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El 11 de Septiembre chileno y la Unidad Popular

Unidad Popular siempre

Fuentes: Rebelión

Los verdugos intentan travestirse y hacer del 11 de Septiembre la fecha en que se presentan como victimas del terror ante el mundo, con el rasguño sufrido pretenden que la humanidad olvide sus zarpazos de siglos. Con algo del dolor humano de por la caída de sus Torres nos piden que olvidemos el tamaño dolor […]

Los verdugos intentan travestirse y hacer del 11 de Septiembre la fecha en que se presentan como victimas del terror ante el mundo, con el rasguño sufrido pretenden que la humanidad olvide sus zarpazos de siglos. Con algo del dolor humano de por la caída de sus Torres nos piden que olvidemos el tamaño dolor que por siglos inflingen a la humanidad.

Tal parece así después de ver que el 11 de Septiembre en que se conmemora el aniversario del bombardeo, derrocamiento y muerte de Salvador Allende ha pasado casi desapercibido, opacado por el luto en Norteamérica y lo peor, olvidado por las agrupaciones populares y progresistas que hasta hace poco lo tenían como referente, Además de un par de sencillos homenajes desarrollados en el centro de Lima el panorama conmemorativo quedó desolado.

Lamentable situación al considerar que la experiencia de Allende y la Unidad Popular sigue siendo unos de esos casos en la historia al que uno debe volver permanentemente la mirada con sentido de actualidad sin que la tragedia y la desazón de la derrota terminen cubriendo de su grisura la vitalidad de las experiencias que se construyeron en el marco de este capitulo de la historia de los revolucionarios. El 11 de Septiembre chileno y la Unidad Popular no sólo traen al recuerdo el exilio y asesinato de miles de trabajadores, estudiantes y militantes de izquierda chilenos sino también la valía de estos hermanos que entonces construían con sus manos un mundo nuevo.

La estrategia dubitante de construcción socialista de la Unidad popular faculto que se oriente más a tejer relaciones privilegiadas con fracciones burguesas antes que con los espacios de construcción de poder popular emergente como lo eran los cordones industriales, los consejos campesinos, las militas obreras . El régimen apostó aliarse con oficiales «constitucionalistas» y buscar encuentros con la Democracia Cristiana intentando hacer de estas piezas las columnas de su sostenibilidad antes de trenzar una unidad estratégica con lo más avanzado subjetiva y objetivamente del movimiento popular. La organización popular concentrada en torno a las empresas nacionalizadas bajo la forma de cordones industriales cobró importancia vital para el proceso de reformas chileno luego del ensayo de golpe de la derecha chilena en el 72 , los cordones nacen como necesidad de defensa inicialmente , se convierten en un factor de presión popular movilizado por el régimen para acompañar el ritmo de sus reformas, sin embargo la organización popular a partir de su propia dinámica avanza mucho más lejos de sus metas iniciales, pasan a transformarse en la vanguardia revolucionaria al interior del proceso, ya toma posesión de fabricas que finalmente el gobierno deberá pasarlas al área social nacionalizada, su claridad confrontativa con la burguesía a quien llamaban a aplastarla dista mucho de la indefinición del régimen que sostuvo un respeto por la legalidad burguesa superior al de la burguesía, de factor de presión y organización desarrollan niveles de gestión de cada vez mayores aspectos de su vida cubriendo desde la organización de su producción, la elección y revocabilidad de sus representaciones hasta la autodefensa armada de sus logros.

Naturalmente estos espacios de unidad obrera popular avanzan al ritmo de las enormes deudas históricas que les tenia pendiente la excluyente sociedad chilena durante siglos y su radicalidad se tornará un factor de riesgo para el régimen que tenía en su diseño pasos más pausados para sus reformas Las movilizaciones callejeras de apoyo a Allende agitaban por un lado la necesidad de afianzar el mando y la autoridad del gobierno central y por otro se desarrollaba la demanda coreada por miles de empoderar más aun a la organización obrera popular que empezaba a asumir más y mayores aspectos de la producción y planificación de la misma y , peor aun ya empezaba a articular otros actores bajo su dinámica como se expresó cuando los campesinos empiezan a tomar fundos y son los obreros de los cordones los que acuden a reforzar los piquetes levantados ,los cordones desarrollaron una función real de articularse con sus entornos sociales no necesariamente obreros, la contradicción intrarevolucionaria estaba entonces entre la opción trabajadora por convertirse en poder que desbordaba incluso a sus direcciones y la opción del proceso controlado gradual y ordenado que finalmente primó. En este sentido el golpe de Pinochet fue más contra el populacho que empezaba a perder el miedo y se alzaba desafiante que contra la Unidad Popular misma, fue el golpe contra el poder popular que se alzaba al margen de la política parlamentaria o estatal oficial; el enemigo más feroz de la clase dominante fue ese conjunto de embriones de poder popular que se alzaban sin respetar ritmos, pausas y secuencias.

Resulta sencillo aventurar futuros a lo que ya quedó escrito en la historia pero no cabe duda que mejor armados y vinculados con otros sectores populares la junta de gobierno nacida con el golpe hubiera encontrado imposible su acción contrarrevolucionaria. Los cordones industriales chilenos fueron los soviets durante la Unidad Popular, la mejor expresión unitaria de clase, el más alto grado de desarrollo de la acción y la subjetividad revolucionaria de los trabajadores. Aunque conocida como la vía chilena consideramos que hay mucho de universal en las luces y sombras del proceso de Allende, expresa en un solo hecho histórico un conjunto de facetas que comprometen mas allá de sus fronteras; la caída de Allende remata las enseñanzas de la Comuna de Paris que sellaron la posibilidad de avanzar teniendo como herramienta el marco institucional burgués, la necesidad que el poder popular se asuma como una construcción integral que responda a la integralidad del poder del opresor en su aspecto de legalidad , consciencia y subjetividad así como en el del uso de la fuerza y las armas.

El capitulo de la Unidad Popular nos recuerda también que la represión contrarrevolucionaria tendrá siempre un sostén solvente, solícito y oportuno en el imperialismo norteamericano y que es imposible sin sus cárceles y centros de tortura; Chile del 73 vio florecer los centros de tortura de la DINA así como la Villa Grimaldi tal como hoy Estados Unidos no puede prescindir de Guantánamo, Abú Graib o sus cárceles secretas en Europa, y para no ir tan lejos aquí mismo la cárcel de la Base Naval del callao. No existe contrarrevolución a punta de hegemonía, persuasión. Cárceles, desaparecidos son paisaje imprescindible para el represor. Chile y su tragedia se entronca así con el mundo por sus exiliados que lo salpican, por sus realidad de presos políticos, por la lucha de resistencia que desarrollan revolucionarios como Miguel Enríquez pero también nos vincula con la realidad de la impunidad, las cárceles chilenas siguen albergando presos políticos y el tema de los desaparecidos no se resolverá, el dictador asesino y ladrón finalmente afronta juicios por ladrón pero no por su indisociable faceta de asesino. Cuando generaciones posteriores supimos de la fallida experiencia de Allende no tuvo porqué sorprendernos entonces que la lucha armada fuese una alternativa.

Cuestionar la limitación revolucionaria de Allende no disminuye su talla histórica, todas las criticas que se le hace al compañero presidente nunca lo pondrán por debajo de los dirigentes «revolucionarios» que lo sucederán años después; con sus yerros Allende será siempre más grande y heroico que tanto conciliador y electorero parido en las últimas décadas en nuestra izquierda continental. El 11 de septiembre es para nosotros la fecha de la desconfianza sobre la legalidad oficial, nos recuerda lo errado de intentar avanzar con la razón y sin la fuerza, en el marco de la tragedia chilena queda también para nosotros aprender de esa capacidad infinita de los trabajadores de su sentido de auto emancipación frente a las direcciones prudentes en tiempos de necesaria audacia y su espíritu unitario en las bases ajeno al calculo de correlación de las direcciones. 33 años después del incendio del Palacio de La Moneda su legado sigue encendiendo esperanzas.