Amigo lector, es posible que usted conozca a algún visitante de Túnez que ha ido en uno de tantos viajes de entretenimiento comercial. Hasta ahora las multinacionales promotoras de tales viajes hacían creer que la cartera de algunos ciudadanos occidentales se podía permitir cualquier viajecillo basado en el desconocimiento absoluto de la vida del pueblo […]
Amigo lector, es posible que usted conozca a algún visitante de Túnez que ha ido en uno de tantos viajes de entretenimiento comercial. Hasta ahora las multinacionales promotoras de tales viajes hacían creer que la cartera de algunos ciudadanos occidentales se podía permitir cualquier viajecillo basado en el desconocimiento absoluto de la vida del pueblo tunecino. Ahora, es posible pensar que lo acontecido en Túnez ha cambiado la perspectiva sobre aquél país, el gobierno que tenía, y su pueblo, a muchas de las personas que han ido y pensaban ir del avión al hotel y poco más para volver en avión. Refocilarse en un lujo superficial y a costa de otros hace más inútiles, más cínicos y más insensibles a quienes participan del comercio de la clase enriquecida a costa de ejercer la tiranía sobre el pueblo, a costa de mercadear con las riquezas éste y su fuerza de trabajo. Aún recuerdo un programa de TVE en el que hablaba un director de hotel subrayando la calidez de la atención en aquel recinto subido de lujo occidental, ajeno al mundo exterior; el director del hotel quería dar la impresión de que allí el turista podía ser el rey de todo ¿De qué todo? Seguro que aquella corruptela le valió algún visitante más. ¿Quién será y qué habrá sido de ese personaje tan atildado, si tenemos en cuenta que todos los negocios en Túnez eran de la familia Trablesi, la familia del dictador? ¿Quién viajó hasta Túnez como consecuencia de las palabras de aquél individuo, comerciales, huecas, extrañas a la más pequeña sensibilidad social?
Les invito a conocer Túnez, Túnez del pueblo, Túnez de la revolución, Túnez vivo, digno y en lucha contra la dictadura sostenida por los gobiernos europeos, EEUU e Israel. Les invito a conocer al pueblo de Túnez en lucha por la libertad y la justicia social. Nuestra guía de viaje se titula «Túnez, la Revolución», sus autores son José Daniel Fierro y Alma Allende (Santiago Alba Rico); el primero es periodista y miembro del Consejo Editorial del diario Rebelión (www.rebelion.org) y, Alma Allende es el seudónimo empleado por Santiago Alba Rico para firmar sus crónicas desde Túnez. Santiago Alba Rico es filósofo y escritor que no deja de reflexionar sobre la realidad en que vivimos, y apuntar caminos que ponen en alto la conciencia social; le doy aquí algunos de sus últimos títulos publicados: «Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos», «Partes de guerra y prosas de resistencia» (Editorial Hiru), «Leer con niños» (Editorial Caballo de Troya), «Capitalismo y nihilismo» (Editorial Akal), «Noticias» (Caballo de Troya).
La «guía de viaje», «Túnez en Revolución» nos pone en el día en que el joven Mohamed Bouazizi se prendió fuego, en protesta por el trato y las condiciones de vida miserable a las que el régimen sometía al pueblo trabajador. Después nos adentramos en las movilizaciones, desde el 16 de enero hasta el 3 de marzo, fecha en la que se consigue la reivindicación que en la lucha fue haciéndose núcleo principal de las protestas: la Asamblea Constituyente y la convocatoria de elecciones.
El tirano Ben Alí con su clan familiar, asimilado al capitalismo europeo y estadounidense ejercía su dominio desde una posición feudal por las armas suministradas por tales aliados, entre ellos el gobierno español. La alegría que les causaba la explotación en Túnez dio lugar a que su Fondo Monetario Internacional (FMI) declarara al país ejemplo de economía capitalista, y por eso mismo el Foro Económico Mundial para África lo elogiaba como el más competitivo «del continente». El gobierno dictatorial envuelto en el celofán del capitalismo fue presentado por sus padrinos muy poco antes del levantamiento popular con varios premios: la Copa de África, el Mundial de Balonmano, y una Cumbre de la Información; cualquiera de ellos y todos a la vez eran una burla, un sarcasmo, un desprecio absoluto por la verdad y la justicia, es curioso que todo esa gala la publiciten sus protectores en medio de la prohibición de toda información, ni hablada ni escribita, hasta ser declarado el 2º país del mundo con mayor censura informática. Y, por ejemplo, ¿los periódicos españoles hablaban de ello?.
Una gota puede desbordar el baso, y esa gota lo desbordó cuando a Mohamed Bouazizi, un joven ejemplo de los jóvenes de Túnez por su condición de parado, la policía le robó su carrito de verduras con cuya venta llevaba algún dinero a su familia, después le abofetearían humillándole todavía más. Sumido en la desesperación y la impotencia, desde la absoluta miseria, se prendió fuego. Los crímenes del régimen, con el grito de Mohamed Bouazizi, se verían enfrentados por la población.
«El 17 de diciembre -nos dice Santiago Alba Rico en la Introducción- una chispa iluminó de pronto el monstruo y reveló asimismo, como explica el sociólogo Sadri Khiarique, «no hay servidumbre voluntaria sino solo la espera paciente del momento de la eclosión». Para entonces, policías y militares ya habían asesinado a 100 personas en todo el país.
Se abre la que hemos denominado «guía de viaje» con las «Crónicas de José Daniel Fierro»; primera fecha, 16 de enero. La revolución está en marcha y Ben Alí ha escapado de Túnez. Hasta el último momento los capitalistas europeos y estadounidenses con sus jefes de gobierno le mandaban su apoyo públicamente, le llegaron a ofrecer fuerzas de policía y militares. Más allá de los gobiernos, una ministra francesa hizo un viaje particular para ver la manera de proteger sus negocios. Teniendo perdida la batalla, la misma policía se echó a la calle a saquear establecimientos. El pueblo de Túnez se enfrentaba a su verdugo, y como nos dice José Daniel fierro: «Occidente, mientras tanto, guarda silencio».
Las sucesivas crónicas de José Daniel Fierro, tituladas «Reflexiones sobre la memoria»; «…sobre el compromiso»; «…sobre la barbarie»; «…sobre la esperanza»; «…sobre el valor»; «… sobre la higiene (democrática)»; «… sobre el orgullo»; «…sobre la perspectiva «; y «…sobre la camaradería», recogen lo esencial, por cada uno de estos conceptos, de lo acontecido y las ideas expresadas por los revolucionarios y su pueblo en esos días. El nombre de Mohamed Bouazizi se pronuncia con fervor, y en el aeropuerto de la capital arrancan y destrozan el del dictador, que lo titulaba, y ponen el de ese muchacho que con su vida impulsó la conciencia social. «La memoria es la inteligencia de los pueblos que recuerdan de dónde vienen y saben a dónde se dirigen», nos dice el autor.
Luego nos mostrará escenas en las que el control de la situación lo tienen «jóvenes, adultos y ancianos» en las calles y los barrios formando «milicias populares», y es la policía la que obedece. Nos pondrá al corriente del asesinato del foto-reportero franco-alemán Lucas Mebrouc, al que un policía le disparó a bocajarro una granada lacrimógena. Su muerte ha sido precedida por múltiples castigos de torturas y cárcel por «asociación criminal» a periodistas tunecinos que escribían sobre lo que venía aconteciendo desde hace años. Por otro lado, aún en esos primeros días de la revolución, la televisión seguía emitiendo fútbol y programas basura.
Poco antes, en el 2008, Sarkozy miraba su cuenta corriente y declaraba: «Hoy (en Túnez) progresa el espacio de libertades». Pero es que Strauss-Kahn, jefe del FMI, socialdemócrata, declaraba sobre el gobierno dictatorial de Túnez: es «un buen ejemplo para los países emergentes», y consideraba «muy positiva» su política. Strauss-Kahn, socialdemócrata, como el tal Ben-Ali. ¿Conoce usted más socialdemócratas? En Túnez privatizaron la riqueza del Estado, y sumieron a la población en la pobreza, corrompiendo de paso toda la red social.
Con esa historia detrás, en los días de revuelta se corre la voz de la destrucción masiva de documentos por parte de la policía. Los ladrones de siempre sacan el dinero del país; la prensa, dirigida en su intento de distracción, se llena de asuntos morbosos. Mientras, la solidaridad del pueblo tunecino abre espacios inimaginables, las palabras de la madre y el resto de la familia de Bouazizi van de boca en boca: «Estoy orgullosa de lo que hizo. Es bueno saber que mi hijo tuvo un papel en cambiar las cosas» «Rezo para que el pueblo tunecino no pierda esta oportunidad para la revolución. «Todos le tenemos un gran respeto. Es el verdadero líder de nuestra revolución, el héroe de la juventud. Se sacrificó por sus derechos y por los de los demás».
Terminadas las crónicas de José Daniel Fierro vienen al lector las de Alma Allende-Santiago Alba Rico, haciendo una aclaración previa, Alma es el acrónimo de Alba Martínez, que escribió la primera de las crónicas, y Santiago Alba lo mantuvo «para seguir cubriendo la revolución tunecina desde otro cuerpo».
Santiago Alba Rico comienza el 13 de enero a mostrarnos al pueblo superando obstáculos, sus conquistas sobre los gobiernos reaccionarios que se suceden, el desgaste que deja ver la falta de organización política en el campo revolucionario, los pasos atrás por las presiones y componendas de los reaccionarios burgueses, la situación en el conjunto del país, donde el drama del pueblo trabajador, minero-campesino, es insoportable, generalizadas el hambre y las enfermedades, como el cáncer producido por los fosfatos, y el otro cáncer, el del paro, y, sin embargo, brilla con luz propia la labor desarrollada en ciudades como Redeyef por la organización social y política de los trabajadores. La crónica de cada uno de los días -del 13 de enero al 6 de febrero, y luego el paso rápido por los últimos días hasta el 3 de marzo- es una síntesis de esos conocimientos políticos, tácticos y estratégicos: 13 de enero. Todo se precipita. Día 14 de enero. Las fotos de Ben Alí arden por toda la ciudad. 15 de enero. Huelga general. «Ministerio del Interior, ministerio del terror». «Moriremos, moriremos para que viva la patria». Se lucha en todo Túnez. El gobierno de EEUU y los gobiernos europeos están desconcertados. El pueblo tiene grandes esperanzas. La lucha de los trabajadores en todo Túnez hace caer el muro desinformativo. Hay cambios. Pero también empieza el terrorismo policial en la noche, e inmediatamente el pueblo responde con la organización de comités de defensa.
Santiago Alba Rico introduce poco antes de terminar un nuevo factor de reflexión, lo ocurrido en Libia, que por aquellos días se presentaba como otra revolución popular, para entonces ya se había producido el levantamiento en Egipto, y estaba encendida la mecha de Barheim. Transcurrido el tiempo de todos son conocidas algunas cosas más sobre Gadafi, sus torturas y negocios con EEUU, Europa e Israel, pero también las colaboraciones de éstas mismas potencias con la resistencia al régimen: asesores militares, venta de armas, bombardeos a la población, intervención de la CIA, apertura de oficinas diplomáticas del autoproclamado gobierno, y petróleo, venta de petróleo mediante barcos de países interpuestos. La revolución se mueve, la reacción también.
Inmediatamente después se nos comunica la noticia de la creación del gobierno que se ha formado en Túnez -los revolucionarios han hecho caer hasta tres- que anuncia, con la boca pequeña, que la principal reivindicación de los revolucionarios, la convocatoria de una Asamblea Constituyente se va a llevar a cabo, y las elecciones se celebrarán el 24 de julio. El gobierno, muy tibio, ha asumido la reivindicación después de que el pueblo haya vuelto a tomar la Qasba el día 25 de Febrero. La Qasba ha sido el lugar de asentamiento del pueblo de Túnez en lucha contra sus enemigos internos y externos, ha sido el centro en el que se encaramó la revolución empujada desde todas las poblaciones, ha sido el lugar donde estaba ubicada la escuela política para los trabajadores llegados de todo el país, allí es donde se mostraba su resistencia con un alto nivel organizativo, donde se terminó de una vez con la represión policial y desde donde se rechazaron las migajas que los negociadores reformistas y los descendientes del régimen.
No es una revolución «de blogueros y cibernautas» como escribió el reaccionario Bernard Henri-Levy, consejero de guerra de Sarkozy, es una revolución de proletarios y campesinos; «la revolución nace en Sidi Bouzid, el lugar más agrícola, más atrasado, más cerrado, del país. … El primer golpe contra el régimen se propina desde una mentalidad feudal, no desde la marginación del paro urbano más o menos cualificado, como se pretende», señala a Santiago Alba, Redha, abogado bien conocido por su defensa de los trabajadores en las huelgas desde 1986, año de grandes luchas en las minas de fosfatos. La herramienta cibernética empleada en algunas zonas, ha jugado un papel limitado, han sido los obreros y campesinos quienes echaron a perder las maniobras del gobierno de EEUU, que ha cambiado a su embajador para instalar en Túnez al que estaba en Iraq, echaron a perder las maniobras de los gobiernos europeos, la UE, cuyo portavoz de política exterior, Catherine Ashton, declara entonces que ya se ha puesto de acuerdo con el nuevo ministro de asuntos exteriores del país en revolución, «para asegurar que los intereses fundamentales de Europa y Túnez -la liberalización de la economía y el control de la emigración ilegal- se mantengan a pesar del cambio de gobierno», y echaron a perder las maniobras de Israel, que ve en la revolución tunecina un desencadenante del apoyo al pueblo palestino y una pérdida de su influencia en la zona; Israel, aunque no disponía de embajada en el país sí tenía oficina comercial y por debajo sostenía con el tirano importantes acuerdos; lo último es que el gobierno sionista ha emprendido una campaña invitando a salir de Túnez a los judíos que allí viven y vayan a instalarse en territorio ocupado por Israel al pueblo palestino. La respuesta por parte de los judíos tunecinos ha sido completamente negativa, afirman querer seguir en su tierra, son tunecinos. Los tres aliados de Ben Alí contaban con las fuerzas represivas del tirano, la burguesía corrupta y el aparato burocrático sindical, y se han visto sorprendidos por el hundimiento tan rápido de sus colaboradores.
Antes de la convocatoria para la Asamblea Constituyente, el horizonte se configuraba entre dudas, un interlocutor de Santiago Alba Rico en la ciudad de Gafsa, a escasos días del final mencionado, le dice: «-Ahora hay un poco más de libertad para expresarse… nos permiten hablar de revolución, pero no hacer la revolución. No hay dictador, pero sí dictadura. … sigue habiendo presos políticos,…». Redha, el abogado, expone a Alba Rico una metáfora muy inquietante del momento que se vive: «- Yo he visto cambiar de piel a una serpiente. Durante tres días, mientras produce una nueva desde su interior, está desnuda, expuesta a todos los peligros; es vulnerable. Es y no es una serpiente. Debe protegerse del calor y del frío. No puede atacar a nadie; no puede ni siquiera comer. Pero si no se le corta la cabeza en ese momento de debilidad absoluta, ya no hay nada que hacer. La serpiente va recuperando fuerzas poco a poco, se arma de nuevo y recobra su agresividad. Lo que hay ahora mismo en Túnez no es una revolución; es una dictadura que cambia de piel. … La serpiente se rearma muy deprisa. Pero al mismo tiempo no tiene más remedio que hacer concesiones todavía. El gobierno, por ejemplo, se ha visto obligado a firmar dos protocolos internacionales muy importantes: el relativo al Tribunal Penal Internacional y, más importante aún, el Pacto de Derechos Sociales, Económicos y Culturales de la ONU, del que están ausentes casi todas las grandes potencias. Es y no es una serpiente, digo, y que lo sea o no es cuestión de tiempo. Es cuestión del pueblo. … Los intelectuales de izquierdas tienden a representarse un pueblo puro, revolucionario, y a sufrir por eso grandes decepciones. Pero el pueblo no es una construcción intelectual. El pueblo tunecino es como todos los pueblos: está lleno de vicios, defectos, mezquindades y tiene que cargar además con su propia historia reciente. Es rebelde, pero no revolucionario; y por la misma razón que se enciende rápidamente también se someterá enseguida. Nos encontramos, pues, en una encrucijada kafkiana. La serpiente está desnuda y hay que ejercer presión popular, pero esa misma presión popular, sin dirección ni programa, puede abortar la revolución. … El gobierno de Ben Alí, además, implicó a todo el mundo en su corrupción, de los más pequeños a los más grandes, y es con ese material con el que hay que hacer la revolución. No hay otro y de nada sirve engañarse. … Si no le cortamos la cabeza a la serpiente ahora, estamos perdidos. Y la paradoja sin fácil solución es ésta: si la revolución se para volvemos al punto de partida. Pero si no nos paramos para reflexionar y organizarnos, su propio movimiento la hará pedazos. No estamos haciendo la revolución, la estamos sencillamente padeciendo».
A continuación, Santiago Alba se interna por el país y nos enseña la situación día a día en la que viven los trabajadores, cómo lo explican ellos mismos, cuáles son sus urgencias, cómo han llegado a una sociedad por hacer; nos muestra el territorio y su vivencia, el estado político conquistado o en vías de conquista, una realidad completamente desconocida para los visitantes: Hay ciudades liberadas como Redeyef, allí un dirigente revolucionario comenta: «…estamos tratando de establecer una dirección regional única con otros pueblos de la zona. Pero no hay que olvidar que de nada sirven las negociaciones y acuerdos entre direcciones locales si no se es capaz de convencer y movilizar al pueblo. La revolución está incompleta y sólo podremos completarla combinando organización y movilización». Hay otras ciudades con una tradición histórica de lucha, como Gafsa, y las hay que viven el momento histórico en la desesperación de su nacimiento organizado, así ocurre en Moulares. La oportunidad para el pueblo trabajador tunecino es única, y, el peligro reaccionario también está latente. Con ésta guía, el lector no dejará de asombrarse, de emocionarse, de reflexionar momento a momento hasta la última frase: «Túnez es ya otro país», y usted al terminar de leer es ya otra persona.
Título: Túnez, la Revolución.
Autores: José Daniel Fierro, y, Alma Allende (Santiago Alba Rico)
Editorial: Hiru.
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», edita Fundación Domingo Malagón y Asociación foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.