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Un invierno benigno

Fuentes: Rebelión

El prolongado invierno chileno que ya lleva cinco meses y no piensa retirarse aún, ha colmado a la sociedad chilena con un cúmulo de efectos benignos. La primera movilización del 12 de Mayo fue convocada por la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), y ahí se conocieron a sus portavoces Camila Vallejos Y Giorgio Jackson. […]

El prolongado invierno chileno que ya lleva cinco meses y no piensa retirarse aún, ha colmado a la sociedad chilena con un cúmulo de efectos benignos. La primera movilización del 12 de Mayo fue convocada por la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), y ahí se conocieron a sus portavoces Camila Vallejos Y Giorgio Jackson. A los pocos días la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (CONES) y la Asamblea Nacional de Estudiantes Secundarios (ACES) se suman a las movilizaciones y comienzan a realizar las tomas de sus colegios. A fines de mayo se incorporan asociaciones de estudiantes de colegios particulares, Institutos profesionales (IP), Centros de Formación Técnica y Universidades privadas. A principios de junio la paralización es absoluta.

El día 1º, la Confech convoca a una huelga general de los estudiantes y una marcha que reunió a unos 20 000 estudiantes en Santiago además de representantes de la Agrupación de empleados fiscales (ANEF), del Colegio de profesores y los rectores de la Universidad de Santiago y la Universidad Tecnológica metropolitana. Para el 3 de junio alrededor de diecisiete universidades habían sido tomadas en todo el país, y hacia el 7 de junio, centenares de colegios y liceos de educación secundaria se habían plegado a la huelga. El ministro de educación, Joaquín Lavín, hace un llamado fervoroso a deponer las tomas de colegios y universidades e iniciar el diálogo, «a terminar con los candados, cadenas y destrozos». El día 8 de junio, alumnos de la Universidad de Chile y la Universidad de Santiago se toman la sede del partido democratacristiano en protesta por la incoherencia en su discurso público sobre la educación, al apoyar el fortalecimiento de la educación pública pero mantener negocios en universidades privadas como la UCEN.

El 11 de junio, los estudiantes anuncian la radicalización del movimiento estudiantil y el miércoles 15 marchan junto a trabajadores en huelga de la mina de cobre El Teniente, propiedad del estado chileno. La marcha culmina en el parque Almagro de Santiago, con serios disturbios y enfrentamientos con la policía. La marcha del 16 de junio, considerada la más grande luego del fin de la dictadura militar, convocó a centenares de miles personas a lo largo de todo el país.

El 30 de junio, continúan las manifestaciones masivas y los universitarios se toman en Santiago las sedes del Partido Socialista, y la Unión Demócrata Independiente UDI (Derecha); como forma de exigir un pronunciamiento de la clase política respecto a sus demandas. Perplejos como siempre, los representantes de la nación no atinan a expresar una explicación que de cuenta con el alcance y la profundidad del movimiento. El día 5 de julio, en cadenas de televisión pública y privada, el presidente Piñera comunica dos alternativas para satisfacer las demandas del movimiento, son los planes FE y GANE. (Fondo para la Educación y Gran Acuerdo Nacional). Es decir a través del FE intenta financiar al GANE. Ese mismo día el Intendente metropolitano Fernando Echeverría anunció que no permitiría más manifestaciones por la Alameda, la principal arteria de Santiago. La advertencia fue desoída por los estudiantes quienes anunciaron una nueva movilización para el 14 de julio, como forma de manifestar su rechazo a la propuesta formal del gobierno. Zalaquett, el alcalde de Santiago, declaró que la autoridad se había visto sobrepasada y que «aquí no se puede hacer cualquier cosa».

Ese día, en Plaza Baquedano comienzan los enfrentamientos con los Carabineros que dejaron como saldo numerosos heridos y 62 detenidos. La policía sin razón alguna lanza granadas lacrimógenas al interior de la Universidad de Chile donde se encontraban académicos y estudiantes. La portavoz del gobierno Ena Von Baer aseguró que «el movimiento es intransigente y está perdiendo fuerza». Era patente que detrás de las declaraciones de buena voluntad, la principal táctica del gobierno apuntaba a que el movimiento se debilitara y finalmente se extinguiera como resultado de la magnitud de las fuerzas contrapuestas. Hinzpeter, el ministro del interior buscó hacer responsable a los dirigentes estudiantiles y a Jorge Gajardo, presidente del Colegio de Profesores, y se buscaron mecanismos para procesarlos. Ubilla, su ministro subrogante afirmó que los organizadores estaban «jugando con fuego».

Con el diálogo absolutamente entrampado, el 18 de julio, el presidente Piñera decide anunciar un importante cambio de gabinete. El más decisivo se produce en el ministerio de educación. Joaquín Lavín , considerado por los estudiantes como un interlocutor no válido por formar parte de poderosos intereses en la educación privada, es reemplazado finalmente por Felipe Bulnes en el sector. El impetuoso Fernando Echeverría es trasladado al Ministerio de minería, y la locuaz vocera de Gobierno, Ena Von Baer es reemplazada por el senador de la UDI Andrés Chadwick. Los estudiantes se anotaban su primera victoria al provocar la primera crisis de gabinete.

El gobierno herido, apostó a la antigua táctica del garrote y la zanahoria, por una parte dejar despejada la vía del diálogo y por otra amedrentar al movimiento endureciendo la represión. El 21 de julio, estudiantes de la Universidad Central denuncian graves agresiones por parte de las Fuerzas Especiales de Carabineros que ingresaron al Campus Universitario con la expresa tarea de agredir a los estudiantes. El 25 de julio, la dirigente de la ACES, Laura Ortiz, denunció haber sido detenida junto a otras compañeras, obligadas a desnudarse y tocadas por una policía.

En Concepción, alumnos que protestaban en apoyo a los habitantes de Dichato, un pueblo costero asolado por el tsunami, y que no ha recibido ninguna ayuda estatal para reconstrucción, también fueron violentamente reprimidos y detienen a Recaredo Gálvez, Secretario General de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Cocepción (FEC), y lo involucran en un montaje policial acusándolo de porte de armas y explosivos. El estudiante es liberado después de seis días preso, luego que la Corte de Apelaciones de Concepción votara unánimemente a su favor.

Buscando infructuosamente una salida al conflicto, el gobierno agenda una reunión con los cuatro partidos de la Concertación – la oposición política institucional – para intentar alcanzar algún tipo de acuerdo, pero los estudiantes se reúnen previamente con los partidos en el antiguo palacio del Congreso Nacional y les solicitan que no acudan a dicha reunión para evitar negociaciones paralelas a lo que estos accedieron. Si alguien pensó que el conflicto podía resolverse oportunistamente a nivel de las cúpulas políticas institucionales, esta fue la última vez que podía haberlo hecho. El movimiento es de tan vasta proporciones que sólo admite a sus actores principales. Para el 4 de Agosto, Camila Vallejo llama a efectuar un cacerolazo, antigua forma de protesta, en rechazo a la represión policial, y

Dada la magnitud de la manifestación a nivel nacional 874 personas son detenidas y 90 carabineros quedan heridos. La adhesión social conflicto es mayoritario y la gente se vuelca a las calles para apoyarlo. El 9 de agosto, la Confech, la Coordinadora de Estudiantes Secundarios, el Colegio de profesores, convocan a una nueva huelga general de la educación, respaldada esta vez por numerosos sindicatos y asociaciones gremiales como la Confederación de Trabajadores del Cobre, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) entra muchas otras. El 17 de Agosto, el nuevo ministro Bulnes, anuncia una nueva propuesta con el fin de terminar las movilizaciones. La propuesta incluye un nuevo sistema de becas y créditos para los estudiantes, reducción de los intereses por los créditos adquiridos etc.

Camila Vallejo denunció que la propuesta contaba con muchos vacíos y que perpetuaba el sistema de endeudamiento para los estudiantes más pobres, y algún senador aludió que la propuesta significaba traspasarle cien millones de pesos a los bancos. Mientras, la movilización no cejaba ni parecía debilitarse, la marcha «de los paraguas» en el más crudo invierno y la marcha de «los remolinos» resultaron las movilizaciones más masivas alcanzando el millón de personas en todo Chile, y mucho más según los organizadores. Mientras, las condiciones de salud de tres alumnos de un colegio en Buin empeoraban al decidir dejar de ingerir líquidos en una huelga de hambre. En un alarde de calidad humanitaria, Mañalich, el ministro de Salud, calificó a los estudiantes den huelga de hambre como «cobardes y mentirosos» y que no tendrían «el heroísmo de mantener su decisión». Sin embargo, todos los registros médicos confirmaron que la huelga efectivamente se estaba llevando a cabo.

Mientras, la CUT llamaba para un paro de actividades los días 24 y 25de agosto, llamamiento duramente fustigado por la alianza en el gobierno quienes los acusó de aprovechamiento político y de «querer cambiar la Constitución y las leyes y que parecía buscar dividir al país».

La noche del 25 de agosto, en medio del la huelga nacional, Manuel Gutiérrez, un estudiante de dieciséis años, muere al ser alcanzado por un disparo en la villa Jaime Eyzaguirre en la comuna de Macul. Luego de negarlo en una primera instancia, Carabineros reconoció que un suboficial de su institución había efectuado los disparos con una subametralladora UZI y dado muerte al joven estudiante. Tanto el ministro Hinzpeter como el Director de Carabineros quedaron en entredicho, pues fueron los primeros en salir a negar el hecho.

El 3 de Septiembre los dirigentes de las organizaciones estudiantiles y del Colegio de profesores son convocados para una reunión en el Palacio de la Moneda con el presidente Piñera y el ministro Bulnes con el objetivo de reiniciar el diálogo respecto a las demandas estudiantiles. La agenda propuesta fue nuevamente rechazada por los estudiantes porque no contenía las garantías mínimas para poder negociar. El 8 de Septiembre se realizaron marchas silenciosas como homenaje a los comunicadores de TV que se habían accidentado en la isla Juan Fernández al ir a colaborar con la reconstrucción. El 20 de Septiembre el gobierno anunció que 70 mil estudiantes secundarios habían perdido el año académico y como respuesta a esta decisión, los estudiantes llamaron a una nueva paralización para el jueves 22 de Septiembre. El gobierno que ya apostaba al debilitamiento del movimiento se vio nuevamente sorprendido por la demostración de fuerza del estudiantado.

Camila Vallejo señaló que «esta movilización y las futuras no están condicionadas a un diálogo con el gobierno, sin embargo llamó al Ejecutivo a sentarse a conversar». Ese mismo día, en su discurso ante la 66ª Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, el presidente Piñera declaró que los estudiantes en su país han salido a manifestarse por una causa noble, grande, legítima y hermosa… Ni Camila Vallejo ni Giorgio Jackson podrían haberlo hecho mejor…El populismo, el doble standart, cualquier recurso es bueno para intentar sofocar el conflicto. Incluso la amedrentación directa, como el alcalde Labbé de la comuna de Providencia, ex coronel de la CNI, que en Tejas Verdes se graduó en métodos de aprendizaje veloz y disciplinamiento eficaz y que amenazó con cerrar definitivamente los colegios y cancelar la matrícula a todos aquellos estudiantes que no provinieran de su municipio, en una suerte de xenofobia pedagógica. Algo así como que Himmler fuera el heredero de la filosofía clásica alemana.

Con todo, el gris invierno también nos mostró los dos Chiles de siempre. Si ya era un país escindido social y económicamente ahora lo es también políticamente: Sin proyectos, sin referentes, sin alternativas, a no ser aferrarse a la hipotética elección de una candidata en ochocientos días más tal como lo hace la Concertación. ¿De que valdría? Recibirían como castigo la larga lista de conflictos que subyacen en la sociedad, pero su ego es tan grande que pretenden estar en la acera propia y en la vereda del frente, represores y revolucionarios a la vez, sin percatarse que hace mucho que cumplieron una vida políticamente útil. El edificio cruje, las estructuras se tambalean, el gobierno recoge una adhesión del 20%, la causa de los estudiantes el 80%. La clase política institucional no recupera legitimidad, luego de ese gigantesco engaño colectivo que significó la Transición de la dictadura a la democracia, gobernada por las mismas superestructuras jurídicas e ideológicas que rigieron a la dictadura, el Invierno chileno enseñó que suceda lo que suceda, la justicia y la libertad son las únicas luces que continuaran guiando al pueblo.