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Entevista a Luis Moles, director de "Ojos que no ven"

Un documental para abrir los ojos a la violencia de odio

Fuentes: L'informatiu

El día 20 de noviembre de 1975 acababa una época de terror y persecución; y se abrió otra de democracia y tolerancia. Al menos presuntamente, porque la violencia con tintes ideológicos sobrevivió a la muerte del dictador instalándose en el Estado Español con relativa impunidad llegando hasta nuestros días. Luis Moles pretende con ‘Ojos que no ven’ sacar esa realidad ocultada a la luz.

Dentro de los actos realizados alrededor del planeta el día 9 de noviembre para conmemorar el Día Internacional Contra el Fascismo, el Racismo y la Xenofobia, en el modesto rincón que ocupa el CSB Terra de Benimaclet se proyectaba el documental Ojos que no ven. Su director, Luis Moles, junto  a un grupo de colaboradores ha reunido el testimonio de amigos, familiares e incluso de las propias  víctimas de la violencia fascista desde 1975, que según sus estimaciones, ha sesgado la vida de más de cien personas. Su documental, según nos comentó entonces, es «un homenaje a ellas».

Pregunta: En los créditos finales leemos: «hay cosas en la vida que pueden salir mejor o peor, pero que hay que hacer». ¿Cómo surge la idea de hacer este documental?
Respuesta:
Surge porque nosotros mismos, el equipo que ha hecho posible Ojos que no ven, hemos vivido y conocido estas situaciones, estas realidades. Por ello y viendo que nadie se había cuestionado esta problemática, sentimos la necesidad de realizar este «homenaje» a las víctimas.

P: En el documental entrevistáis a víctimas, asociaciones relacionadas con ellas, sus abogados… Sin embargo, no se entrevista ni a policías, ni a jueces, ni a fiscales. ¿Por qué se centró únicamente en sus testimonios?
R:
En un principio sí pensamos en hacerlo así, pero en primer lugar vimos que logísticamente se complicaba mucho; y en segundo lugar, no teníamos pretensiones de objetividad. Su discurso lo conocemos de sobra y lo vemos todos los días: este es el nuestro.

P: ¿Encontró dificultades al investigar sobre estos casos?
R:
La dificultad fundamental estriba en que no hay nada oficial sobre el tema porque para ellos no existe; por tanto, tampoco existen estudios ni estadísticas. Tuvimos que hacer contactos en asociaciones, colectivos, etc. para poder llegar a los casos.

P: ¿Cómo fue para las víctimas enfrentarse a una cámara y a una entrevista? ¿Fue duro o  más bien una liberación?
R:
Fue duro, bastante duro. No es fácil echar sal y vinagre sobre una herida que aún está abierta porque no ha habido reconocimiento ni nada similar. Es fastidioso para las víctimas; algunas directamente no han querido ni salir. Eso sí, son personas muy concienciadas y por ello, las que han colaborado lo han hecho muy activamente.

P: En el film, el periodista Alfredo Grimaldos habla sobre la evolución de los ataques fascistas entre la transición (cuando eran por razones políticas y perpetrados, entre otros, por miembros de los cuerpos de seguridad del Estado al servicio de la extrema derecha) y la actualidad (donde dice que son perpetrados por grupos organizados de extrema derecha). Sin embargo, hay ejemplos recientes como el de Carlos Palomino, muerto a manos de un militar, o el de un africano agredido por dos agentes de policía local de paisano en Xàtiva. ¿Siguen estos cuerpos de alguna forma conectados con la extrema derecha?
R:
En la medida que te vas separando  del antiguo régimen, aunque solo sea porque se van muriendo esos jefes directamente colocados que venían del Tribunal de Orden Público y que pasaron directamente a la Audiencia Nacional, hay una separación. Pero sus hijos, físicamente en algunos casos y si no sus nietos, o bien sus hijos «filosóficos», de una forma u otra siguen estando en los aparatos de la policía y de los juzgados.

P: Y ya no en un rango tan alto… Palomino fue asesinado por un militar raso.
R:
Bueno, las conexiones con los militares son como un clásico, históricas… Existen elementos fascistas en los cuerpos de seguridad del Estado. Incluso en nuevos cuerpos de seguridad que en el franquismo no existían, como en las policías autonómicas. Tienes el ejemplo de los Mossos en Barcelona en la discoteca Bikini donde secuestraron y apalearon a un hombre. Y ese cuerpo no existía. Por eso me refiero a esos hijos filosóficos.

P: Durante la cinta se denuncia por parte de las víctimas la impunidad con la que estos grupos actúan y la complicidad de esa propia policía, o bien de jueces que quieren mirar a otro lado, fiscales que intentan que no se considere un delito de odio. ¿Por qué las instituciones intentan mirar a otro lado, ocultar estos delitos?
R:
Es una constante. No siempre es así, pero se suele repetir. Hay como un intento de todas las instancias que participan en ello, desde la policía que no investiga a no ser que pille a alguien in fraganti; hasta que luego, cuando los juzgan, muchos quedan libres directamente o están en la calle al poco tiempo, como el asesino de Guillem Agulló. Eso responde a una situación en la que reconocer que hay una brecha, un conflicto abierto y abordarlo, es reconocer que este sistema tiene un problema estructural.

P: Esteban Ibarra, Presidente de la asociación Movimiento contra la Intolerancia, denuncia que no hay estadísticas oficiales sobre delitos de odio. ¿Existen en otros países de nuestro entorno?
R:
Sí, en Alemania por ejemplo las tienen, aunque les ha costado lo suyo. Quizás no todo lo bien que nos gustaría, pero sí las hay.

P: También se recoge el testimonio de varias víctimas que dicen haber sido ninguneadas cuando han ido a denunciar. Una chica llega a decir que le hicieron sentir a ella como la culpable de la agresión recibida. Quizás esto unido al miedo lleve a muchas víctimas a no denunciar…
R:
Por supuesto. Y el caso de esta chica viene a ser lo mismo que las mujeres que denunciaban hace unos años malos tratos y les decían que ellas se lo habían buscado.

P: ¿Debería haber un protocolo especial para denunciar este tipo de agresiones?
R:
Yo no sé si soy quién para opinar al respecto; no sé si debería haberlo. Desde luego lo que sí que debería haber, como mínimo, es un respeto y un reconocimiento a las víctimas.

P: En el caso Agulló Pedro Cuevas fue condenado a 16 años; sin embargo solo cumplió 4. En el de Ricardo Rodriguez el principal acusado fue condenado a 15 años y cumplió 5. Las víctimas denuncian que sus muertes «han salido muy baratas». ¿Se debe exigir el cumplimiento íntegro de las penas?
R:
Esto es un tema muy espinoso. Cuando a ti te han quitado un hijo, un padre, un amigo, nunca es suficiente. Es un drama tremendo, una brecha social. Pero lo que sí es verdad es que estas víctimas, sobre todo si las comparas con otras que produce vivir en sociedad, están completamente ninguneadas. Ya no solo porque no se las reconoce como tal, es que ni si quiera se reconoce que ha habido un asesinato por tintes ideológicos.

P: En relación a esto, el padre de Agulló realizó unas declaraciones en las que decía que «deben tener el mismo reconocimiento que las víctimas del terrorismo».
R:
Es que las victimas de odio son víctimas del terrorismo, me parece lógico; y el Estado es al fin y al cabo responsable subsidiario porque no hace todo lo que está en su mano para impedirlo.

P: En la cinta, el padre de Aitor Zabaleta acusa a los clubes de fútbol de ser los mayores responsables de que grupos «ultra» actúen impunemente refugiándose detrás de un escudo de fútbol. Se pueden contar con los dedos de una mano los que han actuado al respecto. ¿Por qué los clubes que tienen este problema no actúan contra este tipo de grupúsculos violentos?
R:
Desde entonces hasta ahora han hecho bastante, todo hay que decirlo. Ha habido una reacción social, ahora hay otras hinchadas que no son de este cariz. Pero si no actúan es básicamente por una cuestión de dinero: esta gente lo mueve, les ambienta el tema… La confrontación esta que hay, en parte generada por los medios de comunicación, da dinero, llama a gente al campo. Y claro, el dinero nunca desagrada.

P: La Operación Panzer en septiembre de 2005 desarticuló en la Comunitat Valenciana toda una organización nazi relacionada con el partido Alianza Nacional y que contaba con un importante arsenal, incluyendo hasta un lanzagranadas. ¿Era esta una excepción extremadamente bien armada o existen en la actualidad otras organizaciones similares?
R:
Ese extremo salió a la luz porque confluyeron una serie de circunstancias como unos guardias civiles que decidieron investigar, una plataforma contra la impunidad en Valencia con mucha gente presionando para que se hiciera algo…; pero yo estoy convencido que no fue una anécdota, que hay más. Y ya lo hubo antes en Barcelona y en otras épocas en Madrid: esto está ahí. Ellos tienen organizaciones políticas, financieras, bancos, empresas de seguridad, construcción, juego, prostitución…

P: ¿De dónde viene esa financiación? Porque me acaba de hablar de bancos…
R:
Te hablo de bancos no porque yo tenga los datos, no quiero entrar en eso, pero intuyo que también tienen bancos y participación en ellos, igual que tienen empresas constructoras, tienen empresas financieras, consultoras… La extrema derecha española es gente que tiene un capital detrás.

P: Se habla de que estos grupos ni son aislados, ni están descoordinados, sino que están perfectamente organizados, comunicados e incluso tienen hasta una jerarquía interna. ¿El Estado hace lo suficiente para evitar que se formen?
R:
Pues el Estado actúa dependiendo de las presiones que reciba, por eso es importante la movilización social y estar alerta con estos temas no solo cuando ocurren los dramas. El Estado de motu proprio no va a hacer nada contra organizaciones que lo apuntalan en determinados momentos.

P: En el documental se recogen testimonios a favor y en contra de la prensa. En el caso de Sonia Rescalvo, el periodista de La Vanguardia fue el que tiró del hilo y destapó el caso. ¿Qué papel debe jugar la prensa?
R:
Hemos querido sacar ese caso para echaros un capote a los periodistas (risas). Yo creo que es importante que la prensa se implique y cada vez haya más reporteros, más medios críticos. Son circunstancias que se dan, de pronto hay un periodista que dice: «joder, esto es un escándalo» y es él el que sigue la pista, investiga, destapa cosas y pone en evidencia a la Fiscalía del Estado, que no le queda más remedio que asumir e investigar.

P: Un foco importante para la captación por parte de estos grupos son los institutos ¿Son necesarios programas de prevención para evitar esto?
R:
Por supuesto que sí, es muy importante. Yo le he ofrecido esto a la FAPA; además, como es licencia Creative Commons, animo y ofrezco esto a cualquier instituto o tutor que lea esto para que use esta película como herramienta para establecer debates, porque es fundamental que en los institutos se reflexione del tema.

P: Otro foco que antes no existía es Internet, donde la extrema derecha ha ganado fuerza. Solo en el Estado Español hay más de 400 webs, blogs, perfiles… ¿Cómo se debería afrontar este problema?
R:
En Internet no se le puede meter mano a nada y no debería meterse mano a nada. Esto es parte de un todo: si la sociedad se conciencia, se presiona al Estado para que ponga coto a estas organizaciones, desde los barrios se les echa como ocurrió en este barrio (Benimaclet)… si ocurre eso me da igual que tengan en Internet 400 webs o las que sean.

P: En el informe Raxen se habla de 4.000 agresiones anuales. En el del año 2010 se sitúa a nuestra autonomía como líder en delitos de odio a muy larga distancia de la madrileña. ¿A qué se debe que aquí tengamos tantas agresiones fascistas?
R:
La verdad es que no sabría darte una razón. Entiendo que son cosas coyunturales y fases de la historia…

P: ¿Quizás sea la impunidad con la que actúan aquí?
R:
Puede ser, pero no es que no la dejen de tener en otro lado.

P: Se demanda desde diversas organizaciones, colectivos, partidos políticos, incluido el PPCV, que se cree una fiscalía para delitos de odio como ya existe en Madrid o Barcelona. En Valencia el principal escollo era Ricardo Peralta, quien llegó a declarar que «estos delitos entran dentro de la normalidad democrática». Sin embargo, sin él el asunto sigue parado. ¿Es necesaria esta fiscalía?
R:
Sí, es un paso más, debería de existir.

P: ¿Sería efectiva?
R:
Yo no sé si sería efectiva, pero es un paso más y es de sentido común: tenemos un problema, pues pongámonos a ello.

P: A esa violencia aquí si se le puede poner cara. Individuos como Juan García Sentandreu o colectivos políticos como el GAV o España 2000 no han dudado en agredir públicamente, como le ocurrió a Laporta en el hotel Astoria o a Vicent Flor y a los asistentes en la presentación de su libro. ¿Por qué parece que no se actúa de manera efectiva contra individuos claramente identificados?
R:
En teoría se actúa, se interponen denuncias y se abren diligencias, pero luego queda todo en el olvido. Eso es un fiel reflejo de que los grupos de extrema derecha actúan con total impunidad.

P: Las elecciones están a la vuelta de la esquina y no faltan partidos de extrema derecha con propuestas en las que se ve claramente el componente de odio. ¿Se debería aplicar la ley de partidos contra estas formaciones?
R:
Sí, si el Estado no lo hace entra en contradicción, porque aplica la ley de partidos a unos y a otros no. ¿Dónde está la lógica en eso? A menos que sea verdad que estas agresiones entren -como dice Peralta- «dentro del juego democrático», hay una evidente contradicción. Pero ese es un problema de este sistema, que está repleto de contradicciones, estas cosas no se sostienen.

P: En las últimas elecciones autonómicas, España 2000 pasó de 1 concejal a 4. En Cataluña, Anglada arrasó con 67 concejales y casi 70.000 votos. ¿Está la crisis directamente relacionada con este auge de la extrema derecha?
R:
Eso se dice. Yo creo que es que nunca se ha ido. Ganar una guerra, estar 40 años de dictadura, eso no es baladí. Hay que empezar a asumirlo para poder analizar la situación: son muchos más de los que creemos y de los que nos gustaría.

P: ¿Es Ojos que no ven un proyecto cerrado o tiene pensado darle continuidad de alguna forma?
R:
Hemos terminado este proyecto habiendo formado un equipo muy estable que tiene muchas ganas de hacer cosas. Lo que no sé es si tendremos financiación (risas). No sé si será una segunda parte, pero sí, habrá continuidad.

Fuente: http://www.linformatiu.com/portada/detalle/articulo/un-documental-para-abrir-los-ojos-a-la-violencia-de-odio/