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Entrevista a Carmen Hertz, destacada abogada de derechos humanos y candidata a diputada por la Izquierda

«Tomás Hirsch es nuestro candidato presidencial»

Fuentes: La Nación

Es uno de los personajes emblemáticos de la transición. Y basta mencionarle la palabra justicia para que aflore su pasión por este tema que ha marcado su vida. Con su lenguaje torrencial y categórico, advierte que este no es el momento de bajar la guardia. «Hay una nueva arremetida para instalar la impunidad, para que […]


Es uno de los personajes emblemáticos de la transición. Y basta mencionarle la palabra justicia para que aflore su pasión por este tema que ha marcado su vida. Con su lenguaje torrencial y categórico, advierte que este no es el momento de bajar la guardia. «Hay una nueva arremetida para instalar la impunidad, para que hasta aquí no más lleguemos». La llevan a esta convicción hechos como el indulto al suboficial en retiro Manuel Contreras Donaire, involucrado en la muerte del dirigente sindical Tucapel Jiménez; la designación en la Corte Suprema del juez Rubén Ballesteros, o las declaraciones de algunos militares a raíz de la muerte del general Carlos Forestier.

Carmen Hertz trabajó en la Vicaría de la Solidaridad durante la dictadura y se quedó en esta institución hasta apagar las luces. Hoy reparte su tiempo entre su candidatura a diputada por el Juntos Podemos, agrupación que la tuvo entre sus precandidatos a la Presidencia, los casos de la Caravana de la Muerte y Villa Grimaldi, y la trama interminable de las cuentas secretas de la familia Pinochet. Carmen Hertz se educó en las monjas, pero pasó sus últimos dos años escolares en el Liceo 7. De allí nacen, señala, su amor por la lectura y su firme decisión de estudiar leyes. Optó por la Universidad de Chile y fue la mejor alumna de su promoción.

En la Escuela de Derecho se enamoró de uno de sus compañeros, el dirigente comunista Carlos Berger. Se casaron y pronto nació su hijo Germán, hoy cineasta. Después de que su marido fue asesinado, ella partió hacia el exilio en Argentina y volvió a comienzos del 77. Desde entonces ha trabajado en organismos de derechos humanos, como la Vicaría y la Comisión de Reparación. También en Naciones Unidas y la Cancillería. En los últimos 15 años su pareja ha sido el economista y, como ella, candidato a diputado del izquierdista Juntos Podemos, Manuel Riesco.

-¿En cuánto calcula la fortuna de Augusto Pinochet?

-Hasta ahora el juez Muñoz ha detectado alrededor de 30 millones de dólares en sus cuentas secretas y un fraude tributario de más de 15 millones de pesos. Y para declararlo cliente VIP, el Banco Riggs estimó su fortuna en 100 millones de dólares. Recordemos que él sólo ejerció cargos públicos, y todo el mundo conoce los estipendios fiscales.

-¿Esta cifra incluye el dinero de sus familiares?

-Tiene varias cuentas bipersonales con su mujer, otras con su hijo Marco Antonio… en fin. Hay una trama que incluye las 128 cuentas secretas detectadas en Estados Unidos, las del Reino Unido, Suiza, Bahamas, Venezuela, Argentina, etcétera. El Senado norteamericano descubrió también que se abrían cuentas a nombre de militares, como Ballerino, Collados, Garín, o de coroneles hoy activos, como Gabriel Vergara y Mac Lean. A través de éstas se derivaban platas a Pinochet. Sostenemos que, como él no hizo esto en solitario, sino con otras personas, existe asociación ilícita y seguimos investigando.

-Cuando se detuvo a Pinochet en Londres, usted ocupaba la Dirección Jurídica del Ministerio de Relaciones Exteriores. ¿No fue incómodo ponerse del otro lado de la mesa cuando su amigo José Miguel Insulza era el jefe?

-Yo estaba en Nueva York en la Asamblea General de Naciones Unidas. Volví a Santiago y renuncié a partir del primero de noviembre. A mi juicio, España poseía jurisdicción para juzgar a Pinochet y Londres tenía derecho a detenerlo; entonces, no podía seguir siendo la directora jurídica de la Cancillería, que tenía otra postura. Además, yo necesitaba libertad de acción para hacerme parte del juicio en España. El canciller me entendió perfectamente.

-Mirado en retrospectiva, ¿no le parece que haber traído de vuelta a Pinochet fue positivo?

-No. Porque la decisión del Gobierno no apuntaba al deseo de juzgar a Pinochet en Chile. Obedecía a la presión frenética de los poderes fácticos que desconocían la jurisdicción universal en materia de derechos humanos, lo que es una

aberración. A partir del holocausto nazi, los crímenes contra la humanidad dejaron de ser un asunto de cada país, porque la comunidad internacional llegó a la conclusión de que afectan no sólo a las víctimas que los padecen, no sólo a los Estados donde se cometen, sino a la seguridad y la paz mundial.

-Pero el ex dictador, finalmente, volvió «por enfermo».

-A Pinochet, cada vez que lo alcanza la acción de la justicia, se enferma. Por ejemplo, en el caso de la Caravana de la Muerte, en el año 2000 logramos desaforarlo, pero, cuando al año siguiente se le procesó, se le declaró loco, y el loco resulta que desarrolló actividad financiera delictual desde el año 2001 hasta la fecha. Es decir, pudo ser sujeto financiero y comercial, pero no sujeto procesal. Cada vez que él ha enfrentado nuevos desafueros por episodios criminales se interna de urgencia en el Hospital Militar y su mujer hace lo mismo.

-Pero no sólo él.

-Claro. No hay un solo general que no se haya enfermado en estos años antes de que se le notifiquen las resoluciones de sometimiento a proceso. Todos se han ido al Hospital Militar y han cumplido arresto domiciliario. Esta es una expresión de presunta cobardía.

-¿No le parece que en materia de justicia nuestro país ha avanzado?

-Sí. Gracias a la detención de Pinochet en Londres y, ahora, al informe del Senado norteamericano sobre las cuentas de Pinochet, quedaron en evidencia los pactos de silencio y el blanqueo de crímenes y robos sobre los cuales se construyó la transición chilena, a espaldas de todos nosotros. Esta transición inconclusa, eterna, se aceleró cuando algunos jueces reivindicaron el papel independiente que la justicia siempre debió tener en esta sociedad. Pero, una vez más, empieza a aparecer este discurso falso, manipulador, que llama a la reconciliación, al perdón y al olvido.

-¿Está pensando en el indulto de Manuel Contreras Donaire?

-El asesinato de Tucapel Jiménez se inscribió en una política de exterminio de los opositores políticos desde el aparato del Estado y, en este caso, de acuerdo a las normas del derecho internacional, no proceden ni el indulto ni la amnistía. Chile quedó en una situación de extrema precariedad frente al mundo. Y ahora se pretende indultar a otros represores.

-Algunos de los que asistieron al entierro del general Carlos Forestier solicitaron terminar, de una vez por todas, con este tema que afecta a varios militares…

-Forestier fue responsable de desapariciones y ejecuciones brutales de dirigentes sociales y políticos en Pisagua. Pero en este país esquizofrénico el sistema instala una verdad, y bajo ésta hay otras veinte verdades soterradas. Este es otro gran show de manipulación mediática que se monta apelando a lo que han sufrido estos viejitos, las enfermedades que tienen. ¡¡¡Pooooor favor!!! En crímenes contra la humanidad no caben amnistías

-¿No ve a los indultos como un aporte para la reconciliación?

-No, porque es un tema de justicia. En Alemania nadie se atrevió a solicitar jamás que los responsables del holocausto no fueran juzgados. Nadie pidió a las víctimas que se olvidaran de lo que había pasado ni que se reconciliaran con los verdugos nazis. Y menos como una política pública.

-¿La designación de Rubén Ballesteros en la Corte Suprema fue una manera de agradecer la gestión democratizadora del comandante en jefe Juan Emilio Cheyre?

-Es que yo no creo que a Cheyre haya que agradecerle nada. En las sociedades civilizadas, que un comandante en jefe dé pasos significativos hacia la profesionalización del Ejército no implica impunidad por los crímenes cometidos. Si se pretende llevar al Ejército desde la orilla pinochetista criminal a la orilla democrática y se paga ese tributo, nunca lo vas a cambiar de orilla. Le haría mal a la sociedad chilena y no me parece que Cheyre esté exigiendo esta moneda de cambio.

JUNTOS PODEMOS

-En las encuestas, el apoyo a su candidato, Tomás Hirsch, fluctúa entre el dos y el tres por ciento.

-Las encuestas son sólo un elemento. Y no podemos desconocer que el Juntos Podemos está prácticamente excluido de la cobertura mediática y de la vida de este país, a pesar de haber sido el que puso el lomo en la resistencia antidictatorial y el costo mayor en vidas durante todo ese tiempo. Yo creo que ahora vamos a ganar no sólo la elección, sino en participación, esperanza y hasta en más ternura con la gente.

-¿Cómo se sintió de candidata a la Presidencia?

-Algunos sectores me plantearon esa posibilidad y yo dije que aceptaría en la medida en que fuera nombre de consenso. Pero las cosas estaban muy avanzadas y no se dio.

-Hace algunos días, el mirista Andrés Pascal Allende afirmó que usted habría sido mejor candidata que Tomás Hirsch, y eso sacó roncha.

-Tengo gran respeto por la opinión de Andrés, pero lo importante es que ahora tenemos un candidato único que es Tomás Hirsch y estoy dispuesta a trabajar por él con mucho entusiasmo.

-¿Cuál es la propuesta de su pacto?

-Construir un espacio de pensamiento crítico, de izquierda, progresista, al cual, en algún momento, convergerán sectores decepcionados de que sean siempre las políticas de la derecha y no de la izquierda de la Concertación las que se imponen en estos gobiernos.

-Su propuesta suena voluntarista frente al aumento de la popularidad de Ricardo Lagos.

-Yo creo que la figura del Presidente es altamente valorada, pero la Concertación se ha entrampado en sus política de consenso con la derecha, profundizando el modelo neoliberal, sin preocuparse de distribuir en forma equitativa el ingreso. Chile está entre los diez países de peor distribución del ingreso del mundo.

-Usted sostuvo que en una segunda vuelta votaría por Michelle Bachelet.

-En Juntos Podemos este tema aún no ha sido definido. Y yo hice esa afirmación a título personal porque, con tal de que no gane la derecha. Sin embargo, le reitero que me siento ligada, intelectual y emocionalmente, al sector que representa el Juntos Podemos.

-¿Cuál ha sido lo último que se sabe del destino de su marido, Carlos Berger?

-Hoy no sé si lo tiraron al mar o lo dinamitaron en el desierto, pero sí que trataron de borrarlo de la faz de la tierra. Sin embargo, yo siento que su presencia y su memoria están instaladas en la memoria de este país.

-Si tuviera que decirle «una» cosa.

-Difícil… Que todo lo que pensamos y creímos entonces sigue siendo justo, válido y que la utopía que nos unió representó lo mejor de nuestro tiempo. Eso.