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Entrevista con el Premio Nacional de Novela costarricense Daniel Quirós

Un breve y ardiente verano

Fuentes: La Nación Ancora

Policía y política Habla el escritor Daniel Quirós, coganador del Premio Nacional de Novela

Este es un mediodía duro e hirviente bajo el imperio de un sol que cae con violencias de trópico salvaje. No lo atenúan las cervezas frías que, como los gobiernos, hacen lo que pueden.

Hay un hombre que trae la soledad por dentro y un pasado que sería mejor no confesar para no parecer un héroe que ya nadie necesita. Además, por acá roban demasiado, de modo que deben guardarse hasta las apariencias. El sitio es un restaurante guanacasteco junto a un océano bañado de turistas, y el hombre solitario es don Chepe, el antihéroe de Verano rojo, libro con el que Daniel Quirós ganó el reciente Premio Nacional de Novela, compartido con Jorge Méndez Limbrick por El laberinto del verdugo.

Verano rojo es una novela político-policial: ciertos asesinatos se perpetran, y don Chepe intenta aclararlos aunque hacerlo lo lleve hacia un asesino más impresentable que Lady Gaga. Los crímenes se conectan con el atentado de La Penca, de 1984, y con políticos empeñados en sepultar la verdad porque la verdad es muy respetable, pero la mentira ya es parte del oficio.

«Tuve la idea para Verano rojo hace un par de años», recuerda Quirós, quien estudia en la Universidad de California en San Diego. Allí también es profesor de español y literatura latinoamericana.

Quirós llegó a la literatura por el camino secreto que comparten todos: leer. Comenzó de niño, animado por sus padres (véase el recuadro). «En la Universidad de California llevé una clase de literatura latinoamericana con el chileno Jaime Concha. Entonces supe que dedicaría mi vida a la literatura», recuerda. Quirós escribe con asiduidad, pero solamente ha publicado las narraciones de A los cuatro vientos (EUNA) y Verano Rojo (ECR). Conversamos con Daniel Quirós.

-¿Quiénes han influido en su escritura?

-De Costa Rica, Joaquín Gutiérrez, Max Jiménez, Carmen Naranjo, Carlos Cortés, Rodrigo Soto y Luis Chaves; de Latinoamérica, Rulfo, Arguedas, Asturias, Rey Rosa, Roberto Bolaño, Ricardo Piglia y Cristina Rivera Garza. En la literatura mundial, le debo mucho a Gógol, Bulgákov, Kafka, Camus, Kawabata y Murakami; en relación al género policial, a Raymond Chandler y Dashiell Hammett.

«Mencionaría también el cine de directores como Ozu, Kurosawa, Tarkóvsky, Bergman, Rosi, Tarr, Wong Kar Wai, Lucrecia Martel y Tomás Gutiérrez Alea».

-¿Dashiell Hammett o Raymond Chandler?

-Hammett por su economía de la palabra y por el impulso increíble que tienen sus libros.

-¿Hay continuidad entre A los cuatro vientos y Verano rojo?

-Son muy diferentes. Uno no debería dejarse limitar por los géneros literarios. A los cuatro vientos es una heterogénea colección de cuentos, escrita desde distintas influencias. Después de publicarlo, leí muchas novelas del género policial y tuve la idea para Verano rojo, pero no me consideraría un autor estrictamente policíaco.

-¿Cómo investigó el argumento de Verano rojo?

-Leí mucho sobre los años de la dictadura argentina y sobre las revoluciones en Centroamérica. En relación a La Penca, me ayudaron un libro de Tony Avirgan y Martha Honey, y artículos de La Nación y el Miami Herald. Sin embargo, mi intención nunca fue escribir una novela histórica ni tampoco sobre La Penca. Este evento sirvió de contexto para situar la investigación, para que el crimen tuviera repercusiones sociales y nacionales.

-¿Diferencia usted entre cuento o novela policial, y thriller?

-Es difícil hacer esta diferenciación. Mucho de la literatura contemporánea objeta la idea de géneros literarios claramente diferenciables. Numerosas novelas recien-tes mezclan distintos géneros, además de que también cuestionan una oposición clara entre realidad y ficción, e inclusive entre autor y personaje.

-En Hispanoamérica ha predominado la forma policial-política, no la policial-enigma.

-Esta «evolución» empieza con el hardboiled norteamericano, con autores que se revelan contra el detective racional, intelectual y metódico del género enigma (detectives como Sherlock Holmes, de Conan Doyle, o Auguste Dupin, de Edgar Allan Poe). Los detectives duros son hombres que hacen su propia ley, personajes cínicos, de habla coloquial, que estarían más cómodos en un bar de mala muerte que en un estudio lleno de libros.

«Esa tradición influye en detectives como Héctor Belascoarán Shayne, de Paco Ignacio Taibo II, en México; Mario Conde, de Leonardo Padura, en Cuba, y Heredia, de Ramón Díaz Eterovic, en Chile. El interés no reside exclusivamente en resolver el enigma, sino en explorar el contexto socioeconómico en el que se instaura el crimen.

«En tales casos, el criminal es el sistema. Por esto, me extrañó leer una reseña de Verano rojo en la que se criticaba la novela pues la resolución del crimen no acontecía de acuerdo a la lógica causal, y que en ella intervenía demasiado el azar».

-La vida es azarosa.

-El azar es precisamente lo que funciona en oposición a la racionalidad de detectives como Sherlock Holmes, un símbolo de la fe en «la Razón» como motor de la historia y progreso humano.

«Nuestra época histórica es más oscura, más cínica, y en ella se cuestiona este racionalismo. La resolución nítida del enigma, y el acceso simbólico a «la Verdad» que esto implica, son imposibles en una época contemporánea, cuando se han desmoronado las grandes verdades y las utopías».

-¿Previó que Verano rojo sería una crítica contra el ambiente político de hace algunos años?

-No formulo una crítica contra políticos específicos, sino una exploración del modelo socioeconómico que se ha instaurado en Costa Rica durante los últimos 30 años.

«La Penca es simbólica pues representa un momento de transición ideológica, social y económica de Costa Rica: pasa de apoyar a los sandinistas a aliarse con los Estados Unidos contra ellos.

«El país se declaraba «neutral», pero aquí entraban y de aquí salían líderes y armas de la Contra. Entre 1983 y 1990, Costa Rica recibió más de un millón de millones de dólares en ayuda económica otorgada por Washington por medio de entes como la AID.

«En 1983, llegó más ayuda de los Estados Unidos por persona que a cualquier otro país, salvo Israel. Esta ayuda vino con condiciones, con firmas de acuerdos que contenían la «píldora neoliberal»: privatización, apertura de mercados, libre comercio, etcétera. Dada la caída del Estado benefactor en Costa Rica a fines de los 70, estos años implican un cambio en el modelo socioeconómico y la creación de la Costa Rica de la «democracia neoliberal» en la que vive ahora».

-¿Suscita la literatura centroamericana actual interés en editores y medios académicos de los Estados Unidos?

-Es uno de los campos de la literatura latinoamericana que ha crecido mucho. Críticos como Beatriz Cortez, Misha Kokotovic, Miguel Huezo Mixco, John Beverley y Werner Mackenbach han publicado muy buenos libros y artículos académicos sobre la literatura de la región. Además, se fundó la revista Istmo en Internet, que trata exclusivamente de Centroamérica.

-¿Cuáles son sus proyectos literarios?

-Trabajo en una novela muy distinta de Verano rojo, inspirada por Pedro Páramo. También me gustaría escribir otra novela en la serie de «don Chepe». Ya escribí las primeras páginas, pero falta mucha investigación; además, debo terminar el proyecto anterior. Todo llegará a su tiempo.

Fuente: http://www.nacion.com/2011-02-20/Ancora/NotasSecundarias/Ancora2683945.aspx