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Tambalea el modelo económico chileno

Fuentes: www.radio.udg.mx

El índice de desempleo aumentó a 9,7% de la fuerza de trabajo -589.000 personas desocupadas- durante el trimestre mayo-julio 2004, informó el jueves el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). El indicador del INE exhibe más desempleo que el 9,6% del trimestre abril-junio 2004 y que el 9,1% del mismo trimestre mayo-julio 2003. En buenas cuentas, […]

El índice de desempleo aumentó a 9,7% de la fuerza de trabajo -589.000 personas desocupadas- durante el trimestre mayo-julio 2004, informó el jueves el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). El indicador del INE exhibe más desempleo que el 9,6% del trimestre abril-junio 2004 y que el 9,1% del mismo trimestre mayo-julio 2003. En buenas cuentas, el aumento de 9,1% a 9,7% significa que la tasa de desempleo creció en 6,59% en el trimestre mayo-julio de 2004 en relación a igual trimestre de 2003. Fue el peor desempeño del indicador en los últimos tres años.

El desempleo en Chile aumenta de la mano con el crecimiento económico. La producción crece, aumentan las exportaciones, ingresa más dinero a la economía, pero la gente tiene cada vez menos trabajo. El informe trimestral sobre el empleo enfrió el entusiasmo levantado por el 5% de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) durante el año que terminó en junio difundido también en agosto por el Banco Central.

«Para no creerlo»

La prensa minimizó la mala noticia. «Para no creerlo», afirmó el diario La Tercera, cuyo propietario -Alvaro Saieh- fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile en tiempos de la dictadura militar. Los medios relegaron la noticia a un discreto tercer o cuarto plano, al contrario de la algarabía levantada por el 5% de crecimiento económico.

Chile fue el primer país de América Latina que adoptó el llamado «neoliberalismo» como «nuevo» modelo neoconservador de sociedad, pero no lo eligió voluntariamente, sino que le fue impuesto a la fuerza por la dictadura -1973-1990-. La «transición» a la democracia iniciada hace 14 años aplicó la misma receta, quizás con mayor entusiasmo y mejores resultados macroeconómicos. La justicia acaba de levantar la inmunidad que Augusto Pinochet posee todavía como «ex presidente» para que sea juzgado por algunos de los crímenes de la Operación Cóndor, uno entre muchos episodios sanguinarios perpetrados para imponer el modelo de sociedad.

La gente común y corriente poco entiende de economía. Las críticas se presentan como «interesadas» o «políticas» en una prensa que sólo publica elogios e ignora opiniones distintas, sin que jamás haya acogido un debate serio sobre el modelo de sociedad. La mayoría de los economistas chilenos fue formada por profesores como Saieh y otros profetas de la Universidad de Chicago, interesados en crear una mentalidad instrumental al «nuevo» modelo. La prensa esta disponible sólo para la propaganda del recetario neoconservador consagrado como un dogma, no para criticar racionalmente al «modelo».

La pobreza en el modelo chileno

En Chile estaría desmoronándose el basamento «teórico» del dogma neoliberal. Por primera vez el ciudadano común comienza a desconfiar en que el crecimiento económico -que más bien le resulta ajeno- termine mágicamente con la pobreza. El país del Sur sirve de nuevo como conejillo de Indias, pero esta vez el cobayo tiene la apariencia del sepulturero.

También en este mes, el gobierno dio a conocer con optimismo «la derrota de la pobreza», que disminuyó desde un 20,6 a un 18,8% con respecto al año 2000, mientras la indigencia anotó un descenso desde 5,7 a 4,7%, es decir, habría 2 millones 907 mil personas en situación de pobreza, incluidas 728 mil en indigencia.

El economista Marco Kremerman, de la Fundación Terram, cuestionó la idoneidad del método de medición, alegando que «en estricto rigor, no tenemos un 18,8% de la población en situación de pobreza, sino que bajo una línea de pobreza estadística, relacionada con las pautas de consumo de 1986 y que se arroga el título de satisfacer las necesidades mínimas de las personas». La «línea de pobreza» corresponde a un ingreso mensual de $ 43.712 [unos 70 dólares] en un país en que el transporte urbano vale medio dólar. Es decir, un viaje diario de ida y vuelta consume casi la mitad de la «línea de pobreza». «¿Usted cree que alguien que recibe $45.000 [72 dólares] mensuales ha dejado de ser pobre?, preguntó Kremerman.

«Si vamos a contar a los pobres, contémoslos bien» -propuso el economista- «para que por lo menos se tenga una idea cercana a la realidad y a la cantidad de chilenos que la está pasando pésimo». Cree «que sería un mal negocio para el gobierno reconocer como pobres a un 60% de la población [8,5 millones] que, según la encuesta CASEN [el instrumento de medición], cuenta con menos de $100.000 [160 dólares] para sobrevivir», habida cuenta de los 589 mil desempleados que no tienen ningún ingreso.

¿Cuántos pobres hay en Chile?

Para Kremerman, el problema de fondo está en la desigual distribución del ingreso, una de las más regresivas del mundo. «Si observamos la evolución de la desigualdad desde 1990 hasta la fecha, podemos concluir que el problema sigue sin solución», dijo. La diferencia entre los ingresos del quintil [20%] más rico y el más pobre en 1992 era de 13,2 veces, «bastante menor a las 14,3 veces de la actual medición», dijo.

Para el especialista, la pobreza «en el último tiempo se ha acentuado a causa de un cóctel de políticas económicas a ultranza, que han propiciado la concentración de las riquezas, llenando los bolsillos de unos pocos. Por tanto, de no mediar cambios de carácter estructural y un nuevo consenso político, el leve mejoramiento de los indicadores en materia de distribución del ingreso detectado se convertiría en un mero impacto coyuntural en los ingresos de los sectores más acaudalados, siempre más expuestos a los vaivenes de la economía internacional de la que participan de manera monopólica».

«La vergonzosa desigualdad debería ser un insumo adicional para medir la pobreza», afirmó Kremerman. «Es necesario destacar que, si bien la línea de la pobreza da cuenta -aunque de una manera irreal- de la pobreza absoluta, la pésima distribución del ingreso revela la pobreza relativa, que es evidente en sociedades fragmentadas como la chilena, en donde abunda la exclusión y la inequidad. Gracias a ella los pobres se sienten aún más pobres», sostuvo.

El economista piensa que la precariedad del mercado laboral y «la pésima calidad de vida que la mayoría debe acatar para ser funcional al sistema», genera una pregunta todavía sin respuesta: «¿Cuántos pobres hay en Chile?»

Los pobres también aumentaron en Estados Unidos, el «modelo del modelo», por tercer año consecutivo. Según los datos que dio a conocer el jueves la Oficina del Censo, 1,3 millones de estadounidenses ingresaron a la pobreza durante el año 2003. Los pobres del país más rico del mundo son casi 36 millones, el 12,5% de la población.

También aumentaron en 1,4 millones las personas que no tienen asistencia medica, que suman 45 millones, o el 15,6% de la población. Estos datos se dan a conocer anualmente en septiembre, pero este año fueron adelantados, probablemente para alejarlos de las elecciones de noviembre.

El efecto de la tasa de interés

«Hubo crecimiento económico, pero responde a factores externos en 80%», aseguró el profesor Hugo Fazio, presidente del Banco Central en el gobierno de Salvador Allende y director de Cenda, Centro de Estudios Nacionales del Desarrollo Alternativo. El economista lleva años advirtiendo que el modelo hace crecer al PIB con desempleo. Dijo que el mayor aporte nacional fue mantener bajas las tasas de interés, un reflejo de la política implantada en Estados Unidos por la Reserva Federal (Fed según su sigla en ingles), equivalente al banco central).

F. William Engdhal, autor de A century of war (Anglo-American Oil Politics and the New World Order), advirtió que tarde o temprano el país del Norte deberá cerrar el ciclo de las tasas bajas de interés, que por tres años consecutivos se mantuvieron en 1% -guarismo que no se producía desde 1958-, desde que la caída de la «burbuja punto.com» después del 11/9 hasta junio 2004. En agosto aumentaron de nuevo de 1,25 a 1,50% y en julio, las ventas de casas nuevas, que sostienen la nueva burbuja inmobiliaria como motor de la economía, descendieron en 6,4%.

El mercado estadounidense pide que las tasas se sinceren para contener el peligro de la inflación, pero la Fed las mantendrá frenadas hasta después de las elecciones de noviembre, cree Engdhal, a fin de postergar la debacle. Para salvaguardar la estabilidad del dólar, inexorablemente tendrá que explotar la burbuja económica generada por el crédito barato, sea cual fuere el gobierno que se elija . El efecto afectará a toda la economía mundial, con mayor énfasis en las naciones que exportan al mercado de EE.UU.

Los factores externos que ayudaron al crecimiento chileno fueron el aumento de la demanda y los mejores precios del cobre, pero las corporaciones transnacionales que explotan ese recurso natural en Chile no pagan impuestos ni regalías. Sólo la Corporación del Cobre (Codelco), la empresa del Estado que explota el 38% del metal le otorga beneficios al país. En el primer semestre 2004 tuvo excedentes por 1.540 millones de dólares, 662% más que los 202,1 millones de dólares logrados en igual período del año anterior, dando una idea sobre las ganancias que obtienen los privados extranjeros y nacionales que explotan este recurso natural.

Entonces, ¿qué creció?

El economista y senador demócrata cristiano Alejandro Foxley, que fue ministro de Economía, explica el crecimiento económico por televisión con un discurso propagandístico del modelo, como si estuviera dirigiéndose a sus alumnos de ingeniería comercial, en la óptica de Marcel Claud, director de la Fundación Oceana. Carlos Massad, que fue presidente del Banco Central, reconoce que el desempleo más la desigual distribución del ingreso conforman «el lado oscuro de la economía chilena» y que la solución reside en mejorar la educación, porque la demanda de empleo exige cada vez más obra de mano altamente calificada. «La distribución de los ingresos en Chile está entre las peores de América Latina», escribió el domingo en La Tercera.

Massad aseguró que «el 10% de ingresos más altos en nuestro país es más de 35 veces mayor que el ingreso promedio de quienes están en el 10% de ingresos más bajos», mientras que en el paradigma EE.UU. esta relación es de 10,4 veces. Añadió que «el capital humano», la fuerza de trabajo, o el «capital variable» como diría Carlos Marx, explica «más del 50% del crecimiento de nuestra economía en periodos de alta expansión, como 1975-1981 [bajo la dictadura] y 1995-1998» (bajo la «transición a la democracia»).

El crecimiento con desempleo efectivamente es «para no creer», porque entre 1986-2003 por cada 3% de crecimiento del PIB el empleo aumentaba en 1%, según los datos que aporta Massad. Un ministro de Economía de Patricio Aylwin (1990-1994), el socialista Carlos Ominami, llamó «chorreo» a este efecto. Pero el crecimiento ya no gotea hacia los pobres, quizás por el uso intensivo de tecnología que desaloja para siempre al «capital humano» y restringe la capacidad de empleo del modelo.

Según Claud, la minería y la harina de pescado, dos rubros que utilizan cada vez menos fuerza de trabajo, son los principales responsables del aumento del PIB. El economista, que también tuvo un alto cargo en el Banco Central pero renunció, dijo que en Chile existe un 1% de grandes y mega empresas que controlan el 76,1% de las ventas y el 96,1% de las exportaciones pero sólo absorben el 10,1% del empleo. El 99% restante de las empresas son pequeñas y medianas que responden por el 89,9% de la mano de obra, el 23,9% de las ventas y apenas el 3,9 de las exportaciones.

La concentración de la riqueza en Chile es tan intensa que entre el 1% de todas las empresas del país -aquellas súper corporaciones que controlan el 96,1% de todas las exportaciones-, solamente 27 manejan el 50% de las ventas al exterior. Todo esto en un país que ya tiene un indicador de «flexibilidad laboral» de 4,6, el tercero después de Hong Kong y corea, cerca del 5,8 de EE.UU. y muy lejos del 11,4 de España o el 22,8 de Colombia. En resumen, la economía en Chile crece… en beneficio de muy pocos. Y ese crecimiento es frágil porque se basa en exportaciones de recursos naturales de poco o ningún valor agregado.

*Ernesto Carmona es periodista chileno.