Edgar tiene 42 años pero su pasión por la plastilina surgió desde pequeño, a los tres o cuatro años de edad, como un juego y jamás se le pasó por la mente que se convertiría en su arte y la forma de expresarse en este mundo cargado de imágenes y mensajes. Edgar tiene una trayectoria […]
Edgar tiene 42 años pero su pasión por la plastilina surgió desde pequeño, a los tres o cuatro años de edad, como un juego y jamás se le pasó por la mente que se convertiría en su arte y la forma de expresarse en este mundo cargado de imágenes y mensajes. Edgar tiene una trayectoria larga. En el pasado fue profesor, dirigió una escuela, tuvo una marca de plastilina, una productora de comerciales, publicó diez libros, hizo cortometrajes y tuvo una sección en el programa Francotiradores, etc.
Para hacerle esta entrevista, escogí varias de sus obras del 2013 y le pregunté del por qué de cada una. A continuación, Édgar nos habla con plastilina…
FSJ: Estamos en tiempos de globalización y construcción de identidades corporativas transnacionales. Sin embargo, en su trabajo se encuentran muchos rasgos de la identidad colombiana, en su diversidad, ¿en qué se inspira para elegir esos elementos de identidad?
EA: He recibido una gran influencia de la vida campesina. Mi familia fue desplazada por la violencia, de Santa Isabel Tolima, y siempre crecí con las historias de Jorge Eliécer Gaitán, de liberales y conservadores.
Gracias a mi familia campesina, en mis vacaciones aprendí a sembrar café y otras tareas del campo; además de esto, era un gran admirador del primitivismo especialmente del pintor Román Roncancio y sus paisajes llenos de campesinos, con colores primarios y secundarios.
Mi abuelo nació en Ráquira y modelaba arcilla. Él trabajó de obrero, de allí viene mi gusto por el modelado y de mi abuelita paisa que «modelaba» con la masa de las arepas.
FSJ: El arte puede ser elitista, pero el suyo va más allá de las clases sociales para reflejar realidades cotidianas de una ciudad. ¿Considera su arte más urbano?
EA: Para mí es importante llegarle a la gente. Yo nací en Fontibón y mi familia proviene de Boyacá, Manizales, Tolima, Medellín. Por eso, desde que empecé, le he llegado a todas las personas.
Cuando exploras mi página encuentras comentarios de personas de diferentes estratos sociales, alguien de Ráquira, de Bogotá, de cualquier profesión. Mi arte es Colombia en miniatura. «Hablar» de temas sociales con este medio ofrece una visión distinta, menos radical porque es un material muy suave y se dicen verdades, pero sigue siendo suave.
FSJ: ¿Es una forma de sentirse más seguro?
EA: No. Hago lo que hago para ser auténtico y se ha vuelto una obligación para mí hablar de este tipo de temas pues mi madre me enseñó que el tema social era importante. Me gusta poner a la gente a dialogar.
FSJ: ¿Es usted un columnista que «escribe» con plastilina?
EA: Sí. Soy artista y escribo. Ambas habilidades van unidas pues hice algunos semestres de comunicación, pero lo mío es más el arte. He dado charlas por muchos países gracias a mi trabajo, lo cual me ha permitido conocer muchas realidades desde varios ángulos. Dicté talleres en Chiapas, hice libros para Venezuela, trabajé con indigentes en Estados Unidos y he conocido algo de la realidad de los inmigrantes en las fronteras mexicanas. Además, trabajé con indígenas chiapanecos, con niños y profesores en Ecuador, Chile, Panamá, Perú y, paralelamente a los eventos en los cuales participo, siempre me interesa conocer las realidades sociales de cada país.
FSJ: ¿Es su arte espejo, denuncia o catalizador, cuál es el propósito de su arte?
EA: Cuando empecé era catalizador personal. Pero estuve fuera del país por un tiempo y tuve una relación más cercana con Colombia. Me vinculé más y el tema de la violencia siempre me ha tocado mucho. He intentado entenderlo y mi trabajo es una forma de reflexión personal, pero ahora tengo la obligación porque la gente espera que lo haga.
Para mi es fundamental y más que generar posiciones radicales es poder dialogar con quien sea, que la gente asuma la «caricatura» con cierto respeto.
Mi reto es empezar a hacer pequeñas entrevistas con personajes de la política y actualidad colombiana y ponerlos a trabajar con plastilina, este material desnuda a todo el mundo, y que la gente se exprese lo que sienta.
FSJ: También hay en su arte espacio para la alegría y el homenaje público. ¿Fueron Catherine Ibarguén, Nairo Quintana y Orlando Duque sus personajes del año 2013? ¿Por qué escogió solo deportistas?
EA: Para mi el deporte sirve para reconciliar a las personas, me gusta la humildad de muchos, especialmente la de Nairo Quintana. En el 2012 quería reconocer en facebook a los deportistas que se destacaron en los olímpicos y en otras competencias, así empezó se lo explico con plastilina, la lista creció y la gente esperaba mi homenaje. Es importante mostrar los logros de las personas porque ni somos el país más feliz, ni el más triste. Además, siempre me han gustado el fútbol y el deporte.
FSJ: ¿Cuál es el proceso de escogencia de sus temas de la realidad nacional. En qué se fundamenta: lecturas de periódicos, tertulias con amigos y otros artistas, temas de redes sociales o lo que escucha en las calles. ¿Por qué escogió por ejemplo el de la locomotora minera?
EA: Normalmente, leo mucha prensa. Hablo de política, especialmente con mi madre, escucho debates en la radio, de ahí salen muchos temas y veo qué está pasando en facebook. De algunos temas hago muchas imágenes como el paro campesino las cuales fueron muy compartidas en redes sociales. Cada vez requiero pensar más, pensar bien y asumir posiciones sin ser radical, sino generando diálogo.
FSJ: Intenta contribuir a la construcción de memoria histórica. ¿Cuál es su perspectiva con respecto a la memoria? Me explico, algunos prefieren contarla desde la victimización del pueblo y, otros, desde el heroísmo y su resistencia.
EA: Me parece que hacen falta muchas imágenes en Colombia. Existen pocas imágenes que ilustren muchos hechos históricos. Empecé a crear un archivo con una visión muy mía. Trabajé a Guadalupe Salcedo porque me parece importante que la gente comparta la imagen, sin ser de derecha o de izquierda, solo la imagen.
En mi trabajo pedagógico, comparto imágenes de líderes, pero también de personas del común como un celador del conjunto de Pablo Sexto que asesinaron, o el que murió esperando una cita médica, o la niña que se cayó a una alcantarilla, de esa forma uno visibiliza a las personas.
Todos los colombianos hemos hecho un muñeco en plastilina alguna vez. Me parece importante acercar a la gente, de una forma lúdica, a personajes como éste o temas como el maltrato animal y que se cuestionen sobre el tema.
FSJ: En sus obras de 2013, hay referencias al paro a los TLC ¿Por qué no hay ninguna obra con respecto a los diálogos de paz de la Habana?
EA: Muy buena pregunta. Prometo que este año sí lo haré. No sé aún como asumirlo.
FSJ: En su obra el Objeto del Gran Colombiano, usted incluye varios objetos. ¿Con cuál relaciona usted al gran colombiano? ¿La motosierra hace referencia a los paramilitares y los fusiles, además de la guerrilla, se refieren también a las bacrim y al ejército cuya complicidad en masacres se ha comprobado?
EA: Esta «caricatura» es más participativa y tenía la intención de cuestionar a la gente. Sí la escogencia del fusil y de la motosierra representa la violencia proveniente de todos los lados. Algo importante es que recibo sugerencias de mis seguidores, hay cosas que simplemente hay que decir y si toca toca.
FSJ: Me sorprende la vigencia de su obra acerca de asuntos como el duelo entre Petro y el procurador. ¿Es intencional esa vigencia que cobran sus obras?
EA: No es intencional, las hago por el placer de hacerlas y son el reflejo de lo que está pasando. Curiosamente la plastilina es un material cuya vida es etérea; en cierto modo, este tipo de montajes y la fotografía hacen que perdure el material.
FSJ: Hablando del campesinado y de la influencia que éste tiene en su vida. ¿Por qué en Angelus 2, los presenta con la cabeza baja y no altivos como en el resto de sus representaciones de ellos?
EA: Su interpretación es interesante, pero no fue intencional. Esa es una adaptación de un cuadro famoso de Millet rezando el angelus pero no fue intencional.
FSJ: ¿Es su trabajo una declaración personal de su vegetarianismo, ambientalismo y petrismo?
EA: Siempre he tenido gatos. Han sido mis compañeros durante un buen tiempo, trato de no matar ni un insecto y me parece importante visibilizar los problemas de los animales. Vegetariano lo he sido por largas temporadas pero con interrupciones durante mis viajes, cuanto trabajo temas sociales o documentales. Debo comer lo que haya, pues después de servido no comer es una ofensa para muchas personas.
FSJ: Finalmente, ¿Por qué hizo la serie los «invisibles» acerca de los indigentes en Estados Unidos y no en nuestro país…? ¿Cómo fue esa experiencia de intervención con su arte en miniatura en las calles estadounidenses?
EA: Este proyecto me lo encontré en la calle caminando. Me tocó ver la realidad desde otra perspectiva en una ciudad como Los Ángeles donde no tener un carro y andar con una maleta o paquetes en la calle es símbolo de indigencia, donde el carrito de supermercado representa el consumismo y a la vez es la casa ambulante de muchas personas, donde la soledad se vuelve una compañera del que tiene y no tiene…
Los invisibles es un corto animado en plastilina de 7 minutos que tiene como escenario las calles de Los Ángeles y muestra a través de varios personajes un día en la vida de los indigentes quienes sobreviven o viven en otra realidad producto de su enfermedad mental, jóvenes con un «sueño Americano» fallido, veteranos de guerra, drogadictos, sin familia, víctimas de la crisis económica o anímica son todos esos que no queremos ver muchas veces, pues nos recuerdan a dónde no queremos llegar y a dónde estamos llegando con nuestra indiferencia. Estoy pendiente de hacer algo similar en Colombia.
Fernanda Sánchez Jaramillo, periodista, magíster en relaciones internacionales y sindicalista desde Canadá
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.