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Tormentas de recesión

Fuentes: Rebelión

1. Justo frente al Palacio de La Moneda se encumbra un monumental árbol de Navidad con sendos adornos que publicitan el consumo de Coca Cola. Mientras se edificaba por mandato gubernamental, los obreros pendían como figuras decorativas en el peligro de las alturas. Ese árbol es el resumen de los materiales sustantivos que justifican la […]

1. Justo frente al Palacio de La Moneda se encumbra un monumental árbol de Navidad con sendos adornos que publicitan el consumo de Coca Cola. Mientras se edificaba por mandato gubernamental, los obreros pendían como figuras decorativas en el peligro de las alturas. Ese árbol es el resumen de los materiales sustantivos que justifican la Concertación y todos sus movimientos.

2. Los analistas del poder rubrican con sus lecturas de clase los efectos dramáticos que tendrá la crisis mundial en Chile durante el 2009. Según The Economist Intelligence Unit, la inversión privada en el país caerá a un -5,5 %, respecto del crecimiento de un 21 % de 2008. Las inversiones suspendidas indefinidamente suman 2.615 millones de dólares, en tanto los proyectos aplazados o sujetos a revisión llegan a 6.400 millones de dólares. El área más castigada -y que ya comenzó sus fatalidades- corresponde al rubro inmobiliario, con el derrumbe de 28 proyectos ante la sobreproducción habitacional. Ya son miles los obreros de la construcción que padecen la destrucción del empleo, síntoma histórico en Chile que antecede las recesiones. A modo de ilustración, el 2009 se venderán 150 mil automóviles en relación a los 250 mil vendidos el 2008; y la industria forestal caerá, por lo menos un 10 % respecto de 2008.

3. La vertiginosa verticalidad de la desaceleración económica chilena fue refrendada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ( OCDE ), organismo internacional que afirmó que al cierre de 2009 el desempleo en el país alcanzará los dos dígitos (alrededor de un 10 %, es decir, 700 mil personas). Vale notificar que la medición de la desocupación en Chile es altamente arbitraria y pro gubernamental (sea cual sea el Ejecutivo de turno), toda vez que la encuesta de empleo contempla cualquier tipo de trabajo en un tiempo dado que redunde en una remuneración, no importando su monto, ni su estabilidad, ni su condición contractual. La opacidad de las cifras oculta una cesantía mayor. Nuevamente la publicidad por arriba procura malamente arrumbar bajo la alfombra la pobreza real de millones. Los tecnócratas del poder pertenecientes al ultraderechista Centro de Estudio Libertad y Desarrollo, a través de su director, Tomás Flores, sentenció que «La vida les va a cambiar radicalmente a las personas, hay una sensación de problemas.»

En la misma línea discursiva, Sergio Fuentes de Standard&Poor’s, indicó que «Codelco (Corporación del Cobre) verá mermado sus ingresos y se reducirá sus aportes al Estado». Algunos señalan que el precio del metal rojo alcanzará incluso precios menores a 1,5 dólares la libra. Por su parte, el negocio bancario sufre la contracción de la demanda crediticia, aniquilando a su paso numerosas plazas de trabajo de fuerza de ventas. Debido a la crisis norteamericana, de la Eurozona, Japón y Canadá, las exportaciones nacionales se reducirán entre 5 mil a 7 mil millones de dólares, debido a la contracción de la demanda. Como ya es habitual, los jóvenes trabajadores pueden hasta triplicar el nivel de desocupación. Otro tanto ocurrirá con las mujeres asalariadas, que ya obtienen un tercio menos de ingresos por el mismo trabajo que realizan los hombres, además de ser arrojadas al trabajo sexual en su condición de jefas de hogar, y resultar víctimas en ascenso de la violencia hogareña a puerta cerrada.

En síntesis, el Banco Central (tan neutro como un hincha de Colo Colo o el mandamás de cualquier secta) aventura un crecimiento económico para el 2009 de un 2 %, mientras Barclays Capital proyecta un crecimiento de apenas un 1 % para el mismo período. La destrucción de fuerzas productivas y empleo beneficiará a las grandes corporaciones de propiedad transnacional o mixta, facilitando la formación de oligopolios y haciendo trizas a los pequeños y medianos patrones, como ya está ocurriendo en la industria de la minería.

4. En Chile el consumo de medicamentos, en general, es altísimo, y el de antidepresivos rompe cualquier record. El capital, cuyo resorte fundante es la ganancia a como dé lugar, se concertó para aumentar los precios de los medicamentos a través de la colusión de los tres gigantes de la comercialización de «remedios». De este modo, Farmacias Ahumada (Fasa), Cruz Verde y Salcobrand (que concentran el 92 % del mercado) acordaron aumentar los precios de 222 productos de primera necesidad, incluyendo anticonceptivos, medicamentos contra la diabetes y la epilepsia. La Fiscalía Nacional Económica les puso una demanda por «conductas monopólicas». Algo es algo, dirán algunos, pero ¿Por qué el Estado no es capaz de crear una propia cadena farmacéutica al alcance de todos los bolsillos? Porque el Estado es de contenido burgués y aliado estratégico de las corporaciones privadas. Las multas simbólicas corresponden a los límites de supervisión permitidos por los de arriba, a costa de la salud de las mayorías.

5. El flamante Presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (gremio patronal), Rafael Guilisasti, indicó en su primer discurso que ante la crisis económica «la articulación entre el sector privado y el Estado es más necesaria que nunca.» Hace tiempo que en Chile hablar de Estado e intereses corporativos privados es una redundancia. Pero Guilisasti no terminó allí al decir que los sectores orientados al mercado nacional sufrirán el impacto del menor consumo porque habrá más desempleo «y una actitud más cautelosa de los consumidores.» Como si no fuera suficientemente antipopular la legislación laboral actual que dificulta la sindicalización, impide la negociación colectiva y se basa en el código civil (trabajador solitario contra la empresa) y no laboral (negociación por rama económica), el máximo dirigente patronal advirtió que «son más necesarios que nunca los ajustes a la legislación laboral».

Naturalmente, Guilisasti se refiere a la urgencia de flexibilizar aún más el mercado del trabajo para sostener las tasas de ganancia de la minoría propietaria del capital. Finalmente filosofó respecto de que «la crisis provocará ajustes sectoriales y de empresas que son inevitables, y que afectará el empleo (…) Somos una economía globalizada y, por tanto, muchos de los aspectos que afectan a nuestra economía no dependen de nosotros.» Esto es, que las consecuencias de la dependencia estructural de la economía chilena exclusivamente exportadora de materias primas en relación a los Estados corporativos centrales recaerá pesadamente sobre el pueblo trabajador.

6. Aprovechando el inicio de las vacaciones de verano para los escolares y pronto para los profesores, el Senado aprobó rápidamente la idea de legislar la Ley General de Educación (LGE), gatillada por los estudiantes secundarios en la movilización masiva de 2006 contra el fin del lucro en la enseñanza. Sin embargo, la LGE no hace más que consagrar la educación particular subvencionada y cosméticamente apunta modificaciones insustanciales respecto del fortalecimiento de la Educación Pública que, en Chile, sólo llega a un 50 % del sistema escolar. La moraleja histórica al respecto es clara: sólo se pueden negociar acuerdos favorables para los de abajo en condiciones de fuerza, en lucha, masivamente movilizados. Como una ley metálica, la creación de comisiones gubernamentales son las tácticas usuales que emplea el poder con el fin de desactivar el movimiento social, única garantía de los de abajo para imponer sus demandas. Un caso paradigmático es lo ocurrido con el satisfactorio reajuste alcanzado por los empleados fiscales recientemente.

7. La más que probable recesión que signará la economía chilena durante el 2009 demanda el fortalecimiento, inteligencia y unidad más amplia de los trabajadores y el pueblo desde una perspectiva de independencia de clase y horizontes anticapitalistas. Una nueva Constitución de la República, la renacionalización del cobre y los recursos estratégicos del país; la reconquista de derechos sociales; la lucha por la defensa de los ahorros previsionales, el trabajo y la estabilidad laboral en tiempos de crisis, son puntos de llegada cuyo arribo está determinado por las condiciones de fuerza entre el capital y el trabajo, entre el empresariado oligopólico y la construcción de un continente ancho de la clase trabajadora en toda la extensión de sus relaciones sociales.

Ante la crisis de credibilidad del sistema político administrador de los intereses de la minoría, los empeños que agrupan y deben organizar potencialmente a amplias franjas del pueblo castigadas por el capital, sus crisis y un eventual período recesivo deben concentrarse en su autoorganización, en tanto movimiento real de los de abajo, como condición sin la cual resulta imposible sostener demandas de estatura política necesarias, pero inalcanzables sin lucha y poderoso tonelaje popular. La ilusión maximalista de reivindicaciones políticas distantes aún del devenir concreto de la lucha de clases y su situación, encierra el peligro de confundir y no congregar, salvo a los políticos sin lugar en el Estado.

Ni el parlamentarismo burgués (flaco en sus potencialidades concretas en el actual escenario), ni la desesperación fundamentalista resultan tácticas plausibles para enfrentar la hora presente. El movimiento real y organizado de los trabajadores y el pueblo es anterior a las políticas electorales fechadas por arriba; y los candidatos «progresistas» no lo sustituyen. Apenas refrendan e ilustran su constitución y dimensiones. ¿Que se puede mascar chicle y caminar al mismo tiempo? Por cierto. Sin embargo, mucha izquierda ya tiene problemas mandibulares, mientras por abajo recién amanece la caminata paulatina de los genuinos mandatados a cambiar la vida. La dialéctica no es la suma mecánica de lucha electoral más lucha social. Es preciso concentrar fuerzas en un eje ordenador que discipline democráticamente las prioridades. Ya está siendo hora de apresurar la composición de un instrumento de los trabajadores y el pueblo que el 2009 irrumpa volcánicamente, desde abajo, y se convierta en actor protagónico de la primera década del siglo XXI.