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Opina la insurgencia colombiana

¿Terrorismo?

Fuentes: Rebelión

Entrevista al Ejército de Liberación Nacional (ELN) En la retórica de los halcones del Pentágono la palabra «terrorismo» ha ocupado últimamente el lugar privilegiado que en otra época era atribuido a «la amenaza comunista». Tratando por todos los medios de reeditar los pretextos «ideológicos» de la guerra fría, el imperialismo norteamericano ha reciclado las viejas […]

Entrevista al Ejército de Liberación Nacional (ELN)

En la retórica de los halcones del Pentágono la palabra «terrorismo» ha ocupado últimamente el lugar privilegiado que en otra época era atribuido a «la amenaza comunista». Tratando por todos los medios de reeditar los pretextos «ideológicos» de la guerra fría, el imperialismo norteamericano ha reciclado las viejas hipótesis contrainsurgentes que tanto sirvieron para garantizar su dominación mundial.

Antes, se trataba de reprimir pueblos, invadir países, desestabilizar gobiernos progresistas, asesorar en tortura a las fuerzas armadas y policías de sus países subordinados, secuestrar y hacer desaparecer militantes de izquierda y combatir a la insurgencia en nombre de la lucha contra «la subversión» y «el totalitarismo comunista».

Amparándose en tan nobles ideales, Estados Unidos promovió el terrorismo de Estado en todo el continente americano, diagramando, entrenando y coordinando el temible plan Cóndor, de la mano de los aparatos de inteligencia de varias dictaduras militares. Para ello utilizó la combinación de los militares vernáculos de cada país, instructores internacionales en técnicas de represión y un miserable elenco de agentes de la CIA, entre los que se destacaron un conjunto de terroristas cubanos de extrema derecha: Luis Posada Carriles (responsable de la voladura de un avión civil cubano que provocó en 1976 la muerte de las 73 pasajeros); Guillermo Novo; Pedro Remón; Gaspar Jiménez; Félix Rodríguez (uno de los asesinos del Che Guevara en Bolivia); Orlando Bosch y varios más de la misma calaña.

Una batalla en defensa del «mundo libre» que dejó como secuelas cientos de miles de desaparecidos, desde Argentina y Chile hasta Colombia y Guatemala, pasando por la guerra sucia en Nicaragua y El Salvador.

Quizás un lector desprevenido pudiera acaso imaginar que aquellos tiempos oscuros han quedado en el recuerdo. Trágico y tenebroso pero recuerdo al fin de cuentas. Se equivoca. Los aparatos de la inteligencia norteamericana no se han desmantelado ni se han disuelto. Las escuelas del canal de Panamá -escuelas de dictadores- han sido trasladadas a territorio estadounidense, pero siguen existiendo. Igual que la Escuela de las Américas. Los simulacros de guerra y los operativos conjuntos del Comando sur de las Fuerzas armadas norteamericanas y las fuerzas armadas latinoamericanas siguen desarrollándose (con gobiernos neoliberales o incluso con gobiernos «progresistas»…). Las amenazas y planes desestabilizadores continúan a la orden del día. No sólo contra Cuba y el presidente Fidel Castro, a quien han intentado asesinar en incontables oportunidades. La misma estrategia la CIA la aplica ahora en Venezuela contra el presidente Hugo Chávez. Es un secreto a voces.

Como parte de esa continuidad represiva y militarización creciente del continente, que viene acompañada de la violación de la soberanía de nuestros países a manos del ALCA, el TLC, el NAFTA y la exportación permanente de la contrarrevolución, Estados Unidos ha profundizado en escala geométrica su intervención en Colombia.

Pretendiendo justificarse con una falaz y mentirosa «lucha contra la droga», el gran imperio del norte se involucra cada vez más en la guerra civil colombiana apoyando el militarismo e intentando derrotar a la insurgencia.

Es por eso que no podemos hacernos los distraídos. La cuestión colombiana debe figurar en la agenda de todo el campo progresista y democrático internacional, especialmente en las izquierdas. No podemos ni debemos ceder al chantaje ideológico de los que agitan el fantasma del «terrorismo» -mientras protegen a los verdaderos terroristas como Posada Carriles o torturan en Guantánamo e Irak- para aislar internacionalmente a los revolucionarios.

La lucha de los hermanos y hermanas colombianos del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), más allá de sus matices, es una misma lucha por otro mundo mejor, más justo y solidario. Estamos seguros, con la cabeza y el corazón, que la revolución colombiana vencerá.

Respondiendo a esa necesidad impostergable de hacer conocer el pensamiento de quienes enfrentan al terrorismo de Estado y la injerencia imperial, en esta oportunidad conversamos con David Montoya Sotomayor, integrante del Ejército de Liberación Nacional (ELN). La entrevista se realizó en un barrio periférico de la ciudad de Bogotá, Colombia, a comienzos de junio de 2005.

¿QUIÉNES SON LOS TERRORISTAS?

P: Dentro y fuera de Colombia, tanto la burguesía colombiana y sus Fuerzas Armadas como el gobierno de George W. Bush en los Estados Unidos han caracterizado a la insurgencia como «terrorista». ¿Qué opinas de esa acusación?

David Montoya Sotomayor: No nos extraña en lo más mínimo. El presidente colombiano Uribe es parte de la secuencia mental del pensamiento de Bush. En Colombia no solamente la insurgencia sino cualquiera que enfrente desde su espacio al sistema de dominación como tal es llamado «terrorista». Cualquier sindicalista que participe en una huelga y tenga un enfrentamiento con la policía o un estudiante que participe de una movilización y tenga un choque con la policía antimotines es denominado «terrorista» y se lo trata como tal. ¡Es lo más absurdo! El «terrorismo» es, en tanto concepto, un comodín. ¡Ellos aplican la categoría de «terrorista» a cualquiera que se rebele! Veamos por ejemplo el caso de esta periodista italiana que fue capturada en Irak. Cuando la liberan y van para el aeropuerto, las fuerzas de EEUU ametrallan el auto. ¿Eso no es terrorismo? ¿Y lo que han hecho con Afganistán, además de Irak? ¿Eso no es terrorismo? Ellos, los gringos, dicen que son «acciones legítimas». Pero cuando cualquier pueblo nuestro lucha por su identidad, por su soberanía, su autodeterminación… el imperialismo norteamericano nos califica de «terroristas». Esta operación forma parte del pensamiento único y de la doble moral y el doble discurso permanente del gobierno de Estados Unidos.

P: ¿Cómo se produce este fenómeno en Colombia?

David Montoya Sotomayor: En nuestro país el presidente Uribe es parte consustancial de esto y lo ha dicho públicamente. Uribe dice que él no va a hablar ni negociar con «terroristas»… No sabe que en el conflicto colombiano, por la vía de la fuerza, a nosotros no nos van a derrotar. Cuando todo el pueblo colombiano diga «Nosotros queremos una solución política al conflicto»… ¿cómo va a hacer Uribe para seguir llamándonos «terroristas»?

P: ¿Cuáles serían en tu opinión las diferencias entre una organización revolucionaria, guevarista, que plantea la lucha armada, y una organización terrorista?

David Montoya Sotomayor: No tienen nada que ver una con la otra. ¡Nada que ver! ¡Menos que nada si se trata de una organización guevarista! Una organización guevarista se nutre del respeto al ser humano, al pueblo, a las personas en el sentido de lo que uno haga tiene que tener, sí o sí, un contenido transformador, tiene que tener una ética interna, que cualquier acción que se diseñe, se diseña tomando en cuenta que no puede haber ningún daño. Si lo hay es porque hubo una mala planificación o porque apareció algo que no se tuvo en cuenta. La lucha revolucionaria, de inspiración guevarista, está guiada por el amor. Hay un problema de amor, también. Uno ama al pueblo, ama a su gente, a su país. En ese sentido, cuando uno actúa militarmente, intenta actuar de una manera muy pero muy discriminada. Con criterio, con el mayor criterio. Es una decisión que proviene de nuestra conducción. La acción militar se concibe como parte de la política y de lo mejor de nuestro pensamiento ético. Es muy diferente del terrorismo.

P: ¿El humanismo del Che Guevara es incompatible con el terrorismo?

David Montoya Sotomayor: ¡Desde luego! ¡No tienen nada que ver uno con el otro! Mezclar ambos es un disparate. Yo creo que en el mundo no existe un terrorismo revolucionario. Cuando hablamos de «terrorismo» debemos especificar qué entendemos por eso. Terrorismo se utilizó, por ejemplo, en algunos momentos de la revolución bolchevique en algunos segmentos que equivocadamente lo hacían. Pero, que yo conozca en Colombia, ninguna organización revolucionaria lo ha utilizado. Si ha pasado, alguna vez en forma aislada, habrá sido por error, porque se salieron de una línea, porque algún compañero pudo haberse equivocado realizando actos que generan terror. En cambio, el Estado sí emplea el terrorismo cotidianamente a través de elementos paramilitares. Pongámonos de acuerdo. Si uno pone una bomba y vuela una torre eléctrica, eso no es terrorismo, eso es sabotaje. Lo mismo si vuela un oleoducto, eso es sabotaje. No es terrorismo. Si usted realiza una acción contra una patrulla del ejército… ¿eso que tiene que ver con el terrorismo?

Ahora bien, si usted llega a una población con una motosierra y le corta la cabeza a alguien delante de todo el pueblo reunido… pues eso es terrorismo, aquí en la Tierra y en el planeta Marte. O si usted hace «desaparecer» a alguien o viola mujeres o tortura, pues eso es terrorismo. ¡Sí, eso es terrorismo! En Colombia el terrorismo de Estado ha sido una práctica consuetudinaria del poder. El poder en Colombia se ha mantenido en forma preponderante a través del terrorismo de Estado.

P: ¿La insurgencia colombiana no practica la tortura?

David Montoya Sotomayor: ¡No! ¡De ninguna manera! Ni en el ELN ni en ninguna otra organización revolucionaria colombiana se ha practicado jamás la tortura. Eso sería inconcebible. Eso no cabe en la mente de ninguno de nosotros. Eso ni siquiera a nadie se le ocurre en una fantasía. ¡Jamás!

P: Pero el Estado colombiano sí lo hace…

David Montoya Sotomayor: El Estado colombiano emplea elementos de terrorismo que incluyen la tortura.

P: ¿Vos fuiste torturado?

David Montoya Sotomayor: Sí, cuando me detuvieron, fui torturado.

P: ¿Te torturó la policía o el Ejército?

David Montoya Sotomayor: La policía, los grupos especiales de inteligencia. Nosotros tenemos compañeros que han muerto en la tortura. Compañeros desaparecidos que han sido torturados y han reaparecido despedazados vivos. Han generado condenas contra el Estado colombiano…

P: Pero a eso ellos no lo llaman «terrorismo»…

David Montoya Sotomayor: No. Y además han sido condenados y han aceptado. Hay casos terribles. Por ejemplo una masacre que las fuerzas del Estado realizaron en una zona donde nuestra organización es fuerte. Llegaron juntos militares y paramilitares. Asesinaron 150 campesinos en cuatro o cinco días. Pobladores, el cura del pueblo. Los torturaron y los asesinaron. Los quemaron con soplete, los cortaron con motosierra. La Comisión de derechos humanos de la OEA condenó al gobierno colombiano. El Estado colombiano no le quedó más remedio que aceptar la condena. Eso ha sido una práctica habitual en Colombia y ahora más que nunca. ¡En Colombia nunca va a haber paz si el gobierno no destruye, no desarticula los organismos de terrorismo de Estado! En Colombia la estructura del terrorismo de Estado no desapareció con la represión de los años ’70, como el plan Cóndor. ¡NO! En Colombia la estructura del terrorismo de Estado continúa operando hoy en día y está retroalimentada!

P: ¿Cuál es la situación del paramilitarismo en Colombia?

David Montoya Sotomayor: El paramilitarismo ha realizado la tarea de represión más sucia y grosera, pero la articulación del paramilitarismo la hace esa estructura viva, de guerra sucia que mantiene el gobierno y que está muy vinculada a la inteligencia de los militares. Human Wrights habla de que es la sexta división del gobierno colombiano… Hay una articulación muy precisa. Las muertes en Colombia son muy discriminadas, sistemáticas. Ellos saben a quienes matan. Las masacres paramilitares tienen otro sentido, más vinculadas a megaproyectos, necesidad de tierras o luchas populares en ascenso. Tienen como objetivo «quitarle el agua al pez», pero la acción discriminada de las estructuras del terrorismo de Estado en Colombia están muy vinculadas a golpear sistemáticamente al líder popular que asciende; al líder sindicalista que tiene una actitud beligerante, transformadora, revolucionaria; al compañero campesino que tiene una acción que sale adelante negociando un pliego de toda su comunidad con el gobierno; al dirigente político importante. A todos ellos los matan. En Colombia han llegado a matar al general Landazabal Reyes que era un ideólogo de la guerra sucia y la ultraderecha colombiana. Lo mataron ellos mismos. Mataron también a Álvaro Gómez Hurtado, que es hijo de un presidente colombiano llamado Laureano Gómez, el más malo de los malos, el hijo del monstruo. Padre e hijo eran franquistas e ideólogos del régimen. También lo asesinaron. Miles de candidatos y militantes de la Unión Patriótica, del M 19, del Movimiento A luchar, Etc., etc.

P: ¿Todo eso sigue en pie?

David Montoya Sotomayor: Sí, todo ese aparato de terrorismo de Estado sigue vivo, con la misma estructura clandestina de represión. Son organismos del Estado, no sólo del gobierno.

P: Los gobiernos pasan, pero esta estructura queda…

David Montoya Sotomayor: Exactamente. Cuando mataron a Laureano Gómez la embajada de EEUU denunció a la brigada 20 que era la brigada de inteligencia. La hizo desesestructurar, le quitó una cantidad de generales. ¿Y qué fue lo que sucedió? Pues que los militares más asesinos los redistribuyeron por el resto de los departamentos con lo cual se multiplicó la brigada 20… Se distribuyó la podredumbre por todo el país. En cada brigada militar hay un oficial de contacto con los paramilitares. Funcionan en común, articulados, con el mismo plan. No habrá paz hasta que el gobierno desbarate y desarticule realmente esa estructura de terrorismo de Estado que sigue operando. Hay libros completos que lo denuncian. Lo que en Argentina se llamaba el Nunca más en Colombia hay un proyecto parecido impulsado por ONGs y han publicado como cuatro o cinco tomos. Es tremendo leer eso. Incluso para alguien que lo ha vivido. Uno se tiene que endurecer un poquito, porque sino uno se enloquece.

LA FORMACIÓN POLÍTICA E IDEOLÓGICA DEL EJÉRCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL (ELN)

P: Aunque Estados Unidos y la derecha colombiana acusan a la insurgencia de «terrorismo» e «irracionalidad», en realidad esconden que ustedes luchan a partir de una ideología política muy precisa y un proyecto de vida de raíz fundamentalmente ética. ¿Cómo es la formación política e ideológica de los militantes y las militantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN)?

David Montoya Sotomayor: En estos momentos se está trabajando en unos planes nacionales donde se trata de un sistema en el área de formación. El ELN tiene 40 años y siempre ha tenido una preocupación por la formación. En general, nuestros cuadros son muy formados. Aunque en la parte rural tenemos un problema: el bajo nivel «académico», es decir, de escolarización. Esto genera que sea difícil, en el comienzo de la militancia, entrar en los temas de la filosofía o de la teoría política. Lo que al comienzo predomina es un análisis de clase. La militancia se pregunta: «¿por qué ingreso yo en la guerrilla?». Al comienzo hay pequeños cursos de iniciación, se llaman escuelas de combatientes. Allí se trabajan temas sociales: historia de Colombia, cómo entender la sociedad, elementos culturales de análisis del marxismo y sobre la situación colombiana. Se profundiza en nuestra identidad política. También se hacen ejercicios, como puntería, etc, pero no es lo esencial en las escuelas ideológicas y políticas.

P: ¿Eso sucede cuando recién se ingresa en la organización?

David Montoya Sotomayor: Sí, en el campo, en las zonas rurales. En las ciudades hay otro nivel. En las ciudades hay planes nacionales de formación.

P: ¿Cuánto duran los cursos de formación?

David Montoya Sotomayor: Según el tipo de formación. Por ejemplo hay escuelas de combatientes que duran un mes y luego continúan en el espacio de desarrollo de la vida guerrillera. Hay otros cursos de otros niveles. Vas pasando escuelas. Después viene la escuela nacional de militantes, la escuela de guerra de militantes, que pertenecen a un nivel mucho más alto. Y después está la escuela nacional de cuadros, de muy buen nivel, yo te diría que correspondería al nivel de «posgrado» donde van los cuadros de la organización. Allí se zambullen uno o dos meses donde trabajan compañeros que han alcanzado un nivel de formación alto sobre algún tema que a nosotros nos interesa.

P: ¿Están son las únicas escuelas de formación? ¿Qué sucede con el tema del aprendizaje militar?

David Montoya Sotomayor: Las escuelas de formación militar constituyen otra línea de escuelas: de mandos militares, hasta llegar a la escuela de nivel superior. Los niveles son combatientes, mandos, mandos regionales, mandos nacionales. Tanto en la parte militar como en la parte de formación político-ideológica. Cada nivel es un momento de un proceso. Nosotros entendemos que la formación es cotidiana. En nuestra organización hay mucha preocupación por la ética y la actitud ante la gente, ante la revolución. Por eso existe un fuerte desarrollo de la formación integral vinculada al espacio donde tú compartes políticamente con los compañeros. No se trata únicamente de entender, de la capacidad de análisis y de brindar información -elementos científicos- sino también nos importa la dimensión ética y moral. Ambas dimensiones son fundamentales en la formación de nuestra militancia.

P: Tú nos decías que el ELN se define como guevarista. ¿Cómo está presente el Che Guevara en la formación de los militantes?

David Montoya Sotomayor: La raíz de donde nosotros provenimos tiene mucho que ver con el Che Guevara, con el pensamiento revolucionario, con el pensamiento latinoamericano. ¡Desde siempre! Todo está se inscribe en una inspiración marxista. Desde que nacimos nunca hemos encontrado contradicción entre ser cristianos y ser revolucionarios. La historia de la organización ha sido esa, precisamente.

EL GUEVARISMO

P: ¿Cómo es esa relación, ese vínculo, entre el Che, el pensamiento latinoamericano y el guevarismo dentro del ELN?

David Montoya Sotomayor: Son aportes a la cultura elena [del ELN]. La cultura elena se basa en la idea de que necesitamos ir construyendo un hombre nuevo y una mujer nueva desde ahora, desde la cotidianeidad. Vincularse con la población de una forma ética, revolucionaria, de respeto entre iguales. Si nos comprometemos a algo, hay que cumplirlo sí o sí, sobre todo con las comunidades. Eso es parte de nuestra identidad. No mentir, no falsear. Si hacemos algo mal, lo asumimos y nos autocriticamos. No escondemos nuestros errores, que hemos tenido bastantes y nos han costado mucho, por cierto. Nosotros apostamos a un pensamiento abierto sobre los problemas de Colombia, a un pensamiento amplio, con una guía clara en el marxismo -sobre todo en nuestras direcciones- pero con una amplitud fuerte y con democracia interna. Lo podríamos describir como una simbiosis ente la corriente marxista humanista y lo que aporta la ética cristiana. La ética marxista que nos enseña Guevara se combina mucho con todo lo que aporta el cristianismo revolucionario.

P: ¿En la formación política del ELN se utilizaron los famosos manuales de Marta Harncker?

David Montoya Sotomayor: ¡Sí, claro! ¿Quién no ha leído los Conceptos elementales del materialismo histórico?

P: ¿Hoy en día se siguen utilizando esos manuales?

David Montoya Sotomayor: No, ya no. La tendencia actual en nuestra formación es muy parecida a la onda que difunde Rebelión en su Cátedra Che Guevara, al libro Introducción al pensamiento marxista y otros textos. La tendencia actual consiste en recoger elementos del marxismo clásico, del marxismo vivo y del marxismo latinoamericano. Y junto a eso, lógicamente, elementos de la realidad colombiana. Textos guevaristas, por supuesto.

P: ¿Se estudian los textos del Che?

David Montoya Sotomayor: Sí, claro, obviamente. Siempre se estudian en las escuelas del ELN. Y además los compañeros tratan de leer cuando tienen tiempo, acudir a charlas, etc. Porque hay diferencias. Si tú estás en la vida de los campamentos, la formación es prioritaria. Hay charlas de tipo coyuntural, de formación. Si hay un compañero que sabe algo, entonces se le pide que brinde una charla y lo comparta. En el campo, la formación es prioritariamente oral. Lamentablemente a los compañeros no les gusta leer mucho. Son compañeros que vienen de un nivel de escolaridad bajo. Recuerdo una vez que estuve en un frente -nuestros frentes guerrilleros son geográficos, cubren la zona y todo su espacio social- éramos 50 compañeros militantes en la escuela. De los 50, sólo dos habíamos ido a la universidad y tres a la escuela bachiller. Como 10 ó 12 tenían segundo bachillerato (segundo grado de secundaria). El grueso había terminado la primaria y había dos compañeros analfabetos. Estos dos compañeros no querían estudiar. ¡Nosotros los presionábamos para que estudien! [Risas]. «No, nosotros cargamos los armamentos», decían [Risas]. No querían estudiar. Eran muchachos muy jovencitos. Entonces una compañera mayor, de la comunidad -pues nuestros frentes guerrilleros se forman también con gente de la zona, que tiene mucha pertenencia emocional y geográfica al terruño- era como una mamá de todos. Entonces esta compañera tomó a estos muchachos analfabetos y los impulsó a aprender, a leer y a escribir. Uno de los muchachos tenía unos 22 años, aproximadamente.

P: ¿Era difícil encarar la formación en esas circunstancias?

David Montoya Sotomayor: Bueno, no era muy «cómodo». Yo llevaba un morral que pesaba como 50 kilos. Llevaba hasta máquina de escribir, todos los textos de formación, los cuadernos y lápices para la escuela. ¡Era terrible! [Risas] Yo tenía por entonces unos 30 años y ya era «el viejo», el «cucho» del grupo. En ese contingente guerrillero había un sacerdote, era mayor que yo. Tendría unos 40 y tantos años. Este hombre participaba de toda la vida de la guerrilla. Tenía una gran modestia y un sacrificio. Ellos tienen la idea del «servicio», su vocación es estar con la base. Este compañero guerrillero y sacerdote tenía un gran nivel político pero él no quería dirigir nada, no quería formar parte de la conducción. Era muy modesto. Estaba con la gente, cortaba leña, hacía todas las tareas pesadas. Había que convencerlo, aunque a él no le gustaba, que se necesitaba que aporte a otro nivel.

P: ¿Para la formación política utilizan la metodología de educación popular y la perspectiva de Paulo Freire?

David Montoya Sotomayor: Sinceramente, no mucho. Eso se trabaja más que todo en la relación con las comunidades. En Colombia hay compañeros como el sociólogo Fernando Fals Borda que han trabajado con eso y también en el sector cristiano hay varios centros que han trabajado con la metodología de Freire. Ellos producen cartillas y elementos pedagógicos. Hay cartillas famosas, nuestras, que han sido construidas con los campesinos. Una buen aparte de nuestro trabajo consistió en alfabetizar. En la alfabetización se trabajaba con cartillas que tenían que ver con la realidad de los campesinos, fueron construidas junto con ellos.

MARXISMO Y CRISTIANISMO REVOLUCIONARIO

P: ¿La herencia de Camilo Torres está presente en el actual cristianismo revolucionario de Colombia?

David Montoya Sotomayor: La herencia de Camilo Torres y de otros compañeros que vienen después que han sido cristianos de militancia, de formación o que vienen de las iglesias. O cristianos que han desarrollado un pensamiento científico dentro de la organización. Las discusiones acerca de si «¿creo o no creo en Dios?»… ese tipo de cuestiones nunca están en discusión en nuestra organización. Cada cual tiene su propia intimidad. No hay proselitismo ni en función del ateísmo ni en función de los creyentes del cristianismo.

P: Entonces ustedes no han cultivado aquella doctrina que en otras épocas adoptó el nombre de «ateísmo científico»…

David Montoya Sotomayor: [Risas]. No, la verdad que entre nosotros no prosperó nunca. Hay compañeros ateos y hay compañeros creyentes. Todos confluimos. Algunos pueden provenir de corrientes marxistas, como por ejemplo del maoísmo, otros que provenimos del ELN desde la raíz. Esa convivencia entre militantes ateos y creyentes se da a todo nivel de la organización. Fíjate que el compañero Manuel Pérez Martínez era un cura y era nuestro comandante. Nunca dejó de ser cura. Y nunca dejó de ser marxista, obviamente. Su marxismo convivía con una visión espiritual, sin problemas.

P: ¿Manuel Pérez fue elegido comandante?

David Montoya Sotomayor: Sí, Manuel Pérez fue elegido. En nuestra organización no se imponen sino que se eligen los militantes de la dirección. Estuvo más de diez años en nuestra dirección.

P: ¿Manuel era español?

David Montoya Sotomayor: Español de mente y corazón. Él decía «Yo soy un colombiano nacido en España, pero nunca perderé la identidad de español». Su internacionalismo provenía del Evangelio. Él decía: «Yo soy un hombre que opté por los pobres, por los más débiles. Esa fue mi opción. ¡Los seres humanos más pobres están en todo el mundo!». Para él estar en Colombia, en República Dominicana, en Francia o donde estuviera siempre la opción era estar con los pobres. Ese era su internacionalismo. Cuando Manuel Pérez le escribe al pueblo colombiano que forma parte del ELN lo dice.

P: ¿Él fue el único sacerdote cristiano que participó en la guerrilla? ¿Hubo otros?

David Montoya Sotomayor: ¡Claro que hubo otros! Hubo y hay… Nuestra organización siempre ha tenido esa «distinción», si se puede decir así. Los sandinistas y los salvadoreños también tuvieron esa manera de encarar la política revolucionaria. Puede haber curas o creyentes militantes y guerrilleros. Nuestra organización siempre ha tenido gente vinculada a las órdenes religiosas. Eso viene de nuestras raíces. El ELN nace el 4 de julio de 1964… el mismo día de la independencia de los Estados Unidos [Risas]. Hay que tener en cuenta que cuando Camilo Torres ingresa en la organización llevábamos apenas un año y poco más de existencia.

P: ¿Camilo ingresa como militante de base?

David Montoya Sotomayor: Camilo era un hombre especial, muy conocido. Era un dirigente nacional, un hombre muy prestigioso. Él había construido su propia organización y llega a la conclusión de que no queda otra vía que la lucha armada. Generó una dinámica nacional muy rápida y explosiva. ¡Era la década del 60! Se encontraba muy presente la influencia de la Revolución Cubana y latinoamericana. Entonces Camilo se convierte en dirigente nacional, va por todas las ciudades, pero empieza un cerco policial, de la Iglesia, del gobierno. Entonces él entiende que su vida está en peligro. Entre el Frente Unido y el ELN tenían un punto de vista muy parecido sobre la sociedad. Cuando él ve el problema de la represión, él opta y como un compromiso cristiano ingresa al ELN. Él pensaba que el deber de todo cristiano revolucionario es hacer la revolución.

P: Camilo se definía por el socialismo…

David Montoya Sotomayor: Exactamente. Camilo era marxista, sentía muy profundamente la idea de justicia. Él estudió sociología en Europa, en Lovaina. Conformó toda una visión sociológica de lo que era Colombia. Entendió muy bien nuestra realidad y escribió sobre ella. Camilo Torres no era un hombre que se lanzó a luchar únicamente por sentimientos. No, eso no es así. Camilo entendió científicamente que Colombia no era viable de esta manera, había que cambiar y la forma era la lucha armada en la perspectiva de la revolución y el socialismo. Incluso manejaba conceptos que luego hemos perdido. Él hablaba, por ejemplo, de «clases populares». Considero que este concepto teórico es muy rico.

P: ¿Los textos teóricos de Camilo Torres se utilizan en las escuelas del ELN?

David Montoya Sotomayor: Claro, sí, se utilizan, pero no tanto como se debería hacer. Sobre todo trabajamos poco estos textos vinculados al Camilo científico, al sociólogo. Los trabajamos poco. Creo que nos hace falta «meterle más el diente» a esos textos. Se profundiza más en el Camilo político, en el que le demostró el camino a mucha gente. El Camilo que les habla a los estudiantes, a los cristianos, a los militares, a los trabajadores. Sus proclamas. Eso es lo que más se lee, no tanto sus estudios sociológicos. Camilo murió el 15 de febrero de 1966, el año que viene se cumplen cuarenta años de su caída. Murió en combate. Él consideraba que tenía que conseguir su propio fusil, como pensaban los guerrilleros de la época. ¡Cuarenta años! En Colombia se ha intentado apagar el ejemplo camilista, pero eso es imposible. Tiene muchas raíces. Camilo fundó, por ejemplo, la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia. La primera facultad que hay en Colombia de sociología. Él tuvo que ver con el problema agrario. Su libro sobre la violencia fue muy importante. Todo eso no lo pueden obviar. Todo eso perdura. Hay cátedras en la Universidad que se llaman así: Camilo Torres Restrepo. Lógicamente, para todos los sacerdotes progresistas o revolucionarios que existen en Colombia Camilo es una guía de pensamiento y acción. ¡Camilo sigue vivo!

P: ¿Dentro del ELN, entonces, hay un espacio para que se incorpore la militancia que proviene de la iglesia?

David Montoya Sotomayor: Sí, hay un espacio para todos estos compañeros, hombres y mujeres que tienen su vida vinculada dentro del servicio a una iglesia o institución religiosa. Son compañeros que tienen una vocación de servicio inmenso. Camilo hablaba en términos del «amor eficaz». Me parece un concepto muy útil y bonito. No se trata de «Amar al prójimo como a ti mismo», eso es un poco genérico y desvinculado de la vida del pueblo. No, de lo que se trata, decía Camilo, es del «amor eficaz». Amar, pero eficazmente. ¿Para qué? Para transformar, para cambiar, para hacer la revolución.

P: ¿Tú has tenido formación cristiana?

David Montoya Sotomayor: Yo he tenido formación cristiana en la juventud, de raíz evangélica, no católica, en colegios evangélicos hasta mediados del bachillerato. Creo que ahí hay una fuente ética: la honradez, la honestidad, la sencillez, etc. Mi familia también. Cuando yo era un muchacho eso jugaba mucho. Ahora eso ha cambiado mucho, hay mucha secta. Uno se incorporaba dentro de la vida cotidiana de los colegios, los maestros…

P: ¿Cómo fue en tu caso el encuentro con la revolución, el marxismo y el socialismo?

David Montoya Sotomayor: Eso fue ya en la universidad. Aunque desde el colegio yo había conocido a la juventud comunista, a las juventudes maoístas, incluso a los gaitanistas. Había una gran efervescencia juvenil entre los muchachos. Ahí uno empieza a introducirse. Yo era un lector ávido. Leía todo lo que me llegaba a las manos. En la universidad me incorporé al movimiento estudiantil. Para nosotros Camilo y el Che han sido como paradigmas.

P: ¿Hay indígenas en el ELN?

David Montoya Sotomayor: Sí, por supuesto. Hay compañeros indígenas que se integran en nuestra organización.

P: ¿Pero el ingreso es individual o a través de las comunidades?

David Montoya Sotomayor: No, a nivel individual. No hay ingreso a través de comunidades, a excepción de lo que nosotros denominamos «comunidad de resistencia», que están, por decirlo de algún modo, detrás de las líneas cuando la organización se mantiene combatiendo.

P: ¿Cuál es el papel de las militantes mujeres en el ELN? ¿Hay guerrilleras mujeres?

David Montoya Sotomayor: Sí, por supuesto. Hay compañeras guerrilleras. Hace un tiempo salió publicada en nuestra revista Insurrección de internet (http://www.eln-voces.com/Correo_del_Magdalena/entrev-Paula-11-2004.html) una entrevista a la primera compañera que llega a ser comandante de nuestra organización: la comandante Paula. Ella cuenta allí el enorme sacrificio de estas mujeres combatientes. Vale la pena leer esa entrevista. La comandancia nuestra está formada por los miembros de la dirección nacional que no pasan de veinte compañeros. De todas formas no estamos exentos del pensamiento patriarcal y el machismo, que es profundo, aún cuando uno cultive su intelecto para evitarlo, la cultura subyace y sobreviven elementos machistas fuertes. En Colombia el machismo es muy fuerte. Y luego eso también se expresa en la lucha armada. Entonces las compañeras cumplen roles muy «femeninos», entre comillas, como salud, comunicaciones, logística, información. Hay compañeras que tienen una tendencia mayor a la lucha militar, entonces están en la lucha guerrillera. En los grupos rurales andan armadas, con fusil y todo. Lógicamente, el ELN les brinda el espacio para que vayan a la lucha específicamente militar. Pero me parece que de las mujeres de la organización tampoco son la mayoría. Son compañeras que han tenido un desarrollo de años y se convierten en bastiones. Nosotros creemos que son ejemplos para todo nuestro pueblo.