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Un niño afgano lee El Principito

Fuentes: Rebelión

«En la tierra abigarrada marcha alguien que no es infiel ni musulmán, ni rico ni pobre. No reverencia a Dios ni a las leyes. No cree en la verdad ni afirma nunca nada». Omar Khayyám, siglo XI. Los invasores de Afganistán son unos glotones. Insatisfechos con matar a cañonazos a sus habitantes, ahora los quieren […]

      «En la tierra abigarrada marcha alguien que no es infiel ni musulmán, ni rico ni pobre. No reverencia a Dios ni a las leyes. No cree en la verdad ni afirma nunca nada». Omar Khayyám, siglo XI.

Los invasores de Afganistán son unos glotones. Insatisfechos con matar a cañonazos a sus habitantes, ahora los quieren rematar a besos. O con educación occidental que viene a ser el mismo despotismo pero alfabetizado y con preservativo. Para refocilarse en la última infamia pedagógica, las tropas españolas van a repartir entre los niños afganos cinco mil ejemplares de El Principito traducido al dari, lengua franca de aquel torturado país 1 . Tamaño sadismo no debe quedar sin respuesta. La de un servidor se expone en los siguientes párrafos.

Según la periodista que redactó la noticia, la promotora de la operación -coleccionista de ediciones de El Principito (en adelante, EP)-, sostiene muy ufana que, con la llegada de los cuentos -es un decir-, los escolares afganos «podrán aprender los valores que enseña el libro: honestidad, lealtad, amistad». Admirable propósito. Y una insinuación de que los padres y los maestros afganos son deshonestos, desleales y traicioneros. La promotora no nos aclara si son así de natural o como reacción ante las últimas invasiones pero el contexto de la información apunta a que no pueden ser de otra manera educados como están por «mulás rurales» en un Corán puritano -traducido al europeo, por unos curas trabucaires en una Biblia medieval y expurgada-.

Sea como fuere, estamos ante un bombardeo cultural con obuses del Occidente más ñoño. Pero, ojo, calificándolo de ‘cultural’ no rebajo la peligrosidad del ataque: ningún bombardeo es inocuo, máxime cuando la munición, además de cursi, es perversa como lo demuestra que, en las librerías, EP se venda en los anaqueles de ‘espiritualidad y orientalismos de saldo’. Sin embargo, en este artículo y desde el punto de vista occidental, no voy a criticar la deposición de Saint-Exupéry. Me limitaré a citar un análisis que resume la respuesta de muchos niños y adultos ante la lectura obligatoria de EP que ha sido impuesta: a los niños por sus mayores y, a los adultos, por la intelectualidad más autocomplaciente:

    «A los sobrevivientes del criptofacha Cuore de d’Amici nos remataron con EP del militar, patriota e idiota Saint-Ex. Cuando los adultos descubrían que, más allá de la improbable boa traga-elefantes, no gustábamos ni entendíamos EP, nos declaraban demasiado jóvenes… Adolescentes, lo reintentábamos sin éxito y nos declaraban no suficientemente adultos. Confesarlo después era declararse sociópata» (E. Rothe, correo electrónico, 01.XII.2010)

Antoine Marie Jean-Baptiste Roger de Saint-Exupéry de Fonscolombe (1900-1944; en adelante, ASE) fue un aristócrata de altos vuelos y bajas ideologías de cuyas obras literarias sólo sobrevive EP y ello porque coincide con esa depravación de la lógica, del estilo y de la imaginación que asola actualmente Occidente. No vamos a perder el tiempo criticando un guisote que ha encontrado su nicho en la sección de ‘autoayuda’ -curioso método este de autoayudarse a través de terceros-. No obstante, no debo resistir a la tentación de anotar en letra pequeña algunas de las críticas que le han hecho sus mismos compatriotas 2 .

Pero dejemos ASE a un lado e incluso al EP que las más perdidas de las almas cándidas engullen en su lugar de producción y consumo -Occidente- porque en las siguientes parrafadas, alejándonos de las múltiples Europas, lo que se intenta es un ejercicio de pedagogía multicultural. Lo que se pretende es responder a la pregunta, ¿cómo entiende EP un niño afgano? Pregunta que, sin duda, nos lleva a esta otra: ¿es universal la parábola de EP?

Cinco mil minas

Pese a que llevan casi una década martirizando dizque altruistamente al pueblo afgano, los militares españoles todavía no admiten que la cultura occidental no comprehende a todas las demás. Acabada su orgía de poder con el franquismo, se han instalado en la modernidad como quien se pone las pantuflas de andar por casa. Instalados en la globalización, creen que todo el mundo lleva pantuflas en casa. Instalados -maldito modernismo- en el Globo, creen que ser cultos es ser cultivados en la moda occidental, así sea ésta tan retro como EP. Instalados en su prepotencia, pretenden evangelizar a los niños afganos en ese evangelio descafeinado que es EP.

Y, para colmo, traducen EP no a un dialecto perdido sino a la lengua dari. Probablemente no se han percatado de que el dari es una lengua completa: a) variante afgana del farsi o persa; b) no menos de siete siglos más antigua que el castellano pues proviene de los sasánidas, dinastía que data del siglo III; c) aunque Occidente las desprecie, en ella se han escrito obras memorables; d) es una lengua que, in illo tempore, fue el puente entre Oriente y Occidente, entre los persas y los hindúes y chinos; e) la recepción de los EP será dispar porque hoy son dari-hablantes pueblos afganos tan distintos entre sí como los Tayiko -incluido el dialecto de los «Tayiko de montaña»-, Hazara, Farsiwan -persas propiamente dichos-, Qizilbas, Aimaq, Mongoles descendientes de Gengis Kan e incluso pequeños grupos de árabes afganos por lo que su.

Item más, por hablar solamente de «obras memorables» escritas en ese idioma: en una lengua antecesora de la hoy llamada ‘lengua dari’ escribió nada menos que Omar Khayyám, un autor que es la antítesis de EP. Para comprobarlo basta con leer una de sus famosísimas cuartetas (rubaiyát):

    «El mundo inmenso: un grano de polvo en el espacio.

    Toda la ciencia de los hombres: palabras.

    Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas: sombras.

    El fruto de tu constante meditación: la nada»

¿Se puede escribir en menos palabras una mejor refutación de la vacuidad retórica y sentimentaloide que exuda EP? Con plena y rara justicia, Khayyám ha sobrevivido casi un milenio. Invocamos su recuerdo para que, con igual justicia, EP desaparezca lo antes posible. Así lo exige la salud mental porque EP nació decrépito y ya abusó demasiado de nuestra paciencia.

Por desgracia, es cierto que los niños afganos dari-hablantes de hoy no conocen suficientemente a Khayyám, un científico y poeta al que los fanáticos tildan de alcohólico y ateo. Se equivocan en lo primero: el poeta gusta del vino -«tal aroma de vino emanará de mi tumba que los transeúntes se embriagarán»- lo cual es garantía de que no lo desperdicia como hacen los alcohólicos. Para compensar ese error, los creyentes aciertan en el ateísmo del sabio persa -«todo el mundo sabe que jamás murmuré la menor oración»; «cierra tu Corán, piensa libremente»; «un Creador que creó los seres para destruirlos»-, siendo su descreimiento una más entre sus múltiples cualidades. En todo caso, es seguro que el recuelo de su enorme sabiduría está presente en el continuum dari, mal que les pese a los fundamentalistas de toda condición -musulmana, cristiana, civil o militar-.

Otrosí, los milicos españoles no parecen temer a la incongruencia: ¿regalar EP en Badgis, la satrapía afgana que les encomendó el Imperio USA, donde el 89% de la población es analfabeta? ¿en Badgis donde, entre primaria y secundaria, sólo hay 50.000 alumnos atendidos por 800 maestros? Comprendo que los milicos quieran crear una élite ilustrada y sumisa pero, regalando un libro que sólo podrán leer las escasas docenas ya alfabetizadas, están meando sobre mojado. Al mismo tiempo, si lo que quieren es cooperar (risas), están comenzando la casa por el tejado. Peor aún, ¿no quieren entender que, con el Talibán en auge, los 5000 ejemplares de EP equivalen a cinco mil minas antipersona? En el dudoso caso de que esos libros no alimenten durante el invierno las estufas sino que los conserven en casa, ¿quieren crear una élite adicta a libros rabiosamente extranjeros para que la insurgencia tenga más motivos para exterminarla?

Unos someros datos de la realidad badgisiana del año 2007 podrían ayudar a que los milicos se equivocaran con menos ‘daños colaterales’: en la provincia de Badgis, el 62% de los niños de primaria tienen que caminar más de 10 kms. para llegar a su escuela. En secundaria, ese porcentaje aumenta al 70%. En lo que podríamos llamar secundaria superior (high school) sólo un 1,8% tiene el instituto en su pueblo; el resto, ha de cantar el estribillo habitual -caminar más de 10 kms.-. No hay universidad.

Claro está que esas cifras de educación son oficiales ergo la realidad es mucho peor -ejemplo: nadie del pueblo indígena Kuchi está escolarizado- y, en especial, la situación de las mujeres es tan apocalíptica que da espanto mencionarlas -ejemplo: no llegan al 10% del alumnado-. Además, la educación se enmarca en un panorama de infraestructuras precarias cuando no inexistentes. Más porcentajes: sólo el 15% de las casas disponen de agua potable. Un 27% de familias tienen el agua a más de una hora y el 5% han de caminar más de 6 horas para conseguir unas gotas. La mitad de la población carece de letrinas. ¿Inodoros con agua?: ninguno.

En Badgis habita medio millón de personas. En lugar de repartir EP mejor se podría comenzar editando abecedarios aunque solo fuera porque los EP son regalos de puro boato y no es ortodoxo que la cooperación se especialice en el lujo. Pero, además, es razonable suponer que los milicos sólo hablan con la casta homóloga a su propia casta, a saber, el funcionariado. Pues bien, la provincia cuenta con 2.500 funcionarios de los cuales 198 son mujeres. Visto así y puesto que es vox populi que la corrupción en la administración afgana es inigualable, parece seguro que cada trabajador estatal obtendrá dos EP. Los milicos quieren creer que sólo una dosis doble de EP incrementará la occidentalización del funcionariado afgano: francamente, no esperaba de ellos un procedimiento tan imaginativo.

Brevísimo diccionario EP-infancia afgana

Supongo que, con la siembra de miles de EP, los pajes españoles de Obama buscan que la pseudo-literatura occidental acabe convirtiéndose en mitología para orientales. Vano empeño como pude comprobar al estudiar un caso inverso, el de la Mitología amerindia travestida en literatura infantil occidental 3 . Encomienda inútil porque, gracias a dios-o-al-diablo, los pueblos que están siendo bombardeados físicamente, no toleran bombardeos culturales -serían redundantes-.

Por ello, el niño afgano recibirá su EP, dará las más efusivas gracias al dadivoso invasor y después hará sus composiciones de lugar. Según éstas, verá en el narrador (ASE) a cualquier coronel gringo o español: aviador lejano pero omnipotente, preguntón pero ignorante sin remedio, anfetamínico pero mudo -no sabe hablar dari-.

Por otra parte, a los ojos del niño afgano, desde el momento en el que ¡tienen la misma capa!, EP no puede ser otro que Karzai, el figurín figurón redicho hasta en silencio, el apuntador de una sangrienta opereta. Gracias a estas trasposiciones, la parábola de EP -pretenciosa hasta en Occidente-, le resultará un poco menos ininteligible. Gracias a sus ganas de vivir, incluso puede que le distraiga. En todo caso, le aburrirá mayormente aunque, al final del cuento, cuando la serpiente amarilla mata a EP-Karzai, el niño afgano tendrá un momento de felicidad.

No insinúo siquiera que este par de sustituciones sea el único posible. No voy a poner puertas al campo de la imaginación infantil, en dari o en romanó. Sólo suscribo que, entre las muchas interpretaciones disponibles, escojo ésta como la más fructífera y congruente. Constituirá el eje vertebrador de los párrafos siguientes y, resumida, dice así:

Narrador Saint-Exupéry = coronel invasor

El Principito = Hamid Karzai

Traducción simultánea 4

[Dado que EP es (demasiado) conocido, no detallaré su trama más allá de lo imprescindible para situar los diálogos entre el Principito y Saint-Exupéry. Asimismo, me centraré en unos pocos pasajes de EP; mi quebrantada salud mental me aconseja no glosar todo el cuento pues debo huir de las sobredosis de azúcar sin refinar.

El narrador -en adelante, Coronel ASE- es piloto de aviación, quizá bombardero, probablemente la especialidad más odiada por el pueblo afgano. Aterriza de emergencia en un desierto que bien pudiera ser un desierto afgano. Sin más preámbulos, el coronel ASE comienza a contar insulsas historietas de una boa que se come a un elefante -una más que otro, animales ajenos a la fauna afgana-. Es decir, el EP en dari no puede encabezarse con mayores dislates.

Comienza el libro. EP aparece como por ensalmo e interviene por primera vez]

EP-KARZAI.- La serpiente es muy peligrosa y el elefante ocupa mucho sitio. En mi tierra es todo muy pequeño. Necesito un cordero… Quiero un cordero que viva mucho tiempo…¿Crees que sea necesaria mucha hierba para este cordero?… Porque en mi tierra es todo tan pequeño…

[El niño afgano comienza a elaborar su propia lectura de EP pero, obligado por la presencia de los milicos españoles, simulará entender el libro al pie de la letra -o sea, sin traducirlo a su sistema de supervivencia-. Algunos pasajes del libro le resultarán más difíciles de traducir que otros pero, de su cabecita para afuera, siempre dirá lo que sabe que los milicos y sus escuderos oenegeros quieren que diga.

Entrando en el texto: al niño afgano le parecerá absolutamente lógico y verdadero que Karzai reniegue tanto de serpientes como de elefantes. En cuanto a las primeras, le han contado o se ha imaginado que el Títere ha sufrido ataques con cestas repletas de serpientes. En cuanto a los segundos, EP-Karzai opina que «el elefante ocupa mucho sitio»: Claro -dirá el niño afgano-, con los vuelos de su capa made in Italy no hay espacio ni siquiera para un cortesano, menos para un elefante.

Pero a mí no me engaña ese renegado Karzai. Dice que no le gusta el elefante para congraciarse con los fieles que saben lo que dice El Libro: «¿No has observado lo que hizo tu Señor con el Ejército del Elefante? / Desbarató sus planes de destruir la Kaaba / y envió sobre ellos bandadas de aves / que les arrojaron piedras de arcilla dura / y les dejó como heno comido por el rebaño» (Corán, sura 105) Yo casi podría recitar de corrido estas aleyas y por eso, aunque lo oculte, sé que Karzai es descendiente de aquel rey yemení Abrahá que intentó invadir La Meca a lomos de elefantes. Yo sé que Karzai no es ningún justiciero pájaro ababil porque él no bombardea a los invasores como hicieron los ababils sino que es amigo de los invasores. Karzai es un pájaro… pero de cuenta.

Se queja Karzai de que «en mi tierra es todo muy pequeño»: el niño le cree y hasta compadece porque (traduce) Karzai vive en una casona rodeada de alambradas y blocaos desde donde no se ve nada. Cuando viaja, va encajonado entre mercenarios; para contemplar el mundo sólo tiene una rendija en el blindaje. El niño se compara con el pseudo-presidente y corrobora que su familia disfruta del cielo y de las montañas -no sabe que Karzai también disfruta de las montañas… suizas, las que rodeen ala cámara acorazada donde guarda sus treinta denarios-.

«Quiero un cordero que viva mucho tiempo»: este Karzai es idiota -piensa el niño-; los corderos no pueden vivir mucho tiempo porque su carne se endurece y se hacen carneros. Y no sólo es idiota sino que, además, es un ignorante citadino pues no sabe una cosa tan sencilla como la cantidad de hierba que necesita un cordero]

 

CORONEL ASE.- Cuando distinguió por vez primera mi avión me preguntó:

EP-KARZAI.- ¿Qué cosa es esa?… Entonces ¿tú también vienes del cielo? ¿De qué planeta eres tú?

CORONEL ASE.- Divisé una luz en el misterio de su presencia y le pregunté bruscamente: ¿Tu vienes de otro planeta?

[El niño piensa que este diálogo es de listillos que se las dan de imbéciles o viceversa pero que, entre los dos asesinos, como corresponde a todo forastero, el más tonto es el Coronel: ¿En qué cabeza cabe que Karzai no sepa lo que es un avión cuando, bien a nuestro pesar, hasta en mi aldea lo sabemos de sobra? Por tanto, se hace el tonto; además, ¿en qué llegó Karzai al palacio de Kabul si no fue en avión? El muy payaso trata de engañar al Coronel y el milico es tan pendejo como para imaginar que ha puesto en el trono a alguien tan excepcional que hasta pudiera ser que fuera «de otro planeta». ¿Se cree suertudo por haber localizado a ese mirlo blanco o nos trata de engañar a todos los niños? ¿Qué misterio luminoso puede verle cuando no pasa de ser un pashtún sinvergüenza? El Coronel ASE es un borrico tonto de verdad]

CORONEL ASE.-  Principito, si eres bueno te daré también una cuerda y una estaca para atar al cordero durante el día… Querer un cordero es prueba de que se existe.

[El niño remacha su convencimiento de que el Coronel es imbécil: en estas montañas donde hasta las cuerdas faltan, ¿a quién se le ocurre atar a un cordero? En cuanto a lo segundo, todo el mundo quiere tener corderos luego todo el mundo existe, vaya descubrimiento -tautología corrige el pedante comentarista-]

CORONEL ASE.-  En el planeta de EP había semillas terribles como las del baobab. El suelo del planeta está infestado de ellas. Si un baobab no se arranca a tiempo, no hay manera de desembarazarse de él más tarde; cubre todo el planeta y lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y los baobabs son numerosos, lo hacen estallar.

[¡Qué gran verdad! -dice el niño-. Y muy instructiva. Todos sabemos que las minas son de dos clases: esas que no tienen etiqueta a las que Karzai y el Coronel llaman «IED» (Improvised Explosive Device, explosivo casero) y las que planta el Coronel que tienen etiqueta y unos colorines muy bonitos para que nos gusten a los niños. Pero yo no sabía que las había marca «Baobab». Seguro que son nuevas, seguro que son más potentes que las actuales. Debo vigilar donde piso y también aprender a desmontarlas]

CORONEL ASE.- ¡Ah, Principito, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante mucho tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol.

EP-KARZAI.- ¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!… Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.

[Jodío Coronel, eres un estafador redomado o eres más idiota de lo que yo pensaba pues te crees poeta y encima crees que, en tu compañía, Karzai también se ha hecho poeta: ¿los poetas se hacen pegándose los cuerpos? ¿es eso lo que los griegos de Aleksander llamaban ósmosis? ¿de dónde has sacado, Coronel, que Karzai llevaba una vida melancólica antes de conocerte cuando siempre fue un pillo? Deberías saber que mi presidente lo confunde todo, cuando dice que ha visto ponerse el sol 43 veces quiere decir que se le iba la luz a cada rato. Normal. En mi aldea hay días en los que se nos va la luz cientos de veces y otros en los que no se va nunca porque no ha llegado y no por eso nos ponemos tristes. Tenemos muchas otras ocasiones para entristecernos.

Además, ¿qué es ‘melancolía’? Aquí nos matan antes de conocerla luego quizá sea el Jardín del Paraíso o una de sus famosas huríes]

Una amapola poco común

[En el capítulo VIII de EP, el niño afgano confirma rotundamente sus sospechas de que ese niño rubio al que el coronel forastero llama ‘príncipe’ es un trasunto de Karzai, el amo del opio]

 

CORONEL ASE.- Siempre había habido en el planeta del Principito flores muy simples… pero aquella había germinado un día de una semilla llegada de quién sabe dónde, y EP había vigilado cuidadosamente desde el primer día aquella ramita… EP observó el crecimiento de un enorme capullo y tenía el convencimiento de que habría de salir de allí una aparición milagrosa; pero la flor no acababa de preparar su belleza… se vestía lentamente y se ajustaba uno a uno sus pétalos. No quería salir ya ajada como las amapolas [comunes]; quería aparecer en todo el esplendor de su belleza. ¡Ah, era muy coqueta aquella flor! Su misteriosa preparación duraba días y días. Hasta que una mañana, precisamente al salir el sol se mostró espléndida… EP no pudo contener su admiración.

EP-KARZAI.- ¡Qué hermosa eres!… ¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡La flor perfumaba e iluminaba mi vida y jamás debí huir de allí! ¡No supe adivinar la ternura que ocultaban sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores!

[El niño se dirige al Coronel: Tienes razón cuando afirmas que en mi provincia siempre hubo «flores muy simples»; son las flores del trigo, maíz, sandía, melón, uvas, nueces y lino. Pero mientes cuando niegas saber de dónde vinieron las semillas del opio: vinieron en tus aviones. Aciertas cuando confiesas que tu compinche Karzai «tenía el convencimiento de que habría de salir de allí una aparición milagrosa» pues, en efecto, observando las estadísticas es obvio que su cultivo en Badgis ha sido un milagro… de esos que atribuimos al maldito ángel Azrael. Pero nos tomas por lelos cuando nos quieres hacer creer que la flor del opio «no quería salir ya ajada como las amapolas» porque hasta mi hermano pequeño sabe distinguir entre las amapolas comunes y las otras: ¿acaso no escardamos unas y reservamos para las otras las mejores tierras de regadío? Además, ¿también pretendes engañarnos cuando te pones pictórico-sentimental y exclamas «Ah!, era muy coqueta aquella flor»?: Coronel, no me hables de coqueteos porque el único que te conozco es el que te traes con los renegados de Kabul.

Vuelve a la carga el niño: Y tú, Karzai, no es necesario que me abrumes con tus cursilerías. Todos sabemos cuánto te gusta el opio en cantidad y cuánta cantidad de opio llevas a esos aviones que despegan rumbo a Poniente. Y tampoco me vengas con florituras sobre la contradicción florística: sabes perfectamente que el opio es la causa de muchas guerras -que se lo pregunten a los chinos-, entre ellas la que has traído a mi pueblo ayudado por ese Coronel todavía más hipócrita que tú. Tampoco me hables de perfumes, iluminaciones, ternuras y astucias porque tú eres un perro maloliente que sólo se ilumina con luz eléctrica y tu ternura la reservas para los invasores y te crees muy astuto pero colgarías de un farol en cuanto te abandonara tu Coronel.

Quien suscribe: teniendo en cuenta que, tras nueve años de ocupación por parte de las tropas españolas -que han costado 2.000 millones de euros-, Badgis se ha convertido en una de las provincias afganas punteras en el cultivo del opio, el niño encuentra que el diálogo anterior es puro circunloquio para no llamar a las peculiares amapolas de su provincia por su nombre: Papaver somniferum. Por si algún día llega ese niño a la educación superior -dudoso, ya he dicho que en Badgis hay opio pero no universidad-, le he preparado esta tabla para que recuerde sinópticamente dónde y cómo se crió:

Años Opio: Has. cultivadas en la provincia de Badgis En Afganistán, nº de Has. dedicadas al cultivo del opio En Afganistán, % erradicación del cultivo de opio Ratio en Afganistán del ingreso opio / trigo Observaciones
2000 41 82.000     Durante el período soviético, la producción de opio llegó en 1984 a un mínimo histórico de 160 Tm. En el 2000, el Talibán continúa su política de erradicación del opio
2001 0 8.000     El Talibán erradica casi totalmente el opio. Sólo se producen 200 Tm. Octubre-Diciembre, guerra e invasión.
2002 26 74.000 0 %   La producción de opio se incrementa en 1700 %. Las tropas españolas invaden Badgis
2003 170 80.000 0 % 27 : 1 Los invasores hunden el precio del trigo hasta los 470 US$ / Ha. (Opio: 12.700 US$ / Ha., precio máximo)
2004 614 131.000 ND 12 : 1 El precio del trigo llega a un mínimo de 390 US$ / Ha. Productividad en Badgis: 36,4 kgs. opio / Ha.
2005 2.967 104.000 4 % 10: 1 Rendimiento de la Ha. de opio: 5.400 US$
2006 3.206 165.000 9 % 9 : 1 Por exceso de oferta, el rendimiento del opio desciende a 4.600 US$ / Ha.
2007 4.219 193.000 10 % 10: 1 El pico de Has. del opio coincide con el pico de la erradicación
2008 587 157.000 3 % 3 : 1 Causa del descenso en Has. cultivadas: la sequía. Viven directamente del opio, 2,4 millones de afganos.
2009 5.411 123.000 4 % 3 : 1 En Badgis, causa del ascenso en Has. cultivadas: buenas lluvias. Productividad en Badgis: 43,9 kgs. / Ha. En Afganistán, 1,6 millones viven del opio
2010 2.958 123.000   6 : 1 Mismo nº de Has. que en 2009. Ingresos del opio: 600 millones US$. 6% de la población vive del opio

Fuente: United Nations Office on Drugs and Crime y Government of Afghanistan, Counter Narcotics Directorate, varios años; disponible en www.unodc.org/afghanistan/

Otrosí, conviene informar que los aviones cargados con el opio de Karzai a los que alude el niño lector, viajan efectivamente a Poniente, para ser exactos a Camp Bondsteel, la mayor base gringa en toda Europa, en el narco-estado de Kosovo, principal punto de distribución del opio afgano y capital europea de la delincuencia, ahora que está gobernada por un matasiete (H. Thaci, alias Gjarpni, serpiente) ahijado del ex ministro y tránsfuga francés Bernard Kouchner.

Últimas aventuras

[EP visita otros planetas. Se encuentra con un rey, un vanidoso, un bebedor, un hombre de negocios, un farolero, un guardavía, un anciano geógrafo que «escribía grandes libros», un comerciante, un zorro… y una serpiente amarilla. Todo un catálogo de demagogias]

CORONEL ASE.- Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar -continuó el rey-. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.

[Niño: «La autoridad se apoya antes que nada en la razón»; Coronel, te equivocas de medio a medio. La autoridad tal y como tú la concibes es la de ‘ordeno y mando’, una redundancia porque ‘ordenar’ lo entiendes como mandar y no como ‘poner orden’, facultad que se te escapa como atestigua que se te pierda tu carne de cañón y tengas que hacer monumentos «al soldado desconocido». No, tu autoridad se apoya en la sinrazón. Que el rey -tu espejo- tiene «derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables» es un sofisma que destrozaría en un minuto hasta el maestro de mi escuela.

Además, te excedes en tu absolutismo cuando pones en boca del ‘hombre de negocios’ (cap. XIII) que «Los reyes no poseen nada… reinan. Es muy diferente»; si antes jugabas con sofismas ahora mientes de plano. Los reyes reinan porque poseen más que sus súbditos; poseen más en términos materiales y muchísimo más en términos simbólicos puesto que solo ellos detentan el cetro, fetiche del Poder]

CORONEL ASE.- Si te encuentras un diamante que nadie reclama, el diamante es tuyo. Si encontraras una isla que a nadie pertenece, la isla es tuya. Si eres el primero en tener una idea y la haces patentar, nadie puede aprovecharla: es tuya. Las estrellas son mías, puesto que nadie, antes que yo, ha pensado en poseerlas.

EP-KARZAI.- Eso es verdad

[Niño: Como dirían los cristianos -infieles pero menos-, ‘esto es hacernos comulgar con ruedas de molino’. Coronel y Karzai, preséntenme un solo caso de diamante, isla, idea o estrella que nadie haya querido y retiraré mi respuesta. Comenzaré por las piedras preciosas: los diamantes los encuentran los negros de Sudáfrica o de Sierra Leona pero se los adueñan De Beers Consolidated y los comerciantes judíos. En cuanto a las islas, el único que tuvo una isla propia fue ese héroe que ustedes los milicos y sus cipayos llaman ‘Robinson Crusoe’ y hasta en eso me mienten porque esa isla no estaba deshabitada sino que era el lugar de veraneo de unos indígenas; por lo tanto, Crusoe tiene sobre ella el mismo derecho que yo tengo sobre Mallorca.

Ahora bien, si creen que «eres el primero en tener una idea y la haces patentar, nadie puede aprovecharla: es tuya», entonces ustedes son demasiado modernos porque solo un esclavo de la moda es tan mentecato como para creer que hay ideas nuevas. Asimismo, me asombra que mencionen las patentes como si fueran una pócima milagrosa y gratuita; bien conocen ambos que patentar no sólo es muy caro de registrar sino que más caro aún resulta vigilar su registro. En mi aldea sabemos de esto porque mis abuelos domesticaron la cabra, el lino y parte de las gallinas y, sin embargo, somos pobres.

Finalmente, en lo que atañe a la propiedad de las estrellas, voy a ignorar su retórica cósmica y, poniendo los pies no en el telescopio sino en la tierra, les sugiero que viajen a cualquiera de ellas y planten allá sus banderas. Pero, un consejo: primero comprueben que no hay otros pendones no sea que, a su vuelta, la NASA o los chinos les encierren en un frenopático]

CORONEL ASE.- Las geografías -dijo el geógrafo- son los libros más preciados e interesantes; nunca pasan de moda. Es muy raro que una montaña cambie de sitio o que un océano quede sin agua. Los geógrafos escribimos sobre cosas eternas.

[Niño afgano: me desconciertan, tan modernos que parecían pontificando sobre patentes y estrellas y ahora el Coronel se enrancia y me quiere vender una geografía estática y exclusivamente descriptiva. No tiene ni idea de Geografía. No sabe que, de hecho, las montañas cambian de sitio y el océano se queda sin agua. No ha estudiado ingeniería de caminos, canales y puertos, hace como si nunca hubiera visto una represa o una mina a cielo abierto.

En cuanto al agua de los océanos, yo nunca he visto el mar pero me han dicho que no tiene peces ni tortugas pero que está bien servido de ácidos y de plásticos. Para mí, pobre montañés, eso significa que el océano ya no tiene agua. Si la conservara, al menos tendría anchovetas. Ese geógrafo es más místico que geógrafo porque se olvida del dinamismo de la Tierra y, sobre todo, porque cree en «cosas eternas»]

CORONEL ASE.- El Zorro se dirige a EP: tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo… Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música… Sólo se conocen bien las cosas que se domestican… Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!

[Niño: este Coronel cada día es más lerdo. Mira que perder el tiempo intentando amansar a un zorro… y, aunque lo consiguiera ¿para qué sirve un zorro casero? Bien pensado, es obvio que sólo intenta justificar su papel internacional de zorro cuidando el gallinero -como si los afganos fuéramos gallinas-.

Por otra parte, si los hombres no tuviéramos necesidad de domesticar, ¿para qué nos tomaríamos esa molestia? Peor aún: este Coronel razona muy mal pues sostiene que la necesidad mutua surge después de la domesticación. O sea, que cuando mis abuelos domesticaban plantas y animales lo hacían sin saber lo que hacían -¿por eso no les reconocen sus patentes?-. Pues la verdad es que, aunque trabajaran a tontas y a locas, el fruto les salió sumamente bien, como se puede comprobar viendo los esfuerzos que hacen los coroneles para apropiarse de nuestros productos de la tierra.

Está claro que, en realidad, el Coronel se dirige a Karzai. Le está llamando zorro porque, como dije antes, mi presidente se cree astuto -«cual zorro», imaginan los invasores-, pero, en su tierra española, le llama zorra. El Coronel disimula su prepotencia bajo guisa de una artificiosa igualdad entre el zorro y el Hombre, una igualdad que es puro panteísmo más propio de mis antepasados que de mis parientes actuales. Por eso, para disimular su maldad, llega al colmo de fundir los papeles de la raposa y del humano.

Lo que entiendo de este discurso del Coronel, ahora transmutado en zorro con piel de oveja, es una violenta defensa de la sumisión. Más que intercambio de papeles entre animales y hombres -que sería pura retórica inofensiva-, lo que subyace es un llamamiento a la esclavitud. Incluso justifica el asesinato siempre que sea deportivo, en cacería -«cazo gallinas y los hombres me cazan a mí»-.

Todo está escrito para justificar la invasión; para mí que este Coronel confunde la caza con la guerra. Por si fuera poco, como profesional de la muerte que es, el muy pícaro sostiene que «los hombres no tienen ya amigos». Claro, a su alrededor sólo quiere gente subordinada -«¡Si quieres un amigo, domestícame!»-, lo cual es justamente lo contrario de la amistad. Para este milico no hay amistad, luego todo está permitido, saqueos y bombardeos incluidos. En cuanto rascas un poco, encuentras que este individuo ni siquiera está girando hacia la picaresca -de ella viene- sino al fascismo pulimentado -¿habré leído bien esa palabra en mi libro de Historia?-]

EP-KARZAI.- ¿Qué debo hacer?

CORONEL ASE.- Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos.

[Niño: todo cuadra. Aunque el Coronel es un charlatán verborreico, se permite disparatar asegurando que «el lenguaje es fuente de malos entendidos». ¿Cómo se comunicará sin lenguaje si hasta los mudos de mi pueblo lo tienen? Lo dicho, se disfraza de místico. Aún es más lamentable que considere el lenguaje como un obstáculo para la exaltación de la obediencia. Pero tiene razón: si su público -el renegado incluido- entendiera que su lengua no es de cordero sino de víbora, nadie le rendiría pleitesía.

Se aproxima el final de la epopeya cicatera. Los dos actores salen en busca de agua… y la encuentran]

Final feliz

EP-KARZAI.- Lo que más embellece al desierto es el pozo que oculta en algún sitio

CORONEL ASE.- Levanté el balde hasta sus labios y EP bebió con los ojos cerrados… Aquella agua era algo más que un alimento… Era como un regalo para el corazón. Cuando yo era niño, las luces del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, daban su resplandor a mi regalo de Navidad.

EP-KARZAI.- Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón.

[Afganito: Karzai es un redomado adulón pero, esta vez, cae más en la banalidad que en la lisonja. El pozo no es bello salvo que haya muchos más -por ejemplo, en el patio de casa-. El pozo es mojón, hito, brújula y vida. A mi mandamás se le han olvidado el pashtún y el dari hasta el punto de creerse en los EEUU. ¿Se estará preparando para el exilio? Si es así, demuestra prudencia y también un alto grado de occidentalización pues, si llega sano y salvo al exilio -el Misericordioso no tenga esa misericordia-, nada mejor que aterrizar donde los infieles pertrechado de frases como «los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón». No falla, todos los esotéricos la usan y bien de monedas que ganan.

Por su parte, el Coronel es claramente un adicto a la Navidad que, según veo en mis vecinos cristianos, debe ser algo así como el Ramadán de noche, una hemorragia de consumo]

CORONEL ASE.- Una serpiente de esas amarillas que matan a una persona en menos de treinta segundos, se erguía en dirección a EP. Echando mano al bolsillo para sacar mi revólver, apreté el paso, pero la serpiente… se escurrió entre las piedras. -Has tenido miedo, muchachito… Lo había tenido, sin duda, pero sonrió con dulzura.

EP-KARZAI.- Esta noche voy a tener más miedo… Esta noche ¿sabes? no vengas… Pareceré enfermo… Parecerá un poco que me muero… es así.

[Niño: este Karzai es más retorcido de lo que yo pensaba. No se le ha olvidado el dari pues tiene pánico a enfermar e incluso a morir de noche. Ahora le comprendo mejor. Yo paso muchas noches con ese terror y, cuando oigo ruido de motores, me meo pero si el ruido viene del cielo y más aún si oigo el silbido de las bombas, entonces me cago. He visto serpientes amarillas pero no me enfermo por ellas; sólo me quebrantan los tanques y los aviones]

CORONEL ASE.- Vaciló todavía un instante, luego se levantó y dio un paso. Yo no pude moverme… Un relámpago amarillo centelleó en su tobillo. Quedó un instante inmóvil, sin exhalar un grito. Luego cayó lentamente como cae un árbol, sin hacer el menor ruido a causa de la arena.

[Niño afgano: Coronel, eres tan mal cuentista que te apedrearían si fueras por mi comarca cantando romances de ciego. ¿De dónde has sacado que ‘los árboles caen lentamente’? ¿Nunca te fijaste en cómo tus bombas los pulverizan? ¿No has visto saltar sus astillas? Tampoco has visto a nadie mordido por una culebra ponzoñosa. No has visto cómo se retuercen, cómo sangran, se hinchan, se ennegrecen, se les raja el cuero. Comprendo que nos presentes a tu perrito faldero como un presidente que morirá por apagamiento pero no es esa la agonía que le estamos reservando en Badgis]

CORONEL ASE.- ¿Qué habrá sucedido en su planeta? Quizás el cordero se ha comido la flor… A veces me digo: ¡Seguro que no! EP cubre la flor con su fanal todas las noches y vigila a su cordero… Si algún día, viajando por África cruzan el desierto, deténganse un poco, precisamente bajo la estrella. Si un niño llega hasta ustedes, si este niño ríe y tiene cabellos de oro y nunca responde a sus preguntas, adivinarán en seguida quién es. ¡Sean amables con él!… [Fin de la obra EP]

[Niño lector: ¿Qué provincia será esa de ‘África’? Creo que al Coronel le ha ocurrido lo mismo que a Karzai cuando viene a martirizarnos con sus mítines: se le calienta la boca y se confunde de provincia. Nos habla de Ginebra y de Washington y de otras provincias que están muy lejos de Badgis, incluso algunos me dicen que también están lejos de Kabul. Los niños nos reímos mucho con esas ocurrencias pero, al llegar a casa, los adultos tuercen el gesto.

Por lo demás, está claro que el Coronel conoce bien a Karzai. Sabe que se esmera en el cuidado de su opio; por eso le regalan máquinas y dinero. Ha aprendido muchos trucos agronómicos. Si fuera un buen presidente, debería compartirlos. Debería apiadarse de nosotros -qué tonterías digo, la lectura de EP me ha enfermado-, debería corregir que a mi aldea no haya llegado todavía ese curioso método de cultivo -«cubre la flor con su fanal todas las noches»- que, seguro, le han enseñado los kosovares o los gringos.

Para concluir mis deberes: este libro no me ha gustado pero creo haberlo entendido. Mejor dicho, sólo me ha gustado su final, cuando el Coronel se deshace de Karzai mandándole a las estrellas. Es un final feliz. Deseo que ocurra lo antes posible en mi pueblo. Además, creo que termina con una alusión que me ha parecido personal: ¿el Coronel piensa en mí cuando pide a los mundanos que «sean amables» con un niño? ¡Qué raro sería! ¿Tanta tontuna escrita me habrá reblandecido el seso? Ahora en serio, por un lado no me gustaría que el Coronel o Karzai supieran de mi existencia pero, por el otro, no tengo miedo a responderles. «Si este niño ríe y tiene cabellos de oro y nunca responde a sus preguntas, adivinarán en seguida quién es»: soy yo]

Recapitulación

    «Los pájaros se alejan de estas ventanas / los grillos mueren chirriando en las ramas / Conozco el sentido de la muerte roja: / palabras de amor en la garganta». Muerte de un pájaro,  Latif Nazemi (Herat, 1947)

Palabras premonitorias de este poeta afgano contemporáneo quien, además, es natural de una provincia vecina a Badgis: «palabras de amor en la garganta» es lo que deben sentir los niños afganos cuando les regalan EP minutos antes de que les degüelle una mina o un obús. Pero antes de que eso sucediera, la podredumbre del peor Occidente les habría axfisiado… si ellos no hubieran sabido traducir EP a su propia cultura y, más aún, a su propia y terrible circunstancia.

Como diría Lévi-Strauss, Occidente sigue arrojando sus detritus a la cara del mundo. Por fortuna, EP es tan incompatible con la Badgis de hoy que su ponzoña blanca no condenará a los niños que lo hayan leído con sus propios ojos de pueblo atormentado. Incluso es posible que su salvación se deba, al menos en parte, a ese poso de sabiduría del antiguo sabio persa al que me refería parágrafos atrás: «Si supieras cuán poco me interesan los cuatro elementos de la Naturaleza y los cinco sentidos del Hombre» (Khayyám) El Principito es un carro acorazado 4 x 5, un modelo absolutamente inútil en Badgis. Y, además, invendible en cualquier mercado persa.

Ante los niños afganos, esos milicos occidentales que viajan en 4 x 5, se disfrazan de serafines alfabetizadores. No es necesario que oculten sus armas: porque su religión les enseña que también la muerte es un espíritu celestial, los niños musulmanes saben que, en efecto, son ángeles. Incluso saben que sus nombres son Azrael, los ángeles de la muerte.

NOTAS

1. Leído en «‘El Principito’ contra el talibán. Las tropas españolas reparten el libro de Saint-Exupéry en Afganistán por iniciativa de una coleccionista» (Natalia Junquera, El País, 19.XI.2010)

2. Un ramillete de opiniones de autores políticamente dispares: «Prosa de un aburrimiento mortal, un estilo relamido propiamente autodidacta, una manera artificiosa de ‘escribir bien’, de escritura ‘poética’ y ‘lírica’ que no soporto, un pensamiento de una debilidad insigne y de una profundidad tal que el agua te llega al tobillo… Quiere ser guerrero, aristócrata, nietzscheano y, a la vez, aspira a una comunión mística, fraternal y viril entre los «hombres»… no se atreve a decir: «si quieren ser Hombres, imítenme pero, ¡ojo!, no les será fácil porque yo soy un triunfo y un modelo». Su moral humanista es un ética militar… sugiero que se les entregue a los adolescentes de 14 años; es el típico autor ‘intermediario’, entre Tintin y Dostoievski» (Jean Cau) «Hombre descacharrado que ha sustituido el cerebro de un motor de aviación. Sus camelos con hélice giran todos hacia la exaltación del Jefe y del Equipo, bien controlado… Una majadería verborreica se convierte en una profunda verdad filosófica si despega hasta los 7000 pies de altura. El cretinismo en la cabina se viste de sabiduría» (J.-F. Revel) «Engola la voz, alarga la frase y se enquista en el estilo de la ceremonia, del apocalipsis. El pensamiento se casa con la voz, la idea está en el estilo. Pontifica, nietzschea, y las verdades primarias se nos caen de las manos… Hoy, su influencia se ejerce sobre sentimientos inofensivos, pertenece a la religión deportiva del saco de dormir y de las botas de acampada» (Georges Fradier)

3. Para abundar en este tema, ver Pérez, Antonio. 2002. «Ovarios, gemelos y mezquindades: sobre edición de mitos y literatura»; en Revista de Antropología Experimental, nº 2, Universidad de Jaén, Jaén, España (revista electrónica); y en La Nación. Cultural (Asunción, Paraguay)

4. En este parágrafo hablan tres personas: EP transmutado en Karzai; Saint-Exupéry (ASE) como narrador, transmutado en Coronel ASE… y quien suscribe. Para poner un cierto orden expositivo, los dos primeros dialogan como en el teatro y servidor escribe sus comentarios entre corchetes. Para más seguridad en la lectura, EP-Karzai aparece siempre en cursivas. Todas las palabras de EP-Karzai y del Coronel ASE son citas literales de EP.

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