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Suponiendo sobre la línea de pobreza actualizada de Cuba

Fuentes: Rebelión [Imagen: OnCuba]

Según el Banco Mundial, la línea de pobreza es un umbral monetario internacional que permite medir la pobreza extrema a nivel global, basado sobre el costo mínimo necesario para satisfacer necesidades básicas como alimentación, vestimenta y vivienda. Dicha línea fue recientemente actualizada a los precios del 2021, como se hace periódicamente; por ello, amerita un comentario acorde con las circunstancias cubanas.

El Banco Mundial reconoce que la pobreza incluye privaciones en salud, educación y acceso a servicios. Por ello, también mide la pobreza multidimensional -digamos falta de agua potable o electricidad-, que en las presentes circunstancias criollas están adquiriendo un protagonismo más que inquietante, casi de amenaza de seguridad nacional. De paso, cada país puede definir su propia línea de pobreza según contextos locales. Por ejemplo, en España se usa el 60% de la mediana de ingresos.

Como en Cuba no se publican datos oficiales sistematizados sobre su línea de pobreza, ni siquiera sobre la evolución de los ingresos de la población a precios reales, se hace extremadamente difícil el cálculo. Así, la línea actualizada de pobreza criolla -considerada la mayor de las Antillas un país de ingreso medio a alto-, estaría por los 8,30 usd diarios. O sea, 95 685 pesos mensuales percápita al cambio informal del 23/07, que en lo concreto es el efectivo y realista. Si se considera por la línea mundial de pobreza (3 usd al dia), que es pobreza extrema, serían 34 620.

Cuba aún califica como un país de Alto Desarrollo Humano, si bien su posición cayó de un ranking mundial 85 en el 2023-24 a un 97 en el 2025, para ser el país que más habría descendido de un año para otro en el orbe. Su desigualdad social creciente es más que visible, más allá de que su Índice de Gini se estime entre 45 y 50%, cuando en los 1980 era de alrededor de 25. Sin dudas, un escenario inquietante.

Dada la falta de información pública, por una parte, y por la otra las carencias originadas por constantes apagones en todo el territorio nacional -de hasta más de 20 horas diarias, según numerosos reportes-, y por ende de servicios hídricos que dependen de la electricidad para ser efectivos -entre otros dèficits ( alimentación, salud, etc.)-, el más elemental supuesto sería tomar como línea de pobreza local la media aritmética entre 95685 y 34620 pesos, igual a 65 152,5. Este resultado es altamente preocupante, pues el salario medio ronda los 6500 pesos mensuales y «cerró» el 2024 en 5839; por su parte, las pensiones promediarían alrededor de 2400 pesos. Está previsto un aumento general de aquellas, pero ni de lejos se acercan al asumido promedio de línea de pobreza.

Asumir un supuesto de contraste no es tarea fácil. Quizás, los estimados del economista Dr. Omar Everleny Pérez Villanueva, ya algo envejecidos por la inflación – datan de marzo -, permitan algún acercamiento. Según los mismos, un cubano necesitaría un presupuesto elemental de 45401 pesos al mes, desglosados en:

Elaboración de Omar Everleny Pérez Villanueva

Como se observa, es un supuesto de satisfacción de necesidades elemental, que no considera requerimientos de salud, cultura, gastos de mantenimiento de la vivienda, entre otros, todos los cuales son parte de una existencia digna, a tono con los estándares dígase decorosos para un país como Cuba y su proyecto social.

Sí, ya se sabe del carácter éticamente inaceptable de las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos contra la tierra de José Martí y del daño que ocasionan; pero como ese perjuicio es «parte del paisaje», la abstracción es válida, como lo son las críticas de prestigiosos economistas criollos a políticas económicas que hallan en el también llamado bloqueo una justificación de maravillas y ¿también un espacio para burocráticos intereses creados?

Prueba al canto: importar piensos avícolas en un país apto para dos cosechas anuales de maíz – su base natural de piensos -, con nada menos que el 56% de la superficie agrícola sin cultivar; o sea, una extensión similar a la detectada en el Censo Agrícola de ¡1946!, cuando la peste del latifundio privado coartaba el potencial agrícola cubano. Aunque, ¡vaya paradoja! Tal parece que el latifundio estatal de hoy es aún más coyunda.

Evidencia a la mano, también : es verdad de Perogrullo que la voluntad política se expresa como voluntad presupuestaria y sobre todo inversionista: destinar en el 2024 un irrisorio 2,7% del total de inversiones a agricultura, ganadería y silvicultura, mientras se dedicó el 37% a las asociadas a un turismo que en ese año mantuvo alrededor de 3 de 4 habitaciones vacías y, se sabe, tiene la peor tasa de ocupación lineal del Caribe desde el 2009, mínimo; caer en más de 900 mil cabezas en la existencia de ganado vacuno entre el 2019 y el 2024, sin que la opinión pública reciba adecuada explicación de semejante «holocausto», que ha dejado al ya de antes mermado rebaño en unos 2,8 millones de cabezas, de seguir a las estadísticas oficiales y a la prensa.

No está solo Pérez Everleny, quien se concentra en los ingresos para acercarse a una línea de pobreza: la reconocida socióloga Mayra Espina apuntó que «considerar que los ingresos personales y familiares no son definitorios para la satisfacción de las necesidades esenciales conduce, de hecho, a una subvaloración enorme del tamaño de los grupos carenciados. Ésto desconoce que la insuficiencia de las prestaciones sociales en la Cuba de hoy, junto a la elevada y creciente importancia del mercado en el acceso a bienes de primera necesidad y la inflación, otorga el papel protagónico a los recursos económicos con que pueda contar una familia. Aun cuando los datos del último informe público se refieran a 2017 —en un contexto menos duro que el de la pospandemia—, las cifras de pobreza impresionan por ser subvaloradas«.

Entretanto, dos comisiones del parlamento cubano aplaudieron a una ministra del Trabajo y Seguridad Social, cuya falta de empatía hacia la pobreza casi sublevó a Cuba. Ya exministra, por presión popular.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.