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Testamento 2022

Fuentes: Rebelión

A quienes dejo mis pertenencias

Amigos, hermanos, compañeros, familia… ya voy terminando mi caminata en medio de alegrías y tristezas. Para que se realicen sueños necesarios voy dejando mis pertenencias. Tal vez sirvan a alguien.
Al señor presidente le dejó un par de botas rojas para que vaya conociendo a los pobres de su país.
Al ministro de Economía le regalo mis lentes transparentes para que miré más allá del Valle de los Chillos y de Samborondón.
A la alcaldesa le regaló un boleto sin retorno en la aerovía Guayaquil-Durán.
A los ‘social-cristianos’ les regalo mi borrador para que cambien su nombre mentiroso.
A UNES les regalo mi brújula para que no pierdan el Sur.
A muchos asambleístas le regalo una pizca de valentía para que diferencien democracia y corrupción.
A Jairala Jimmy le regalo mi segundo nombre ‘Antonio’.
A los militares les regalo mi lupa para que extirpen las drogas de su institución.
A los policías les regalo pistolas que disparen flores incorruptas contra los manifestantes pacíficos.
A los votantes les regalo mi memoria para que no repitan la burda del 7 veces ‘SÍ’.
A las mujeres les regalo mi alegría por las grandes luchas que llevaron adelante en este difícil año de desgracias para ellas.
A los banqueros les regalo mi calculadora para que multipliquen el compartir y resten el saqueo generalizado.
A los jóvenes les regalo mi colección de canciones de protestas y esperanza de Pablo Milanés.
Al clero católico les regalo camisas multicolores para que se olviden del color negro.
A Ecuavisa le regalo un micrófono que no transmita falsedades.
A mis hermanos peruanos les regalo a un “presidente del encuentro”.
A Petro y Francia les regalo un apretón de mano solidario.
A Rafael Correa le regalo mi pasaporte sin frontera para que regrese libremente a Ecuador.
Al equipo de fútbol francés le regalo jugadores blancos… como los argentinos.
Al papa Francisco le regalo un año más de vida y a muchos cardenales y obispos un año menos.
A los partidos que se creen de izquierda les regalo un aterrizaje de lleno en las organizaciones populares.
A los pobres les regalo mi dignidad para que crean en ellos como poder popular.
A Pachakutik le regaló mi diccionario para que no se olviden del quichua.
A Yaku le regaló mi chaleco salvavidas para que no se ahogue en algún río del Azuay.
Al compañero Leonidas le regalo mi último saludo agradecido y esperanzado.
A todos les regalo mi espiritualidad sin frontera para construir la interculturalidad.
A mis lectores les regalo mi amistad fiel y mi gratitud sin fin. Adiós. ¡Ah Dios!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.