Transitar de la memoria personal a la colectiva, es un ejercicio de conciencia que requiere el esfuerzo y compromiso con aquello que evocamos, más aún cuando esos recuerdos buscan servir también a la reconstrucción de una generación que marcó de forma importante la historia de México, con sus luchas, sus victorias y derrotas, y sobre todo su entrega por una nueva nación. Así puede comprenderse el esfuerzo de escritura y la ruta que sigue Paco Ignacio Taibo II en su reciente obra, “Los alegres muchachos de la lucha de clases” (2023), en la que revive pasajes determinantes de su formación individual como ser humano, pero, sobre todo, como militante de izquierda de diversas organizaciones y partidos, que, con su labor por los desposeídos, impactó en la realidad de la clase trabajadora y los sectores populares. Esta obra es y no una novela, una historia de historias, y también un recuerdo múltiple por las diversas voces que nutren a la del autor, ya que algunos de los pasajes referidos le fueron comentados por otros y otras militantes de izquierda.
En “Los alegres muchachos de la lucha de clases”, Paco Ignacio teje entre aventuras juveniles el proceso de concientización que vivió su generación, la cual, sin saberlo, sería participe de acontecimientos transcendentales como el movimiento estudiantil-popular de 1968, los fraudes electorales de 1988 y 2006, o las movilizaciones obreras, campesinas y populares que determinarían la vida de miles de mexicanos, tanto por sus logros, como por sus derrotas ante un régimen que no acaba de irse aún en nuestro país en transición.
Es el propio Paco quien advierte en su “Nota inicial”, que ha vivido con “la obsesión del rescate de la memoria social”, ya que es autor de libros sobre Pancho Villa, Ernesto Che Guevara, así como documentales sobre Roque Dalton y muchos otros personajes y luchas de la izquierda latinoamericana y mundial. Pero, en esta ocasión, Taibo II se desnuda un poco para dar lugar a la escritura autobiográfica, sin que la obra comentada sea una biográfica tradicional, pues si bien se parte del individuo, la búsqueda es contribuir a dar forma a la memoria colectiva de la generación que va de los años 40 y 50 del siglo pasado, hasta el presente, pues “los alegres muchachos”, muchos de ellos, siguen siendo actores de la vida sociopolítica de México.
Paco reconoce que: “escribo para también rescatarme”, ya que el tiempo no deja lugar a la vacilación, y la época que vivimos no es propicia para el olvido, sino para la acción consciente, y la escritura es una forma de hacer y decir que trasciende. El autor reconoce que el libro es para que las generaciones que hoy no hayan escuchado de los sucesos relatados o no conocen a los personajes que los vivieron, puedan saber de ese pasado en función de una mejor lectura de la nación en la que hoy vivimos.
Sin la carga de nostalgia exacerbada que pudiera volver cursi el relato, Taibo II da pistas, nombres y referencias de vidas y procesos para que el México de ahora no olvide, no borre ni niegue lo acontecido, reconociendo que es la memoria social donde se resguardan los sueños y las esperanza de los desposeídos y negados en un país tan complejo como el nuestro.
“Los alegres muchachos de la lucha de clases. Las batallas de una generación que formaron el presente”, es una guía de ruta con la que se puede conocer y discutir, pero no ser ajeno a la alegría de quienes aún soñamos…
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