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España no es un país para viejos

Suspensión de sus pensiones

Fuentes: Impresiones Mías

El Gobierno español, ese militante de base del capitalismo internacional y comisionista de sus intereses, va definiendo su estrategia para meter mano al asunto de las pensiones. Por razones de agenda, la próxima mordida de los especuladores financieros a los restos del estado del bienestar, tendrá lugar a finales de enero de 2.011. Para sacar […]

El Gobierno español, ese militante de base del capitalismo internacional y comisionista de sus intereses, va definiendo su estrategia para meter mano al asunto de las pensiones. Por razones de agenda, la próxima mordida de los especuladores financieros a los restos del estado del bienestar, tendrá lugar a finales de enero de 2.011. Para sacar adelante la reforma de las pensiones, el PSOE comprará apoyos de partidos minoritarios, que luego tendremos que pagar bien caro entre todos. La reforma atrasará la edad de jubilación, y ampliará el número de años de cotización para el cálculo de las pensiones.

Con estas medidas y las que están preparando, el ciclo vital del español medio del 2050, se podría resumir así: nacer, crecer, alcanzar un nivel educativo ridículo, alternar largos y penosos periodos de paro con contratos basura (cotizando bajo mínimos), jubilarse a los 75 años, cobrar la limosna oficial y morirse por sus propios medios privados. Si alguien, en llamada anónima, reclamara este atentado contra el ser humano, añadiría al final: «esta política social le autodestruirá en 5, 4, 3, 2…». Así es nuestra clase política, los ciudadanos les votamos y ellos nos traicionan gobernando para los mercados. En pocos años España se puede convertir en el principal exportador de jubilados al tercer mundo, porque solo allí su pensión tendrá ciertas garantías de llegar a final de mes.

Con todo, estas condiciones serán todavía deseables si algún día se llegasen a cumplir las previsiones del extravagante gerontólogo Aubrey de Grey, quien afirma que existe un 80% de posibilidades de que haya nacido ya la primera persona que alcanzará los 1.000 (sí, mil) años de edad. Y concreta aún más, «existe un 50% de posibilidades de que la primera persona que alcance tan bíblica edad tenga hoy 40 ó 50 años». Si se fundamenta el atraso de la jubilación en el incremento de la esperanza de vida, da miedo pensar qué medidas nos exigirían los hipocondríacos mercados, si algún día el ser humano alcanzara tal longevidad. Esta pseudo-vida eterna dejaría de ser un objeto de deseo histórico y popular y, sabiendo desde ya que solo beneficiaría a los más poderosos, ya se las arreglarían para que económicamente estuviera al alcance de todos, aunque fuera en la modalidad de préstamo que estaríamos pagando durante toda esa «vida».

Tal vez convendría promover una recogida de firmas que exija la equiparación de nuestras pensiones y de las pensiones de los políticos, de tal modo que cuando nos impongan medidas austeras y restrictivas, ellos se vean afectados exactamente en la misma proporción. Por esta vía nos aseguraríamos de que pensarían sus medidas por quien las va a sufrir y no por quien se va a beneficiar de ellas. Si esto no funcionase, siempre se puede recurrir a la suspensión de sus pensiones. De este modo, tal vez se pensaran dos veces meter el cazo en nuestro puchero para dar de comer a quienes deben estar ya más que saciados desde hace varias crisis.

Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que los políticos no prestan sus servicios a la patria, sino que se los venden y muy caros.

Fuente: http://impresionesmias.com/2010/12/19/suspension-de-suspensiones/