo que se impone y se cree como idea, no es un dios, ni un patrón, o por último un socio en el espacio de los negocios, es simplemente el empleado servil y acomedido de los monopolios financieros transnacionales. Tampoco existe una competencia desmedida y sin el control de los Estados; existe una regulación económica que funciona de manera eficiente y efectiva y que el imperialismo ha llamado «desregulación»; hasta ahora no han dejado de funcionar los Estados nacionales y particularmente son los Estados imperialistas los que mejores funcionan sosteniendo y haciendo más adecuadas las nuevas formas de la dominación capitalista; la «globalización» a diferencia de lo que el término sugiere; con las guerras de rapiña de los imperialismos, hace aún más patente el alto poder concentrador del capitalismo en las actuales condiciones históricas.

2.      Instalados en el mismo terreno de la confrontación ideológica, diremos no es dable pensar, ni hacer, que la lucha contra el capitalismo es y será una lucha contra una de sus fases de desarrollo, la actual fase. Plantearse esto, sería como decir: a partir de hoy la izquierda debe luchar por rescatar o recuperar o reinstalar la constitución de 1925 puesto que era más democrática. Sabemos que algo parecido a esto sigue siendo una tentación para el reformismo de izquierda y otros sectores del radicalismo pequeño-burgués, sin embargo, los revolucionarios estamos convencidos que ideas como estas son un craso error político. Por lo mismo, creer y convencernos de que existen dos tipos de capitalismo: uno más humano y otro salvaje, uno explotador y otro superexplotador,  uno democrático y otro neoliberal; creer esto, es simplemente hacerle el juego a la ideología dominante y quedar cautivo de su lógica.

 
3.      En este mismo sentido, nos parece interesante la reflexión de la investigadora mexicana, compañera Beatriz Stolowicz, aún cuando insistimos que no compartimos que el actual modelo económico tenga características neoliberales, salvando esa diferencia, exponemos lo que ella expresa: «En América Latina, expresión de esa estrategia conservadora es el posliberalismo, el mentado Consenso Posliberal que los ideólogos más lúcidos del sistema vienen gestando desde hace una década. Que se presenta como crítica al neoliberalismo, incluso expropiándole el lenguaje a la izquierda, pero que tiene por objetivo preservar al capitalismo. Es una estrategia esencialmente de control político, que comienza a implementarse desde mediados de la década pasada cuando diagnostican crisis de gobernabilidad por el fracaso del modelo político para impedir la expresión de demandas sociales; que luego busca incidir en el debate de alternativas al neoliberalismo con el propósito de neutralizarlas, y que, cuanto más difícil les resulta impedir que la izquierda gane elecciones, tiene ahora por objetivo hacer que ella se haga cargo de la ejecución de esa estrategia. Los éxitos que ya han tenido es una medida de los problemas en el pensamiento de la izquierda, tanto para pensarse a sí misma como para pensar a los dominantes.  Una izquierda que además de vaciamiento teórico muestra un insuficiente conocimiento histórico, lo que la lleva a enredarse en los discursos doctrinarios que dan forma y encubren los objetivos capitalistas; y que tiene déficit investigativos que le dificultan distinguir entre discurso y proyecto dominantes.» (*)  Amen de la extensión de la cita, esta redondea exactamente el meollo de la cuestión. En Chile hemos cruzado ya tres décadas de poder de los monopólico y aún grupos importantes de intelectuales de izquierda insisten en rendirle a la clase dominante exámenes de «buena conducta democrática», y estos exámenes consisten en devanarse los sesos para encontrar dentro del mismo sistema, soluciones a la injusticia social y a la explotación, a estos intelectuales sin duda Marx y Lenin les deben estorbar su buen poco.


4.     
Republicano, democrático, conservador, liberal, salvaje, neoliberal etc., etc., podemos encontrarle muchos nombres o denominaciones al capitalismo, pero en esencia ha sido, es, y será el mismo sistema explotador, expoliador e injusto política, social y económicamente. Su actual fase imperialista, lo perfila como un modo de producción sin ninguna posibilidad de retorno en cuanto a su carácter pasajero en la historia de la lucha de clases y su desgarramiento por contradicciones que se hacen enconadas y profundas. Contradicciones que aumentan y se profundizan constantemente, se exacerban a diario y se constituyen, en buenas cuentas, en un conflicto insoluble entre las fuerzas que anhelan el progreso y se plantean la revolución y las fuerzas retrógradas y reaccionarias.

 
5.      Aparentemente en Chile la dialéctica y sus leyes están pasando de largo, somos hoy día como país, el botón de muestra que el imperialismo exhibe como el afortunado reflejo del «Consenso de Washington». La disciplina ejemplar de nuestros estadistas desde la dictadura hasta hoy, para seguir a pies juntos las orientaciones del imperialismo en cuanto a la enajenación de nuestro patrimonio nacional, la pérdida absoluta de la soberanía popular en favor del consenso ínter burgués que mediante conciliábulos ordena y orienta la política nacional satisfaciendo los intereses y los apetitos del gran capital financiero internacional. Mientras en otros países los trabajadores y el pueblo cumplen, nos guste o no nos guste, con la realización de importantes tareas democráticas de los cuales los pueblos de Venezuela y Bolivia son los ejemplos más claro de estos procesos democrático-populares, en nuestro país, no logramos aún desprendernos del reflujo que todavía franquea la lucha de los sectores dominados. Para peor, la burguesía más reaccionaria todos estos años ha hecho un importante aprendizaje. Ha aprendido a administrar el colapso del modelo económico, sin necesitar cambiarlo, sino simplemente hacerle pequeñas enmiendas, diríamos que casi del tipo técnico. Ha aprendido a mimetizarse con las aspiraciones del mundo popular, hasta el punto que hoy día está enquistada físicamente en los territorios populares y con el saldo además; de haber conquistado la adhesión de un porcentaje importante de pobladores en situación de pobreza y miseria. Ha aprendido a imponer sus intereses, sin recurrir a la coacción o la fuerza, se ha hecho capaz de mantener en alto sus prebendas y privilegios, transfiriendo a las estructuras del Estado y a sus agentes políticos; el rol de garantes de sus grandes negocios y negociados. Ha aprendido ha hacer del cinismo un mecanismo publicitario efectivo, para mostrarse «democrática», «sensible» socialmente y políticamente «defensora» de los valores que sustenta el «ciudadano común».


6.     
En Chile la iniciativa estratégica la tiene la gran burguesía. Son ellos los que orientan la política nacional, son ellos los que determinan las agendas de los gobernantes, son ellos los que priorizan los ejes del desarrollo económico, ellos desde el Banco Central, orientan y encausan las tendencias del mercado y mantienen a toda costa con sus operaciones financieras el llamado equilibrio macroeconómico. Ellos regulan los costos políticos y económicos que se hacen presente en las relaciones sociales de producción. Esta gran burguesía vinculada a las finanzas y gravitando fuertemente en la vida social y económica del país por su práctica y carácter monopólico, asociada además a los intereses transnacionales e imperialistas; Esta gran burguesía decíamos, ha logrado con un extraordinario juego de ingeniería social y política, prolongar hacia un largo plazo su dominio y control de clase, convirtiendo la tarea de reconstrucción social y política y de rearme de la conciencia de clase de los sectores dominados, en una tarea dificultosa, compleja y difícil por el grado de penetración ideológica y los niveles de inserción social que ha realizado este enemigo.

 
NO SOLO LEGITIMAR EL SISTEMA SINO CONSAGRARLO

 
Cuando la movilización y la protesta social pone en entredicho, no sólo las políticas del capitalismo, sino también sus estructuras de poder; entonces ocurre, que desde las esferas de ese poder, se intenta poner en tela de juicio aquella protesta, en tanto tales movilizaciones sociales «alteran la paz y el orden público». Aquí el sistema ya no es puesto como una categoría histórica, sino que es presentado como una entidad supranatural cuya génesis la encontramos en las leyes de la naturaleza. En este punto, la intelectualidad burguesa que cumple la tarea de legitimar el orden burgués se remite -para callado- a sus pensadores ideológicos originarios como lo son J.Locke, Montesquieu u otros; para decir que la democracia burguesa, por ley o por gobierno, es la recuperación de la igualdad, que está presente en el Estado de Naturaleza, aunque esta sea aparente. También aparecerá un Francis Fukuyama, diciéndonos que el capitalismo es la sociedad terminal de la humanidad y que con la actual fase de desarrollo del capitalismo mundial, se ha acabado la historia y las ideologías.

 
Pero la propia historia desmintió con su continuidad todas estas extrañas «profecías» de los gurues burgueses. Más allá del esfuerzo permanente desde y con toda la maquinaria de la superestructura ideológica del capitalismo, para justificar, legitimar y darle aires de humanidad a un sistema intrínsecamente perverso como lo diría un papa, lo que desde el mundo de los trabajadores, desde el campo de los dominados, no puede perderse de vista es que: las actuales relaciones sociales de producción, que hacen del trabajo asalariado una fuerza laboral superexplotada física, psicológica, social y económicamente; frente al actual y extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas, encubren históricamente una de las contradicciones más explosivas que haya producido a lo largo del tiempo la lucha de clases. Pero es bueno señalar, que esta mayor explosividad de los antagonismos de clases, no esta dada por poseer el capitalismo un carácter más «salvaje» o más «inhumano», sino por la única y exclusiva condición, de que la humanidad por razones dialécticas se encuentra inmersa en un desarrollo cualitativo superior de la totalidad de la materialidad de la humanidad, que hoy hacen más vigente y manifiesta que nunca la frase de Rosa Luxemburgo: Barbarie o Socialismo.

 
Concluyendo: El Chile de hoy se conecta con esta realidad mundial que de globalización sólo exhibe los lamentables grados de miseria y pobreza en que se debaten millones de seres humanos en uno y otro hemisferio del planeta. Los patrones en nuestro país hacen el esfuerzo para que los trabajadores chilenos se igualen a esas franjas miserables de trabajadores del Asia, del África, de las concentraciones de inmigrantes del mundo desarrollado, que se ganan el pan al margen de toda ley, de toda protección social, de toda seguridad laboral y que en la mayoría de los casos constituyen anónimas cifras de obreros sin nombre y sin contrato. La flexibilidad laboral aunque en muchos centros laborales se ha impuesto en los hechos, lo más característico de esta aún no la han podido implementar y es eliminar lo que queda de ley a favor de los trabajadores y deponer la conciencia que hasta hoy permite a los trabajadores sentirse dignos de respeto.

 
Pero, lo que esta dado es insignificante respecto de lo que se tiene que ganar y reconquistar, por eso la tarea de los revolucionarios es ardua y llena de sacrificios y adversidades, el doble talvez de lo ya ha sido el camino de rescatar, reconstruir, rearmar, recomponer y reasumir: tradiciones y ejemplos de lucha, organización y movimiento obrero, conciencia de clase, vínculos sociales y políticos y compromiso y decisión revolucionaria. Todo esto lo podríamos relativizar si asumimos una postura oportunista ante la historia, pero como el Socialismo se levanta como la única superación objetiva y subjetiva a la explotación capitalista de hoy, es que seremos hoy y mañana forjadores de este Socialismo. La tarea ahora consiste en ampliar y extender el proceso de reactivación social iniciado por los obreros forestales, los obreros subcontratados del cobre y los obreros de la empresa Agro-Super. La politización de estas luchas y demandas nos posibilitarán más temprano que tarde dejar atrás el actual reflujo en el aún estamos inmersos.

 
EL CAPITALISMO PONE AL PUEBLO ENTERO DE RODILLAS,

ES HORA DE QUE EL PUEBLO SE LEVANTE Y APLASTE AL CAPITALISMO.

 

¡¡NADIE NOS TRANCARÁ EL PASO!!

 
Movimiento por la Convergencia Revolucionaria