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Un mundo sin dinero

Fuentes: Contracorriente

El pensamiento utópico siempre jugó con la idea de abolir el dinero. Pero ese pensamiento normalmente no fue lejos, pues el dinero es solo la superficie de una determinada forma social. El dinero, como dice Marx, es la manifestación de una entidad social, a saber, del «trabajo abstracto» y del valor (de la valorización). Sin […]

El pensamiento utópico siempre jugó con la idea de abolir el dinero. Pero ese pensamiento normalmente no fue lejos, pues el dinero es solo la superficie de una determinada forma social. El dinero, como dice Marx, es la manifestación de una entidad social, a saber, del «trabajo abstracto» y del valor (de la valorización). Sin embargo, quien quiera abolir solo la manifestación superficial, sin llegar al fondo de la entidad subyacente, traerá más desgracia que liberación. En un sistema de producción de mercancías en economía empresarial, habiendo alcanzado el dinero su función reguladora o incluso habiendo sido totalmente abolido, en su lugar solo puede surgir una burocracia totalitaria. En la historia reciente, el régimen de Pol Pot hizo realidad las horribles consecuencias de esto; pero también los regímenes desarrollistas del socialismo y del capitalismo de estado tenían ya elementos de ello. Otras formas de abolición del dinero, como por ejemplo los círculos de trueque, no solo tienen que prescindir de las ventajas de una socialización en alto grado, sino que además solo pueden traer subrogaciones del dinero (vales de servicio etc.) y al final tienen que fallar como es precisamente de nuevo el caso en Argentina.

De un modo general esto se vio claro en la medida en que también así se agotaba la energía utópica. Bajo el dominio mundial del radicalismo económico neo-liberal, la subjetividad del dinero es más incuestionable que nunca, incluso en el interior de los barrios de miseria. Pero, paradójicamente, el propio capitalismo comienza ahora a abolir el dinero. No solo en el sentido superficial, tecnológico, de que surja en lugar del papel-moneda el registro de escritura electrónico desmaterializado y el banco vía Internet («electronic banking»), tal como antes el papel-moneda había substituido a los*** metales preciosos; pero más en el sentido de que, con la crisis de la tercera revolución industrial, cada vez más personas caen en gran parte fuera de la economía monetaria diariamente. En las regiones mundiales desconectadas el círculo del dinero se reduce dramáticamente. De este modo, en el interior del Brasil puede suceder tener que atravesar la mitad de una población, hasta conseguir que un tendero te cambie un billete de una cantidad nunca vista de 20 euros. La mitad de los sudafricanos adultos no tienen cuenta bancaria. 2.800 millones de seres humanos, casi la mitad de la humanidad, disponen de menos de 2 dólares por día.

Hace mucho que esta tendencia se extiende por occidente. En los EUA cada vez más trabajadores a tiempo completo caen bajo el límite de la pobreza, al mismo tiempo que quien paga con billetes o monedas en lugar de con tarjetas de crédito ya es considerado casi un sujeto sospechoso. Y aquí en este país es sabido que los bancos solo de mala gana abren una cuenta a los destinatarios de ayuda social. En muchos países occidentales se extiende un nuevo fenómeno de masas: quien no tiene cuenta bancaria, en la mayor parte de los casos tampoco tiene seguro de enfermedad y mucho menos teléfono, y ya no hablemos de Internet. En las tiendas de rebajas baratas hay gente haciendo cuentas en «compras» rigurosamente al céntimo. En medio de la economía monetaria, en apariencia totalmente electrónica, una parte cada vez mayor de la sociedad se «desmonetariza». A las gigantescas burbujas de deudas se contrapone una economía de «perra gorda» (diez céntimos antiguos, NDT) en rápido crecimiento.

Este aspecto de la crisis del dinero, que en realidad es una crisis del «trabajo abstracto», si es posible es ignorado en el debate. Pero la administración capitalista de la crisis reacciona frente a la reducción del círculo general del dinero de forma no muy diferente a la de los regímenes socialistas de estado y de las utopías totalitarias, particularmente con las impertinentes exigencias burocráticas a las personas involuntariamente «desmonetarizadas». Al mismo tiempo, las ideologías de crisis racistas y antisemitas de «dinero bueno y honrado» para «trabajo bueno y honrado» chocan con un clima de angustia del dinero, en vez de avanzar hacia una crítica emancipadora del sistema. Quien lo hubiera pensado: el capitalismo comienza a volverse una utopía negativa.

Original alemán Eine Welt ohne Geld, publicado en Neues Deutschland 15.10.2004
Traducción al español: Contracorriente, [email protected]