“En este país de locos todo puede suceder”. Esta frase santotomasina, muy válida, la dijo una periodista de un medio digital, ella -ver para creer- desconfiaba de las encuestas que favorecen a Luisa González. Disyuntiva necesaria después del 11 de abril del 2021. El ¿triunfo? de Guillermo Alberto Santiago Lasso Mendoza (GASLM) deja dudas porque todos los caminos conducen al mismo punto de su filosofía cumplida cada vez que pudo: Ecuador es una cosa para convertirla en dinero propio para guardarlo por allá. Ese ‘por allá’ son miles de kilómetros de lejanía del punto de adquisición monetaria. Y así, con ese historial, ganó la presidencia de la República. Están los de aquel club que creen que “el pueblo es sabio”. ¡Ja! Duda metódica de este jazzman: al final, ¿es de sabios o es de locos este país ecuatorial? “Ayúdame, Freud”, dijo Ricardo Arjona. Otra frase, no sé de quién, muestra las entrañas del actual gobernante de la Plaza Grande: los capitalistas no tienen patria. ¿Acaso les hace falta? Y GASLM no deja dudas, es de los más rancios y sublimes despatriados con angurria exquisita. Decimonónico. Arcaico, mejor dicho. Ese fatalismo, en relación con el probable triunfo del progresismo ecuatoriano, tiene desazón de memoria corta. Santo Tomás y seguidores están en su papayal.
Hay un escenario electoral creado al apuro, pero con fanática convicción anticorreista. Estaba previsto en el grupo gobernante que se lo puede llamar según la jerga que se quiera, neoliberal, ultraneoliberal, conservadores ultras, derecha recalcitrante, como sea que se retrate a GASLM siempre será el mismo y de cuerpo entero. Él no es el ideólogo de la trama solo es el más angurriento por apropiarse de los bienes públicos. Esa política económica es su dogma de fe, caiga quien caiga. Y en eso llegó a la candidatura presidencial Luisa Magdalena González Alcívar, era sábado 10 de junio de 2023, el estupor fue alcanzado por las dudas, pero en los días siguientes el correísmo barrial y parroquial, por fuera de la marca RC 5, izó bandera cimarrona: “mejor que sea una mujer”. Los clanes de análisis palabrero, tarot y bola de cristal se quedaron boquiabiertos. La aceptación fue prodigiosa. Ahora es Luisa González frente a los 7 magníficos al revés del significado semántico. “Siete clones de Lasso (GASLM)”, broma en una conversa ajena y proletaria. Baraste, diría alguna abuela. Barrio adentro Luisa es Lucha, diminutivo de parcería y aumentativo de combatividad. Sin dudas. Pocas Luisas escapan a ese designio, menos la actual candidata a la presidencia.
El oído largo es una cualidad de quienes borroneamos cuartillas (el Che dixit), así sean digitales, de la misma conversa anterior: “de los siete no haces ni uno”. Tampoco así, pero quién va a discutir con gente que está procesando el cabreo del desempleo, el auto encierro, el encarecimiento de la comida. Al menos este jazzman no. Las esquinas de bochinche y zanganada, a veces tienen ese sustrato palenkero que ponen fácil la escritura.
El escenario electoral importa, y mucho, por la historia de estos últimos años nefastos. Primero Boltaire (la ‘B’ es interpretativa) y GASLM, ¡el combo de la calamidad ecuatoriana! Ahora solo está GASLM. Él solito como había soñado en los últimos treinta años. El grupo tribal apenas acompaña, sin ser comparsas lo parecen. Es él y sus circunstancias monetarias personales. No es inepcia es angurria. O entender al Estado como esa lámpara que al frotarla, unos encorbatados del Gobierno harán realidad sus desmesuras. Este relato no es una vaina festiva, no se equivoquen, es tan serio como la destructiva crisis institucional del Ecuador. A ese escenario político llega Luisa González liderando esta lucha electoral colectiva. Diminutivo y aumentativo implícitos en su marcha a la presidencia de la República. Vuelvo al bembeteo esquinero sobre los siete clones de GASLM. Esta si es de este jazzman. Los clones GASLM tienen roles particulares, tal y como debe ser. El libreto electoral es más o menos parecido, veamos: está ese que simula cada cosa (tiene con qué y con quienes); aquel que cree que la presidencia es una película gringa; uno que hizo del cargo en Carondelet episodios de selfis (ah, sí, la epidemia); y si necesitas un ecologista subliminal por ahí anda uno. Los siete no-magníficos, acompañados de la marcha fúnebre de Fréderíc Chopin, deseando continuar el legado de GASLM. Cabe decir, entonces, a luta continua. La lucha continúa con Luisa.
El día menos pensado ocurre esa coincidencia crítica o cierta impensada precisión. Vea usted, en qué día el diminutivo de un nombre es el energético imprescindible para retornar del marasmo causado al Ecuador por el clan y afines de GASLM. Luisa es Lucha. Bienaventurado diminutivo. Y lucha popular necesaria a la misma vez. O como narraba cantando Bob Marley: fighting on arrival, fighting for survival. Dicho en el habla de La Trinitaria (Guayaquil), La Ferroviaria (Quito) o en Las Canangas (Esmeraldas): luchando al arribar (a la presidencia), luchando por la supervivencia (política). Son malos tiempos para las barriadas y parroquias rurales ecuatorianas, pero buenos para luchar por algo inembargable como la paz. Y el empleo. De llegar (este jazzman no lo duda) Luisa González cargará con tantísimas esperanzas que vienen de allá bajo y de allá arriba, me refiero a los barrios, pero también la rabia entripada de quienes extraen plusvalía del anticorreismo. Luisa González ya tiene las de estos días, pero vendrán nuevas luchas casi el minuto del triunfo. Profecía facilísima de realizarse. Insisto GASLM y su clan son eficientes en la destrucción del país como para que la paciencia de la gente común y barrial (nosotros y nosotras) tenga finitud pronta y caliente. Consecuencia de esta devastación es que cada avance progresista será resultado de una Lucha.
Los siete no magníficos andan en pindingas para que haya una segunda oportunidad electoral, mas como está el ánima colectiva la última oportunidad está en sus sueños. Es posible que esta jam-session se alargue demasiado al futuro, pero ese será el destino electoral de este 2023. Y no tanto por el correísmo sino por genuina sensatez política. O al revés, como revancha por el desbarajuste trágico en el Ecuador justificado como anticorreismo. Caramba, ¿qué tanto se consumió esa monserga? ¿Cuánto perdurará (salvo en los gananciosos fanatismos partidistas) ese embrollo? Al revés del refrán, ahora las comparaciones fueron efectivas en términos de empleo, educación, seguridad, salud y la validez de la palabra. ¡Ah, el concepto sagrado de la palabra dada! Damas y caballeros, quien da su palabra empeña un valor inestimable. GASLM y sus clanes irrespetaron esa virtud que hasta las mafias consideran válida. ¿Mafias leyó? Mejor dejemos las cosas de ese tamaño.
La lucha de Luisa González será restablecer el valor absoluto de la palabra. También deberá corregir sobre la marcha la dilación despiadada de las acciones de gobierno que se confunden con ineficiencia, pero barrio adentro se sabe que no es así. Es adrede para aumentar riquezas de pocos y calamidad de muchos, ese es el proyecto de este gobierno privado indirecto, si nos atenemos a las ciencias políticas de Achille Mbembe. GASLM y comparsa hasta ahora siguen en lo suyo y no es porque la insatisfacción popular apenas dé para un conchito de bronca, no, no es así, es porque hacía falta alguien de lucha. De nombre y pronóstico. Axê.
Nota: El título es una referencia musical a A change is gonna come, escrita e interpretada por Sam Cooke, en 1964.
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