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Escándalo, sobornos… y otra vez Blatter

Tarjeta roja por el Fifagate

Fuentes: Miradas al Sur

Al igual que con los fondos buitre y los presos de Guantánamo, se hace uso ilegal de la extraterritorialidad de la ley estadounidense, quizá para impedir el Mundial en Rusia. Mientras, el reelecto presiudente de la FIFA, Joseph Blatter ha pasado por alto sobornos y estafas a países anfitriones de eventos de la FIFA, y […]

Al igual que con los fondos buitre y los presos de Guantánamo, se hace uso ilegal de la extraterritorialidad de la ley estadounidense, quizá para impedir el Mundial en Rusia. Mientras, el reelecto presiudente de la FIFA, Joseph Blatter ha pasado por alto sobornos y estafas a países anfitriones de eventos de la FIFA, y favoreció la corrupción, el maltrato y la muerte de obreros en todo el mundo y la destrucción de comunidades enteras para construir estadios.

Sudamérica y la globalización coimera

Además del fallecido Humberto Grondona, presidente (por 35 años) de la AFA y vice de la FIFA, hay tres empresarios argentinos acusados por la fiscalía estadounidense, que pidió sus extradiciones, por conspiración, sobornos y fraude.

Uno, Alejandro Burzaco, máximo dirigente de Torneos S.A., con operaciones compartidas con el Grupo Clarín y la producción de Fútbol para Todos, que maneja la revista deportiva El Gráfico y es socio de Clarín en Tele Red Imagen (TRISA, que produce los contenidos del canal de cable TyC Sports) y Televisión Satelital Codificada, que acaparaba hasta 2009 los derechos de transmisión de la televisión local. Hoy, Torneos tiene contratos con la AFA, la Confederación Su­damericana y la FIFA. Se explica, entonces, por qué Clarín ocultó su nombre en un primer momento.

Los otros dos, Hugo (padre) y Mariano Jinkins, dirigen Full Play Group, que anuncia la televisación de la Copa América de este año en Chile y el Mundial de Rusia 2018, además de haber usufructuado los derechos de televisación de los sudamericanos sub-17, sub-20 y el superclásico de las Américas (Brasil versus Argentina).

Burzaco, los Jinkis y el brasileño José Hawilla, propietario de la brasileña Traffic, concibieron en 2014 la empresa Datisa, con sede en Uruguay y cuentas en Suiza y Panamá, para pagar sobornos. El acuerdo entre Datisa y la Conmebol se firmó el 25 de mayo de 2014 en Londres: Datisa se quedó con los derechos para todo el mundo, por cuatro ediciones, de la Copa América por 317,5 millones de dólares, 20 millones por cada una para coimas.

Presión política de Washington

«Las investigaciones revelaron que lo que debería ser una expresión del deporte fue usado como un vehículo para una red mayor de llenar los bolsillos de ejecutivos con sobornos que totalizan 110 millones de dólares», sorprendió el miércoles 27 de mayo de 2015 la fiscal general estadounidense, Loretta Lynch.

«Corrupción rampante, sistemática y profundamente enraizada que se extendió en las dos últimas generaciones de dirigentes que abusaron de sus puestos de confianza para conseguir millones de dólares en coimas y sobornos», añadió.

Después de décadas de convivencia -o, quizás, connivencia- y pese a las sucesivas denuncias de corrupción en la FIFA, ahora la Justicia suiza decidió abrir en paralelo su investigación penal.

«La oficina del fiscal del Distrito Este de Nueva York está investigando a estas personas por la sospecha de haber aceptado sobornos desde comienzos de los años ’90 y hasta el día de hoy», dijeron desde el Ministerio de Justicia suizo. Según el reclamo estadounidense, esos crímenes fueron acordados y preparados en Estados Unidos, y los pagos hechos a través de bancos de Estados Unidos, lo que permite al Departamento de Justicia norteamericano esgrimir autoridad para presentar casos contra extranjeros.

Tal como hace la DEA, los investigadores norteamericanos contaron con el apoyo del brasileño José Hawilla, titular de la empresa de mercadeo deportivo Traffic que, gracias a su «colaboración» premiada, permanece en libertad, mientras sus delatados (entre ellos, al menos tres argentinos) van camino ¿a la cárcel?

Pero, ¿por qué ahora cuando se sabe que esta telaraña de corrupción se consolidó al menos desde 1991? Curioso: la XV Copa Mundial de Fútbol se desarrolló en Estados Unidos en 1994, lo que generó gran polémica por ser un país sin tradición futbolística, pero con ingentes intereses económicos trasnacionales. Sería bueno recordar a los miembros del Comité Organizador.

¿Por qué ahora, cuando el aparentemente intocable mandamás Sepp Blatter estaba por ser reelegido presidente de la FIFA y Rusia es el organizador del próximo Mundial? ¿Tratará Estados Unidos de sabotear el Mundial tal como lo hizo con las Juegos Olímpicos de 1980, en plena Guerra Fría?

EE.UU. presiona para que el próximo Mundial no se realice en Rusia y por eso (al igual que con los fondos buitre y los presos de Guantánamo) hace uso ilegal de la extraterritorialidad de la ley estadounidense.
La redada en Suiza, con presencia obviamente preparada de periodistas de The New York Times en el lugar, se produjo poco antes de una votación de la FIFA para decidir sobre la expulsión de Israel de la asociación.

Sobornos, represores y espías

El tema de los sobornos, de y a la FIFA, puso en el tapete el íntimo relacionamiento de la podredumbre con los servicios de inteligencia, tanto en la Argentina como en Brasil, al menos.

En junio de 2000, el periodista Víctor Hugo Morales denunció en el Senado cómo Clarín y Torneos le vendían a la empresa Dayco, que era de ellos, los derechos de televisación para aparecer, de esa forma, como si fueran internacionales. La operatoria era la misma que ahora se denuncia. «Configuran una banda de ladrones (…). La trama es organizada por medios y dirigentes cómplices», dijo el periodista.

En la Argentina hacen recordar a las escuchas telefónicas de 2007 que llevaron al procesamiento del espía Ciro James, el comisario retirado Jorge Fino Palacios y el jefe de Gobierno de Buenos Aires y hoy candidato presidencial Mauricio Macri, operativo que se montó en torno de la Policía Metropolitana, que dirigió Eugenio, hermano de Alejandro. El grupo manejó también el espionaje en el caso AMIA y al propio cuñado de Macri.

El blanco era del empresario Carlos Ávila, propietario de Torneos y Competencias, quien en ese momento negociaba con el mandamás de la AFA, Humberto Grondona, la ruptura del contrato del fútbol argentino con el Grupo Clarín. El empresario señaló que Clarín armó la estructura de su empresa Cablevisión sobre la base de los derechos exclusivos y excluyentes de la transmisión del fútbol local e internacional (con los derechos de la Copa América, la Libertadores y otros torneos regionales).

Torneos pero sin competencia: pague para ver… hasta que llegó la democratización con Fútbol para Todos.

La idea de Ávila, según sus declaraciones al juez Norberto Oyarbide, era manejar no sólo los derechos del fútbol local, sino todos los torneos internacionales, justamente materia del escándalo actual. En 2007, el juez puso el ojo en Alejandro Burzaco, ahora con pedido de captura desde Estados Unidos. A Ávila le armaron causas falsas: dos jueces de Misiones lo acusaron de asalto a mano armada y pidieron a la SIDE la intervención de sus teléfonos. Y ahí aparece nuevamente el nombre de Jaime Stiuso, el buscado espía en el caso del suicidado fiscal Alberto Nissman.

Quedaron grabaciones de llamadas entre James y Fino Palacios y 50 comunicaciones entre Palacios y Eugenio, el hermano de Alejandro Burzaco, hasta abril pasado el responsable de la seguridad de River Plate. Desde TyC controlan la comercialización de los derechos del fútbol argentino en el exterior.

Pocos años atrás, el «empresario» uruguayo Paco Casal ofreció mucho más dinero por la televisación que Traffic y Torneos, pero la dirigencia de la Conmebol miró para otro lado: lo que se imponía, con un mínimo de transparencia, era abrir una licitación en base a la cifra ofrecida por el uruguayo.

Mientras tanto, la presidenta brasileña Dilma Rousseff se comprometió a apoyar a las investigaciones por corrupción contra el ex titular de la Confederación Brasileña de Fútbol José María Marín, quien fuera activo colaborador de la dictadura militar. «Si hay que investigar, que se investiguen todas las copas del mundo», sostuvo la mandataria, quien fue presa política durante el régimen militar. A Marín se lo imputa de haber cobrado millones de dólares de sobornos en la organización de la última Copa del Mundo, parte de ellos abonados por la empresa de marketing Traffic.

Las desavenencias entre Dilma y Marín -gobernador de San Pablo durante la dictadura- fueron explotadas por la gran prensa que quiso mostrar la corrupción del gobierno cuando la procesión pasaba por la otra vereda. Marín sucedió a Ricardo Teixeira (yerno del legendario João Havelange), hoy fugado en Miami, en marzo de 2012 en la federación brasileña.

Dilma recordó permanentemente la complicidad política de Marín con el asesinato del periodista Vladimir Herzog en 1975, en un presidio paulista. Días antes de la ejecución de Herzog, Marín incitó a los órganos represivos a que eliminen a los opositores. En 2013, la familia de Herzog impulsó, junto al ex futbolista y campeón del mundo Romario, un petitorio para que Marín fuera despedido del Comité Organizador de la Copa. El petitorio recogió más de 60 mil firmas, incluyendo las de intelectuales y artistas como Chico Buarque, pero no logró derribar a Marín, apoyado por los oligopolios mediáticos.

Pero la cofradía mafiosa sigue en la CBF con Marco Polo del Nero. «Espero que esta investigación» tenga impacto en Brasil y contribuya a «una mayor profesionalización del fútbol, lo que va a beneficiar al fútbol brasileño», aseguró Dilma, impulsora de una reforma apoyada por la agrupación Sentido Común, integrada por futbolistas profesionales. «Yo voy a estar más feliz cuando Texeira quede preso, lo que debe acontecer en breve. Ellos, los de la CBF, se creían intocables», dijo Romario. Pero al final están cayendo.

Addendo

Posdata: Casualidad

Uno se engaña fácil, sobre todo si quiere estar bien informado. Hace rato que a uno le dijeron que la Guerra Fría había terminado en 1989, con la caída del Muro de Berlín, una verdad virtual que las autoridades yanquis, celosas guardianas de la pureza mundial, terminaron por desmentir.

Uno puede decir que Vladimir Putin, ex hombre de la KGB, es medio paranoico, pero dejó en claro que todo el escándalo desatado alrededor de la FIFA se debe a que EE.UU. no es buen perdedor (o tenía menos dinero para las coimas) y quiere embarrar la cancha para que Rusia no sea anfitrión de la Copa del Mundo 2018, conflicto en Ucrania y ocupación de Crimea aparte.

Como por casualidad, el gobierno de Estados Unidos ordenó a la policía suiza asaltar el hotel donde se alojaban los principales funcionarios de la FIFA y arrestar a algunos de ellos por cargos de corrupción. Y, como por casualidad, también, por ahí andaban (a las seis de la mañana) los periodistas de The New York Times, causalmente poco antes de una votación de la FIFA para decidir sobre la expulsión de Israel de la asociación. Casuales casualidades.

Y ahora los suizos se ven también obligados a entablar un procedimiento penal en relación con la votación de las sedes de la Copa del Mundo 2018 y 2022 en Rusia y Qatar, respectivamente. ¡Qatar! Estados Unidos perdió su oportunidad, y los halcones de sus trasnacionales siguen empeñados en cambiar el resultado. No es que el pago de sobornos para organizar una competición mundial sea poco familiar en EE.UU., pero ser rechazados implica necesariamente un «cambio de régimen».

¿Será que la FIFA tiene armas de destrucción masiva? ¿Será que los más importantes corruptos en la FIFA son latinoamericanos? ¿O será una casualidad que la ONG Transparencia Internacional denunció casualmente el jueves a la prensa internacional que la crisis por la corrupción que se vive en toda América latina «nos puede tragar a todos»?

En EE.UU. es legal sobornar a los políticos, a través del financiamiento de sus campañas, en cantidades ilimitadas. Y ni un solo banquero de ese país fue acusado por el fraude masivo de Wall Street que llevó a la economía mundial a un atolladero. Todos sabemos que los delincuentes están fuera de EE.UU. y generalmente son musulmanes
o latinoamericanos.

Joseph Blatter, dueño indiscutido del fútbol mundial, como antes fue el brasileño João Havelange (de 1974 a 1998), y ambos cómplices de dictaduras, entre otras de Paraguay, Uruguay, Chile, Brasil y Argentina, hundieron desde hace años en el fango de la corrupción a la FIFA, gracias a las montañas de dinero que maneja (y lava) desde que las trasnacionales son las que digitan el espectáculo que algunos confunden con un deporte.

¿Casualidad? Blatter fue reelegido el viernes. ¿Cuánto habrá cotizado cada voto?

* Publicado en Miradas al Sur

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.