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Un libro que quiebra olvidos de los que lucharon por el socialismo

Fuentes: Rebelión

El libro Luciano Cruz Aguayo. Como una ola de fuerza y luz (PEHUEN, 2020), del joven historiador Pedro Lovera Parmo explora la vida política del desaparecido líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR.

Estructurado en 11 capítulos y 307 paginas que se leen de manera muy ágil y rápida, se avanza en la biografía histórica y política. Lovera explora de manera rigurosa y precisa en los primeros capítulos de su libro, las condiciones sociales y culturales estructurales del proceso de politización izquierdista del joven Luciano Cruz; para luego, en los capítulos posteriores, avanzar en una descripción y análisis de la vida política y social de Luciano como estudiante secundario en el Liceo Enrique Molina Garmendia, como alumno de medicina en la Universidad de Concepción, como militante de las Juventudes Comunistas y posteriormente como integrante del Movimiento Universitario de Izquierda. Luciano destaca en todas estas instancias políticas en que participa por su gran capacidad oratoria, además por su estilo extrovertido y carismático. Dichas cualidades que lo llevan a estar en la “primera línea” del movimiento estudiantil penquista, ya fuera en el combate callejero con las fuerzas del entonces Grupo Móvil o en las afamadas asambleas estudiantiles en la Casa del Deporte de la Universidad de Concepción.

Es el camino elegido por Lovera para llegar al momento de la fundación del MIR en agosto de 1965, donde si bien Luciano, como el grupo de los jóvenes de Concepción tuvo un papel destacado aún era secundario, en relación con el protagonismo de una generación anterior de luchadores sociales provenientes desde otras filas de la izquierda. No obstante, el agitado año 1967 lo llevaría ser electo no sólo como presidente de la Federación de Estudiantes de Concepción, sino también como miembro del Comité Central del MIR, siendo el militante más votado en dicho escrutinio. Desde allí, la vida de Luciano entraría en una vorágine que no terminaría sino hasta el final de sus días. De crucial importancia para su formación política es el viaje que realiza, tardíamente en relación con otros dirigentes del propio MIR como también de la izquierda socialista, a Cuba, en el año 1968, para recibir instrucción en cuestiones relativas a aspectos técnicos-militares. Los sucesos del año 1969 con el secuestro de un periodista que terminó en la clandestinidad del MIR, el posterior quiebre partidario y las expropiaciones bancarias, parecían indicar que el camino del MIR por los derroteros de la insurrección era inevitable.

Sin embargo, el triunfo de la Unidad Popular a fines del año 1970 modificó sustancialmente el rumbo fijado por la joven generación del MIR. Fue en ese contexto que la nueva labor orgánica de Luciano o “Juan Carlos” (su chapa política) en lo relativo al trabajo político dirigido hacia las Fuerzas Armadas y el trabajo de inteligencia comenzó a rendir frutos en el camino a consolidar la victoria alcanzada por Salvador Allende Gossens, pero sin integrarse orgánicamente a la colación de partidos de la Unidad Popular.

Su vida acabó por un trágico accidente con una estufa de gas el mismo día que se conmemoraba el sexto aniversario del MIR, un 14 de agosto de 1971 en pleno proceso revolucionario. Pero como muchos aspectos de su vida terminó siendo un acto contraproducente, porque si bien la pena y dolor abundaban entre la militancia de la bandera rojinegra y los demás sectores de izquierda, su propio funeral terminó siendo el primer acto de masas de la izquierda revolucionaria. Su cadáver fue visitado tanto por el Presidente Allende, como por miles de campesinos, obreros, pobladores y militantes izquierdistas que deseaban darle un último adiós al militante más carismático y audaz de la izquierda chilena.

Estos son algunos de los vericuetos que, de manera correcta, seria, como he dicho rigurosa recorre Pedro Lovera en su biografía política de Luciano Cruz, a 49 años de la desaparición física de este importante, trascendente, pero, hoy menos, olvidado luchador social del siglo XX.

Celebramos la publicación de este trabajo sobre uno de los hacedores de la historia política reciente de Chile. Tiene razón, Lovera, que Luciano Cruz, es uno de los tantos luchadores sociales olvidados del siglo XX. Los olvidos de las y los sujetos que construyeron la ruta revolucionaria y socialista en la sociedad chilena es larga y vasta. Lentamente se van abriendo los espacios para que esas biografías intensas, lúdicas, consecuentes y activas en la lucha contra la dominación capitalista vayan emergiendo. No solo de militantes del MIR, sino también socialistas como Fredy Taberna, Carlos Lorca, Arnaldo Camú, entre otros; como la misma Tati Allende, Una revolucionaria olvidada, escrito por Marco Álvarez.

Tanto este último libro como el Pedro Lovera tienen un mérito constituyen textos modelos, es decir, son libros que no tienen solo la calidad de dar cuenta de una biografía política, sino también, de la forma como debe investigar y exponerse narrativamente esas vidas intensas de las y los revolucionarios. Son ambos trabajos fundantes de una línea de investigación que espera a muchos investigadores jóvenes para sacar del olvido a muchas y muchos luchadores sociales que hasta hoy permanecen en el olvido.