Mientras exista la práctica humana del boxeo, hacen falta manejadores, abogados, entrenadores y agentes con un sentido de lealtad hacia el púgil. Para eso se necesita una moral, una guía, una conciencia solidaria.
Hace un tiempo leí una nota que un amigo publicó en la que expresó su disgusto por la existencia del boxeo y que se le llame deporte. Mi punto central es que ningún acontecer humano está exento del fenómeno moral, que los boxeadores provienen en su mayoría de sectores pobres, que necesitan protección y recursos humanos que los asistan con lealtad en una industria dominada por empresarios astutos y egoístas a muchos de los cuales poco les importa la salud y bienestar de los púgiles. Es el dilema central: egoísmo versus solidaridad humana. Y este juicio ético histórico concreto del boxeo nos debe servir para afinar ese juicio ético histórico concreto hacia otros quehaceres humanos, por ejemplo la lucha por el cambio social.
Muy complicado este mundo del boxeo como todo fenómeno humano. Tiene mucho del espectáculo romano, los gladiadores y los promotores.
El pugilato existe antes de los griegos. Dos humanos entrándose a trompadas. Con el paso de los años se fue enraizando como uno de los espectáculos de entretenimiento más seguidos por las masas. En la mayoría de los casos los protagonistas del boxeo aficionado y profesional son jóvenes que incursionan en la actividad con la esperanza de salir y sacar a los suyos de la pobreza. Igualmente ha existido como manera de dirimir controversias, entre niños y jóvenes, y adultos también. ¿Quien no ha dado o no ha recibido un buen puño en esta vida.
Cuando usted observa retratos de Ed Sullivan, un púgil norteamericano campeón de los peso completos decimonónico, ve que sus puños no tenían protección alguna. En esa época las peleas no tenían límite de duración, no había pesajes ni pruebas de dopaje. No existían reglamentaciones, leyes u organismos boxisticos. Operaba la ley de la jungla en el mercado.
La realidad es que el boxeo siempre ha existido independientemente de que nos guste o no. Los abogados también han existido, igual que los curas. Así también el periodismo amarillo y los chismes y también las guerras, las peleas de gallos, el ron, el tabaco y el mascado de coca.
Cuando hablamos de la actividad humana señores somos una especie bien complicada. Los griegos desarrollaron la tragedia, la comedia y el drama en el teatro como reflejo de esta vida. Y Dante escribió la Comedia, luego le puso Divina. Retrata el Paraíso, el Limbo y el Infierno como reproducciones imaginarias de la existencia, igual que los mitos y las religiones.
Los chinos revolucionarios aborrecían a los abogados. En todo aquel fenómeno de la revolución cultural abolieron por decreto la profesión legal. Con el tiempo, descubrieron que el conocimiento del derecho es tan especializado que un grupo social con el saber monopolico del oficio va adquiriendo tanto poder como necesaria es su actividad en la sociedad. Poco tiempo duró la prohibición en China de este oficio.
Si se prohibiera el oficio de cura cristiano, el trato igual requeriría que también se prohibiera los oficios de ministros protestantes, rabinos, allatollas, monjes budistas, espiritistas y santeros. Entonces sabemos que el decreto sería letra muerta. Quien haya ido a Cuba sabe que una ceremonia al niño Elegua un domingo en una casa tiene más asistentes que una misa del monseñor en la Catedral. Y los cristianos perseguidos en la época de la antigua Roma predicaban en el desierto, en túneles y debajo de los puentes y se convirtieron en mayoría religiosa muy pronto.
Pues lo mismo que ha pasado con el alcohol, la marihuana, cigarrillos, el pitorro, la bolita, la baraja, las peleas de gallos y los topos pasaría con el boxeo ilegalizado. Una vez a un político yanqui a principios del siglo 20 se le ocurrió decir que iba a prohibir el deporte de los gallos en Puerto Rico. Saben el tronco de lío que se formó. Hace poco proscribieron, mediante ley federal colonial, impositiva de su moralidad que es mayoritaria en sus 50 estados, el entretenimiento de masas centenario, autorizado por ley local y que forma parte de la moralidad colectiva puertorriqueña, y esta imposición ha causado gran revuelo, al punto de que no se aplica la prohibición federal y se sigue jugando peleas de gallos mediante espacio conferido por las autoridades locales. Pero es sabido que si se aplicara la prohibición federal el entretenimiento continuaría masivamente en la clandestinidad.
Estos problemas no han sido sólo del capitalismo. Mis amigos no se asusten. En Cuba se juega clandestinamente topos, barajas, bolitas y gallos. Hace algunos años viajé a Cuba (2013) y me contaban en la provincia de Baracoa que se hacen unas fiestas clandestinas en los montes de cualquier campo de cualquier provincia de cientos de personas. Lanzan al ruedo a los gallos y hasta desde la copa de los árboles ven el espectáculo, mientras se vende el lechón, se juega topos y barajas y bolita. Y Así transcurre una parte de la vida: impura en la informalidad. El número de la bolita se cantaba semanalmente a través de Radio Martí en Miami. El que no crea esto que vaya a Cuba y lo corrobore.
Pues me contaron galleros que tanto a Raúl como al Comandante Armando García le gustaban las peleas de gallos. Pues hace unos años cuando hice esa visita se había legalizado.
Quien vaya a la casa donde nació Fidel en Holguin verá una gallera que fundó su padre Angel Castro. Allí en esa gallera boxeaba Fidel en su adolescencia, mucho antes del 1959. Era muy grande y fuerte y noqueaba a todo el mundo. Hasta qué su hermano Ramón buscó un haitiano de nombre Yani que le daba palizas a los soldados boxeando y le dijo que peleara con Fidel pero que se dejara golpear. Al principio cogió una friolera de golpes, pero había tanto público aplaudiendo que se entusiasmó y noqueó a Fidel, lo que obligó al niño Raúl a a correrlo a tiros. Luego Yani se alfabetizó con la revolución y se hizo maestro. Y en un Congreso se encontró con Raúl y Fidel y rememoraron esa historia.
En Camaguey, durante ese viaje, fui a la casa de un militante del PCC entrado en años y tenía decenas de gallos de lidia de todos los plumajes en el patio de la casa: rubios, canagueyes, pintos, búlicos, gallinos. Y hablamos largo y tendido sobre cómo se casta y crían gallos de pelea, se fabricaban espuelas y hasta un artículo me regaló sobre las fases de la luna y el desempeño de los gallos dependiendo del color de sus plumas. Como no había fotocopiadora le tomé una foto al artículo con mi IPhone y me lo envíe a mi correo electrónico para impresión. Cosas de la tecnología.
El profesionalismo en el deporte ha generado dilemas muy serios en el socialismo. Pues en todos los países socialistas existía como actividad aficionada. Pues tuvieron que lidiar con el problema de la deserción. Como desarrollo de hace poco tiempo, en Cuba se legalizó y reglamentó para que deportistas como los peloteros puedan participar en ligas profesionales en el exterior.
La moral lo permea todo, y su juicio, cuando está maduro, y el consenso avanzado, transforma la actividad humana y sus instituciones. Eso lo vemos con la esclavitud y con el encarcelamiento por deuda.
La esclavitud era común hace siglos y defendida hasta por las iglesias. Tras un proceso prolongado de crítica y luchas populares, se abolió. Hace siglos, en Roma, el deudor garantizaba las deudas con su vida y luego con su libertad. Tras una proceso largo, hoy en día todas las constituciones del mundo, incluida la nuestra, prohíben el encarcelamiento por deuda. La única excepción legal hoy en día en Puerto Rico es por deuda de pensión alimenticia. Y cuidado porque existe una critica a los muchos presos que no pueden pagar, y la prisión los daña y luego no pueden obtener empleo para mantener a sus hijos. El remedio es peor que la enfermedad. Y aunque la esclavitud se abolió y la deuda ya no se paga con la vida o la libertad, en el narcotráfico las reglas no escritas son otras, en la era de los gusanos de las moscas.
Y volviendo con el boxeo. En el siglo 20 comenzó un proceso de reglamentación. Es que la moral lo permea todo. Los lugares donde se boxeaba antes eran rudimentarios, como galleras clandestinas, no había guantes, eran nudillos mondos y lirondos, las peleas no tenían límite de duración, las apuestas eran clandestinas. Los promotores eran también manejadores y entrenadores. El cabro velaba las lechugas.
Pues ahora las peleas de campeonato de boxeo sólo duran 12 asaltos, se protegen las manos con vendaje y los guantes de boxeo tienen formas, contenido de guata y pesos definidos. En Puerto Rico y Estados Unidos se prohíbe que un promotor de boxeo sea manejador. Existe amplia reglamentación y legislación en muchos países y organismos boxísticos que intentan proteger la salud y bienestar de los boxeadores.
Pero esa ley escrita, ese formalismo estatal, es como una piedra Amurabi- como la que se expone en el Louvre- inservible si no existen humanos con conciencia y moral que las pongan en vigor.
Y este problema de la existencia de leyes, tecnologías, medios o artefactos tiene algo en común. No tienen vida propia. Todo está sujeto a la moral. Cómo se utilizan o implementan es lo fundamental. Las redes, los medios, las leyes y reglamentos se pueden utilizar bien para educar, pero también inmoralmente para desinformar, difamar o perseguir. Y la energía atómica para producir energía o para matar.
Y mientras haya humanos habrá boxeo. Y mientras haya mercado, necesidad de entretenimiento y pobreza, habrá jóvenes que deseen dedicarse al boxeo y comerciantes ávidos por montar un espectáculo para sacar dinero. Luego entonces, mientras exista la práctica humana del boxeo, hacen falta manejadores, abogados, entrenadores y agentes con un sentido de lealtad hacia el púgil. Para eso se necesita una moral, una guía, una conciencia solidaria. Y todos ellos, en particular los abogados, deben estar prestos a brindar su talento a los más humildes y débiles. No sólo los comerciantes, televisoras, promotores, organismos boxisticos deben tener talento a sus pies. Los boxeadores necesitan ese talento, como lo necesitan los obreros de las minas, los campesinos y los pobres.
En innumerables lugares de este mundo mucha gente vive, trabaja, se divierte y duerme en un infierno. Un bien se puede hacer en cualquier lugar, aún en el infierno.
José Nicolás Medina Fuente: Abogado, profesor, escritor de centenares de ensayos, autor del libro La deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico (Publicaciones Libre Pensador, 2018), egresado de Harvard, Magna Cum Laude (1987)
Imagen de portada: «Dempsey & Firpo», George Bellows (1924), Whitney Museum of Modern Art, NY. El pintor escogió representar un momento dramático de la pelea por el campeonato mundial de box de peso pesado: el boxeador argentino Firpo derriba al boxeador estadounidense Dempsey con un formidable golpe en la mandíbula y causa su caída fuera del ring. Sin embargo, Dempsey se recompuso y ganó la pelea que tuvo lugar el 14 de septiembre de 1923.