El 25 de noviembre se cumple un año de la desaparición física de Fidel Castro, líder indiscutible de la revolución cubana y del tercer mundo. Se marchó físicamente, pero sus ideas y principios son inmortales, como lo demuestra la recordación permanente de su legado y, por ello, se hace conveniente exponer algunos de ellos. En […]
El 25 de noviembre se cumple un año de la desaparición física de Fidel Castro, líder indiscutible de la revolución cubana y del tercer mundo. Se marchó físicamente, pero sus ideas y principios son inmortales, como lo demuestra la recordación permanente de su legado y, por ello, se hace conveniente exponer algunos de ellos.
En el campo de la economía, como en otros, hizo diagnósticos y aportes teóricos de gran importancia para Cuba y la economía mundial. La situación cubana comienza a analizarla en su alegato conocido como La Historia me Absolverá, en la que expresa:
• La situación del latifundio, con el 85% de pequeños agricultores pagando renta y viviendo bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas, más de la mitad de las mejores tierras de producción cultivadas en manos extranjeras, doscientas mil familias campesinas que no tienen tierra y permanecen sin cultivar, en manos de poderosos intereses, cerca de trescientas mil caballerías de tierras productivas.
• Cuba seguía siendo una factoría productora de materia prima y mientras tanto, el Estado se cruzaba de brazos y la industrialización esperaba por las calendas griegas, pues solo se contaba con unas cuantas industrias alimenticias, madereras y textiles.
• La tragedia que constituía la vivienda, con doscientos mil bohíos y chozas, cuatrocientas mil familias del campo y de la ciudad hacinadas en barracones, cuarterías y solares sin las más elementales condiciones de higiene y salud, dos millones doscientas mil personas de la población urbana pagando alquileres que absorbían entre un quinto y un tercio de sus ingresos y dos millones ochocientas mil de la población rural y suburbana carecían de luz eléctrica.
• Menos de la mitad de los niños en edad escolar asistían a la escuela y muchas veces era el maestro quien tenía que adquirir con su propio sueldo el material necesario; a las escuelitas públicas del campo asistían descalzos, semidesnudos, desnutridos y el noventa por ciento de los niños estaba devorado por parásitos.
• La indiferencia de la sociedad por los miles de niños que morían todos los años por falta de recursos, y cuando un padre de familia trabajaba cuatro meses al año, ¿con qué podía comprar ropas y medicinas a sus hijos?
• El limitado acceso a los hospitales del Estado, siempre repletos, sólo posible mediante la recomendación de un magnate político que exigía de toda la familia el voto, para que Cuba siguiera siempre igual o peor.
En otra parte del alegato, señala que resultaba inexplicable que Cuba, con una población de más de cinco millones de habitantes, durante ocho meses del año se encontraran sin trabajo un millón de personas. También plantea que el porvenir de la nación y la solución de sus problemas no podían seguir dependiendo del interés egoísta de una docena de financieros; que en el mundo ningún problema social se resuelve por generación espontánea y por ello se requería de un gobierno revolucionario con el respaldo del pueblo para industrializar el país, que llevara a cabo una reforma agraria que le diera la tierra al que la trabajara, rebajara los alquileres drásticamente, electrificara el país, realizara una reforma integral de la enseñanza acabando con el analfabetismo y elevara el nivel de la asistencia médica.
Fidel Castro desde su época universitaria estudió a profundidad las ideas martianas, marxistas y la historia de las luchas independentistas de Cuba, que sumadas a la realidad que vivía el país, hicieron que evolucionara hacia un fuerte sentimiento antiimperialista, anticolonialista y latinoamericanista.
Su pensamiento económico se fue perfilando y radicalizando en la medida en que la Revolución triunfante aplicaba las medidas de transformación que avanzaría hacia el socialismo, chocando no solo con los intereses de la oligarquía nacional sino también con los del imperio que impuso un bloqueo económico por parte del gobierno de Estados Unidos, aún vigente y recrudeciéndose a través de los años.
Cuba hoy puede proclamar que es un país sin desempleo, sin discriminación racial, sin hambrientos, sin mendigos, sin juego, sin prostitución, sin drogas, sin analfabetismo, sin niños descalzos, carentes de escuelas o durmiendo en las calles y sin enfermos abandonados a su suerte; la educación, la cultura, el deporte y la salud pública son modelos de éxitos sociales que causan la admiración a muchos en el mundo que sueñan con tener lo que Cuba ya tiene y la industrialización y el desarrollo económico han seguido su curso a pesar de la guerra económica del imperialismo y sus aliados.
Sus ideas se manifestaron en tribunas internacionales y dentro de su propio país, impregnados de antiimperialismo, de lucha contra el poder de las corporaciones transnacionales, contra el mundo unipolar y hegemónico de los Estados Unidos, de defensa del derecho de los pueblos explotados, del medio ambiente, de la necesidad de luchar por una educación y salud universales, de la lucha contra el neoliberalismo y la globalización neoliberal, de la posibilidad de un mundo mejor, con paz, sin guerras y de la necesidad de la unidad de los pueblos, trabajadores, campesinos, estudiantes, intelectuales, desempleados, jubilados, amas de casa, religiosos, sin racismo, en fin, de todos los que pudieran contribuir a un nuevo orden económico internacional y de un mundo mejor, sin explotados, con justicia social e igualdad de derechos y deberes.
En fecha tan temprana como mayo de 1959 ya hablaba de un mercado común de América Latina y en la sede de las Naciones Unidas y en septiembre de 1960, del poder de los monopolios económicos, al decir «el mundo está dividido entre intereses monopolistas». «… los intereses monopolistas no quieren el desarrollo de los pueblos, lo que quieren es explotar los recursos naturales de los pueblos y explotar a los pueblos. …el mundo está repartido entre los monopolios. …para que los países puedan ser verdaderamente libres en lo político, deben ser verdaderamente libres en lo económico». En esa propia ocasión se refiere a los problemas del desarme.
En la conocida Segunda Declaración de la Habana, en febrero de 1962, condena el latifundio; los salarios de hambre; la explotación del trabajo humano por privilegiados intereses; el analfabetismo, la ausencia de maestros, de escuelas, de médicos y hospitales; la falta de protección a la vejez; la discriminación del negro y del indio; la desigualdad y la explotación de la mujer; las oligarquías militares y políticas que mantienen a los pueblos en la miseria e impiden su desarrollo democrático y el pleno ejercicio de su soberanía; las concesiones de los recursos naturales a los monopolios extranjeros como política entreguista y traidora al interés de los pueblos; a los gobiernos que desoyen el sentimiento de sus pueblos para acatar mandatos extranjeros; el engaño sistemático de los órganos de divulgación que responden al interés de las oligarquías y a la política del imperialismo; las agencias de noticias que son instrumentos de los monopolios; las leyes represivas que impiden organizarse y luchar por sus reivindicaciones sociales y patrióticas a las grandes mayorías de cada país (obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales); a los monopolios y empresas imperialistas que saquean continuamente las riquezas de los países, explotan a obreros y campesinos, desangran y mantienen en retraso las economías, y someten la política de la América Latina a sus designios e intereses; en fin condena la explotación del hombre por el hombre, y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista.
Considera que la cooperación Sur-Sur es insuficiente y que el Nuevo Orden Económico Internacional debe estar en circunstancias de alcanzar la independencia económica real y crear las condiciones materiales y espirituales para elevar el nivel de vida de la población.
En julio de 1985 manifiesta sobre la deuda externa «…creo que sí ha llegado la hora de empezar a hablar de integración económica, respetando la soberanía de cada país… Eso es el intercambio desigual; ese intercambio entre materias primas, productos básicos agrícolas y otros productos que no pueden producir ellos, porque cuando los pueden producir allá, nos revientan, lo subsidian y nos revientan…» «…y es lo que nosotros planteamos como uno de los principios del Nuevo Orden: el deber de ayudar a los países más pobres, más atrasados. Deber de todos, pero, sobre todo, de los países que tienen más recursos, de los países que los explotaron, de los responsables del subdesarrollo, de los responsables del colonialismo y del neocolonialismo, el de ofrecer realmente una contribución. Es una obligación moral que tienen y tenemos que exigírsela.»
Sobre estos temas vuelve a referirse en reiteradas ocasiones en diferentes eventos internacionales. En la Conferencia Internacional sobre el Financiamiento para el Desarrollo en México (marzo del 2002) expresa nuevamente que este orden económico ha conducido al 75 por ciento de la población mundial al subdesarrollo y en el acto por el Día Internacional de los Trabajadores del 2003, condena los propósitos anexionistas de proyectos como el ALCA y los Tratados de Libre Comercio, propósitos que aún están vigentes.
También se refirió reiteradamente a que el hombre como especie está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida y al respecto expresa «…es necesario señalar que las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente… Con solo el 20 por ciento de la población mundial, ellas consumen las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo… «El intercambio desigual, el proteccionismo y la deuda externa agreden la ecología y propician la destrucción del medio ambiente.»
Estas han sido, en lo fundamental, algunas de las ideas reflejadas en muchos de sus discursos, entrevistas, escritos y reflexiones. En un libro poco conocido, titulado La Crisis Económica y Social del Mundo, publicado como su Informe a la VII Cumbre de los Países No Alineados en 1983, se expresan esas opiniones en toda su amplitud y fuerza.
La Historia absolvió hace tiempo a Fidel Castro y sus ideas inspiran a los pueblos para seguir escribiendo nuevas páginas revolucionarias en esa historia que no finalizó, como auguraron los llamados ¨filósofos¨ del Imperio cuando desapareció el campo socialista europeo.
El pensamiento de Fidel fue consecuente durante toda su vida física con los principios de la justicia social, el mejoramiento humano y de que otro mundo mejor es posible. Continuemos en los años futuros honrando su memoria siendo fieles seguidores de su ejemplo.
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