El pasado 10 de octubre entró en vigor el supuesto alto el fuego en la Franja de Gaza; sin embargo desde esa fecha, y hasta el 5 de noviembre, 241 ciudadanos gazatíes han sido asesinados por el ejército de Israel; además, han resultado heridos más de 600.
El pasado 11 de noviembre falleció un muchacho palestino después que, hace varias semanas, militares israelíes lanzaran gas lacrimógeno en la zona que el menor recolecaba aceitunas; el crimen sucedió en el municipio de Beita, en la Cisjordania ocupada; la muerte de Aysam Jihad Labib Naser se produjo tras la asfixia causada por el ataque.
Pero también prosiguen las muestras de solidaridad; así, los futbolitas de la selección palestina fueron recibidos con ovaciones, música y enseñas de Palestina y Euskadi, el 11 de noviembre, en el aeropuerto de Bilbao; los combinados palestino y vasco disputarán un partido solidario, el día 15, en el estadio de San Mamés.
Se suceden los libros y análisis que rastrean los antecedentes del genocidio en Gaza (más de 69.000 muertes desde que se iniciara la masacre en octubre de 2023); en septiembre, Dyskolo ha publicado la edición en papel de La revolución palestina, del periodista y escritor argentino Rodolfo Walsh (1927-1977).
También dramaturgo y traductor, Rodolfo Jorge Walsh militó en la guerrilla argentina; en concreto, en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y en los Montoneros; además de ficción, el periodista publicó libros de investigación como Operación Masacre (1957), que inició el denominado periodismo narrativo; otras obras de Walsh son ¿Quién mató a Rosendo? (1965) y El caso Satanowsky (1973).
Unos de sus textos más relevantes, el último, fue la Carta abierta de un escritor a la junta militar, del 25 de marzo de 1977; en la misiva, remitida a los medios de comunicación, el fundador de la agencia informativa ANCLA hacía balance del primer aniversario de la dictadura militar argentina; poco después, el régimen le hizo desaparecer en Buenos Aires.
El libro editado por Dyskolo recoge los artículos de Walsh en el diario Noticias -vinculado a los Montoneros- en junio de 1974, después de un viaje que realizó a principios de año a Oriente Próximo; según la nota de la editorial, el periodista “se propone desarticular el andamiaje discursivo que legitima el proyecto neocolonial en la zona”.
En mayo de 1974, Rodolfo Walsh se hallaba en Beirut; tras los hechos de Maalot, el reportero transitó por las aldeas libanesas que había atacado el ejército de Israel; y contactó con líderes de la resistencia palestina; Walsh entrevistó también a Zaki, de siete años, cuyo padre había muerto y quería ser -de mayor- Fedaí (combatiente revolucionario palestino), al igual que su progenitor; Zaki asistía a una escuela de huérfanos al sur de la capital libanesa.
Este niño sintetiza “la mejor alternativa que, tras 26 años de frustración, resta a tres millones de palestinos despojados de su patria: convertirse en fedayines”, escribía Rodolfo Walsh.
Otro posible resumen de la situación fueron las palabras pronunciadas por la primera ministra de Israel, Golda Meir (1969-1974): “No existe el pueblo palestino”; el periodista argentino recuerda que esta negativa fue esgrimida asimismo por las metrópolis, frente a los movimientos de liberación en Argelia, Vietnam o en las colonias de Portugal.
Y añade: “Desde hace un cuarto de siglo la política oficial del Estado de Israel consiste en simular que los palestinos son jordanos, egipcios, sirios o libaneses que se han vuelto locos y dicen que son palestinos, pero además pretenden volver a las tierras de las que se fueron ‘voluntariamente’ en 1948”; la Nakba (catástrofe, en árabe) implicó, en torno a 1947 y 1948, la expulsión de 750.000 palestinos de sus tierras y la destrucción de más de 500 poblaciones y aldeas por el ejército israelí.
Episodios posteriores fueron la matanza ocurrida en la ciudad y campo de refugiados de Jan Yunis (Gaza), en noviembre de 1956; perpetrada por las tropas de Israel, la masacre terminó con la vida de 275 civiles palestinos, según Naciones Unidas; tras la Guerra de los Seis Días, en 1967, el Estado de Israel ocupó la Franja de Gaza y Cisjordania (incluido Jerusalén Este), entre otros territorios.
Como la población palestina no podía regresar, ni recuperar las tierras que le fueron arrebatadas, se vio forzada a practicar la lucha armada; sin embargo a la resistencia se la considera, en el discurso oficial, “terroristas árabes”; así, argumenta Rodolfo Walsh, “Israel es Occidente y en Occidente la mentira circula como verdad hasta el día en que se vuelve militarmente insostenible”.
Además, “la hoja 1974 de esta historia no ha sido todavía doblada y ya tiene varios renglones sangrientos”; el también periodista en la agencia Prensa Latina menciona casos como el del campamento de refugiados palestinos de Nabatieh, al sur del Libano, bombardeado ese año por el Estado de Israel.
Y se refiere a antecedentes como la escabechina de Deir Yassin, una aldea árabe emplazada a pocos kilómetros de Jerusalén; el 9 de abril de 1948, un mes antes de la fundación del Estado de Israel, paramilitares sionistas de la organización Irgún y la Banda de Stern perpetraron la masacre: más de un centenar de árabes palestinos asesinados; uno de los responsables de la masacre, el entonces dirigente del Irgún, Menájem Beguín, sería primer ministro de Israel (1977-1983) y Premio Nobel de la Paz en 1978.
El libro da cuenta de la entrevista, realizada en Beirut, al integrante del Comité Central de la organización Fatah, Abu Hatem; la organización política y militar palestina Fatah vio la luz en 1958, de la mano de Yasser Arafat.
El entrevistado valoraba los efectos de la Batalla de Karameh (ciudad de Jordania), en marzo de 1968, donde “la Revolución Palestina creó las circunstancias de su propio crecimiento. Todo el mundo árabe se acercó a nosotros. Inversamente nuestros enemigos redoblaron sus esfuerzos para destruirnos”.
En este contexto, Rodolfo Walsh detalla el modo en que -en la época- se estructuraba la Resistencia; Fatah era la entidad principal de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), consituida en 1964 con el liderazgo de Arafat; pero dentro de la OLP figuraban también el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP); el Frente Democrático, de ideario marxista-leninista o el grupo prosirio, Saika; “El sionismo no es sólo el enemigo de los árabes, es el enemigo de toda la humanidad”, concluía Fatah en los años 70.
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