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Recordando a Michel Nash, militante de las Juventudes Comunistas fusilado por el ejército en Pisagua el 29 de septiembre de 1973

Un joven que «conoció todo de la vida»

Fuentes: www.memoriayjusticia.cl

Ser adolescente idealista en tiempos de la Unidad Popular fue vivir a todo dar la efervescencia del momento. Así lo vivió Michel Nash, con energia inagotable. Y así lo recuerdan a él su madre Ana Saez y su hermana Leila, a 31 años de su ejecución y desaparición en Pisagua que marcaría para siempre sus […]


Ser adolescente idealista en tiempos de la Unidad Popular fue vivir a todo dar la efervescencia del momento. Así lo vivió Michel Nash, con energia inagotable. Y así lo recuerdan a él su madre Ana Saez y su hermana Leila, a 31 años de su ejecución y desaparición en Pisagua que marcaría para siempre sus vidas.

En Santos Dumont cerca de Recoleta vivía la familia Nash-Saez. Trabajaba Michel Nash padre, militante Comunista de descendencia siria, en un taller que instaló en su casa. A la hora del almuerzo el señor Nash, cerraba su taller para compartir con la familia la comida y un conversación animada sobre historia, política, avances científicos y los aconteceres de la actualidad. La llegada del hombre a la luna les impactó y mandó al joven Michel volando por el universo transportado por su imaginación. El hijo aprendió mucho del papá como también de la vida alrededor, apunta Ana.

Leila admiraba a su hermano mayor quien además era su gran amigo. Michel disfrutaba de las cosas alegres de la vida, era bueno para el chiste, y tenía gran carisma. «Era un militante activo de la Jota. (Juventudes Comunistas) Vivíamos en un sector bien momio de Recoleta. Habían muchos comerciantes arabes. Nunca se conoció que se haya formado anteriormente un grupo de gente de izquierda en ese sector. Y en 1971 Michel lo formó. Descubrió que el caballero de la esquina era un médico de izquierda, él de la vuelta era un abogado de izquierda, y habían también un arquitecto y un jornalero de izquierda. Eran gente de diferentes clases sociales que compartían ideas, aunque no siempre del mismo partido». El grupo, que posteriormente se conoció como el Comando de Unidad Popular Gamal Abdel Nassar (CUP), unió a jovenes y adultos en actividades de difusión y de apoyo al UP.

Cuenta Leila que se convocó una reunión por medio de panfletos llamando a disolver la junta de vecinos por inoperante. » Al dar inicio a la reunión, alguien preguntó quien la había citado. Michel se fue al prosenio y reconoció que él fue quien escribió los panfletos y los repartió en el barrio. «Habrá sido impresionante», dice Leila. «Imagínate siendo cabro chico. Tendría 16 o 17 años cuando organizó el grupo. Cuando él se paró adelante, se callaron todos los viejos incluyendo los momios y escucharon todo lo que ten’a que decir».

A los 14 años Michel se había sumado a la campaña de Salvador Allende y trabajó en las campañas parlamentarias de 1973. Animaba a sus padres a participar también. Padre e hijo trabajaron juntos en la distribución del JAP, cargando camiones. Su madre se acuerda: «Un día cuando estaban haciendo cola porque había acaparamiento lo veo llegar con una carretilla con tarros de pintura, corriendo rapido. Detrás venían unos niños y rayaron para denunciar el acaparamiento».

Ana señala: «Me acuerdo que una vez me dijo «Mami, yo conozco todo de la vida. Me daría igual morir.» Le pregunté, «¿Cómo vas a conocer todo de la vida si eres muy joven. La vida tiene que enseñarte mucho todavía.» No se porque me dijo eso. Eso me quedó muy marcado».

Michel Nash cumplió 18 años en junio de 1972. Fue llamado a presentarse al servicio militar. Sus padres trataron de eximirlo de su obligación. Incluso un médico declaró que él tenía los pies planos, pero no resultó. Le correspondió cumplir el servicio militar en el Regimiento Granaderos N 2 de Iquique y en abril de 1973 fue entre los cientos de «pelados» que viajaron en tren al norte. Su hermana Leila le recuerda a su mamá que «en realidad, Michel nunca se opuso de cumplir el servicio militar. Eran ustedes (sus padres) quienes no querían que hiciera el servicio». Para un joven de la Jota, alucinado con los ideales que representaba la Unidad Popular, servir al gobierno de Salvador Allende como conscripto era un honor patriótico.

«El estaba contento», reconoce su madre, Ana Saez.

Michel alcanzó escribir solamente dos cartas a su familia en Santiago. «No era muy bueno para escribir. Prefería hablar, no escribir», explica Lelia. La primera carta que Michel escribió a su familia detalló todo lo que hacía. Les contó que la disciplina era dura pero que estaba bien. Quizás por su don de liderazgo o simplemente por su aspecto – alto, de tez blanca, ojos claros, pelo castaño – que correspondía a la mirada clasista del Ejército de las características de un líder militar, le habían ascendido a jefe de plana mayor a cargo de su propio grupo de compañeros.

La segunda carta lo escribió después del llamado «tanquetazo», la sublevación del Regimiento Buin del 29 de junio de 1973. «Nos dijo que cambió el trato en el Ejército», cuenta Lelia. «Le trataban distinto como con la punta de la bota». «Anteriormente ese tiempo no se le ocurría a nadie ocultar las cosas, por ejemplo que fuese integrante de la Jota. No existía el sentimiento de temor. La gente expresaba sus ideas abiertamente».

Una vez Michel les llamó por teléfono. «Nos preguntaba porque no le escribía más. Pero el niño estaba bien y no teníamos porque preocuparnos», afirma su madre.

Después del golpe, sí se preocupó por su hijo. Ana Saez buscó los medios para viajar al norte para asegurarse de la situación de Michel. «En camino a Iquique, me quedé dormida y desperté al darme cuenta que estaban allanando el bus. Una vez en Iquique fui al Regimiento y pregunté por mi hijo. Sentada afuera, un teniente me dice, «Así que usted es la mamá de Michel Nash.» Me contó que mi hijo estaba en Pisagua. Como puede ser? le pregunté. «Para evitar males mayores hay que separarlos», me explicó. Sus palabras me dejaron angustiada. Me puse a llorar y llorar. Se acercó otro hombre y me dijo, «A estos jovenes hay que tenerlos con cuidado,» como si fuera peligroso. Cuando el teniente me vio muy afligida me llevó para tratar de hablar con Carlos Forestier pero no me recibió. Entonces el teniente me aconsejó que hablara con el abogado del Ejército. El abogado me aseguró que mi hijo estaba bien, que donde estaba tenía cama y comía bien».

La familia supo después que Michel quedó impactado por ser obligado a participar en allanamientos en Iquique. Se puso de acuerdo con un amigo y fueron a pedir la baja para venirse a Santiago. Se presentaron ante sus superiores, quienes les preguntaron los motivos por su renuncia. Los dos conscriptos respondieron que no estaban de acuerdo con la forma violenta de tratar a las personas. Les dieron la baja pero a la salida del Cuartel les tomaron detenidos. El 12 de septiembre les llevaron al Regimiento de Telecomunicaciones y de allí a Pisagua.

Michel Nash estuvo poco más de una semana en el Campo de Prisioneros de Pisagua. Al principio, los demás presos lo creyeron un infiltrado y evitaron relacionarse con él. «Sin duda fue muy doloroso para él. Recién cuando le llevan a interrogatorio y volvió muy mal a la celda se dieron cuenta del error que habían cometido. Lloraba en un rincón. Otros presos le consolaron y le levantaron el ánimo».

Varias personas que fueron prisioneros en Pisagua declararon ante el Ministro Juan Guzmán Tapia sobre lo que sucedió el día 29 de septiembre de 1973. Antes de mediodia el teniente coronel Ramón Larraín, comandante del campo de «prisioneros de guerra», ordenó a los cerca de 600 prisioneros a formarse afuera de sus celdas. Pasaron lista y Larraín pidió seis voluntarios para realizar tareas de pintura. Después dijo que necesitaban otros seis personas para instalar unos pilotes. Estos seis últimos (Juan Calderón Villalón, Marcelo Guzmán Fuentes, Luis Lizardi Lizardi, Nolberto Cañas Cañas, Juan Jiménez Vidal y Michel Nash) no fueron voluntarios, sino elegidos por cada oficial. Cuando, más tarde, los oficiales regresaron al campamento sin los presos, la explicación oficial fue que se habían intentado fugarse, obligándolos a disparar.

En el año 1990 se descubrió la fosa clandestina cerca del cementerio de Pisagua donde los restos de 20 ejecutados fueron hallados. De los 6 prisioneros ejecutados el 29 de septiembre de 1973 bajo la falsa acusación de «intento de fuga», no se encontraban los restos de Cañas, Jimenez, ni de Michel Nash.

Existen suficientes pruebas que indican que la selección de Michel no fue al azar. El Ministro Juan Guzman quedó convencido de ese hecho y el 12 de abril del 2000 dictó autos de procesamiento en calidad de autores del delito de secuestro calificado en contra del ex-vicecomandante en jefe del Ejército Carlos Forestier, el ex-fiscal militar Mario Acuña y del suboficial Miguel Aguirre, por las diez personas, entre ellas Michel Nash, que permanecen desaparecidas hasta la fecha.

En 2001 el informe militar de la Mesa de Diálogo nombró a Michel Nash entre los ejecutados y detenidos desaparecidos que supuestamente fueron arrojado al mar. Pero Ana Saez no lo cree: «Es para que la gente no siga buscando y no molesten más al gobierno».

En 1990 la Señora Ana participó en el reconocimiento de los restos en el Instituto Médico Legal de Iquique. Aún le queda dudas. Cuenta: «Entramos todos los familiares. Todos los cuerpos estaban bien preservados, como para reconocerlos. Se veía la huella de los proyectiles y la mueca del último grito. Tan impresionante que no se puede olvidar. Una compañera me decía, ¿Cómo no reconoces a tu hijo? La gente le confundía con otro que apareció en la fosa. Yo miraba a los cuerpos. Cuando me acerqué a cuerpo, tenía su boca abierta y ví que los dientes no eran de mi hijo. La compañera decía que él era Michel. Pero, no, Michel no estaba».

«Después me llevaron a ver un cuerpo que habían armado de la Bolsa 20. Me llamó la atención una mano que estaba en muy buenas condiciones. Era como para sacarle huellas digitales. Pero no lo pude reconocer porque la ropa estaban quemada y el cuerpo no estaba completo. Pensé que el peritaje nos iba entregar una respuesta. Sin embargo nunca han dado respuesta de quien correspondía los restos de la Bolsa 20. Por eso tengo la duda. El Juez Guzman me dijo que mandó la Bolsa 20 a los Estados Unidos».

La familia Nash-Saez fue fuertemente afectada por la ejecución de Michel. La casa fue allanada y el padre de Michel llevado detenido. Michel Nash padre falleció en 2002 con una gran pena por no poder hallar a su hijo, mientras su madre se consume por las interrogantes sin respuesta sobre la suerte de su hijo. «Desde que me dieron las noticias nunca asumí que mi niño estaba muerto. Siempre creí que mi hijo estaba vivo. Caí en que él debía haberse escapado, aferrándome a eso».

Hoy día tanto Ana Saez como su hija Leila Nash, saben que Michel fue ejecutado en sangre fría en Pisagua pero aún tienen interrogantes sin respuesta. Quieren saber donde están los restos de Michel. Y quieren saber quien dio el orden de ejecutarlo. Ana Saez afirma: «Nuestra esperanza es que se conozca toda la verdad y que condenen a los culpables. Al contrario no hay justicia y la democracia no es completa».