Una mayor inserción de las alternativas energéticas demanda estudios adicionales, transferencia de tecnología e innovación, indican recientes estudios.
Con complejas situaciones para la generación de electricidad por obsolescencia tecnológica e insuficiente financiamiento para modernizar las termoeléctricas, Cuba tiene un potencial energético por explotar a partir de tres fuentes alternativas fundamentales: bioenergía, biogás y biodiésel.
De acuerdo con el Atlas de Bioenergía 2022, existe un potencial energético de 2 656 000 toneladas equivalentes de petróleo (tep, equivale a la energía que rinde una tonelada de petróleo) resultante del aporte de tres fuentes de bioenergía: biogás (8 por ciento), biodiésel (1 por ciento) y la biomasa sólida (91 por ciento).
Estas fuentes, indica el texto elaborado por un colectivo de autores del Centro de Gestión de la Información y Desarrollo de la Energía (Cubaenergía), están asociadas a los sectores productivos de la agroindustria azucarera, la industria alimentaria y el agropecuario y forestal.
La estimación del potencial, alerta el atlas, presenta incertidumbres asociadas al conocimiento existente sobre el potencial de biomasa forestal, la carga orgánica de las fuentes de contaminantes orgánicos industriales, la recolección y preparación de los residuos agrícolas cañeros como biocombustibles.
Debido a la sustitución de portadores energéticos de origen fósil, asciende al 88 por ciento el impacto potencial en los tres sectores productivos analizados del uso de las fuentes de bioenergía consideradas en el Atlas de Bioenergía 2022.
Entre los ejemplos de sustitución de combustibles fósiles en el sector agropecuario están la alternativa de generar un por ciento de la electricidad que demanda el Grupo Agrícola con el uso de los residuos de la cáscara de arroz, en tanto que los que aportan los aserraderos puede generar la energía eléctrica que consume el Grupo Agroforestal.
Energía y medio ambiente
La contaminación del medio ambiente por la deposición de sustancias contaminantes está entre los principales problemas ambientales del país, alerta la Ley del Sistema de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente, aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba, el 14 de mayo de 2022.
En el caso de los contaminantes orgánicos, el tratamiento anaerobio es una de las soluciones disponibles para reducir su carga orgánica y, por tanto, su impacto ambiental.
En ese sentido, al atlas analiza los residuales líquidos orgánicos asociados a la industria alimentaria (cárnica, láctea, cervecera, pesquera y de conservas), de la azucarera y de la producción agropecuaria.
Para Cuba, el atlas pondera la contribución de la bioenergía a la disminución de la importación de combustible por medio del uso de las mezclas de gasolina con alcohol etílico y la de diésel con biodiésel.
A juicio de expertos, la fuente más apropiada es el aceite obtenido de la semilla del fruto de la Jatropha curcas (Jc), conocida en Cuba como piñón botija, planta no muy exigente en cuanto a suelos y atenciones agroculturales, de la que se extrae un aceite no comestible.
El texto indica que el desarrollo de un agrosistema de esa planta y el aprovechamiento de su biomasa pueden propiciar un aumento de las áreas boscosas y frenar la deforestación de los ecosistemas más frágiles.
De manera especial, esto beneficiaria a las regiones semiáridas y secas no aprovechadas por la agricultura, la regeneración de suelos, el incremento de la biodiversidad y la disminución de las emisiones de gases contaminantes.
Cubrir la demanda de biodiesel requeriría establecer 40.589 hectáreas de plantaciones, que representan el 1,3 por ciento de la superficie cultivada del país o el 10 por ciento de las tierras ociosas reportadas en 2017.
Por otra parte, según el atlas, la contribución en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero por el aprovechamiento de este potencial energético, a partir de diferentes fuentes de bioenergía, al sustituir portadores energéticos de origen fósil, asciende a 1.315.583 toneladas de dióxido de carbono (CO2) anuales.
Atlas por dentro
Para la comprensión y el correcto uso de términos, el glosario aclara conceptos como agroenergía, biocombustible, biodiésel, carga orgánica, poder calorífico y toneladas equivalentes de petróleo, entre otros, e inserta algunos desconocidos como la transesterificación, el proceso más utilizado para producir biodiésel con aceite vegetal.
Un amplio conjunto de gráficos muestra indicadores como estructura del consumo de electricidad del SEN, de combustible fósil en hornos y calderas, en maquinaria agrícola por sector productivo y provincia, así como el potencial de autoabastecimiento eléctrico con fuentes de bioenergía (el mayor se concentra en Las Tunas, provincial oriental cubana).
Mediante los 43 mapas incluidos en el atlas, es fácil apreciar por provincias, por ejemplo, el consumo total de portadores energéticos de la industria alimentaria, del sector agrícola y forestal, así como el potencial de sustitución del consumo de portadores energéticos con fuentes de bioenergía.
Igualmente, reflejan el potencial energético de biomasa forestal, de los residuos de aserraderos de producción de leña de las plantaciones energéticas existentes y de otras fuentes como la cáscara de arroz.
Fuente: https://www.ipscuba.net/medio-ambiente/sustitucion-de-combustibles-fosiles-en-cuba-tarea-pendiente/