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Convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente

Una iniciativa para construir una democracia plena

Fuentes: Rebelión

El lunes 11 de junio de 2007 se aprobó en una amplia Asamblea el documento ‘Por la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente’ que reproducimos íntegramente más adelante. En nuestra columna del 28 de mayo www.elmostrador.cl,  ‘Mensaje Presidencial, depreciación precoz y movimientos sociales’, señalábamos: «Somos escépticos y desconfiados de llamados que circulan por Internet. Esta […]


El lunes 11 de junio de 2007 se aprobó en una amplia Asamblea el documento Por la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente’ que reproducimos íntegramente más adelante. En nuestra columna del 28 de mayo www.elmostrador.cl,  Mensaje Presidencial, depreciación precoz y movimientos sociales’, señalábamos: «Somos escépticos y desconfiados de llamados que circulan por Internet. Esta fue nuestra primera reacción al documento que está convocando a una ‘Asamblea Nacional Constituyente’. Pero al leerlo nos impactó y nos sentimos completamente identificados. Reacciones similares han tenido muchos de nuestros amigos. Cada día se multiplica su difusión por Internet, en el país y en extranjero Este es un documento en una avanzada etapa de elaboración, breve y preciso que plantea en pocas páginas los temas más significativos de nuestro país y propone que: «[…] en las próximas elecciones municipales, al momento de marcar nuestra preferencia, hagamos también un signo en la papeleta -que no invalida el sufragio- pidiendo «Constitución Democrática ahora». Y agrega, «vigilaremos que esos votos sean rigurosamente escrutados, computados y contados. Esta propuesta está generando una gran convocatoria, debido a que en ella es posible integrar los objetivos globales y parciales de los múltiples y crecientes movimientos sociales»

Las adhesiones son individuales y se están incrementado día a día en el país y en el extranjero. Además en las Asambleas anteriores y en la del lunes 11 de junio participaron muchos dirigentes de organizaciones sociales  de base y también militantes de diversos partidos políticos. También han adherido a esta gran iniciativa muchas personas de reconocida trayectoria. A continuación nombramos a algunos de ellos:  

Roberto Garretón, Abogado; Jacques Chonchol, Ex Ministro de Salvador Allende;  Gustavo Ruz, Editor;  Carlos Tomic, Ingeniero Comercial; Fernando Castillo Velasco, Ex Rector de la Universidad Católica; Mónica Echeverría, Escritora; Juan Guzmán Tapia, Ex miembro de la Corte de Apelaciones de Santiago; Luis Arias Manzo poeta; Nelson Ávila,  Senador de la República; Jorge Arrate, Ex Ministro; Jorge Pávez, Presidente del Colegio de Profesores; Etiel Moraga, Ex Presidente de la CUT; Pedro Marín, dirigente sindicato Minera Escondida; Fernando Mesa, Diputado del Partido Radical; Alejandro Sule, Diputado; Miguel Retamales, Asociación Nacional de Ex Presos Políticos; Ramón Núñez, Asamblea Nacional de Derechos Humanos; Gladys Corral y Celsa Parrau, dirigentas del Colegio de Enfermeras; Dr. Edgardo Condeza,; Tomás Hirsch, Dirigente del Partido Humanista; Armando Uribe, Premio Nacional de Literatura, Nicanor Parra, Premio Nacional de Literatura;  Tomás Moulián, Sociólogo; Manuel Antonio Garretón, sociólogo; Luis Weinstein, médico siquiatra;

 

Por la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente

La Constitución Política del Estado no representa la voluntad soberana del pueblo chileno. Fue impuesta en 1980 para legitimar una dictadura que violó los derechos humanos y enriqueció a un puñado de empresarios que, mediante espurias privatizaciones, se apoderaron de la mayor parte del patrimonio público forjado con el trabajo y ahorro de generaciones de chilenos.

La Constitución actual ampara a los poderes fácticos que ayer se sirvieron de la tiranía y que hoy gozan de ocultos e irritantes privilegios, ejerciendo un control decisivo sobre la economía, las instituciones políticas y los medios de comunicación. No sólo es ilegítima en su origen. Es, además, antidemocrática, porque privilegia la renta y el lucro por sobre la dignidad humana, deja los principales resortes del poder económico y jurídico fuera del alcance y control de la ciudadanía y establece obstáculos insalvables para su modificación. Representa, en definitiva, la continuidad jurídica de la dictadura e impide el establecimiento de un régimen verdaderamente democrático.

Todas y cada una de las frustraciones, dolores y angustias que afectan gravemente la subsistencia y el bienestar de la gran mayoría de los chilenos, derivan de un modelo económico e institucional que, amparado en la Constitución de 1980, favorece la concentración monopólica de la propiedad y agudiza la injusticia social. Así, el capital extranjero ha llegado a controlar la mayor parte del cobre, los recursos hídricos, el sistema previsional, la energía, el sistema bancario y las telecomunicaciones, sangrando, a perpetuidad, el esfuerzo del trabajo nacional. La inestabilidad y la precariedad del empleo, la deficiente atención en salud, educación y vivienda, la gravísima destrucción del ecosistema, el deterioro de la calidad de vida en nuestras ciudades, la impunidad que beneficia a muchos civiles y militares responsables de graves crímenes contra la humanidad, la discriminación y el desconocimiento de los derechos de los pueblos originarios, la corrupción y el clientelismo presentes en el aparato público, la crisis del transporte urbano y la escandalosa y creciente desigualdad entre ricos y pobres, son resultado de un modelo económico e institucional que se ampara en el Decreto Ley Nº 3464, dictado bajo Estado de Sitio por la Junta Militar y denominado «CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO». Las reformas parciales aprobadas en el plebiscito de 1989 y por el Parlamento, desde 1990, han dejado intacta su naturaleza plutocrática y autoritaria.

Porque nos asiste la convicción de que la mayoría de los chilenos, más allá de sus diferencias ideológicas o valóricas, rechaza la constitución pinochetista, hemos decidido iniciar un proceso de consulta y organización ciudadana para exigir la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente encargada de elaborar una nueva Carta Fundamental, que restablezca los grandes avances democráticos que Chile alcanzó en el siglo veinte, que haga efectivas las libertades y derechos proclamados en las heroicas jornadas de lucha contra la dictadura y que restituya la soberanía nacional a manos de su único titular: el pueblo de Chile.

Deberemos afrontar enormes obstáculos que opondrán quienes se obstinan en mantener sus mezquinos privilegios, a saber: la oligarquía y el autoritarismo de viejo cuño que han sido capaces de cooptar a dirigentes políticos que, en el pasado, criticaron a la dictadura pero que actúan ahora como administradores de su nefasta herencia.

Para conservar la vieja institucionalidad, las elites privilegiadas fomentan la apatía ciudadana y desalientan todo signo de cohesión y solidaridad en la base social. Baste decir que actualmente existen poco más de 3 millones de ciudadanos que no participan en los procesos electorales, ya sea por no inscripción, abstención, o porque, al rechazar las alternativas que se presentan, votan nulo o blanco. Esta cifra, que representa el 30.5% del padrón electoral potencial, constituye el doble de la que no votó validamente en la elección de 1989 (15,4%).

 

LLAMAMIENTO

El rumbo actual del país compromete gravemente el futuro de las jóvenes generaciones y nos conduce inexorablemente a la pérdida de independencia, libertad y dignidad. Chile, con su colosal riqueza, y la vocación republicana de su pueblo se encuentra en condiciones de proveer, con creces, la satisfacción de las necesidades materiales, culturales y espirituales de toda su población. Para que ello sea una realidad, no podemos soslayar los temas institucionales.

No hay razones para resignarse y permitir que nuestro país permanezca, por tiempo indefinido, bajo la tutela del capital foráneo y los poderes fácticos locales.

Apelamos, por ello, a todas las reservas morales de la nación, a todos los trabajadores, hombres y mujeres, que a diario viven en la incertidumbre de su frágil subsistencia, a todos los empresarios hastiados de los privilegios que se otorgan al capital extranjero, a todos los jóvenes que culminan agobiadoras jornadas de estudio con un título de cesantes, a los sectores religiosos que constatan la falta de escrúpulos y de valores de quienes amasan fortunas atropellando la dignidad y los derechos ciudadanos; a los adultos mayores, que tras una vida laboriosa son condenados a la pobreza por las AFP que se apropian de sus ahorros previsionales con fines especulativos; a lo mejor de la intelectualidad, a nuestra comunidad científica y académica, a nuestros artistas y gestores culturales, a los pueblos originarios, a todos los sectores que sufren discriminación de clase o de género, para que sean parte activa en esta gran fuerza social y política que demanda un orden social e institucional en armonía con nuestro desarrollo histórico y cultural, abierto al conocimiento y a las nuevas tendencias que se plantean la defensa de la especie humana ante el peligro de una nueva catástrofe ecológica de impacto mundial.

Factor fundamental para el éxito de esta tarea es la superación constructiva del sectarismo, el mesianismo y el dogmatismo, vicios que -paradojalmente- sirven a la mantención del status quo, porque contribuyen a neutralizar la fuerza de la mayoría ciudadana inspirada en ideales superiores de soberanía, dignidad y libertad. En el umbral del bicentenario de la República la unidad del pueblo hará posible poner fin a la vergonzosa vigencia de una Constitución esencialmente antidemocrática.

Nuestro objetivo no admite postergaciones ni ambigüedades: generar un gran movimiento ciudadano que exija la convocatoria a una Asamblea Constituyente que redacte una nueva Constitución Política del Estado en la que se garanticen los derechos humanos, económicos y sociales, restableciendo la soberanía nacional a manos del pueblo de Chile.

Entre otras acciones proponemos que, en las próximas elecciones municipales, al momento de marcar nuestra preferencia, marquemos el voto con una frase previamente convenida, como, por ejemplo «Constitución democrática ahora» u otra similar que refleje inequívocamente nuestra voluntad y decisión de contar con una Constitución auténticamente democrática. De acuerdo a la ley vigente, una marca como la que convengamos no anula el sufragio. Vigilaremos que esos votos sean rigurosamente escrutados, computados y contados.

Llamamos a todos los chilenos y chilenas -donde sea que se encuentren- para que, desde ahora mismo, suscriban este llamamiento, promuevan debates y emprendan múltiples iniciativas tales como plebiscitos comunales, o barriales, foros y charlas en agrupaciones estudiantiles, campesinas, poblacionales, colegios profesionales, etc., que pongan de manifiesto el mayoritario apoyo de los chilenos a una nueva Carta Fundamental.

De esta forma, paso a paso, se irá configurando una gran fuerza unitaria que represente la aspiración colectiva de quienes amamos a Chile y nos sentimos parte de un pueblo que, recogiendo las lecciones de la historia, asume la construcción de su propio destino, entrañablemente hermanado con el de los pueblos latinoamericanos y con la paz y la solidaridad en todo el planeta.

 

Firmamos, en orden alfabético:»

 

En los próximos días, además  de las adhesiones a través de Internet, se podrán enviar adhesiones a la página electrónica www.asambleaconstituyente.cl