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En el 75º aniversario del asesinato de León Trotsky

«Trotsky era la última bandera para un sector de la oposición social y política en la Rusia estalinista»

Fuentes: Rebelión

M.H.: Se han cumplido 75 años del asesinato de León Davidovich Bronstein, conocido como Trotsky, en el barrio de Coyoacán, México DF, a manos de un agente de la policía secreta soviética, Mercader. Para homenajear al revolucionario ruso e internacionalista y para comprender su pensamiento y vigencia en la actualidad, estamos con Daniel de Lucía, […]

M.H.: Se han cumplido 75 años del asesinato de León Davidovich Bronstein, conocido como Trotsky, en el barrio de Coyoacán, México DF, a manos de un agente de la policía secreta soviética, Mercader.

Para homenajear al revolucionario ruso e internacionalista y para comprender su pensamiento y vigencia en la actualidad, estamos con Daniel de Lucía, historiador y profesor del Joaquín V. González, Cecilia Feijoo, del Instituto de Pensamiento Socialista (IPS), que desarrolla una tarea de difusión muy importante de la obra de León Trotsky y un viejo amigo y compañero de lucha de los años ´70. Cuando lo conocí venía huyendo de la denominada Masacre de La Plata, donde asesinaron 8 compañeros del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) que estaban apoyando la huelga de Petroquímica Sudamericana. El próximo 22/9 se realizará un homenaje en La Plata al cumplirse 40 años. Manuel Martínez es un compañero peruano, tiene una militancia internacionalista, de una formación teórica muy sólida, uno de los animadores de la revista Herramienta casi desde su comienzo.

A León Trotsky se lo conoce fundamentalmente por su enfrentamiento con Stalin, el líder emergente de la Revolución rusa, posterior a la muerte de Lenin. Sin embargo, estuve revisando un material de uno de sus biógrafos, Isaac Deutscher, que señala que esas diferencias entre Trotsky, Stalin y Lenin, en realidad, no serían tales ya que de alguna manera aquellos primeros años de la Revolución rusa prefiguraban la figura de Stalin, como expresión de un totalitarismo extremo. Tenemos que hablar de millones de seres humanos asesinados en los llamados Kulaks, entre ellos dos millones de miembros del Partido Comunista de la URSS y prácticamente todo el Comité Central que había conducido la Revolución rusa, un 9 de noviembre de 1917.

Cecilia Feijoo: Deutscher es una persona muy influyente en la literatura mundial, inclusive en Inglaterra. Hace un tiempo salió una entrevista en The Guardian, donde le preguntaban a Tony Blair cuál era su libro preferido y él contestó que era la trilogía de Deutscher.

Deutscher influenció al marxismo inglés. Él hace una analogía muy fuerte entre la Revolución francesa y la Revolución rusa, y desde ahí lee el rol que va a jugar Stalin en la revolución, lo asimila a la figura de Napoleón y ve que Stalin es la manera en la que la revolución continúa, porque está al frente del Estado que surge de ella.

Trotsky discreparía con esta posición porque vemos que no hay tal analogía entre Napoleón y Stalin. Esto se debe a que son dos revoluciones de carácter diferente, una es el ascenso al poder de la burguesía y otra el del proletariado, de una clase que no defiende ninguna propiedad y que no puede llevar a otros países con la bayoneta esa propiedad, como lo hace Napoleón con las guerras napoleónicas.

Esto no es lo que sucede en Rusia porque el sujeto es otro, es el proletariado, y expresa otra lógica. Esta visión de Deutscher es errónea, de hecho tiene una biografía previa a la trilogía que es la de Stalin. Hay una ilusión de Deutscher en la que a pesar de la aberración que expresa el estalinismo, ve la lucha contra el enemigo capitalista, ya que es un gran analista geopolítico, y el papel progresista que tiene Stalin en ese punto, más allá de lo desastroso de la política internacional. Para mí ese es el error.

Daniel de Lucía: Coincido con lo que señala la compañera. En un resumen de ese trabajo, Deutscher decía que el bolchevismo fue pasando de la democracia al totalitarismo sin darse cuenta. Creo que en este sentido lo que estaría en discusión es el período de la Revolución rusa anterior a Stalin. Creo que no hay que idealizarlo y hay que revisarlo porque hay muchas contradicciones, pero coincido en que no se puede partir de esa analogía, no se puede afirmar, por ejemplo, que en Lenin estaba Stalin, por varias razones no es así, por más que uno pueda ser crítico de la política bolchevique.

No hay que perder de vista que los bolcheviques practicaron un terror que como en la revolución francesa tenía en vista el terror de Robespierre y la idea de que si no le cortamos la cabeza a ellos, nos la cortan a nosotros. Esto no se puede comparar con lo que es el terror autoritario ejercido por Stalin con las características que ya sabemos que tuvo. Por otro lado, volviendo a lo de Deutscher, era un hombre que venía del comunismo polaco, pero con una posición socialdemócrata. Creo que si bien se tienen que revisar muchos aspectos, cosa que los trotskistas ortodoxos muchas veces no quieren hacer, el período de Lenin y de Trotsky y algunos aspectos autoritarios que también tuvo, pero estoy completamente de acuerdo en que no se puede establecer un signo igual. La polémica viene también por el lado de toda una literatura anarquista que ha planteado una crítica a lo que es el período bolchevique, pero desde otro lado y sería otra discusión.

Manuel Martínez: Me parece que hay que ser claros en este asunto. En primer lugar son dos cosas completamente distintas, coincido en ese sentido. Me parece equivocado decir que está planteada la continuidad con Stalin de un régimen que fue revolucionario, que tuvo elementos de protagonismo obrero y popular a través de los soviets, aunque al mismo tiempo esa democracia revolucionaria tenía permanentemente contradicciones con el partido, y eso no es por maldad o porque sean desviaciones, creo que es mucho más complejo el tema.

Es una revolución que se produce en un país mayoritariamente campesino con una enorme cantidad de analfabetos, un proletariado muy politizado pero reducido a la zona más europea, entonces es una revolución absolutamente extraña. Yo coincido con la idea de Gramsci, aunque no soy gramsciano, quien escribió un artículo muy curioso que se llama «Una revolución contra el capital» y tenía un doble sentido ese título, era una revolución anticapitalista y, al mismo tiempo, contra El Capital de Marx, es decir, que había surgido en un país que no se ajustaba a las características que Marx había planteado para la posibilidad del socialismo. No era un país europeo central, no era un país con un proletariado ampliamente desarrollado que podía jugar efectivamente el rol de sujeto de la revolución propiamente dicho, etc.

Creo que los problemas que se presentaron en el período inicial de la revolución, desde el ´17 hasta el ´24, fueron problemas de una complejidad enorme y coincido en que no hay que idealizarlo. Lo esencial de ese período fue el avance revolucionario, la lucha contra la burguesía terrateniente. Más allá de que en ese proceso se presentaron múltiples contradicciones y además problemas que no estaban planteados en ningún lado, por ejemplo, que había que crear un ejército para defenderse de la agresión. Si uno busca cualquier trabajo de Marx y Engels anteriores a la Revolución rusa sobre ese tema, no lo va a encontrar, entonces tuvieron que inventar.

Obviamente, se aplicó el terror. Inclusive hay una discusión sobre cómo se lo ha presentado a Trotsky después de su persecución, exilio y asesinato, casi como una figura hiper democrática, hay una visión bastante liberal.

D.dL.: Una apropiación.

M.M.: Claro, hay una apropiación liberal de la figura de Trotsky, y él fue parte de esa dirección revolucionaria que entre el ´17 y el ´24 tuvo que jugar un rol fundamental al frente de la revolución y, al mismo tiempo, seguramente en ese proceso se cometieron lo que hoy nosotros, modestamente, desde lejos, podemos decir que se cometieron errores o, en todo caso, se tuvieron que afrontar contradicciones que seguramente no fueron siempre bien resueltas.

Creo además que lo que sucedió luego de la muerte de Lenin fue un cambio cualitativo, en realidad hay un proceso que el propio Trotsky ya había planteado, él habla del Termidor, del momento en que se está gestando un poder contrarrevolucionario. Al mismo tiempo, plantea la defensa del Estado obrero, que es todo un debate y hasta el último día de su vida lo plantea. Plantea una idea de la revolución que es sumamente compleja, ¿qué defendemos? La propiedad nacionalizada, las conquistas económicas y sociales, pero al mismo tiempo había que luchar contra el poder burocrático que estaba al frente de ese proceso.

D.d.L.: Posición que a veces se olvida que fue muy irruptora en el campo de la izquierda radical, porque muchos sectores no lo aceptaron. Son debates que han sido mal llevados, calificando a unos de buenos y a otros de malos, cuando se tendría que haber planteado en otros términos. Hay cuestiones que reflejan una crisis de base entre Estado y comuna, que se volvió a dar en otro proceso revolucionario como fue la Revolución española. Quizás hubiera que dar más ese tipo de discusiones que caer en los tacticismos políticos, en ese sentido los debates han sido pobres.

M.H.: Cecilia, ¿por qué Stalin manda asesinar a Trotsky?

C.F.: Era un momento difícil, convulsivo desde el punto de vista del propio desarrollo de la Revolución rusa y el Estado que había surgido. Era complicado para Stalin, así como lo fue toda la década del ´30, la Revolución española, su derrota, el fascismo en Europa y los problemas internos que va a tener Stalin para consolidar su poder.

Había colectivizado el campo, había generado una hambruna muy grande en las ciudades, había lanzado el plan quinquenal que iba por detrás de los objetivos, obviamente como se hacían con los métodos del terror no estaban dando sus frutos y tenía cuestionamientos internos de lo que quedaba de aquéllos que habían militado en el bolchevismo antes de la revolución o durante ella, y que en el ´28 se habían integrado con Stalin; porque la idea de la colectivización del campo era una idea comunista, ya se había estatizado el campo y la idea era impulsar el trabajo colectivo contra la idea de la pequeña producción y eso había llevado a un sector de antiguos oposicionistas a volver a ingresar al partido y a apoyar a Stalin. Antiguos compañeros de la oposición de Trotsky se incorporaron, pero era una situación interna muy compleja y en una situación internacional con el ascenso del fascismo que los comunistas sabían que el interés alemán era conquistar el Este. Eran el enemigo del fascismo, la URSS que había surgido de una revolución que inclusive había tenido sus repercusiones dentro de Alemania durante los años ´20.

Por otro lado, la necesidad de expandirse y conquistar las riquezas del Este ambicionadas por la burguesía alemana. Esa situación pone en un brete a Stalin y se va a expresar con cómo va a actuar ante la Segunda Guerra Mundial.

La necesidad de eliminar a Trotsky era la necesidad del propio Stalin y esa casta de liquidar a la última figura que podía reagrupar a aquéllos que seguían peleando por una perspectiva socialista dentro de Rusia y también fuera de ella, de hecho Trotsky durante los ´30 no pierde el contacto, hasta el ´38 cuando comienza lo que se llama «el gran terror» y ahí sí pierde todo contacto con lo que pasa dentro de la URSS, con su hijo y su ex esposa, Alejandra, sus amigos, inclusive aquéllos que en un momento estaban en contra de él van a ser fusilados por el estalinismo en los Juicios de Moscú.

Trotsky era la última bandera que podía tener un sector de la oposición social y política, no solo los cuadros importantes sino también el sector obrero, se venía una guerra y cuando hay guerra hay revoluciones, eso ya lo había aprendido Stalin de manera reaccionaria.

Trotsky ha resistido mejor que Stalin el paso del tiempo

M.H.: Daniel, en este momento nadie habla de Stalin, sin embargo, parece ser que Trotsky ha resistido un poco mejor el paso del tiempo.

D.d.L.: Quiero agregar antes algo a lo que decía la compañera, todo el enfrentamiento con el fascismo pone aún más blanco sobre negro el cretinismo sobre el pacto con Ribbentrop.

M.H.: Von Ribbentrop era el Ministro de Relaciones Exteriores del régimen nazi.

D.d.L.: Trotsky ha resistido más pero también son muchas las imágenes proyectadas y son muy variadas las apropiaciones de su figura. Creo que si tuviera que rescatar un Trotsky es alguien que encarnó, respecto del fenómeno del burocratismo, la crítica a ese régimen y dentro de esa critica la posibilidad de un rescate en las condiciones difíciles y contradictorias de lo que es el proyecto marxista radical, el proyecto del socialismo como proyecto de generación de sistema e incluso de los fenómenos burocráticos como han surgido.

Hay toda una serie de capas geológicas que nos hacen un poco difícil el analizar a Trotsky, porque como dijo Manuel hay un Trotsky apropiado de posiciones liberales, está el de los trotskismos que también es una imagen muy alisada que se la quiere ver sin fisuras, hoy por hoy se ha avanzado en esta discusión, pero hasta hace unos años no era posible.

Por otro lado, hay páginas de internet que ponen el piolet con el que fue asesinado y afirmando que fue un acto del proletariado, que nos hace pensar en el grado de sectarismo criminal que vuelve a surgir. Las imágenes de Trotsky son múltiples y muy complejas. En cuanto a esto quería agregar, que frente a ese Trotsky sin fisuras del trotskismo, tendría que aparecer la figura que escribió en condiciones muy difíciles, que hay un Trotsky teórico muy interesante, uno político, que indudablemente tiene valor pero que, muchas veces, escribió muy condicionado por las coyunturas y en ese sentido el trotskismo luego ha elevado al rango de autoridad algunos escritos que son mucho más coyunturales. Inclusive una discusión que hay ahora sobre qué es lo que guarda vigencia, no contempla eso. Sin decir que haya que tirarlos por la borda hay que entender que están escritos en el contexto del ´30 y que mucha agua ha pasado bajo el puente.

Una revolución que no avanza y empieza a detenerse, va para atrás

M.H.: Manuel, a tu entender ¿cuál es la actualidad política y teórica del pensamiento de León Trotsky?

M.M.: Para mí es la revolución permanente. Dicho en términos concretos, la idea que plantea Trotsky de que la revolución necesita desarrollarse sin solución de continuidad es una idea magistral. Lo que no significa necesariamente asumir las características particulares de esa teoría que escribió, porque la terminó de escribir en los años ´20, más allá que muchas de esas características correspondan a un momento determinado y que seguramente no se van a repetir o a plantear de la misma manera en otros procesos revolucionarios.

Una revolución que no avanza, que comienza a enfrentarse con los poderes concentrados de la burguesía y el imperialismo, y frente a eso empieza a detenerse, va para atrás. Trotsky ha representado esto de manera magistral en todo su pensamiento y creo que esa es su vigencia fundamental.

El otro elemento muy interesante para seguir pensando en este momento es la idea de que la revolución necesita el protagonismo directo de los sujetos que la producen, yo emparento esto con la idea de poder popular. Me sorprendió en Venezuela escuchar al propio Chávez, que no era precisamente un militante trotskista ni bolchevique, decir que lo más grande que tiene Trotsky es la revolución permanente.

M.H.: El único que le hizo un homenaje oficial a León Trotsky.

M.M.: A mí me sorprendió pero no es casualidad, porque más allá de todo el posicionamiento que uno pueda tener ante lo que ocurre en Venezuela, si es o no una revolución que es una discusión legítima, lo real y concreto es que al ocupar Chávez un liderazgo político que va a un enfrentamiento prolongado con el imperialismo, encuentra que la teoría de la revolución permanente es una necesidad impostergable, otra cosa es que se aplique o no.

D.d.L.: Con el respeto que me merece Chávez, los populistas tienen ese encanto de poder citar a cualquiera y de querer amalgamar y llevarlos de su lado, hasta Perón en algún momento citó algún escrito de Trotsky y en ese sentido todos sabemos en qué contexto se hace. Si bien no deja de ser interesante, no podemos negar que hay una diferencia que es la crítica radical, o si nos mantenemos en el sistema. En ese sentido retomo lo que decías, la revolución no se puede quedar en el medio y tenemos ejemplos a montones, uno es el de Chile.

Y agregando a lo que señalás del legado de la revolución permanente yo agregaría la crítica al frente populismo de la década del ´30 que para mí tiene una vigencia impresionante, mirándolo desde el Tercer Mundo, desde nuestro lugar de países semicoloniales, el no seguidismo a los movimientos nacionalistas, más allá de que le reconociera méritos y que hay un Trotsky que estuvo bastante oculto que es el del reportaje de Mateo Fossa, cuando dice que si Inglaterra democrática atacara a Brasil fascista estaría del lado de Brasil fascista, que fue un Trotsky bastante revulsivo, y es un perfil que muchos sectores trotskistas no aceptan. Esa es la riqueza de su pensamiento. Otra cosa para plantear es que yo creo en el internacionalismo, pero bien entendido, Trotsky plantea que en América Latina ser internacionalista es ser antiimperialista, estar en contra del imperialismo norteamericano.

M.M.: Mi viejo maestro Nahuel Moreno, una vez dijo que Trotsky dirigiendo la guerra civil revolucionaria iba en el famoso tren blindado, se bajaba en un pueblito y ante la célula del partido y ante la instancia soviética de ese pueblito preguntaba qué tenía que decir. O sea que la gran figura al frente del Ejército Rojo, el gran líder desde su juventud, cada vez que tenía que dar un paso se sometía a la consulta, a la decisión orgánica de quienes estaban efectivamente protagonizando. Eso para mí expresa una personalidad, seguramente con grandes contradicciones, pero es la coherencia y la consecuencia lo que lo caracterizan. Yo reivindico esas dos cuestiones, la permanencia de la revolución y el protagonismo directo de los sujetos que la llevan adelante.

C.F.: Es una discusión qué reivindicar de Trotsky, porque podemos reivindicar muchas cosas, pero hay que ver qué es lo que tiene actualidad de su pensamiento. Creo que tenemos que pensar en quién era Trotsky, qué momento del marxismo expresa, porque él se concebía a sí mismo como tal.

Estamos hablando de Trotsky, un gran escritor, un hombre que se dedicó a las letras y que como Lenin, Raskovsky, intelectuales, hijos de sectores acomodados de la sociedad rusa que rompen con esa clase y unen su destino a lo que consideran que expresa el marxismo como única fuerza social que puede llevar adelante el sueño de Marx, de autoliberación de los hombres que son los trabajadores.

Esta idea del intelectual que se une a ese sector social para pensar la liquidación de la propiedad privada, por eso no hay liderazgo, por eso la reivindicación de los soviets. Trotsky siempre va a volver a esa idea, fue el orador de la revolución, después se exilia, vuelve a la revolución y se fusiona a la organización soviética y después viene la construcción del Estado que como decíamos es un momento complejo. Pero él ve esa revolución, y esto es algo que yo reivindico de la teoría de la revolución permanente, que es la interdependencia de la revolución, no es nacional y por eso nos sirve tanto a los latinoamericanos y que haya terminado trágicamente su vida en el México de Cárdenas, habla también de nuestra situación como latinoamericanos en esa perspectiva de la revolución internacional de la que Trotsky es parte, de la historia del marxismo del siglo XX y es algo que yo reivindico.

M.H.: Cecilia contanos un poco cuál es la actividad del Instituto del Pensamiento Socialista.

C.F.: Venimos publicando las Obras Completas de León Trotsky en un acuerdo con La Casa Museo, donde vivió y fue asesinado en México. Este año vamos a publicar dos libros, uno es una recopilación de artículos sobre la Segunda Guerra Mundial y también los cinco primeros años de La Internacional Comunista, vamos a terminar de traducir su segundo tomo, los textos de intervención, sobre el internacionalismo, esta gran experiencia política y estratégica que es la Tercera Internacional bajo Lenin, de la cual Trotsky participa y todos los debates que hay sobre táctica, estrategia, fusión con partidos, los partidos socialistas, sectores del consejismo que se van hacia la izquierda y comienzan a simpatizar con el nuevo Estado obrero.

Estamos abocados a publicar literatura marxista, vamos a editar el libro de Ernest Mandel sobre la Segunda Guerra Mundial que no se edita desde los años ´70 donde da una explicación alejada de la usual. Esto es parte de dar a conocer la teoría marxista junto con la lucha política, somos parte del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), venimos de hacer una fuerte actividad electoral, pero no subordinamos la difusión de las ideas.

D.d.L.: Quiero rescatar una cosa más que es el análisis de Trotsky sobre el fascismo que ha sido respetado y reconocido por gente que viene de otras corrientes como Poulantzas. También su visión sobre la Guerra Civil de España, aún con las limitaciones que se pueden señalar, es otro aspecto importante para rescatar.

Por otro lado, el legado de Trotsky es el del socialismo y del clasismo, señalo esto porque al trotskismo y al marxismo radical le cuesta mucho leer el mundo actual, creo que la lucha de clases conserva una gran vigencia y hay que animarse a pensarlo con categorías diferentes a lo que puede haber sido la época de Trotsky o épocas más clásicas en las cuales el modelo es el obrero de la época fordista. Hoy estamos en una coyuntura más compleja y, a veces, me parece que al marxismo radical le cuesta repensar eso sin tirar el legado. Si hubiera un tema que tuviera que cerrar todo esto y que tiene que ver con Trotsky pero también con toda la historia del socialismo, es que la gran asignatura pendiente al día de hoy sigue siendo la democracia de base, la democracia obrera que a mi manera de ver hasta ahora es solo un proyecto.

El consejismo y la Revolución rusa, así como otras experiencias que hubo, son muy rescatables como experiencias históricas, pero hasta ahora no se ha logrado plasmar una democracia obrera y esa es la gran cuestión pendiente. No me convence ningún argumento que se haya dado diciendo que no es racional la economía socialista, pero sí el gran tema pendiente es que no se ha logrado montar una democracia de masas, incluso no se ha logrado derrocar por medios revolucionarios un sistema democrático burgués. Esa es la gran cuestión, cómo se reparte el poder.

M.M.: Creo que hay que tener en este momento una lectura que rompa con cualquier dogmatismo, reivindico la figura de Trotsky así como de otros revolucionarios como Lenin o Rosa Luxemburgo, del siglo XX. Reivindicamos procesos revolucionarios que incluso no tienen mucho que ver con los postulados clásicos de la revolución, el aporte de la Revolución china, por ejemplo, más allá de los cuestionamientos que se le puedan hacer a su líder Mao Tse Tung. El aporte de la guerra de guerrillas o la guerra popular, que son elementos que aparecen en el siglo XX.

Creo que Trotsky de alguna manera también fue así, aunque no hacía concesiones, pero al mismo tiempo tenía la capacidad de ver la diversidad de los procesos de la lucha de clases a escala mundial. Por ejemplo, el hecho de que haya terminado en México y que desde allí haya desarrollado una idea sobre Latinoamérica es un elemento importantísimo que rompe con lo que después va a ser el estalinismo que va a imponer una línea política para Latinoamérica, a tal punto que van a considerar que Mariátegui es un pequeñoburgués.

Trotsky no busca imponer ninguna línea, busca comprender la peculiaridad latinoamericana y creo que en ese sentido también hay que reivindicarlo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.