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De Tijuana a Melilla y más allá

Tras la frontera

Fuentes: Noticias de Navarra

Cuando se llega a Tijuana la frontera aparece como una línea imaginaria aunque férrea entre Estados. Al acercarse a ella, se divisan dos territorios diferenciados de grandes contrastes en su urbanismo y configuración. No obstante, pasada esa impresión, enseguida se percibe que hay un trasiego de enseres y de personas, de comunidades que se conectan, […]

Cuando se llega a Tijuana la frontera aparece como una línea imaginaria aunque férrea entre Estados. Al acercarse a ella, se divisan dos territorios diferenciados de grandes contrastes en su urbanismo y configuración. No obstante, pasada esa impresión, enseguida se percibe que hay un trasiego de enseres y de personas, de comunidades que se conectan, negocian, influyen, conviven y hasta trafican, como si California y Baja California fueran parte de una misma cartografía atribulada, en una tensión permanente que nadie sabe de dónde viene y a dónde va. 

Ahora sabemos, gracias a la fotografía de José Palazón, que la frontera no es un simple obstáculo, sino un modo de marcar las vidas, controlarlas, gestionarlas y distorsionarlas. Allí en Melilla, unas personas disfrutan de un campo de golf financiado por la Unión Europea, jugando en una escenografía de anuncio hipster, mientras en el lateral una decena de migrantes procedentes de África permanecen sobre una valla a seis metros del suelo, esperando que las detenciones y los golpes no sean más duros de lo temido.

Todo Estado que se pretende democrático tiene sus fronteras, donde lo universal se acorta hasta lo particular y, si me apuran, hasta lo ridículo. Es una contradicción que la filosofía política moderna nunca ha podido resolver. Independentistas o no, nacionalistas o no, cosmopolitas o no, haríamos bien en tenerlo presente.

Por desgracia siempre hay gente que no lo entiende. Un economista de la London School of Economics y presunto estratega en arreglar las Españas del desastre tuiteaba una foto de unos cuerpos migrantes similares con el siguiente texto: «Debe haber alguna razón por la que no se puede hacer una valla en condiciones en Melilla, ¿cuál es?». Después se extrañaba de que la gente entrara a denigrar su opinión.

Migrantes y denigrantes, solo hay un motivo para que alguien se pregunte por las condiciones de esa valla: el lenguaje experto ha obnubilado la condición humana. Mientras haya fronteras, siempre habrá gente que quiera traspasarlas. No se trata de una oportunidad, ni siquiera de un derecho, sino del deseo más humano por irse, por venir, por fugarse. ¿Hace falta explicárselo?  

 

Publicado en: http://www.noticiasdenavarra.com/2014/10/26/sociedad/tras-la-frontera