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Todo estaría bien

Fuentes: Rebelión

Todo estaría bien si el sistema de democracia liberal no fuera una falacia que propicia primas y privilegios a los optimates/aristocracias. Pero Todo está montado en el sistema de forma que favorezca a las elites del momento, por mucha separación de poderes de las que alardeen. No puede haber separación de poderes en la medida […]

Todo estaría bien si el sistema de democracia liberal no fuera una falacia que propicia primas y privilegios a los optimates/aristocracias. Pero Todo está montado en el sistema de forma que favorezca a las elites del momento, por mucha separación de poderes de las que alardeen. No puede haber separación de poderes en la medida en que estos los detenta una clase/casta [1] , y por tanto, gobierna, legisla, enjuicia y reprime, en base a sus intereses.

Todo estaría bien si la mayoría de la población no estuviera dominada y alienada/alineada, por y con, «lo que es», la realidad que la empobrece, margina y somete.

Todo estaría bien si, ante cada nueva crisis del sistema, las gentes se desprendieran de lo que entorpece a la sociedad y al individuo; pero la mayoría de las personas exige una moral e ideología que les permita mejorar, sin verse obligados a desprenderse de sus aprendizajes y justificaciones. La gente está dispuesta a escuchar algunas verdades, siempre que no les haga mirarse a sí mismos, a lo que hace. En general, no desea la responsabilidad y el albur del cambio. La mentalidad conservadora, y su ética pequeño burguesa, triunfa.

Todo estaría bien si, el posicionamiento social del sujeto (sus hechos; de hacer) [2], estuviera determinado objetivamente por sus relaciones con los medios de producción, sus ingresos de supervivencia, y su posicionamiento social en cuanto prebendas y privilegios, pero, vemos que, incluso el autocalificarse política/ideológicamente como de izquierdas o derechas, de poco sirve para la transformación de la sociedad, porque subjetivamente se es una persona integrada/asimilada por el sistema, y reproductora de sistema.

Todo estaría bien si no fuera posible ir a peor, y este sistema decadente (no por estar debilitado por nada extrínseco), rechazador de miradas más igualitarias, conservador de la realidad, y negador de esta misma, mantenedor inmovilista de tradiciones y valores morales inculcados, y con voluntad de permanencia, apoyándose en decadentes aristocracias de acumuladores y clase obrera institucionalizada y estatizada, utilice (una vez mas), luchas de poderes y nacionalismos retrógrados para fluir hacia las formas más autoritarias del conservadurismo clasista/racista y patriarcal.

Todo estaría bien si fuera posible que la identificación con el nacional fascismo se hiciera a través de una droga o virus, pero sabemos que, para conseguir soldados políticos, no basta con el adoctrinamiento ideológico. Las elites de todo el mundo saben que para integrar organizativamente, se debe señalar un enemigo, y que, además de creer (esto lo pone cada sujeto), se deben unir al adoctrinamiento, ceremonias, actos y discursos que estimulen el mito en el que se cree, actos que consoliden el sentimiento de pertenencia a una manada victoriosa y agresiva con el Otro, una tribu elegida por la divinidad (caudillo o führer) de la que cada integrante, es un elegido. Los políticos progresistas (siempre inmersos en luchas de egos y poder) parecen anonadarse ante esta acción, siendo incapaces de responder, pienso que por una interiorización equivocada de la función social de las masas [3], y su lenguaje, unida a la parálisis que produce el institucionalismo, cuando lo cierto es que, las masas solo se asustan de lo que no quieren; basta recordad los auges de los fascismos y nazismos.

Todo estaría bien si, no se estuviera, política y socialmente (no confundir) inmersos en una contrarreforma en la que los poderosos intentan convencer [4] de que el sometimiento libera, y, que la desprotección personal, social, y material, son albures del momento, situación de la que ellos no tienen responsabilidad, o, en todo caso, será culpa de los inmigrantes, de la izquierda utópica, y los pobres que por vaguería y vicio, no quieren dejar de serlo..

Todo estaría bien si la cuestión no fuera tanto tratar de transformar el mundo, sino de entender cómo se mueve. Hoy más que nunca, para cambiar el mundo hay que comprenderlo, y la actividad teórica independiente de clasicismos, es la parte más importante (junto a la movilización callejera no oficialista) de la práctica social en este tiempo.

Todo estaría bien si se aceptara que la libertad no es factible liberando en plan salvador, sino que hace falta entender que la domesticación, la sumisión y la gobernación de la población se consigue por procesos de abstracción en los que el lenguaje es de suma importancia al enlazar hechos con argumentos y, por tanto, su enfoque intencionado, que posibilita formalizar unas costumbres, una cultura, ya que lleva y conlleva una voluntad, un interés, una justificación y una perpetuación, siendo esta situación antropológica no neutra, lo que posibilita que acabe imponiéndose el pensamiento único vigente como ética de la tribu [5], por lo que la erradicación del poder actual pasará irremediablemente por la construcción de un nuevo lenguaje, cultura, por otra ética de la tribu.

Notas
[1] No necesariamente hereditaria y mas allá de la ideología derecha /izquierda, pero si identificada éticamente con el Poder y dominación.

[2] «La psicología burguesa tiene por costumbre en estos casos el querer explicar mediante la psicología por qué motivos, llamados irracionales, se ha ido a la huelga o se ha robado, lo que conduce siempre a explicaciones reaccionarias. Para la psicología materialista dialéctica la cuestión es exactamente lo contrario: lo que es necesario explicar no es que el hambriento robe o el explotado se declare en huelga, sino por qué la mayoría de los hambrientos no roban y por qué la mayoría de los explotados no van a la huelga». Wilhelm Reich: Psicología de masas del fascismo. Editorial Ayuso. Madrid 1972., p. 32

[3] Con el término de masas, concepto forjado por la escuela de Frankfurt,se señala a la mayoría de la población surgida de la disolución de las clases.

[4] Aproximación a la ética como configuradora de realidad

[5] La ética de la tribu es todo el aprendizaje, tradición, domesticación, gobernación, sumisión, cultura transmitida en cualquiera de sus formas, que marcan antropológicamente al sujeto, pero que el individuo responsable de sus actos, interioriza y repite. En la abstracción tribu se horizontaliza una humanidad que antropológicamente bebe de lo mismo, en la que la pirámide social es innegable y no abstracta, pero en la que la ética de la tribu, aunque emane en gran medida de las élites, es asumida, integrada y reproducida por casi todos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.