Mario Hernandez (MH): Con un columnista conocido pero no en este horario ni día ya que habitualmente nos comunicábamos los miércoles a la mañana, pero como habíamos anticipado ahora los martes a la noche, cada dos semanas, vamos a tener con nosotros a Guillermo Almeyra. Mi idea era seguir con ¿Qué pasó con la «Primavera […]
Mario Hernandez (MH): Con un columnista conocido pero no en este horario ni día ya que habitualmente nos comunicábamos los miércoles a la mañana, pero como habíamos anticipado ahora los martes a la noche, cada dos semanas, vamos a tener con nosotros a Guillermo Almeyra.
Mi idea era seguir con ¿Qué pasó con la «Primavera árabe»?, pero antes quería hacerle una breve consulta. He leído que el Ministro de Defensa ucraniano, en el día de ayer, advirtió que su país está al umbral de una gran guerra con Rusia, lo cual podría causar decenas de miles de víctimas. ¿Qué comentario puede hacernos sobre estas afirmaciones?
Guillermo Almeyra (GA): Los fascistas que están en el gobierno de Ucrania al hacer estas declaraciones expresan más que nada sus intenciones de precipitar una guerra que involucre a EE. UU. y Europa. Habrá que ver si ambos están de acuerdo. EE. UU. ya hizo siete bases más de la OTAN en los países del este para enfrentar a Rusia, pero Europa una guerra con Rusia y una derrota de Ucrania en un par de semanas y su ocupación total, que presionaría sobre Polonia y los otros países de Europa oriental, lo ve con terror.
Creo que son declaraciones para presionar y negociar en mejores condiciones, o salvando en parte la cara, habría que ver cuál es la relación de fuerzas concreta, pero no creo que se animen a tomar la iniciativa de una guerra de este tipo, aunque cualquier chispa puede desencadenar un desastre.
Un comandante medio enloquecido o un político que decida una medida de fuerza creyendo que de esa manera precipita las cosas, podría causar un desastre inmediato, pero Rusia ya les advirtió. Es una potencia militar y además nuclear, y Ucrania no es ni una cosa ni la otra, incluso para que sus tanques funcionen, que por otra parte son de manufactura rusa, necesitan combustible ruso. No están en condiciones de llevar a cabo sus bravatas.
La muerte de Gadafi abrió la Caja de Pandora
MH: Visto esto, le propongo que continuemos con el tema que veníamos abordando en nuestras dos últimas entrevistas. Hoy quería que nos refiriéramos a la situación de Libia. Casi todos los diarios han reproducido las fotos de un sector de la embajada estadounidense en Trípoli donde una pileta de natación es utilizada por milicianos islámicos para hacer clavados, en un alto de los enfrentamientos que llevan adelante las distintas facciones armadas que están combatiendo por el control de la capital libia.
El gobierno presentó su dimisión ante el Parlamento que a mediados de agosto pidió por amplia mayoría a la «comunidad internacional» que intervenga para proteger a los civiles de las milicias. Ninguna de las potencias occidentales se hizo cargo de este llamamiento, al contrario, la mayoría abandonó sus embajadas, la prueba es el comentario que acabo de hacer sobre la de EE. UU., pero también lo hicieron España, Reino Unido, Francia, Egipto, Italia, Grecia, Argelia, etc., etc., etc. Entonces, ¿asesinaron a Gadafi para esto?
GA: La muerte de Gadafi abrió la Caja de Pandora porque controlaba, con mano férrea, primero al ala nasserista y semi-marxista que había en el ejército, después a las tribus. Libia nunca había sido una nación, era un conjunto de tribus que se oponían a los ocupantes. La secta enorme de los Sunussi tenía su base en Bengasi. En Trípoli había señores locales. Además, las tribus en el resto del país. De hecho ahora, tras el asesinato de Gadafi, está dividido en cuatro facciones: la de Misurata, la ciudad comercial que compite con Trípoli, la de Bengasi, de un islamismo moderado que siempre existió en Libia, el de la secta Sunussi, tradicional del siglo XVIII, el señor de la guerra que triunfó y controla Trípoli y los restos del ejército de Gadafi dirigido por un general retirado que están en Tobruk donde es apoyado por Qatar y Egipto.
MH: Allí se ha trasladado el Parlamento, a Tobruk.
GA: Ahora es la capital, a 1500 kilómetros de Trípoli. Libia nunca fue una nación unificada, tanto es así que la región Cirenaica se oponía a Tripolitania. Tobruk era una zona independiente, siempre ha sido así, por no hablar de las tribus del interior, en toda la zona del desierto, que son más africanos que norafricanos.
Gadafi era el que unificaba todo eso, con un Islam un poco particular, con su propia dictadura, pero también sobre la base de la distribución de privilegios que derivaban del petróleo, que actualmente está totalmente en manos de grupos extranjeros. Nadie puede dar privilegios a nadie. Lo que están intentando hacer Egipto y Qatar es mantener a los sectores que se oponen a grupos similares a los Hermanos Musulmanes egipcios, porque los opositores islámicos a Gadafi tenían lazos muy estrechos con aquéllos.
Lo que hizo la intervención imperialista en Libia fue expropiar la posibilidad de una revolución democrática, civil, política y destruir el país llevándolo nuevamente al siglo XVIII desde el punto de vista de sus regionalismos y tribalismos e instalar la guerra permanente de todos contra todos.
MH: Corríjame si me equivoco, pero tenía el dato que Libia tenía los mayores índices de desarrollo humano de todo Africa.
GA: En Libia el alquiler no existía, solo propietarios de casas, no pagaban luz ni servicios, tenían becas para estudiar, se sacaba agua del desierto, con las inversiones petroleras se había buscado el agua subterránea para hacer una agricultura donde no hay un río. Un país muy poco poblado donde Gadafi compraba el apoyo distribuyendo la enorme renta petrolera. Les daba toda una serie de ventajas enormes a los ciudadanos libios, no así a los africanos que iban a trabajar a Libia, con salarios bajísimos y discriminados porque eran negros.
MH: Ahora tenemos un nuevo «Estado fallido», según la «comunidad internacional».
GA: Más que fallido, estallado totalmente. El capitalismo de hoy está queriendo volver al siglo XIX en todos los aspectos, no solo al colonialismo, sino también en lo social, eliminando las ocho horas, la protección infantil, la prohibición de la esclavitud, la defensa de la mujer trabajadora, todas las conquistas del siglo XX y parte del XIX, porque está queriendo volver al liberalismo más salvaje de la época de Dickens. Eso incluye al colonialismo, al tribalismo y a la barbarie en su forma más atroz.
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