La cuestión central de este artículo es determinar si es suficiente la abolición de la propiedad privada de los medios de producción [i] para lograr la emancipación del proletariado, tal como lo propusieron Marx y Engels. «La Liga de los Comunistas […] encargó [a Marx y Engels] que redactaran un programa detallado del partido, a […]
La cuestión central de este artículo es determinar si es suficiente la abolición de la propiedad privada de los medios de producción [i] para lograr la emancipación del proletariado, tal como lo propusieron Marx y Engels.
«La Liga de los Comunistas […] encargó [a Marx y Engels] que redactaran un programa detallado del partido, a la vez teórico y práctico, destinado a la publicación. Tal es el origen de este Manifiesto», nos dicen sus autores. (p. 3) [ii]
Es así cómo, Karl Marx a los 29 años y Federico Engels a los 27, escriben una de las más célebres proposiciones. A esa corta edad logran sintetizar la práctica y la teoría de un mundo en evolución, para luego proponer a inmensos sectores de la población agobiados por la pobreza y el desempleo, una teoría y práctica alternativa.
En el Prefacio de la edición alemana de 1872 [iii], pocos años antes de la muerte de Marx, manifiestan lo siguiente: «aunque las condiciones hayan cambiado mucho en los últimos veinticinco años, los principios generales expuestos en este Manifiesto siguen siendo hoy, en grandes rasgos, enteramente acertados.» (p. 3).
A. Sobre la propiedad privada de los medios de producción
¿Es suficiente la propiedad privada de los medios de producción para la sumisión y explotación del proletariado?, es el tema central de nuestra discusión.
a. La propuesta del Manifiesto Comunista: abolición de la propiedad privada de los medios de producción
Marx y Engels diferencian la propiedad personal de la propiedad privada: «se nos ha reprochado a los comunistas el querer abolir la propiedad personalmente adquirida, fruto del trabajo propio […]. ¿Os referís acaso a la propiedad del pequeño burgués, del pequeño labrador, esa forma de propiedad que ha precedido a la propiedad burguesa? No tenemos que abolirla: el progreso de la industria la ha abolido y la está aboliendo a diario.» (p. 25).
Luego puntualizan que «todas las relaciones de propiedad han sufrido constantes cambios históricos, continuas transformaciones históricas. La Revolución francesa, por ejemplo, abolió la propiedad feudal en provecho de la propiedad burguesa.» (p. 24-25). Es decir que «los medios de producción y de cambio, sobre cuya base se ha formado la burguesía, fueron creados en la sociedad feudal.» (p. 14). [Cuando] «las relaciones feudales de propiedad, cesaron de corresponder a las fuerzas productivas ya desarrolladas […] se estableció […] la dominación económica y política de la clase burguesa.» (p. 14).
Luego, Marx y Engels concluyen de la manera siguiente: «el rasgo definitivo del comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición de la propiedad burguesa.» (p. 25). «En este sentido, los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada.» (p. 25).
b. ¿Qué hay detrás de la propiedad privada de los medios de producción?
Pero hay algo que no ha quedado claramente explicitado. Y esto lo sentimos cuando Marx y Engels escriben lo siguiente: «la moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de lucha por otras nuevas.» (p. 8). ¿Por qué, entonces, estos cambios de propiedad de los medios de producción no logran abolir «las contradicciones de clase»?
Es decir, ¿por qué el pasaje de la propiedad privada de tipo feudal a otra de tipo burgués, no toca en lo más mínimo a «las contradicciones de clase»? Es simplemente porque estos dos tipos de propiedad guardan un común denominador en las contradicciones de clase, que no ha sido tocado en lo absoluto.
¿Cuál es ese común denominador que no ha sido tocado? Es la apropiación de la totalidad del Resultado Neto [iv] de la actividad económica. Tanto los señores feudales como los burgueses se apropian del 100% del Resultado Neto. De ahí que, como lo dicen Marx y Engels, no han sido abolidas «las contradicciones de clase. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión.»
c. Una cosa es producir y otra, muy diferente, repartir [v]
La apropiación del 100% del Resultado Neto del acto económico es lo que podemos llamar la Repartición Individualista de resultado de la actividad económica. Este tipo de repartición se encuentra al lado opuesto de la Repartición Igualitaria del resultado de la actividad económica. Un reparto del Resultado Neto entre todos los miembros del grupo social, y en condiciones de igualdad. Este tipo de repartición existió antes de la propiedad del amo o del señor feudal; es decir, antes de la propiedad privada.
Hace unos diez mil años aproximadamente que se crea una nueva forma de trabajar y de producir riquezas en base a la tierra cultivable. Se trata de la agricultura primitiva, en completa superioridad a las formas tradicionales de recolección, pesca y caza. Pero, al mismo tiempo, la tierra cultivable, por sus propias características, hace posible, por primera vez en la historia de la Humanidad, la aparición de la propiedad privada de los medios de producción y, por consiguiente, la Repartición Individualista. Este tipo de repartición sustituye a la Repartición Igualitaria existente hasta entonces.
Desde entonces queda claramente explicitado que, primero, existen dos tipos de repartición del Resultado Neto de la actividad económica; segundo, una cosa es producir y otra, muy diferente, repartir el Resultado Neto.
Es la Repartición Individualista del Resultado Neto, de la actividad económica, que no fue tocado en lo más mínimo durante el pasaje de la propiedad feudal a la propiedad burguesa. Y es esto lo que no lograron visualizar Marx y Engels cuando se refirieron a que, a pesar de un cambio en las formas de propiedad no se abolieron «las contradicciones de clase».
Este momento histórico sirve igualmente para explicitar que la actividad socio-económica está compuesta de dos elementos: uno, la forma de producir, de trabajar; es decir, el proceso de trabajo que se encuentra en la base de la actividad económica con el cual se crean los bienes y servicios. Otro, es la forma de repartir el Resultado Neto de la actividad socio-económica. Es la decisión socio-económica, la misma que puede tomar la forma de Repartición Igualitaria o de Repartición Individualista.
Por otro lado, tanto el proceso de trabajo como el tipo de repartición, los dos elementos de todo acto económico, cuentan con sus propias características y, sin embargo, en el momento del acto económico son, a simple vista, indiferenciables. Y lo que es peor, solamente se deja apreciar la parte física del acto económico: el proceso de trabajo. Esto se debe a que el proceso de trabajo es esencialmente material, visible, mientras que el tipo de repartición es producto de una decisión, motivo por el cual es esencialmente inmaterial, invisible.
De donde, cuando apreciamos, por un lado, los bienes y servicios con los que cuenta una sociedad y, por otro, el fenómeno pobreza / riqueza, nos dan la impresión de no tener casi ninguna relación. Y, no obstante, son las manifestaciones de cada uno de los dos elementos de una actividad socio-económica concreta.
En el caso de los señores feudales, la propiedad privada de la tierra cultivable es un mecanismo imparable para apropiarse no solamente del Resultado Neto de la actividad económica, sino de la totalidad de la producción, de los recursos naturales e incluso del ser humano mismo. Los trabajadores (esclavos, siervos, pongos y sus familias) al no contar con un pedazo de tierra cultivable se encuentran inevitablemente bajo el dominio del propietario de las tierras cultivables. Este el origen de la pobreza.
Y el círculo de dominación y explotación no tiene escape porque se trata de una economía de autoconsumo. En ella, la parte significativa de la actividad económica gira alrededor de los bienes alimenticios que requieren de la tierra cultivable para su producción. Sin tierra cultivable no hay prácticamente actividad económica. Todos estarían destinados a morir. Esta es la fuerza de este mecanismo de extorsión.
En cambio, el señor burgués no vive en una economía de autoconsumo. Es hijo de una economía de intercambios en términos de precios expresados en unidades monetarias. En este tipo de economía, la unidad celular de producción es la fábrica. En ella, el patrón no puede apropiarse el valor de la totalidad de la producción. Está obligado a pagar un salario a sus trabajadores si quiere que la fábrica funcione. El patrón desearía no pagar los salarios pero los obreros tienen que alimentarse para poder trabajar al día siguiente. Tiene que pagar igualmente los otros insumos si quiere que los otros empresarios le aprovisionen.
De esta forma, disminuido los costos de producción, le resta el Resultado Neto; es decir, las utilidades de la empresa. Es así cómo, el burgués se apropia totalmente el 100% del Resultado Neto de la actividad económica.
Bajo la hegemonía de la Repartición Individualista, la pobreza se ve agravada por el desempleo cuando se pasa de la propiedad feudal a la propiedad burguesa.
Los burgueses viven en una economía de intercambios en donde sus empresas son autónomas unas de las otras. Cada patrón decide muy libremente al interior de su propia empresa. Así, aprovechando del estado de pobreza de la mayoría de los trabajadores y sus familias, el salario que paga a sus obreros es el mínimo indispensable para sobrevivir. Esto marca la continuidad de la pobreza en el mundo burgués.
Por otro lado, su decisión de contratar un nuevo trabajador tiene una relación estricta con sus planes de producción y las condiciones de eficiencia y rentabilidad de su empresa. No tiene nada que ver con la masa de trabajadores disponibles de la sociedad. Es decir, no existe ninguna relación de correspondencia entre el volumen de contratos de empleo de los empresarios y el nivel de la población económicamente activa de la sociedad. De esta forma, las condiciones para la aparición del desempleo están creadas.
Y el desempleo se agrava cada vez que se efectúan innovaciones tecnológicas, en donde una máquina, o un robot, remplazan a varios trabajadores. Por un lado la acumulación de capital se intensifica y, por el otro, el volumen de desempleo se agrava. Este clima de desempleo no era posible en una economía basada en la agricultura primitiva en donde, al contrario, era altamente demandante de mano de obra. Esto no es más posible en una agricultura moderna, en donde una segadora mecánica, por ejemplo, remplaza a varios trabajadores agrícolas.
Entonces, mientras nuestra economía se desarrolle esencialmente en base a intercambios con precios y unidades monetarias, y no se elimine la posición hegemónica de la Repartición Individualista, no se podrá eliminar ni la pobreza ni el desempleo.
Pero, actualmente, ¿la propiedad privada de los medios de producción sigue siendo el único mecanismo para la apropiación del Resultado Neto de la actividad económica? No. Las características de una economía de intercambios basada en una forma de trabajo denominada proceso artificial de producción, [vi] y de la Repartición Individualista, han dado nacimiento a otro mecanismo mucho más potente, flexible, inodoro, e incoloro llamado Configuración Mundial. [vii]
B. La Configuración Mundial, mecanismo moderno de apropiación del Resultado Neto
En las economías de agricultura primitiva, en donde se impuso la Repartición Individualista, el esclavista o el señor feudal efectúan una apropiación directa de la totalidad del resultado de la actividad económica. Ellos son amos y señores del condado o de la región de su propiedad. Y tienen, por tanto, en el caso de los amos, la potestad de otorgar, según su voluntad, una retribución en especies a sus esclavos o personal de servicio.
En el caso de los señores feudales, ellos juegan libremente con la fracción de tierra cultivable que es entregada en posesión a sus siervos para su producción y el mantenimiento de sus familias.
Esta práctica se va transformando a medida que avanzan las conquistas territoriales y que una economía de intercambios en precios expresados en unidades monetarias se va imponiendo. La Repartición Individualista ya no se efectúa directamente. Ella se va amoldando a las características de la nueva forma de trabajar, el proceso artificial de producción. De una apropiación física, visible, local, se va pasando hacia una apropiación invisible, en términos de valor, expresada en las utilidades de las empresas.
Y ya no solamente a nivel local, sino nacional, regional, mundial. Estamos hablando de un nuevo mecanismo de extorsión flexible, inodoro, incoloro: la Configuración Mundial. Ella se apoya, además de la propiedad privada, en una economía-mundo, en la división del trabajo, en las fronteras nacionales, en los gobiernos locales y en el consentimiento de la sociedad, para nombrar a sus principales elementos.
El proceso artificial de producción es una nueva forma de trabajar que genera bienes y servicios destinados a los intercambios, los mismos que se efectúan a través de precios enunciados en unidades monetarias. Cada intercambio genera su propio espacio económico. Con la particularidad de que es un espacio abstracto, flexible, en función del radio de acción de la empresa y de la ubicación de los demandantes de los bienes y servicios.
La red de intercambios, por consiguiente, genera un espacio económico a nivel mundial, y con la misma particularidad: abstracto y flexible. Es una revolución con relación a las características del espacio económico de la agricultura primitiva: fija, física y, por consiguiente, visible.
Aquí el testimonio de Marx y Engels. «La burguesía ha desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario. Dondequiera que ha conquistado el poder, la burguesía ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas. Las abigarradas ligaduras feudales que ataban al hombre a sus ‘superiores naturales’ las ha desgarrado sin piedad para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel ‘pago al contado’. […] Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio (p. 10). […]
Al médico, al jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los ha convertido en sus servidores asalariados. La burguesía ha desgarrado el velo del emocionante sentimentalismo que encubría las relaciones familiares, y las ha reducido a simples relaciones de dinero. (p. 11). […] En lugar del antiguo aislamiento y la amargura de las regiones y naciones, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la intelectual.» (p. 12).
Sin explicitarlo, describen las características y tensiones de una economía-mundo. «En lugar del antiguo aislamiento y la amargura de las regiones y naciones, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones.» (p. 12).
«Los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China y hace capitular a los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros. Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse burgueses.» (p. 12-13). […] «Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes» (p. 11).
«Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional.» (p. 12). La extorsión se instala, entonces, en una economía-mundo.
Paralelamente a la formación de esta economía-mundo se desarrolla la división del trabajo. Ya nadie produce todo para su autoconsumo. Al contrario, todos tienen que acudir a los diferentes mercados a comprar los bienes y servicios que requieren. Y los intercambios se realizan en precios «justos» expresados en unidades monetarias.
Pero, en una economía que nace con el principio de la Repartición Individualista, esos «inocentes» intercambios ya llevan consigo el fruto de la extorsión. Y todo se pasa a través de la cadena de producción, de la escalera de salarios, países, y de la complicidad de los gobiernos locales y nacionales, como lo veremos luego. Sin lugar a dudas que juega igualmente un papel importante el consentimiento de la población.
«La burguesía ha sometido el campo al dominio de la ciudad,» (p. 13) aseveran Marx y Engels. Así es, la condición infrahumana de la gente del campo, como consecuencia de la dominación de los amos y señores feudales, define el mínimo vital de subsistencia para los obreros. El campo se encarga de alimentar a la ciudad con los precios más bajos.
Y el que se beneficia de todo ello, ya no es el señor feudal o el amo. Es el burgués, a través de la venta de sus bienes manufacturados, y cuyas utilidades (Resultado Neto) se incrementan sin cese mientras que el campesino sufre de pobreza. Es la primera forma de transferencia, sin dolor ni color, del Valor Agregado por los campesinos, hacia los que manejan la economía burguesa. Y todo ello, a través de la compraventa de bienes alimenticios a precios «justos».
El crecimiento de la nueva economía a través de los intercambios, acelera también la división del trabajo en la ciudad. El proceso artificial de producción facilita esa división del trabajo, lo que era imposible en una agricultura primitiva. Así, «la división del trabajo entre las diferentes corporaciones desapareció ante la división del trabajo en el seno del mismo taller,» (p. 9) anotan Marx y Engels.
Es famoso el ejemplo de Adam Smith sobre la división del trabajo en la fabricación de alfileres. Esto incrementa la productividad y cadencia del trabajo por un igual o menor salario. «Cuanta menos habilidad y fuerza requiere el trabajo manual, es decir, cuanto mayor es el desarrollo de la industria moderna, mayor es la proporción en que el trabajo de los hombres es suplantado por el de las mujeres y los niños.» (p. 17).
Pero la división y especialización del trabajo no queda al interior de una fábrica ni al interior de una ciudad, menos al interior de un país. Mientras que los de la capital del país producen el bien final, las provincias se encargan de los bienes intermedios o del suministro de materias primas. Mientras un país se encarga de la producción de un bien de alta tecnología, los otros se dedican a abastecer los bienes intermedios o materias primas. Mientras un país se encarga de la concepción de un producto, los países de segundo y tercer nivel se encargan de su fabricación, montaje, producción de bienes intermedios o simplemente el abastecimiento de materias primas.
Es la famosa división internacional del trabajo que lleva consigo una escalera de salarios, en donde el último nivel de remuneración lo tienen los obreros que viven en el interior del país, en las zonas más deprimidas.
Como siempre, los intercambios son a «precios justos» que camuflan la transferencia del Valor Agregado por los pueblos de la periferia hacia el centro del país-centro. Un engranaje facilitado por las características del proceso artificial de producción pero, muy bien utilizado para una succión del esfuerzo de los trabajadores del mundo, sin dolor ni color ni sabor.
Ya Marx y Engels lo ponían en estos términos. «»El trabajo industrial moderno, el moderno yugo del capital, que es el mismo en Inglaterra que en Francia, en Norteamérica que en Alemania, despoja al proletariado de todo carácter nacional.» (p. 22) Sin embargo, las fronteras de los países no podían quedar abiertas, al libre tránsito de las personas, menos aún de los trabajadores. Era necesario sellarlas para garantizar la diferencia de salarios por países y así consolidar la succión del Valor Agregado por las grandes empresas transnacionales asentadas en los países del Norte.
El óptimo desarrollo del proceso artificial de producción exige una economía-mundo sin barreras. Es decir, exige una plena movilidad de los factores de producción (capital, trabajo) y de los bienes y servicios. Hace más de seis siglos que deberíamos haber llegado a lo que nos conduce inevitablemente el proceso artificial de producción: una sola sociedad y un solo país a nivel mundo.
Sin embargo, las grandes empresas multinacionales que se benefician de la Repartición Individualista del Resultado Neto de la actividad económica no lo han querido así. En su lugar, nos han «propuesto» varios sueños como, por ejemplo, el orgullo nacional, el Estado-Nación, el patriotismo nacional, el nacionalismo… Todo ello con un solo interés: succionar al máximo posible el Valor Agregado por los pueblos del mundo, con el pleno consentimiento de los «esclavos, siervos y asalariados».
«Las provincias independientes, ligadas entre sí casi únicamente por lazos federales, con intereses, leyes, gobiernos y tarifas aduaneras diferentes han sido consolidadas en una sola nación, bajo un solo Gobierno, una sola ley, un solo interés nacional de clase y una sola línea aduanera» (p. 13) remarcan Marx y Engels. Entonces, dentro de esta Configuración Mundial, ¿cuál es esencialmente el rol del Gobierno de un país?
Dentro de la Configuración Mundial, los Gobiernos nacionales juegan, en su mayoría, el rol de mayordomos al servicio de las grandes empresas multinacionales para la transferencia del Valor Agregado por los habitantes de su país. Con ese mismo propósito, ponen al servicio de las multinacionales todo el aparato policial, militar, jurídico y educativo.
Se desarrolla una cultura de dependencia y sumisión. Son casos excepcionales aquellos jefes de Estado que escapan a la influencia del gendarme mundial y/o al poder de las grandes empresas multinacionales.
No es nada raro por ello que, en los países del Tercer Mundo, toda protesta, reclamo o simplemente el ejercicio de la organización social, sindical o política es rechazada con violencia, encarcelamiento y muerte. Los pueblos de los países del Norte no escapan tampoco a este comportamiento de sus gobiernos.
El profesor y antropólogo Maurice Godolier sostiene que «todo poder de dominación se compone de dos elementos: la violencia y el consentimiento. Nuestro análisis nos conduce necesariamente a afirmar que de los dos componentes del poder, la fuerza la más poderosa no es la violencia de los dominantes sino el consentimiento de los dominados a su dominación. […] La represión hace menos que la adhesión, la violencia física o psicológica menos que la convicción del pensamiento que conlleva con ella la adhesión de la voluntad, la aceptación o a la cooperación de los dominados.»[viii]
En tiempos de una agricultura primitiva, la propiedad de los medios de producción; es decir la propiedad de la tierra cultivable, fue el mejor mecanismo para apropiarse de la totalidad del Resultado Neto de la actividad económica. En una economía, como la de ahora, de intercambios de bienes y servicios a través de precios expresados en unidades monetarias, un nuevo mecanismo se ha impuesto: la Configuración Mundial.
Ya no se trata de una apropiación directa, cruel, visible. Ahora es invisible, flexible, inodora, e incolora. Todo se pasa a través de los intercambios a «precios justos», a través de los cuales se va succionando la casi totalidad del Valor Agregado por los pueblos del mundo hacia el centro de un país-centro, dentro de los linderos de una economía-mundo.
Escapar de ese enemigo invisible, pero mortífero y perverso, es mucho más difícil. Ha creado un sentimiento de fatalidad y de impotencia en el comportamiento de las personas. No obstante, conocer la estructura, comportamiento y objetivo de la Configuración Mundial, es la mejor manera de esclarecer nuestras conciencias y actuar correctamente en el difícil camino de la liberación de nuestros pueblos. Desde hace diez mil años, la Humanidad sufre de la apropiación individualista del Resultado Neto de la actividad económica, por un reducido número de personas, a nivel local, nacional y mundial. Es urgente superar este entuerto. [ix]
Notas:
[i] MARX Karl y ENGELS Federico, [1848] Manifiesto Comunista, Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2007, p. 49.
[ii] En lo sucesivo solamente haremos mención al número de página del Manifiesto Comunista de donde se extrajo la cita.
[iii] Edición realizada sobre la base de las Obras escogidas que fuera publicado por la Editorial Progreso en 1973. Traducción al español en 1983 y disponible in http://www.monteavila.gob.ve/
[iv] Descontado los insumos de la producción total se obtiene el Resultado Neto del acto económico.
[v] Prefiero utilizar el término «repartir» en lugar de «distribuir», a fin de hacer una neta diferencia entre repartir el Resultado Neto de una actividad económica y distribuir el Valor Agregado por una actividad económica. De esta forma elimino la confusión que entretiene la economía clásica entre estos dos fenómenos económicos.
[vi] El proceso artificial de producción es una manera de trabajar que no replica a lo que ofrece la Naturaleza como es el caso de la agricultura primitiva. Este proceso de trabajo puede crear «n» bienes diferentes uno de los otros y nunca antes han existido. Basta imaginárselo, diseñar el procedimiento de fabricación para que «m» fábricas puedan producirlo en masa.
[vii] Cf. capítulo VII del libro Hacia dónde va la economía-mundo (1992) de Hugo Salinas. Se le puede descolgar a partir de http://bvirtual.bnp.gob.pe/
[viii] GODOLIER Maurice [1984] L’Idéel et le matériel. Pensée, économies, sociétés, Librairie Fayard, p. 205.
[ix] http://bvirtual.bnp.gob.pe/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.