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Toni Morrison: Volver al principio, para sobrepasar los límites

Fuentes: Rebelión

Toni Morrison, escritora afroestadounidense hace de sus novelas una tribuna literaria en la que se expone (el juicio lo hace quien lee) el racismo en la vida de la gente, desde sus inicios y cruzando hasta hoy. Premios literarios como el Nobel o el Pulitzer, que en otros casos dejan que desear, en el caso […]

Toni Morrison, escritora afroestadounidense hace de sus novelas una tribuna literaria en la que se expone (el juicio lo hace quien lee) el racismo en la vida de la gente, desde sus inicios y cruzando hasta hoy. Premios literarios como el Nobel o el Pulitzer, que en otros casos dejan que desear, en el caso de Toni Morrison hablan del valor de su obra literaria y sin ese subrayado, porque no lo necesita, se alza su significado y su valor social. Algunas de sus novelas nos llaman a la lectura: «Ojos azules», «Amor», «Jazz», «Beloved», «La canción de Salomón», y el último. «Volver».

Con «Volver» Toni Morrison nos cuenta la historia de los afroestadounidenses en torno a la mitad del siglo XX, pero la novela tiene autoridad y fuerza en la letra como para preguntarnos por el racismo en nuestros días.

El poema con el que empieza la obra, indica cómo mide el sistema social que se nos impone, y pregunta a quien lee sobre lo que se sueña (aspiración y deseo), y sobre la realidad a la que pertenecemos y de la que somos dueños: » Esta casa ¿de quién es?/ ¿De quién es la noche que impide que entre la luz?/ … / Yo soñé otra, más acogedora, más luminosa,/ con vistas a lagos que surcan barcos pintados,/ … / Es extraña esta casa./ Sus sombras mienten./ Di, contesta, ¿por qué entra mi llave en la cerradura?».

Toni Morrison termina su novela con otro poema lleno del sabor de todo lo contado a lo largo de su magnífica obra: «Estuve allí mucho rato, contemplando aquel árbol./ Parecía tan recio,/ tan hermoso./ Herido justo en el centro/ pero vivo y entero./ Cee tocó mi hombro/ suavemente./ ¿Frank?/ ¿Sí?/ Venga, hermano. Volvamos a casa.»

La novela queda así dentro del paréntesis que construyen los dos poemas sobre sueños y mundo real al que vuelven, pero habiendo aprendido y habiendo sobrepasado los límites.

Comienza la narración con la voz del protagonista diciéndonos: «Se alzaron como hombres. Los vimos. Como hombres se pusieron en pie.» Hay en la novela numerosas ocasiones en las que los personajes se ponen en pie, «como hombres», término empleado para indicar el valor de las y los afroestadounidenses impulsados ante las circunstancias sociales y raciales.

El protagonista cuenta a alguien que toma notas cómo junto a su hermana contemplan escondidos, una pelea entre caballos. Ellos dos se han metido en una granja, desde cuyas alambradas se advierte que esta prohibido el paso, y cuando quieren salir de allí, escondidos contemplan cómo un grupo que puede deducirse son blancos, entierran a una persona de la que los dos hermanos sólo ven un pie negro, que se mueve como si esa persona hiciese lo posible por escapar. La impresión es tan fuerte, les causa tal grado de terror, que permanecerán ocultos y encogidos, abrazados hasta bien entrada la noche.

En la vuelta a casa se encontrarán con que «los mayores no repararon en nosotros. Algún problema los tenía preocupados.» ¿Dónde podía estar la preocupación de los mayores tras lo que ellos han contemplado?.

La imagen de los caballos en la pelea, hermosos y brutales, se asociará finalmente a la de los hombres que se levantan. En este primer capítulo, contado por el protagonista, se encuentra remarcado el sentido de la novela, y esa primera voz se ira alternando con la de alguien a quien cuenta. Éste otro narrador nos presenta a Frank Money escapándose de un manicomio en el que ha sido ingresado por algo que no recuerda. Una vez en la calle, ante la realidad inmediata, actúa temeroso. En la realidad inmediata esta concentrado el pasado, y su intención es salir de viaje para volver al origen, quiere alcanzar un futuro mejor, salvar a su hermana del peligro que le ha anunciado una carta.

Conforme hace camino se nos muestra la existencia tanto de quienes son pobres como de quienes además son de raza negra.

A Frank Money, pobre y negro, en el manicomio le han quitado el dinero y los zapatos, dejándole unicamente una medalla de guerra. Al escapar de allí va a pedir auxilio a una iglesia, temiendo que le vean descalzo por la calle. En la situación que se vive en EEUU hay detalles que te llevan a la cárcel, si vas sin zapatos te arrestan, te encierran y te condenan por vagancia: «Interesante ley …, vagancia, o sea, estar en la calle o caminar sin propósito claro. … quedarse quieto en algún sitio podría dar lugar a una denuncia por «merodear». Nos hace saber algo aún peor: para ser arrestado, golpeado, perseguido, hasta asesinado, no es necesario estar en la calle, puede que estés en tu propia casa y correr la misma suerte. Y se nos cuenta lo que a Frank Money, a su familia y a los vecinos de su pueblo, les hicieron por ser de raza negra: los blancos querían sus casas, les dieron 24 horas para abandonarlas y marcharse de allí. Así se vieron andando por el desierto hasta otro Estado, y en un terreno desolador fundaron otro pequeño pueblo. Sólo un anciano se negó a marcharse de su casa, y lo asesinaron.

Tras ese recuerdo reanudamos el viaje de Money en busca de su hermana Cee. La necesidad también de algún dinero, le conduce a la puerta de la iglesia para llamar con los nudillos, «pero sin amenazar, no como cuando un grupo de ciudadanos aporrea una puerta, o la chusma, o la policía.»

Ya contamos con dos elementos que gravitan sobre los personajes: el racismo, incrustado como la herrumbre, la suciedad con raíces, y la falta de dinero, el personaje principal es Money, lo que en el mundo capitalista es el factor primero, y que se pone por delante y suprime los valores humanos. Estos dos asuntos, tan propios del modelo de vida estadounidense, los encontramos en el personaje principal, y los hallamos en la visión que tiene de sí mismo y de su entorno, con lo que, emprendido el viaje se ve obligado a ocultarse, a disimular, o a sentarse en la parte de atrás de los autobuses, el espacio para los afroestadounidenses, y así evitar ser detenido: » … tal vez pienses que en el norte no es como en el sur. No lo creas ni por un momento y no cuentes con ello. Las costumbres son tan reales como las leyes y pueden ser igual de peligrosas.»

En cuanto a las costumbres machistas, se recogen escenas que saltan entre nosotros, pero que en la sociedad estadounidense se repiten tanto en las razas blanca como negra.

Como respuesta, a lo largo de toda la novela, se aprecia la importancia de la solidaridad entre el pueblo, ayudas de comida, de refugio, de dinero, el impulso continuo a la esperanza en un futuro mejor. Compartiendo lo material se ven más claramente los peligros que nos rodean, quien es el enemigo que desde lo más alto propaga el daño social. Un buen ejemplo es el de Billy, que también es negro; Billy acoge a Money en su familia, y allí está Thomas, el hijo de ocho años, que tiene el brazo derecho muerto: » … le preguntó a Billy qué le había ocurrido al brazo de su hijo. Billy hizo el gesto de apuntar con un fusil.

– Un poli desde su coche …

– No se le puede disparar a un niño así como así -dijo Frank.

– La poli puede dispararle a quien le dé la gana. Esta es una ciudad sin ley.»

Y en el diálogo con el niño descubre que es capaz de superar la adversidad de su estado físico destacando como estudiante, pero en ese esfuerzo que hace el niño descubre un interior ejemplar:

– Thomas. -Frank sonrió-. ¿Qué quieres ser de mayor?.

– Un hombre -dijo, …»

La novela en este momento nos habla de la generación de mañana, de la aspiración a ser mejor superando las dificultades que crea el racismo. Hay que prepararse, no hay que permitir que nos falle la energía de cambio. Pero ser «hombre» no es garantía por sí misma, ya hemos leído al comienzo que los caballos peleaban y se levantaron como hombres. Luego, tiene que haber otra clase de «hombre», quizás una nueva, esa a la que Thomas quiere llegar.

Frank había salido de su pueblo con una intención parecida junto a dos amigos, y los tres se apuntaron al ejército, que los depositó en la guerra de Corea. Pero Frank regresa sólo, sus dos amigos han muerto. Recuerda que uno de ellos perdió un brazo, como el niño, pero a consecuencia de eso el amigo pierde la vida. El niño, a pesar del disparo de la policía, ha conseguido salir vivo. El intento de hacerse «hombre» sigue siendo una promesa en el niño. Otro elemento a tener en cuenta, no hay que perder de vista que la solidaridad siempre se ve remarcada por la presencia de alguien que puede darse a conocer, pero también puede que no sepamos ni su nombre, por ejemplo el que se presenta después de que Frank sufra un atraco y estando en el suelo, Frank, escucha:

«- ¿Necesita ayuda?. -Delante de él, la silueta de un hombre enmarcada por la luz de una farola. -Arriba. -El hombre le tendió la mano para ayudarle a levantarse. -Bueno, pero coja esto. -El hombre le metió dos billetes de dólar en el bolsillo de la chaqueta.»

De la misma manera que la solidaridad discurre entre las personas negras, las conversaciones entre éstas nos descubren que los «hombres» blancos habían dejado de organizar peleas de perros, para obligar a pelear entre hombres negros, hasta que cualquiera de los dos resultaba muerto:

– Nos dijo que les trajeron a él y a su padre de Alabama. Atados con una soga. Les obligaron a pelearse. Con cuchillos.»

Les invito a leer en el libro la escena con la que continua Toni Morrison. Aprenderán algo sobre la vida de la población negra en EEUU. Si trasladamos semejante enseñanza a nuestro entorno y nuestros gobernantes, con las alambradas coronadas de concertinas, los CIES, las persecuciones y capturas callejeras, la supresión de Derechos Humanos, es posible que nos hagamos la clase de hombres que quiere significar la autora. Volver al origen, volver a encontrarnos con la justicia social, volver a quienes alcanzan la altura de ser humano. Volver. Retomar el comienzo y no dejarnos arrastrar por los que, organizados, roban y persiguen a la clase trabajadora del mundo, seamos de la raza que seamos.

«Volver», el título, manifiesta la necesidad de reencontrarse, tanto los personajes, que son ejemplo de superación personal y de lucha, partiendo de la individualidad y viendo y tocando la colectividad. Y «Volver» hace que nos manifestemos ante el mundo real, ante nuestra propia colectividad. Las mejores novelas, entre otros elementos, deben hacernos preguntas que alteren la norma, que remuevan la bajeza inhumana, y en este caso seguro que nos surgirán por ser quienes sufrimos la sociedad injusta. Volver, reencontrarnos los de la raza negra, que diría Rimbaud, los divididos, los desalentados, los individualizados, que como clase nunca ha dejado de luchar, para alcanzar la tranquilidad después de comprobar que sí se puede.

Título: Volver.

Autora: Toni Morrison.

Traductor: Amado Diéguez.

Editorial: Lumen.

Ramón Pedregal Casanova es autor de «Dietario de crisis», lo puedes bajar de Libros libres, en rebelion.org; y es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», edita Fundación Domingo Malagón.