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La declaración contra el terrorismo de las Naciones Unidas

Una colección de buenos deseos

Fuentes: www.javierortiz.net

Las Naciones Unidas han adoptado por primera vez una declaración para la lucha internacional contra el terrorismo. En general, y por lo que he podido leer de ella, incluye algunas recomendaciones concretas y manifiesta un buen número de buenos deseos, pero presenta lagunas que autorizan a sospechar que no va a servir para gran cosa. […]

Las Naciones Unidas han adoptado por primera vez una declaración para la lucha internacional contra el terrorismo. En general, y por lo que he podido leer de ella, incluye algunas recomendaciones concretas y manifiesta un buen número de buenos deseos, pero presenta lagunas que autorizan a sospechar que no va a servir para gran cosa.

En primer lugar, renuncia a definir qué entiende por terrorismo y si en su concepto de terrorismo se incluyen todos los tipos de violencia destinados a aterrorizar a las poblaciones, comprendido, en consecuencia, el terrorismo de Estado.

En segundo lugar, elude hacer un catálogo de los focos de terrorismo más importantes que hay en el mundo actual y de las organizaciones que los mantienen vigentes. Esto es importante, porque no parece que sea tarea sencilla combatir algo que no se sabe ni quién lo realiza ni dónde se localiza. Hace años ya hubo un intento en la ONU de establecer un catálogo de ese género, en el que José María Aznar jugó un papel importante, y se demostró que la tarea era imposible, porque lo que para unos gobiernos es terrorismo para otros no lo es, y viceversa. Fue llamativo en aquella ocasión que Tony Blair se negara a que el IRA figurara como grupo terrorista. Ahora sucedería lo mismo: inténtese incluir a Hizbolá en la nómina de las organizaciones terroristas y se verá la reacción de numerosos países árabes e islámicos.

El mero hecho de que la declaración haya sido suscrita por los 192 estados representados en la Asamblea General mueve al mayor escepticismo. Según leo, entre las medidas aprobadas por la ONU para frenar la propagación del terrorismo figuran la solución de conflictos prolongados o sin resolver, la humanización del trato a las víctimas, la universalización del Estado de Derecho, el fin de la violación de los Derechos Humanos y de las discriminaciones étnicas, nacionales y religiosas, así como la superación de las marginaciones sociales y económicas. Si se animan un poco más, lo mismo acuerdan que todos (y todas) debemos ser ricos y felices. Hacen como si ignoraran que muchos de los gobiernos firmantes de la declaración se dedican fervientemente a hacer justamente lo contrario de lo suscrito. De haber creído que lo acordado pone en peligro la pervivencia de sus políticas, se habrían negado a aceptarlo, con la misma rotundidad con que EEUU veta todos los proyectos de resolución que trata de frenar las violaciones del Derecho Internacional cometidas por el Estado de Israel. Es un puro sarcasmo que una declaración así haya sido suscrita por quien tiene montada la prisión de Guantánamo y admite mantener cárceles secretas por medio mundo.

El secretario general Kofi Annan ha mostrado su contento con la declaración y ha añadido: «Ahora, la cuestión es cómo poner en práctica lo acordado». Ya. ¡Y tanto!