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Sobre la crisis de la cultura y los medios

Un espíritu libre… un diálogo con modernismo y marxismo

Fuentes: Rebelión

A mis hijos Santiago & Valentina, espíritus libres y hacedores de mi libertad.   Aunque algunas cosas de la Izquierda me molestan, no voy a hablar contra ella. Tampoco voy a hacer una de esas charlas que más parece financiada por la CIA, que promovida por la Academia. Estoy contra la derecha, el Estado, el […]

A mis hijos Santiago & Valentina,

espíritus libres y hacedores de mi libertad.

 

Aunque algunas cosas de la Izquierda me molestan, no voy a hablar contra ella. Tampoco voy a hacer una de esas charlas que más parece financiada por la CIA, que promovida por la Academia. Estoy contra la derecha, el Estado, el Sistema: los tres han demostrado ir contra el bien-estar del ser humano, contra la vida digna, en fin, a favor de la muerte: siempre, con la máscara de la hipocresía. Recuerden al cineasta chileno Miguel Littín: «El alcohol, la religión, las sonrisas, la ley y la gentileza son parte de las herramientas que posee el Sistema para disciplinar y dominar a los hombres». (Ensayo presentado en UFES, Vitória, Brasil, 7/dic/2018, dentro del I Congresso Internacional o Realismo Estético, Imperialismo e Independência Nacional).  

Si «la verdadera Universidad hoy día son los libros» (Carlyle), no hay duda de que Un espíritu libre no debe aprender como esclavo (1976), constituye una universidad… Libro del cual G. Gili hizo la 1ª edición en 1979 y en 2001 Paidós Ibérica, sacó la definitiva en castellano: se habla de ese tesoro literario sobre cine y educación de R. Rossellini (RR), figura cimera de la historia del cine. En él señala que, dada la alienación del hombre actual, no queda otra salida que transformar la estructura mental frente al incesante flujo de descubrimientos científicos y técnicos. Se trata de un libro sucedáneo de universidad, no las de hoy supeditadas al lucro (1), sino un espacio libre, abierto, ecléctico, sin la carga peyorativa que se asigna al término. Tolerante también y respetuoso de la diferencia que para el caso se remarca con un juicioso estudio de Marx, a quien aclara sin desvirtuarlo. Libro que permite una lectura de izquierda en diálogo con Modernismo, Literatura y Marxismo; subversivo en tanto versión sub-oficial pero no contra ella; contracultural, en cuanto desafío a la cultura dominante para que cambie sus prejuicios y paradigmas. Para así consolidar el oficio de hombre (2), lo que implica transformar los métodos de aprendizaje del pensamiento: revolucionar la escuela; cambiar los hábitos de enseñanza; dejar atrás los paradigmas-espejismos de la memoria y la repetición; volver sobre la crisis de la cultura y los medios, eje del texto. En auxilio de esto se recurrirá al documental La educación prohibida (2012), para plantear la idea, ya defendida por Marx, del autogobierno del estudiante en el aula, en contra de la educación neoliberal que no considera lo que aquél piensa o siente y a favor de la idea de la educación como motor para transformar la realidad y cambiar el mundo lo más pronto posible.

Prólogo: aprovechar la fuerza del espíritu… 

Su autor, José Luis Guarner, recuerda que en 1963 RR tomó la dramática decisión de abandonar el cine preocupado por el inquietante paralelismo entre la alienación industrial y el estancamiento del arte contemporáneo. Su conclusión: «Todo lo que se hace en el cine es vano, desde el punto de vista de la utilidad general». Deseoso de ser útil, pensó dedicarse al ensayo con el fin de «… intentar ver con ojos nuevos el mundo, intentar descubrir científicamente cómo está organizado. Verlo. Ni afectivamente, ni intuitivamente, sino con la mayor exactitud posible y en su totalidad». Desde entonces hasta su muerte creó y organizó «uno de los comandos culturales más singulares en la historia contemporánea». No dejó el cine: hizo una serie de filmes didácticos concebida para TV. E hizo honor a su propósito de escribir ensayos que recogen y generalizan sus reflexiones a lo largo de 15 años. El libro motivo de este trabajo, Un espíritu libre…, lleva por título y lema una frase de Platón y según Guarner se presenta y comenta por sí solo gracias a su discurso simple en cuanto a ideas y estilo. Expresa los problemas del cine y la educación, el acceso del hombre al conocimiento. El aumento de información en toda disciplina ha desbordado las posibilidades de asimilación no ya por parte del ciudadano medio, sino del propio especialista. El resultado: la comunicación entre la comunidad científica y no-científica se ha hecho antes que problemática, imposible.

Aun así, RR no se conformó con que las nuevas ideas estuvieran al margen de nuestra comprensión. Movido por su humanismo intentó nuevas síntesis, trató de desarrollar un sistema que hiciera asimilables las ideas esenciales del progreso social y científico. Y para ello recurrió al testimonio de precursores, desde Alberti, artista del Renacimiento que hacia 1450 propugnó una concepción científica del arte y apoyó el abandono del latín en pro del italiano para democratizar la cultura, hasta Comenius, humanista checo pionero de la escuela por el juego (3) y cuya intuición de la enseñanza por visión directa siempre fascinó a RR, a quien a Guarner le interesa presentar como hombre, más que al texto mismo, y en general a su obra así como al giro que ella tomó a partir de 1964: reacción que tal vez obedezca a que el leit-motiv de Un espíritu libre… se montó sobre una idea: «La escuela no es capaz de enseñarnos el único oficio que deberíamos adquirir: el oficio de hombre» (61-100). Lo que significa ir contra la doma de la escuela pues «hacer de nosotros seres totalmente conscientes no forma parte de sus planes» ya que antes de enseñar cómo pensar pretende inculcar qué pensar: así nos aleja de nuestra misión natural: la de devenir más humanos e induce a confusiones y extravíos (101). 

Al morir RR los medios hicieron eco de su personalidad, su condición de padre-fundador del neorrealismo así como autor de la Trilogía Neorrealista; ignorando que también lo era de la Trilogía fascista; y desconociendo su actividad más reciente, la del cine didáctico, la mitad de su obra. Etapa a la que no llegó por azar, sino como producto del impulso que animó a su obra desde La nave blanca. Testigo de las distintas fases de posguerra (reconstrucción, milagro económico, extravío existencial), siempre estuvo allí con su cámara para dejar constancia de cada crisis: una lección para quienes aún creen que el arte es entretención, cuando antes es motivo de reflexión, al ser al tiempo reflejo de los abismos y fantasmas de quienes lo han creado, crean y seguirán…

RR fue el primer gran artista en comprender los alcances de la TV sin prejuicios y que acomodó su trabajo a las exigencias del medio para que fuera eficaz. Advierte que el estudio a fondo de su obra aún está por hacerse y subraya que la burocracia televisiva no contribuye en nada a su difusión; que ese estudio es urgente y necesario hacerlo. RR no propone sus experiencias como maestro, sino como compañero del espectador en busca de conocimiento, libertad del espíritu, necesidad de sentirse libre, más que de serlo. Por ejemplo, a partir de personajes históricos (Sócrates, Pascal, Marx) a los que trata como sus dobles: no los sacraliza, ni los hace simpáticos, los muestra a su mismo nivel en tanto hombres. Prescinde así de las figuras históricas y del elogio gratuito. Aunque algunos documentales omiten las relaciones entre el intelectual y el Estado y muestran un concepto paternalista de la historia «suponen un experimento único en el campo de los medios audiovisuales de cómo clarificar sin distorsionar«, dice Guarner. Su Prólogo concluye con que el día que esta etapa didáctica sea analizada como se debe, se podrá no sólo establecer su verdadero valor y alcance sino sacar provecho de su experiencia para otras iniciativas culturales. Y políticas, como la que aquí se intentará…

Porque la obra rosselliniana contiene un deliberado discurso entre cultural y político. Su intención parece abarcar los mojones principales de la historia de la humanidad, como se puede inferir de algunos títulos: La edad de hierro; La lucha del hombre por la supervivencia; el estudio de las civilizaciones de la antigüedad; en fin, Descartes, Blaise Pascal, La toma del poder por Luis XIV… Eso, va sin citar los proyectos que preparó y no completó: Calígula, La revolución industrial, Karl Marx, entre otros, hasta el proyecto de La ciencia, que debía significar su culminación. «Rossellini nos ha legado un valioso, estimulante, provocativo y útil testamento. ¿Por qué no aprovecharlo?», pregunta Guarner y concluye así su Prólogo, que puede sintetizarse como una invitación a aprovechar la fuerza del espíritu: el que es libre y no debe aprender como esclavo…

1. El nacimiento del mundo contemporáneo: La libertad de cada uno, condición para la libertad de todos 

El I capítulo de Un espíritu libre…, de nueve partes, va desde La Revolución Industrial y el reinado de la máquina hasta La crisis del capitalismo pasando por La teoría del capital y el nacimiento del proletariado, La evolución de la democracia y el ejercicio del poder, Los medios de comunicación, espejo del mundo contemporáneo, La alienación, Ideología y teoría: el concepto de revolución, entre otros.

En Los medios de comunicación, espejo…, para no formular opiniones, RR se limita a transcribir lo que está a la vista: la prensa espejo de lo que ocurre, tanto a causa de la crónica diaria de los hechos como a la de los espectáculos que consumimos. Y cita los filmes del día, mientras lee la prensa: «Título de la película: Violación de una menor; la frase publicitaria que la acompaña: Buscaba el amor… creía en la amistad… amaba la libertad… pero sólo encontró bestias salvajes sedientas de sexo y de muerte«. Tras citar varios títulos y sus frases publicitarias, para RR no vale la pena pararse a examinar los filmes: basta cómo se intenta atraer al público para percibir modas, tendencias, actitudes. Ve la prensa llena de notas sobre atentados, asaltos contra funcionarios de justicia, seguridad pública y policías, atracos en bancos y oficinas públicas para robar el pago de empleados y obreros. Primeras planas amenazan con recesión, inflación, incremento de la deuda pública y del paro obrero. Los delincuentes comunes se politizan, proclaman sumarse a partidos tradicionales para subrayar, siguiendo la moda, la validez de sus actos. Estos pretextos ideológicos hacen concebir la sospecha (compartida por los medios) de que se proclaman para provocar la reacción y la limitación de las libertades. Resultado: el creciente deterioro de las relaciones humanas. Ya no es posible el diálogo ni la polémica. La agresividad es el factor dominante del carácter: el síndrome del capataz (2002-10) ha vuelto: «Si no se va, le doy en la cara m…» Nadie, en cambio, muestra interés por el escándalo base de este cataclismo social. Todos en Colombia hablan de paracos, guerrilla, políticos, narcotráfico, trata de blancas, mal trato a los negros, ChuzaDAS, DIAN, DNE, DMG y de su liquidación: para no dejar huellas. Pero, nadie habla de las drogas legales ni del tráfico de armas. Si este comercio no tuviese la difusión que hoy cobra, no habrían llegado al extremo los conflictos, la injusticia, la represión, el terrorismo. Entonces, recordé a James Baldwin:

«¿Quién tiene mayor pericia en la utilización del terror que mi propio desventurado país? Sí, ya lo sé, pero, hijos, lo que sale retorna, lo que enviamos nos es devuelto. Un terrorista recibe ese nombre sólo porque no está avalado por el poder estatal; es terrorista porque no pertenece a ningún estado. El Estado, cuando la suerte está echada, gobierna en el fondo por medio del terror legalizado… Nadie llamó terrorista al difunto J. Edgar Hoover, aunque fue exactamente eso, y si en este contexto alguien desea hablar de democracia o de ética, perdonen a este pobre negro por taparse la boca con la mano para disimular que se está riendo» (4).

Para cerrar la I Parte, en La crisis del capitalismo RR recuerda: «Eso es el hombre; eso somos» y examina la historia que ha hecho en calidad de amo y de esclavo, se pregunta si ha alcanzado la madurez y adónde ha llegado. Al lugar en que todos, incluidos dirigentes y su clase, han perdido el optimismo que alentaba a la humanidad cuando estaba segura de que industrialización, ciencia, técnica y racionalidad intrínseca de la producción, unida a los efectos del conocimiento y a la expansión del capitalismo, eran garantía de un progreso social ininterrumpido. Aquí deviene tan profético como Schumpeter, quien en Capitalismo, socialismo, democracia sostuvo que la evolución del capitalismo lo arrastra hacia lo que siempre ha odiado y combatido: el socialismo (5): al que, ante la tozudez de quienes creen en su muerte, se agrega… libertario: socialismo libertario. RR concluye que el sistema padece una grave crisis y que analizar las miradas, reformistas o revolucionarias, propuestas para dar con una posible salida, excede los límites de su trabajo. También, los de este. No obstante, en la II Parte propone algunas ideas que según él pueden ejercer saludables efectos en la educación.

2. La educación integral: por una existencia constructiva…

En la II Parte, RR es elocuente desde los títulos de los 15 capítulos. Algunos: Una nueva forma de educación, Cada hombre es único, La inteligencia del hombre, La enseñanza de Comenio, El oficio de hombre, La visión directa, La renovación de la cultura. Este ensayo se limita a condensar ciertas partes. Políticos, moralistas, idealistas que se propongan llevar a cabo cambios sociales deben concebir y promover nuevas formas de instrucción, educación y cultura. Todo cambio radical supone destruir lo existente, aunque también el desarrollo de nuevos sistemas de pensamiento, intelectos, valores, modelos culturales con qué sustituir los tradicionales. Sólo así se conseguirá expresar lo que conviene poner en práctica para acelerar una transformación coherente del hombre y de un mundo en constante evolución. Porque hasta ahora no se ha desarrollado una educación integral en su plena acepción: sólo algunos precursores han indicado su posibilidad. Los sistemas educativos institucionalizados tuvieron como fin integrar y adaptar al hombre a las estructuras sociales creadas por él mismo, en perjuicio de aspectos importantes de su naturaleza. Las sociedades consideran que la obediencia, la adaptación y la sumisión a las estructuras existentes y a los módulos de acción que pregonan, tienen mayor importancia que la imaginación o el ánimo inventivo: «A las sociedades les ha preocupado la estabilidad y no la evolución» (RR). Basta revisar la historia para advertir la sangre que ha vertido la humanidad antes de que las nuevas ideas fueran aceptadas y aplicadas. Castoriadis: «Si un nuevo pensamiento irrumpe, amenaza la sociedad; abre la posibilidad de otra sociedad y otro sujeto» (6).

Aquí cabe hacer referencia a la educación integral entendida en un contexto modernista, literario y de praxis marxista, a la luz del filme La educación prohibida (2012), del argentino Germán Doin, con guión suyo y de Verónica Guzzo. Para nadie es un secreto que la base de todo progreso es la educación, si se quiere hablar de una sociedad moderna, de una sociedad que actúe en justicia y propenda por un amplio sentido de igualdad. Sin igualdad no puede haber justicia, como sin justicia social no hay paz. Ya se sabe que la Justicia vive en un piso adonde la Ley no llega. Mientras en un piso donde viva la igualdad es probable que la Ley no tropiece sino que obre en derecho. En el contexto del marxismo, denominado históricamente socialismo científico, al propuesto por Marx y Engels, la educación debe entenderse como un proceso para transformar la realidad: no basta interpretar los hechos; hay que cambiar el mundo. Si bien para Engels la historia, como devenir contradictorio, reflejaba el autodesarrollo de la Idea Absoluta, para Marx el desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción determinan el curso del desarrollo histórico y social. Si para los idealistas el motor de la historia era el desarrollo de las ideas, para Marx es en la base material de esas ideas donde se halla el hilo conductor del devenir histórico. Ambos, Marx y Engels, elaboraron su teoría partiendo de la crítica a la educación unilateral o capitalista: a ella contraponen la educación unilateral del hombre en igualdad de condiciones. Podría decirse que para ellos los tres grandes principios educativos son: 1) la gratuidad, 2) la laicización, 3) la enseñanza politécnica. En otras palabras, una formación integral que desarrolle todas las posibilidades por igual en hombres y mujeres y que conduzca, a la postre, a la transformación social. Por último, en un contexto contemporáneo, la educación integral encuentra un terreno amplio y abonado en el contexto del filme La educación prohibida, filme que parte de una idea sencilla: «La educación está prohibida». ¿Por quién o quiénes? «Por todos», reza la carta de dos estudiantes, Martín y Micaela, a quienes se niega el derecho a la expresión, al autogobierno del individuo, como preconizaba Marx. Las razones que exponen los jóvenes citados son muchas: muy poco de lo que pasa en la escuela es importante; las cosas que importan no se anotan en ningún cuaderno; no saben, ni tampoco les enseñaron, cómo encontrarse con la vida ni cómo enfrentarse a las dificultades; los adultos y los profesores hablan mucho de educación, progreso, democracia, libertad, un mundo mejor, pero nada de eso pasa en el aula; les enseñan a estar lejos unos de otros, a competir por cosas que no tienen valor, propician el distanciamiento entre generaciones; los padres y los maestros no los escuchan ni les preguntan qué opinan, no tienen idea de qué sienten, qué piensan o qué quieren hacer; la escuela debe ser un lugar no para el castigo, el conductismo, la represión sino para el pluralismo, la inclusión, la diversidad. Y por ello Juan y el profesor Javier respaldan a Martín y a Micaela en su pretensión justa de pedirles a adultos, padres y profesores, una escuela distinta con expectativas propias, no ajenas; en su determinación al decir basta de decidir por ellos, de calificarlos, de imponerles cargas: ni las ciencias, ni los exámenes, ni los títulos definen a nadie.

«Nosotros vamos a decidir qué queremos pensar, ser, hacer o sentir. Creemos que la educación está prohibida: no por culpa de las familias ni de los chicos ni de los docentes. La educación la prohibimos todos. Y la prohibimos cada vez que miras para otro lado, en vez de escuchar; cada vez que eliges la meta en lugar del trayecto; cada vez que dejas todo igual, en lugar de probar algo nuevo».

En conclusión, la educación tiene que crecer, avanzar, cambiar, a través del amor: sólo así estará permitida, posibilitada, propiciada para todos. De lo contrario, como dice RR, la escuela no será capaz, ya que ni siquiera se lo propone, de enseñarnos el único oficio que deberíamos adquirir: el oficio de hombre. Por eso sostiene que al decir que la escuela nos educa está ahí el término más ambiguo que pueda concebirse. Y su ambigüedad nace del antagonismo entre su significado real y el sentido que se le suele dar. Educar, que viene del latín educere, es decir, sacar, extraer, ha pasado a ser, por (des)manes de los educadores, meter, inculcar toda suerte de exabruptos que se les ocurran a éstos últimos en su faena cotidiana de masacrar al diferente, de golpear al retador, de matonear al desafiante, es decir, de obedecer las directrices de una educación castradora, primero, por dictamen de la dirigencia magisterial a nivel nacional y, después, a nivel regional y local, no sin antes, claro, pasar por el equívoco, cuando no pésimo, adiestramiento familiar, que no es tanto culpable como sí responsable de haber acatado previamente todas las perversas directrices de un sistema obsoleto en sus métodos, extranjerizante en sus políticas, perverso en sus objetivos. Tenía razón por ello RR al decir que educar significa: «criar, dirigir, habituar, amaestrar, entrenar, domar, sujetar las riendas, vigilar, adoctrinar» (2001: 100-101). Por eso quizás también un libro de Foucault se titula Vigilar y castigar, al hacer referencia no sólo al panóptico o a la cárcel, sino también al hospital y a la escuela, espacios físicos inherentes a la privación de la libertad. Para el cineasta italiano, educar, por otra parte, significa asimismo instruir y enseñar. Ahora, agrega RR, amaestrar e instruir a una persona son dos cosas muy diferentes en términos generales. En efecto, la escuela nos sujeta, doma, pero hacer de nosotros seres totalmente conscientes no está entre sus planes. Y eso que la misma escuela promueve la idea de la socialización formal a través de la educación, cuando en ese sentido debería entenderse como un proceso multidireccional en el que convergen conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar, no conducidas ni menos conductuales sino guiadas y dirigidas hacia la autoexpresión incontaminada, hacia el ejercicio del criterio, hacia el autogobierno del sujeto activo y no pasivo de la historia. Hacia el mundo de Los amorosos, los que no esperan nada, pero esperan, los que se burlan de los que saben todo o peor creen saberlo, los que callan, los que hablan con sus actos, los que cambian, los que olvidan, los que no encuentran, pero buscan, los que se van llorando la hermosa vida… a los que se refiere el poeta mexicano Jaime Sabines.

http://www.youtube.com/watch?v=YMU1RKzt9cw (Los amorosos, 4:48)

Tal como señala RR, coincidiendo con la visión de Marx y Engels, la escuela nos enseña a integrarnos en la rueda dentada del mecanismo social y a ganar lo necesario, nunca lo suficiente, para comer, beber, alojarnos, vestirnos. Partiendo de esta base resulta lógico el hecho de que, en definitiva, las actividades culturales, no sean sino unos simples trámites, digamos, agrícolas, destinados a cultivar, trasplantar y perpetuar las ideas útiles (únicamente) para la sociedad existente, en últimas, para el statu quo, con sus estructuras conservadoras, sus modelos caducos, sus reglas arbitrarias. En cuyo contexto los medios masivos de información, que no de comunicación, juegan un papel tristemente fundamental: el de los instrumentos todopoderosos de nuestra alienación, susceptibles de «confinarnos irrevocablemente en la infancia», como decía Tocqueville. Mediante las modas que estos medios crean y difunden, se provoca la proliferación de pasiones absurdas y de ejercicios dialécticos completamente vanos, que distraen a las personas y las hacen creer que son inteligentes, cuando en realidad las alienan cada vez más. Si queremos ser hombres auténticos, advierte RR, debe darse a la escuela lo que es de la escuela: la misión de prepararnos a cumplir ciertas funciones, las que nos permitan incorporarnos de manera activa y eficaz a las estructuras productivas, administrativas, científicas, tecnológicas, ambientales, de la sociedad. En paralelo debe desarrollarse otra forma de información exhaustiva, como complemento de la escuela, que facilite el aprovechamiento de toda la energía intelectual en potencia de nuestra especie. Sólo una parte del tiempo que ahora ocupan los medios sería suficiente para tal fin, para hacer madurar y para enseñar cómo pensar (Richard Price) y no lo que hay que pensar.

La historia y la vida están llenas de lecciones desperdiciadas y olvidadas, si no ignoradas. Entretanto, nos sentimos perplejos, arrastrados por las ilusiones, alienados como nunca antes. El mal que nos aflige es quizás el peor de los conocidos hasta ahora: la semicultura, con la cual los medios masivos bombardean hoy a toda la población y que es peor que la ignorancia porque engaña al que cree que sabe y porque le impide saber que no sabe; su engaño mantiene atados a los hombres, subyugados por quimeras: en efecto, es la ilusión de saber. Los medios nos surten a diario con estímulos y noticias, pero hay que recordar que se hallan al servicio de grupos dominantes que los manejan a su antojo: para servirlos adecuadamente, necesitan del éxito a toda costa; lo que los convierte en caldo de cultivo del sensacionalismo: el afán por exagerar las noticias más triviales, anunciar con bombos y platillos lo más trivial, mandar a la basura los hechos fundamentales. Por ello, las noticias, los problemas, los conceptos que se difunden están manipulados de antemano, para luego manipular a la incierta, aquí concreta, opinión pública. Según Jerry Mander, quien vive en San Francisco y es presidente del International Forum on Globalization, siete multinacionales controlan el 70% de la información que se produce en el mundo: 1. Fox News; 2. Time Warner; 3. Disney; 4. Sony; 5. Bertelsmann; 6. Viacom; y, 7. General Electric. En últimas, los medios hacen cultura a su manera, pero la sirven en dosis aplastantes, para que una información muera triturada por la siguiente, y su fin no es el de instruir, sino el de condicionar: el resultado es la semicultura. Para concluir, se recuerda al rockero F. Zappa, con cinco frases que encajan a la perfección en la relación niños-escuela-iglesia-medios-trabajo:

1. «Los niños son ingenuos, creen cualquier cosa. La escuela ya es suficiente, pero si encima lo acercas a una iglesia, lo estás metiendo en problemas». 2. «Abandona la escuela antes de que se pudra tu mente por exponerla a nuestro mediocre sistema educativo. ¡Olvídate del título y ve a una biblioteca y edúcate a ti mismo si tienes las pelotas bien puestas! Algunos de ustedes parecen robots plásticos a quienes les dicen qué leer». 3. «El comunismo no funciona porque a la gente le encanta tener porquerías». 4. «Si tienes una vida aburrida y mediocre es por haber escuchado a tu mami, a tu papi, a tus profesores, a los curas o a algún tipo en la televisión diciéndote cómo hacer las cosas. ¡Así que te lo mereces!». 5. «La sociedad paga por tener un sistema educativo de mierda, porque mientras más idiotas salgan, más fácil de venderles algo es, hacerlos dóciles consumidores o empleaduchos. Graduados con sus títulos y nada en sus cabezas, que creen saber algo pero no saben nada. ¿Qué música escuchan? Mis discos, seguro que no» http://es.wikiquote.org/wiki/Frank_Zappa  

3. La crisis de la cultura y los medios de [información] de masas: aclarar a Marx sin desvirtuarlo

En La crisis de la civilización y el papel de la burguesía, RR se remite al Manifiesto del Partido Comunista de 1848, en el que Marx y Engels definen con toda claridad el papel corruptor desempeñado por la burguesía a lo largo de la historia:

«… Al llegar al poder, la burguesía destruyó todas las relaciones feudales, patriarcales, idílicas. Acabó sin piedad con los variopintos matices de los vínculos feudales que unían al hombre con sus superiores naturales y no dejó entre hombre y hombre otro lazo que el del mero interés, el frío pago al contado. […] Relegó la dignidad personal a un simple valor de cambio, y como sustitutivo de las innumerables libertades reconocidas por escrito y duramente conquistadas, instauró la libertad única e indiferente del comercio. Sustituyó, en una palabra, la explotación disfrazada con ilusiones religiosas o políticas por la explotación franca, cínica, directa, brutal.» (2001: 92-93)

Pero, ya antes de instalar entre los hombres el lazo del mero interés, la burguesía en el poder había reducido la cultura a la condición de mito, como muestra RR a través del inglés Al Álvarez (n. 1929) y su libro El dios salvaje (1972), en el que se confirma que detrás del potencial suicida se esconde un ser con desesperación de vivir, pero que a la manera del rebelde metafísico de Camus no soporta la fealdad del mundo y por eso la denuncia partiendo de la crisis de la cultura, como quien al tiempo refleja el panorama actual mediante una mirada marxista, estética y cultural. Plena de ética y en la que, por contraste, dada la nueva estrategia de sofisticación estética, alternan el primitivismo con el instinto de muerte con el suicidio, a los que se oponen las miradas científico-artísticas de Freud, de Shakespeare, del mismo Álvarez frente a la sombría perspectiva:

» Más de 60 años de genocidios y de guerras intermitentes entre las superpotencias que, como el superyó enfermo de Freud, se endurecieron, se hicieron progresivamente represivas y totalitarias, han conseguido, por lo visto, que las mitigadas gratificaciones que el yo obtiene de la civilización, parezcan cada vez más frágiles. […] Se diría que el descontento de la civilización ha alcanzado ese punto extremo de melancolía suicida que Freud describe con tanta elocuencia: ‘Lo que ahora predomina en el superyó , por decirlo así, es una cultura en estado puro del instinto de muerte y, de hecho, suele arrastrar a la muerte al yo , si este no logra reprimir a tiempo a su tirano gracias a un cambio de manía’. Shakespeare, por su parte, describe el mismo proceso, aunque en términos menos técnicos: ‘Como la saciedad es la madre del ayuno, todo desenfreno, por el inmoderado exceso, acaba en necesidad. Nuestra naturaleza persigue, como ratas que ingieren su propio veneno, un demonio sediento; y, al beber, morimos. En uno y otro lenguaje, sombría es la perspectiva'». Contra la perspectiva sombría, Cálice , en la voz de Chico Buarque. http://www.youtube.com/watch?v=wV4vAtPn5-Q ( Cálice : 3:59)

La lección de Rossellini

El afán de RR de dejar constancia de las crisis, es una lección para el escritor que dice: «En mi obra, sólo me ocupo de la fantasía; la realidad política se la dejo a la prensa». Como si el arte fuera sólo para divertir. Como si no hubiera responsabilidad frente a un país. Como si a los artistas se les pudiera exigir el tema a tratar y no que este los escoja a ellos; una lección para quien olvida que son testigos de su tiempo, en no pocos casos mártires; para quienes ignoran que todo arte es político… Orwell: «La opinión de que el arte no tiene nada que ver con la política ya es, en sí misma, una actitud política». Con su arte, RR dejó claro que a los pioneros no les interesaba tanto la imaginación o la fantasía, como revelar los excesos del totalitarismo, la miseria fascista, los abusos del Poder. Abusos como los de la Alemania nazi, encarnando el Poder como funcionalidad económica (Foucault) en el que el rol del mismo consiste en mantener relaciones de producción (a base de represión y trabajo gratuito de los prisioneros) y a la vez constituir una dominación de clase (la de sus jerarcas) que el desarrollo de las fuerzas productivas hace posible. Al analizar la represión, de hecho se estudia el Poder. Mediante el sistema penal el Poder se muestra de manera abierta y sin máscaras:

«Meter a alguien en la prisión, mantenerlo en prisión, privarlo de alimento, de calor, impedirle salir, hacer el amor, he ahí la manifestación más delirante de poder que se pueda imaginar» (7).

Contra la privación de movimiento, razón de ser del hombre y de la vida, RR da una lección sobre lo que significa el arte asumido con ojos inocentes; a la vez, una lección indirecta para ciertos cineastas, los que creen estar saturados de la violencia e insisten en hacer poesía sobre el dolor que se ha sufrido y que no cesa:

«(…) Al término de la guerra, nos encontramos como en un desierto, no había quedado nada en pie. ¿Cómo consiguió el cine neorrealista con tal rapidez hacerse tan vivo e importante? Pues porque tuvimos el valor de mirar las cosas con ojos inocentes, tal como eran. Porque arrancamos otra vez desde cero, sin preocuparnos mucho de filosofar sobre lo que habíamos pasado, sin pretender hacer poesía sobre el dolor que habíamos sufrido. Esto ocurrió porque había en nosotros una gran carga de sinceridad, y porque -al partir de cero- se miraba y se describía, sin falsos intelectualismos, el horizonte que se abría a nuestro alrededor» (2001: 127).  

Hay libros cuyo valor intrínseco supera lo que pueda decirse sobre ellos. Un espíritu…, es un caso: una exaltación del poder del conocimiento; una condena tácita del poder como factor de represión: «El poder es esencialmente lo que reprime», a la Naturaleza, a los instintos, a los individuos, a una clase; está presente en escuelas, fábricas, cuarteles, hospitales y prisiones, decía Foucault. Con ello impide olvidar su omnipresencia, la imposibilidad de asignarlo a alguien, de saber quién lo tiene: «En todo lugar donde hay poder, el poder se ejerce. Nadie es su dueño o poseedor; sin embargo, sabemos que se ejerce en determinada dirección; no sabemos quién lo tiene, pero sí quién no lo tiene».

RR propone revolucionar la escuela y para ello dinamitar sus actuales estructuras. Lo que significa aprender a aprender, enseñar a pensar, ayudar a vivir libremente y sin temores, no castrar los sueños ni mutilar la imaginación como se hace hoy con métodos que se ponderan en virtud de la tecnología, pero que rápido mueren en los odres vacíos de la memoria y la repetición. Tras leer Un espíritu… se hace posible repensar la educación y el cine como factores de verdad, saber y poder. Un libro-universidad sobre la necesidad de remozar el conocimiento, dejando atrás prejuicios de raza, credo político, religioso, color, inclinación sexual; de transformar nuestra estructura mental frente al flujo de descubrimientos que, desde que fue escrito, ha venido incidiendo sobre el hombre pero también afectando su devenir por la alienación y la falta de libertades.

Aquí, una vez más debe recordarse a RR por medio de Foucault, para quien si se quiere saber qué es el conocimiento, para cogerlo de raíz, en su construcción hay que acercarse como políticos, no como filósofos; comprender las relaciones de lucha y poder, cómo los hombres se odian y procuran dominarse… Para Foucault, Nietzsche explica que intelligere, comprender, es sólo la suma de cierta compensación entre ridere, reír, luyere, deplorar, y detestari, detestar, que debajo luchan la risa, el lamento y el odio, pulsiones que producen el conocimiento no porque se han unido o reconciliado sino luchado entre sí, intentado hacerse daño. Al estar en constante guerra se produce de pronto un estado de paz pasajera en el que surge el saber como la chispa entre dos espadas (1999). La aproximación de que habla sólo es posible desde una política de izquierda, toda vez que el Sistema no ha dado muestras de poder ni querer resolver el asunto a favor sino en contra de los hombres. Chaplin en El gran dictador (1940):

«Peleemos por un mundo en el que reine la razón. En el que la ciencia y el progreso conduzcan a la felicidad de todos los hombres. […] ¡La creatividad y la dinámica del espíritu humano se niegan a someterse!», agrega Alex Jones. Para esto cabe hacer memoria, como León Gieco. http://www.youtube.com/watch?v=_bC9mqsGeJQ (La memoria, León Gieco: 6:21).

Conclusión: por una ética de la cultura, los medios, la política…

Para una ética de la cultura, los medios y la política, hay que considerar la construcción de imaginarios desde un nicho de igualdad, respeto, tolerancia, lo que implica comprender al Otro, sin lo cual no es posible crear mundos comunes. Ahora, lo común no excluye la diferencia, lo que justo enriquece, no empobrece ni debe distanciar. La riqueza está en la diversidad, en el pensamiento complejo. La pobreza, en el rechazo a posturas abiertas, la bronca ciega al eclecticismo, la estulticia de creer en el pensamiento único. Diferencia no es igual a contrario/enemigo sino a complemento: ¿por qué molestarse cuando alguien difiera de nosotros? Su saber no es contrario al mío: es complementario. Por diferencia genética, haber sido criado en medios distintos, relacionarse de múltiples maneras con los demás y con la cultura, ningún ser humano es igual a otro: todos sabemos otras cosas. El saber del Otro enriquece mi saber. El mío al suyo. Crear mundos comunes entraña la inclusión, no la exclusión. La inclusión, su opuesto: puerta abierta para la igualdad, el acogimiento, el respeto y la tolerancia frente a la diferencia. Esta, requisito para la igualdad, no su antinomia. El respeto incluye una ética frente a las crisis, para poder construir imaginarios y mundos comunes: claro, conocido el fracaso de la derecha, desde una perspectiva de Izquierda (8). No en plural, Izquierdas, lo que en sí implica ser pervertida por la derecha a fin de ponerla a su servilcio: como tantas veces ha estado por andar con el prurito de aprender sus vicios que hasta hace no poco tanto le había criticado.

La Izq. no progresa mientras siga haciéndole el juego a la competencia y a la oposición: a cambio, la competencia interna y la oposición a sí misma: para no caer más en los dogmas y arbitrariedades que la han mancillado. Con el juego de competencia y oposición fue que el Occidente liberal aprendió a consumirla tras descubrir una cada vez más notoria burocratización; un estatismo cercano al estatuismo; un reduccionismo político que se ajusta a la medida de sus sueños: que en Colombia no son los de Shakespeare sino los del Chapulín Colorado. O Azul o Amarillo o… Verde. Como me puse cuando recordé otros males que han hecho de la Izquierda un organismo frágil: sectarismo, proselitismo, arribismo, como quien no quiere enterarse del cuerpo robusto que tiene al frente y, a veces, cree que es el suyo; no, es otro ajeno y aquejado por parapolítica, paranarcotráfico, corrupción. Entonces, del verde pasé al vómito al sentir que no hay salvación hacia donde mire: ni al Centro, porque si intento salir por ahí, en medio de ruinas, es probable que entre la Izq. y la Der. me aplasten. Aunque también es probable salir ileso dado el quietismo de una y de otra que todo promete y nada cumple. Y aquí regresa el arte, lo único que se opone a la muerte, para salvarnos:

«Peleemos por un mundo nuevo, un mundo decente, que le dé al hombre la oportunidad de trabajar, que le dé a la juventud un futuro y a la vejez, seguridad. Fue prometiendo estas cosas que las bestias llegaron al Poder. Pero, mienten, ¡no tienen la intención de cumplir la promesa y nunca lo harán! ¡Los dictadores se hacen libres a ellos mismos, pero esclavizan al pueblo! ¡Luchemos nosotros ahora para cumplir la promesa! ¡Luchemos para hacer al mundo libre! […] La desgracia que nos aqueja es tan sólo la muerte de la avaricia, el resentimiento de hombres que temen el progreso de la especie humana. El odio del hombre pasará y los dictadores perecerán. Y el poder que le arrebataron al pueblo, al pueblo volverá». Chaplin al final de El gran dictador. http://www.youtube.com/watch?v=3cFTJ9q5ztk (El gran dictador, discurso final subt. Esp.: 4:00)

Pero, para acabar el odio hay que acabar la guerra, no conformarse con hablar de paz. Veillard en El primer hombre: «Siempre hay guerra, pero lo normal es creer que hay paz. No, lo normal es la guerra…» Según Bobbio, ningún izquierdista podría afirmar que la Izq. actual es la de ayer. Pero, mientras haya inconformes, hoy de manera no tan combativa pero sí más visible, frente a la inequidad social, se mantendrán vivos los ideales que marcan hace más de un siglo su historia. Aspirar a dos valores supremos, igualdad y libertad, son razones esenciales de sus luchas políticas y de sus movimientos (9). A ellos cabría sumar la urgencia de decir lo que se siente, no tanto la verdad.

«El primer deber de un ciudadano es decir lo que piensa, no decir la verdad, puesto que la verdad no estamos seguros de tenerla, pero estamos obligados a decir con sinceridad lo que se piensa y a tratar de hacer corresponder la vida con el pensamiento», sostiene Castoriadis. (10)

En todo caso, verdad no tiene que ver con número ni tenerla, así sea en desventaja frente a la mayoría, significa estar loco. Winston en su diálogo con Julia, al final del cap. IX de 1984, puesto en presente:

«Encontrarse en minoría, incluso en minoría de uno, no significa estar loco. Hay la verdad y lo que no es y si uno se aferra a la verdad incluso contra el mundo entero, no está loco» (11).

Tampoco, quien afirme que el realismo socialista devino autoritario, burocrático, policial y jerárquico, al modo del neoliberalismo de Thatcher, Reagan, Bush, Blair, Berlusconi. Totalitarismo fue autocracia y dictadura. Se intentó imponer el yugo estatal sobre la vida y el pensamiento de los ciudadanos, subordinando su existencia a los objetivos del sistema. Su fracaso: la respuesta al intento de basar la economía en la propiedad estatal de los medios de producción y en la planificación centralizada, la eliminación de la empresa privada, la asignación de recursos a través del mercado y del sistema de precios. Entre los equívocos: el sacrificio de la industrialización a favor del agro; el de la agricultura a favor de la pequeña, no mediana ni gran industria; el fiasco de la Revolución cultural que acabó con la libertad a costa de tildar a artistas e intelectuales traidores al ideal revolucionario, si no de eliminarlos como enemigos de clase, por disentir del PC Chino, como muestra Gao Xingjian en La historia de un hombre solo (12). Pero si por los lares de la más errónea aplicación del comunismo los políticos fallaron, por los lares de la teología neoliberal (13) las cosas (no) se quedaron en la teoría: los hechos son conocidos por la comunidad orbital. Libardo Sarmiento:

«Su fe [la de la teología neoliberal] en una economía que asigna totalmente los recursos a través del mercado sin restricciones, en una situación de competencia ilimitada, hacía creer a sus ideólogos que produciría un máximo de bienes y servicios, de felicidad terrena y de libertad. Los intentos más consistentes de ponerlo en práctica terminaron en un resultado desastroso desde el punto de vista social y político, como sucedió durante el Thatcherismo en Inglaterra, en el gobierno de Reagan en EE.UU y en la antigua economía soviética socialista producto de las terapias de choque [eufemismo por reducción del…] recomendadas por los asesores occidentales (14). Al contrario, las fuerzas del mercado libre facilitaron la consolidación del poder omnipresente del capitalismo imperial, voraz y violento. El neoliberalismo se convirtió en una doctrina que sustenta la guerra económica y la intolerancia contra los pobres del mundo» (15).

Pero, quizás el mayor crimen de los totalitarismos de Izq. y Der. radica en haber quebrado la confianza entre la gente, lo que de paso extendió el odio. El que tanto achaca Occidente a Oriente es, para Malcolm X, el odio que produjo el odio: primero, entre blancos y luego de éstos hacia el negro. Hoy, el del fundamentalismo consumista. Un odio de cuño capitalista que se les quiere endilgar a 1.200 millones de musulmanes. Los faros sin luz fomentadores del odio en Colombia han sido los políticos del bipartidismo, que ya no existen: hoy sólo hay ambidextros (16); el Partido Comunista y sus filiales; la Iglesia Católica con su evidente fanatismo y su bien oculta pedofilia; y la TV vía novelas… con su sesgo machista, su síndrome del capataz (vía Bush, heredado de Uribe y sus lazos culturales con México), su capacidad de alterar el gusto masivo a través de «la que constituye hoy, a la vez, el más sofisticado dispositivo de moldeamiento y deformación de los gustos populares» (17). Para restituirles su sabor se propone, con Castoriadis, deseducar para la autonomía o educar hacia la autonomía, principio fundamental del socialismo libertario. Ello llevaría a la persona a reflexionar por sí misma. A no aceptar de modo no crítico lo que dicen profesor, técnico, sacerdote, alcalde, gamonal, político, presidente, medios masivos… «No hay sociedades autónomas sin individuos autónomos. No hay individuos autónomos sin una sociedad autónoma», dice Castoriadis, quien define autonomía como darse leyes a sí mismo, como a su modo plantea La educación proh... Lo anterior lleva a recurrir a una política de cuño socialista libertario, a la propuesta por L. Sarmiento en Socialismo libertario, ética para tiempos difíciles, con aportes míos. Para el socialista libertario, el ente social encargado de administrar asuntos generales debe tener como funciones garantizar derechos sociales, justicia y redistribución de ingreso y riqueza. El libertario no es el individuo liberal (islote autosuficiente y egoísta), centrado en la defensa del derecho a la libertad y a la vida y cuya esencia es la posesión. De ahí, la libertad del liberal es la libertad del capital que, por contraste, implica la esclavitud del trabajador y su miseria. En la antropología anarquista se destaca el valor singular y absoluto del individuo, pero no del a-social sino del sujeto social que encuentra su desarrollo personal en tanto se da la solidaridad del colectivo. A la concepción individualista Bakunin opuso la solidaria:

«El hombre no se convierte en hombre y no llega tanto a la conciencia como a la realización de su humanidad, más que en la sociedad y sólo por la acción colectiva entera». Así, entendía que «no soy verdaderamente libre más que cuando todos los seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres». Malatesta agrega: «La libertad de cada uno no encuentra límite sino el complemento y las condiciones necesarias a su existencia en la libertad de los demás». (18)

Una izquierda en tiempos difíciles puede animarse con el anarquismo socialista, que hace énfasis en el respeto y la igualdad social como condiciones necesarias para el goce de la máxima libertad y cuyo ideal puede llamarse individualidad en comunidad. Lo que representa fundir liberalismo con socialismo: socialismo libertario. Para los libertarios libertad y socialismo son complementarios: instan a la sociedad a orientar sus esfuerzos en garantizar la universalidad de los derechos sociales, el ocio creativo y el progreso de la educación integral, la ciencia y la tecnología, para que haya, por ende, una sociedad modernista, sin miedo a la praxis marxista, en la Pos-autonomía literaria. El orden social debe ser el resultado de la mayor libertad individual posible. Para ello, el tejido político-económico no debe ser piramidal sino basado en principios de asociación de federaciones libres y autonomías locales: clave, el contrato libre a través de relaciones de coordinación y coexistencia, no la subordinación por autoritarismo ni jerarquización como en toda sociedad con Estado, el que no debe existir para el anarquista libertario. El mismo que formula y defiende una ética de la política, niega la autonomía de esta y afirma que no es una técnica sino una concepción de la vida que debe regirse por el respeto a valores que no pueden negociarse por ser base de una nueva pedagogía para la educación y la cotidianidad: dignidad humana, solidaridad, libertad y autonomía.

La cotidianidad del libertario se fundamenta en una vida mesurada y frugal, contraria a la del hiperconsumismo capitalista (19). Bakunin preveía que en una sociedad libertaria habría menos lujo pero más riqueza y además un lujo hoy ignorado, el del humanismo, la felicidad del desarrollo pleno y de la plena libertad de cada uno en la igualdad de todos: «Libertad en igualdad, ahí está la justicia», decía (20). Los libertarios defienden el biocentrismo, el respeto por las distintas formas de vida y el reconocimiento del valor de cada ser vivo. Parte de conservar la naturaleza, no de arruinarla, y el nuevo desarrollo debe apuntar a mejorar la calidad de vida y el bienestar general, no a mantener los procesos productivos animados por el beneficio privado. El biocentrismo se basa en el desarrollo sostenible y en la auto sustentabilidad de los sistemas ecológicos. El libertario rechaza toda forma de violencia. En eliminarla de la vida social está el eje de la anarquía, para Malatesta. Para Bakunin, toda moral personal o grupal radica en el respeto: problema resuelto a la fuerza sigue siendo… El libertario se apoya en el derecho a la vida y en los placeres intelectuales, éticos, físicos. Ama la vida y quiere gozarla. Comporta la ética de la solidaridad, al tiempo de la resistencia ante la crueldad, de la que habló Nietzsche antes que Morin (21): «La crueldad es uno de los placeres más antiguos de la humanidad», decía el loquito sobre el que reposa parte de la (poca) cordura de Occidente. No obstante, Morin fue un precoz sabedor de la crueldad: con sólo 15 años se solidarizó con los anarquistas catalanes. Los deberes del libertario hacia la sociedad están ligados a sus derechos. La suya es una religión cuyo credo es la vida… y ya se sabe por la cita en el cementerio, antes que por Mockus: La vida es sagrada.

Sentencia contra los mercaderes de la guerra y el lenguaje político, al que se refiere Orwell: «El lenguaje político -y con variaciones, esto es verdad para todos los partidos políticos, desde los conservadores hasta los anarquistas- es construido para lograr que las mentiras parezcan verdaderas y el asesinato respetable, y para dar apariencia de solidez al mero viento» (22). Ante esto, ¿quién no querría ser parte del que no es un partido sino una actitud vital, el socialismo libertario, propuesta de izquierda inspirada por ese tesoro estético, cultural y político llamado Un espíritu libre… en el que alternan a un tiempo modernismo, literatura y marxismo? Libro que, por otro lado, enseña: es más fácil superar un prejuicio que desintegrar un átomo (23). Y menos peligroso… Y menos p…, además, que ciertos y caducos paradigmas cientificistas que han llevado, como los denominados hombres sanos, al mundo al borde de la catástrofe: contra su pretensión totalitaria, reduccionista y excluyente se yergue una obra literaria, pedagógica y aclaratoria del marxismo, sin desvirtuarlo: Un espíritu libre…, libro que, en últimas, es una verdadera universidad: sin ánimo de lucro, no sinónimo de lucro como las que hoy, con la venia de los bancos, campean a sus anchas por el mundo.

Para terminar, y en contra del sinónimo de lucro que representan hoy las universidades, los medios masivos de información, en fin, la estructura del deseo del imperialismo yanqui-occidental, cabría proponer unos nuevos estatutos como los que ha sembrado para la posteridad el poeta brasileño Thiago de Mello en Los estatutos del hombre. http://www.youtube.com/watch?v=9JZPdzi8NLM (4:47) Y también Julio Cortázar, en lo que para él es el marxismo, el socialismo por humanismo, sin que tenga que pasar por Moscú: si en 1967 Cortázar afirma haber comprendido el ethos (f orma común de vida o de comportamiento que adopta un grupo de individuos que pertenece a una misma sociedad )  del socialismo, la inmersión en mayo del 68 definirá plenamente el carácter de su utopía, hasta el punto de llevarlo a dar las siguientes declaraciones, en 1969:

«…mi ideal del socialismo no pasa por Moscú sino que nace con Marx para proyectarse hacia la realidad revolucionaria latinoamericana que es una realidad con características propias, con ideologías y realizaciones condicionadas por nuestras idiosincrasias y nuestras necesidades, y que hoy se expresa históricamente en hechos tales como la Revolución Cubana, la guerra de guerrillas en diversos países del continente, y las figuras de hombres como Fidel Castro y Che Guevara. A partir de esa concepción revolucionaria, mi idea del socialismo latinoamericano es profundamente crítica, como lo saben de sobra mis amigos cubanos, en la medida en que rechazo toda postergación de la plenitud humana en aras de una hipotética consolidación a largo plazo de las estructuras revolucionarias. Mi humanismo es socialista, lo que para mí significa que es el grado más alto, por universal, del humanismo; si no acepto la alienación que necesita mantener el capitalismo para alcanzar sus fines, mucho menos acepto la alienación que se deriva de la obediencia a los aparatos burocráticos de cualquier sistema por revolucionario que pretenda ser. Creo, con Roger Garaudy y Eduardo Goldsticker, que el fin supremo del marxismo no puede ser otro que el de proporcionar a la raza humana los instrumentos para alcanzar la libertad y la dignidad que le son consustanciales; esto entraña una visión optimista de la historia, como se ve, contrariamente al pesimismo egoísta que justifica y defiende el capitalismo, triste paraíso de unos pocos a costa de un purgatorio cuando no de un infierno de millones de desposeídos. De todas maneras, mi idea del socialismo no se diluye en un tibio humanismo teñido de tolerancia; si los hombres valen para mí más que los sistemas, entiendo que el sistema socialista es el único que puede llegar alguna vez a proyectar al hombre hacia su auténtico destino; parafraseando el famoso verso de Mallarmé sobre Poe (me regocija el horror de los literatos puros que lean esto) creo que el socialismo, y no la vaga eternidad anunciada por el poeta y las iglesias, transformará al hombre en el hombre mismo. Por eso rechazo toda solución basada en el sistema capitalista o el llamado neocapitalismo, y a la vez rechazo la solución de todo comunismo esclerosado y dogmático; creo que el auténtico socialismo está amenazado por las dos, que no solamente no representan soluciones sino que postergan cada una a su manera, y con fines diferentes, el acceso del hombre auténtico a la libertad y a la vida. Así, mi solidaridad con la Revolución Cubana se basó desde un comienzo en la evidencia de que tanto sus dirigentes como la inmensa mayoría del pueblo aspiraban a sentar las bases de un marxismo centrado en lo que por falta de mejor nombre seguiré llamando humanismo» (24).

Estas declaraciones pertenecen a una entrevista de gran carga crítica que Cortázar concedió a la revista Life en español en abril de 1969, a condición de que publicaran todo lo que él hubiera escrito, sin cambios ni cortes. Más tarde, su declaración fue recogida en Papeles inesperados, bajo el título: ‘Lo que sigue se basa en una serie de preguntas que Rita Guibert me formuló por escrito’. (25)

Por último, el escritor mexicano Carlos Fuentes, presenta la ruptura entre pensamiento y acción que sobre los estudiantes de mayo/68 hace uno de ellos explicando el fenómeno del desengaño, algo que parece instalado en un perpetuo presente pero que ojalá se rompiera con la acción decidida y decisiva de los estudiantes en lo que tiene que ver con la reforma universitaria que hoy los enfrenta contra el capital en toda Latinoamérica:

«Los estudiantes denuncian la ‘grave ruptura entre pensamiento y acción’, como afirma un estudiante de Nanterre: ‘yo, como estudiante de sociología puedo leer libremente a Marx, a Engels, a Bakunin, al Che Guevara y a Marcuse, sólo si acepto que, una vez que salga de la universidad, debo renegar de todo lo que he aprendido y aceptar como borrego mi situación prevista en una sociedad ordenada para siempre y sin mi consentimiento, una sociedad en la que mis conocimientos críticos no poseen la menor importancia y nada pueden cambiar. La universidad debe ser un centro crítico, el germen del cambio. Nuestra sociedad sin embargo es acrítica y rechaza el cambio ¿Cuál puede ser mi destino? ¿Renunciar a mis ideas, admitir que son un sarampión juvenil y aceptar los hechos inconmovibles de una sociedad momificada convirtiéndome yo mismo en momia, sentado hasta mi muerte en un consejo de administración capitalista o en una oficina burocrática? […] si somos fieles a nuestras ideas debemos transformar la sociedad a imagen de ellas. De eso se trata, en el fondo, cuando hablamos de reforma universitaria'» (26).

De este modo, cada vez se hacía más urgente la necesidad de devolver la coherencia (restituir el verdadero u original sentido), no sólo a un sistema universitario sino a un mundo que parecía haberla perdido definitivamente tras la última guerra. Aquí se impone la rápida respuesta por los estudiantes, la contestaçao , definida por Fuentes, en su libro Los 68, como «cuestionar, poner en duda, someter a examen, desafiar sin tregua, debatir a todos los niveles, impedir la consagración esclerótica de las cosas: contestación, respuesta, poner las cosas en su lugar, en situación crítica permanente». Todo lo que hoy no aceptan el capital, bancos, sistema, gobiernos, Reserva Federal. Contra esto, concluyo, hay que negarse a hacer parte de un sistema que cualquier estudiante pueda considerar más cercano al mundo de los negocios, a la órbita empresarial, que al mundo del conocimiento o de la cultura. Cultura que, decía Cortázar mismo, es «la  actitud integralmente humana, sin mutilaciones, que resulta de un largo estudio y de una amplia visión de la realidad»; que «no es un almacén de libros leídos, sino una forma de razonar», sostenía el peruano Ribeyro; que, por último, según creía el colombiano Rojas Herazo, consiste en «el refinamiento de los sentidos», propio de la cultura, ya no del orden empresarial y totalmente ajeno a la teta rota del neoliberalismo. Sólo debe haber «una patria, la poesía de ser hombre en la tierra». Y un «revolucionario será», para Wittgenstein, «aquél que pueda revolucionarse a sí mismo» (27) .

Y una revolución a medias, aclaro, lo único que hará es cavar su propia tumba, esto es, la de todos los desgraciados que se hayan atrevido a encarnarla. Porque ninguna auténtica revolución puede darse a medias, sino que tiene que ser el resultado completo, palpable, íntegro, del amor entregado por los revolucionarios en favor de su pueblo. Ya en adelante, lo que debe tratar de evitarse es que dicha revolución se pervierta a causa del connatural conservatismo del revolucionario triunfante, es decir, el de aquél que al llegar al poder empieza a hacer suyos los vicios de la derecha que antes había criticado.

Notas:

(1) En el artículo Crisis en EE.UU, S. Kalmanovitz (El Espectador, 31.VII.11: Opinión, virtual) sostiene: «…el sistema de artes liberales y los tecnológicos de gran calidad pretenden ser sustituido[s] por las universidades con ánimo de lucro, remedos de las beneméritas instituciones de educación superior que se convirtieron en las más productivas de conocimiento en el mundo».

(2) Rossellini estima necesario dejar de considerar a la educación un periodo de aprendizaje limitado por la duración, un prólogo a la vida: «Al contrario, debe contemplarse como un componente de la propia vida. Hemos de aprender un oficio y es el oficio de hombre. Podemos aprenderlo durante el entero curso de nuestra existencia, para prepararnos y adaptarnos a vivir» nosotros y las generaciones que nos seguirán (2001: 61).

(3) Síntesis de la enseñanza de Komenský o Comenio: «Enseña todo a todos»; una de sus frases: «La escuela debe ser un grato preludio de nuestras vidas».

(4) BALDWIN, James (1982). Sobre mi cabeza. Bruguera, Barcelona, 590 pp.: 348. Edición original: 1978/79.

(5) Según Schumpeter, la muerte del capitalismo no se deberá -como predijo Marx- a sus contradicciones internas: sus éxitos lo condenan. Fuente: http://www.economia48.com/spa/d/capitalismo-socialismo-y-democracia/capitalismo-socialismo-y-democracia.htm 

(6) Ensayo & Error No 6, junio de 1999: 244. En Emergencia, creación y autonomía en la ontología de Castoriadis, por José Malaver. 

(7) FOUCAULT, Michel (2001). Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Alianza Editorial, Madrid. (1ª Edición con nueva Introducción: 28).

(8) MUÑOZ SARMIENTO, Luis Carlos. Para una ética de la comunicación (no sólo) audiovisual (Inédito: 57).

(9) BOBBIO, Norberto (1996). Derecha e izquierda. Editorial Taurus, España: 37.

(10) Revista Ensayo & Error No 4, abril de 1998: p. 11. En El estilo es el hombre, por José Malaver.

(11) ORWELL, George (1983). 1984. Círculo de Lectores, Bogotá, 264 pp.: 193.

(12) XINGJIAN, Gao (2002). La historia de un hombre solo. Ediciones del Bronce, Barcelona, 540 pp.

(13) Término de Libardo Sarmiento, a quien con este ensayo le devuelvo en parte sus aportes en el suyo: Socialismo libertario, ética para tiempos difíciles. Revista Ensayo & Error, No 2, abril de 1997: 191-209.

(14) Terapias de choque: eufemismo puesto en práctica por EE.UU para vender la idea de que el único sistema económico viable para la humanidad era el capitalismo (no se trata de un tratamiento psiquiátrico, a no ser luego del mal adquirido): se trata de reducir el gasto social con el deterioro consecuente de la salud, la educación, la vivienda y en general de la red de asistencia pública.

(15) Una frase neoliberal, del premier inglés Blair, «perrita faldera» (Harold Pinter) con nombre de travesti, Tony: «Es justo ser intolerantes con los sin techo». Así queda claro lo que decía un humorista inglés: «Si no logras desarrollar toda tu inteligencia, siempre te queda la opción de hacerte político», G. K. Chesterton.

(16) Recuérdese a Rubén Blades en Hipocresía: «Ya no hay izquierdas ni derechas/ sólo hay excusas y pretextos/ Una retórica maltrecha/ para un planeta de ambidextros».

(17) MARTÍN BARBERO, Jesús. Televisión y literatura nacional, pp. 433-34. En Literatura y Cultura – Narrativa colombiana del siglo XX, Tomo III: Hibridez y alteridades. MinCultura, Bogotá, 1ª Ed., 2000, 598 pp.

(18) Malatesta (anarco-comunista), un gran teórico del anarquismo moderno, al lado de activistas como Bakunin (colectivista), Bookchin (anarco/ecologista/social) Durruti (anarco/sindicalista) Godwin (pionero anarquismo moderno), Kropotkin (comunista), Proudhon (comunista, mutualista, pionero del pensamiento libertario y en llamarse anarquista), Rocker (anarco-sindicalista) Stirner (individualista) y Tucker (individualista-socialista).

(19) LIPOVETSKY, Gilles (2010). La felicidad paradójica. Anagrama, Barcelona, 399 pp.

(20) BAKUNIN, Mijaíl (1972). La libertad. Editorial Grijalbo, México: 118-119.

(21) Con el surgimiento de la revolución bio-genética, Morin estudia el pensamiento de las tres teorías que llevan a la organización de sus nuevas ideas: la cibernética, la teoría de sistemas y la de la información. Para 1977 elabora el concepto del conocimiento enciclopedante, al cual liga los conocimientos dispersos, proponiendo la epistemología de la complejidad. Luego, la idea de que solo la Complejidad puede civilizar el conocimiento. Hasta que formula la teoría del Pensamiento Complejo: la realidad se comprende y se explica en simultánea desde toda perspectiva posible. Un fenómeno específico puede analizarse por medio de las más diversas áreas del saber, mediante el Entendimiento transdisciplinar, evitando la habitual reducción del problema a una cuestión exclusiva de la ciencia que se profesa. El estudio de un fenómeno se puede hacer desde la dependencia de dos perspectivas: holística (un estudio desde el todo o todo-múltiple) y reduccionista (un estudio desde las partes). Wikipedia.

(22) Revista El malpensante No 50, nov 1 – dic 15 de 2003: 102.

(23) En respuesta al aforismo de Einstein: «Es más fácil desintegrar un átomo, que superar un prejuicio».

(24) http://fronterad.com/?q=julio-cortazar-y-paris-%E2%80%98ultimo-round%E2%80%99-pasaje-al-centro-mandala

(25) Cortázar, Papeles inesperados , 2010: 228-230, en http://fronterad.com/?q=julio-cortazar-y-paris-%E2%80%98ultimo-round%E2%80%99-pasaje-al-centro-mandala

(26) Íbidem. Nota (330).

(27) Para comprender esto y otros conceptos expresados por Wittgenstein, se recomienda el filme homónimo (1993), del británico Derek Jarman: https://www.youtube.com/watch?v=IIu70Jo38eo 

Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Espectador. Corresponsal de Matérika, Costa Rica. Autor de Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo (Pijao Editores, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Invitado por UFES, Vitória, Brasil, al I Congreso Int. Literatura y Revolución – Los espectros de Marx y el realismo estético (6-7/dic/2018). Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, de ensayos para Rebelión. Desde 23/mar/2018, Columnista de EE. 

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